El coloso en llamas

El productor Irvin Allen y el director John Guillermin fueron dos de los nombres más destacados en el largo período en que el denominado cine de catástrofes se popularizó en la década de los setenta dejando también títulos tan conocidos como “Aeropuerto (1970) de George Seaton y sus eternas continuaciones; “Terremoto” (Earthquake, 1974) de Mark Robson ; “El Enjambre” (The Swarm, 1978), dirigida por el mismo Irvin Allen o “El Día del Fin del Mundo” (When Time Ran Out, 1980), de James Goldstone y cuyo eje argumental siempre implicaba las fuerzas de la naturaleza, la imprudencia del hombre o ambas como catalizador de un espectáculo asegurado a un público cada vez más exigente con verse sorprendido antes que dejarse seducir por unos argumentos vacíos de contenido.

“El Coloso en Llamas”, estrenada con el título en inglés de “The Towering Inferno” y que compilaa varias experiencias de diversos bomberos a la hora de enfrentarse con el fuego en altos edificios, es tal vez el título más conocido y que su tenso ritmo argumental se coordina con la presentación de varios personajes (muy típico y como suele recurrir a las pel´culas del genero) pero que a la vez enciende la mecha a fuego lento mientras la encerrona en lo alto del mega-edificio se produce dejando al gigante arquitectónico como una enorme cerilla en medio de la noche acorralando a invitados de honor como Fred Astaire, Jennifer Jones, Richard Chamberlain, William Holden, Faye Dunaway y Paul Newman que, gracias a la ayuda de un aguerrido Steve McQueen, intentarán apagar el fuego de cualquier manera con tal de que todos salgan vivos.

Es pues el más espectacular y comentado de los títulos del cine. Un ejercicio de entretenimiento que a más de uno se le ocurre recurrir a “La Jungla de Cristal” (Die Hard, 1988) de John McTiernan como cinta inspirada del film de Guillermin y Allen, solo con la diferencia que el cortocircuito de rigor era substituido por un grupo de maleantes.

Se podría decir que es el mejor ejemplo de cine catastrófico de los años 70.
Cumple todos los requisitos del género, pero en mi opinión es una de las más divertidas y espectaculares, junto con "Terremoto".
El reparto es espectacular. Una auténtica constelación de estrellas de la época, juntas en el mismo film.
El propio rascacielos es un personaje más. El coloso se mostraba como un edificio gigantesco controlado por un equipo de trabajadores y con un auténtico universo de historias en su interior. Esa es una de sus pequeñas pegas. Tiene tantos personajes a presentar y quiere contar tantísimas cosas, que tarda muchísimo en empezar el incendio y las emociones.
Mi personaje favorito es el jefe de bomberos (Steve McQueen), que representa al héroe que debe luchar contra las fuerzas de la naturaleza y la sinrazón de la raza humana.
Como siempre suele pasar, la lucha por la supervivencia se hace patente en algunos personajes egoístas a los que no le importa hacer lo que haga falta por salir vivos. También hay tiempo para el altruismo y la entrega por los demás.
La verdad es que está cargada de clichés, pero no importa porque es muy entretenida y está bastante bien hecha. Vemos como desde una simple chispa eléctrica se forma un auténtico apocalipsis, metáfora de que por muy orgulloso que sea el hombre con sus creaciones, la naturaleza nos puede poner en nuestro sitio cuando quiera.
La escena del ascensor es la más impactante. Ahora ya estamos hartos de ver en el cine escenas fuertes (y mucho más) como ésta, pero pienso que en su momento debió de ser todo un shock de emociones para el público de la época.
Una superproducción a la que ya irremediablemente se lo notan los años, pero que hay que reconocer su mérito para el año en que se hizo.

Juntar a las mayores estrellas de Hollywood para una superproducción no lo inventó esta película, nos podríamos remontar a los años 30, pero sí que 'El coloso en llamas' puede presumir de ser una de las mejores en su campo y en su subgénero, el cine de catástrofes. En este caso, un caso similar al del Titanic, un monumento de construcción servido para dar servicio a una gran cantidad de personas; pero si hay algo que el ser humano tiene más alto y mayor que una construcción es su propia estupidez.

Gente como Paul Newman, Steve McQueen (del que parece que no hubo duelo de egos con Newman y se llevaron muy bien), William Holden, Faye Dunaway o Fred Astaire están invitados a una fiesta; para ellos la fiesta se convertirá literalmente y metafóricamente en un infierno, mientras el público está a salvo contemplando una de las grandes superproducciones de los años 70, y me atrevería a decir de todos los tiempos. En cantidad y en calidad.

Esta película tiene más de una estrella e, incluso, dos directores; sin embargo, esta película no ha pasado a la historia por ser otra superproducción que diera dolores de cabeza a los estudios, sino porque es una película bastante disfrutable y con mucho suspense. McQueen y Newman llevan con solidez el peso de la película, pero el resto del reparto no le anda a la zaga y nos dejan gotas -algunos más que otros, es cierto- de calidad interpretativa, y el guión ayuda a empatizar con los personajes. Junto a ello, la banda sonora y la fotografía brillan al unísono para elevar el resultado final a un largometraje bastante bueno.

Pero claro, para ver esta película hay que estar preparado a sufrir un poquito. Eso sí, ya vamos avisados de antemano lo que vamos a ver.

Vamos, que es una película recomendable, no solo porque es un espectáculo en el que todo sale bien (técnica y artísticamente hablando), sino porque pone de manifiesto que uno de los mayores enemigos del ser humano somos nosotros mismos. Y si esta película sirve para aprenderlo, bienvenido sea.

El cine de catástrofes irrumpió con fuerza en los setentas porque existía una literatura que apostó por ello. Las opciones eran dos: o cine político, crítico o no, o bien apostar por la venganza de la naturaleza sobre el hombre, o cómo, a veces, los excesos tecnológicos o constructivos del hombre le pasan factura. El coloso se inscribe en este último ámbito. Parte de una novela que leí en su momento, bastante floja, de las que publicaba Círculo de Lectores. La peli es mucho mejor, qué duda cabe, pero no es gran cosa cuando se la analiza con calma. Llega un momento que te importa una mierda lo que pase (más o menos a la hora y cuarto de metraje). Hay subtramas que se aguantan bien, y otras que no tanto. Hace gracia ver como O.J. Simpson, ese tramposo asesino de su mujer y su amante, abre antes de darle una patada a la puerta de la señora sorda. Me quedo con esa imagen y lo guapa que era Faye Dunaway. En el fondo, uno mira estas pelis por ver a las actrices guapas antes de que se hicieran viejas. Lo de los bomberos está bien, pero siempre me ha parecido un oficio muy digno y honorable mal pagada y mal recompensado por la sociedad. De modo que si yo fuera bombero les iban a dar por saco a unos cuantos.

Impresionante pelicula, un referente por la que no pasan los años.
Sus efectos especiales y la dirección de la película son encomiables.