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Pygmalion

Drama. Comedia. Romance Cuando el profesor Higgins, un especialista en fonética, conoce casuamente a Elisa, una vendedora de flores, la vulgaridad e incorrección de su lenguaje despierta extraordinariamente su interés. Decide entonces realizar un experimento con ella: transformar a Elisa hasta convertirla en una respetable dama de la alta sociedad. El trato que Higgins dispensa a la chica no es muy considerado: a él sólo le preocupa la dicción, el ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
9 de febrero de 2007
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigido por Anthony Asquith y Leslie Howard, el film se basa en la obra de teatro "Pygmalion" (1914), de George Bernard Shaw, que se responsabilizó de la redacción del guión. Se rodó en los Pinewood Studios (RU). Nominado a 4 Oscar, ganó uno (guión). El productor fue Gabriel Pascal y se estrenó en 1938 (RU).

La acción tiene lugar en Londres a lo largo de unos 6 meses, en 1937/38. El profesor Henry Higgins (Leslie Howard), especialista en fonética, apuesta con el coronel George Pickering (Scott Sunderland) que en 6 meses conseguirá que Eliza Doolitle (Wendy Hiller), vendedora callejera de flores, hable con el acento y dicción de una dama londinense. Transcurrido el tiempo establecido, la llevará a una recpción real en el palacio de Buckingham, donde nadie dudará de su alcurnia.

La película establece que se puede conocer el lugar de nacimiento y el grupo social de una persona por la forma de pronunicar las palabras que usa en el lenguaje hablado. La dicción identifica el origen y el grupo social de las personas, en 1938 y ahora, si bien en la actualidad la universalización de la enseñanza y la pulsación de la TV y de los medios audiovisuales han reducido las diferencias. Mediante el aprendizaje, toda persona, incluso la de extracción más humilde (la florista callejera) puede conseguir una pronunciación correcta y elevada, lo que le permite superar barreras sociales y laborales. Eliza acepta el reto de Higgins porque desea convertirse en vendedora de floristería. Medio año de trabajo intenso, ininterrumpido y esforzado, da los resultados previstos. Entre profesor y alumna se establece una relación de afecto, que da lugar a un atisbo de enamoramiento. El film está salpicado de comicidad y buen humor (baño de Eliza a manos de la Sra. Pearce, aturdimiento de Eliza ante un espejo, visita del padre, personaje de Aristid Karpathy, las bolas en la boca, el loro enjaulado, etc.). Eliza encarna la figura de una mujer independiente, autónoma, fuerte y decidida, capaz de realizar un gran esfuerzo de aprendizaje. No establece con Higgins relaciones de dependencia, no acepta el servilismo y no se deja deslumbrar ni por el dinero ni por la posición social.

La música, de Arthur Honnegger, es variada (percusión, cuerdas, órgano, viento y voz), avanzada temporalmente y adaptada a las resonancias de la acción. La fotografía, de Henry Stradling, realiza un gran esfuerzo de dinamización del relato con largos y notables travellings, encuadres inferiores y elevados, énfasis en escenas de movimiento colectivo (baile), la acumulación de acciones simultáneas de los actores (secuencia en Covent Garden) y el uso del collage para explicar el avance del aprendizaje de Eliza. Muestra la llegada de la reina mediante una imagen reflejada en un gran espejo, que realza la solemnidad de la ceremonia y la tensión de la prueba que Eliza ha de superar. El guión adapta con fidelidad la obra teatral, de la que se aparta sólo en la escena de cierre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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6 de marzo de 2010
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que es muy superior a su versión musical, "My fair lady". Cuenta la historia mejor y en bastante menos tiempo, y además me creo a la protagonista tanto en el papel de florista callejera como en el de dama. Audrey Hepburn tiene tal elegancia innata que ni vestida de harapos me parece una humilde vendedora.

Las escenas de comedia me divierten, sobre todo ese baño mientras los gritos de Eliza se oyen desde abajo. Y el proceso de aprendizaje me interesa.

Mis momentos favoritos:

Eliza de espaldas a la cámara apretando los puños, tras haber oído al profesor felicitándose por el éxito obtenido como si el mérito fuera sólo de él.

Eliza diciendo: "La diferencia entre una florista y una dama no está en cómo se comporta, sino en cómo la tratan".
IzaNezzie
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28 de abril de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi crítica va a ir un poco enfocada hacia su valor educativo, ya que esta la primera vez que vi esta película fue en un aula de pedagogía. Y es que en ella podemos aprender muchas cosas importantes a nivel pedagógico. destacando lo que viene siendo llamado en educación como "el efecto Pigmalion" que consiste básicamente en cómo la creencia que una persona tiene sobre otra puede influir en el rendimiento de esta otra persona.

En la película vemos como el profesor Higgins logra disipar sus vulgarismos y mejorar su fonética por medio de la creencia de que puede lograrlo, y siguiendo cierta metodologías que implican mucha disciplina, logrando un rendimiento increíble en Elisa.

Como película creo que es una cinta algo eclipsada injustamente por su versión musical My fair lady, que aunque también tiene mucha calidad, creo que son dos obras muy buenas. Si sois amantes del cine clásico, y más si os interesa los films de contenido pedagógico os la recomiendo sin dudarlo.
rami_ehh
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19 de octubre de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para la mitología griega, Pigmalión era un notable escultor muy escéptico con el sexo femenino, razón por la cual rechazaba cualquier opción de comprometerse con muchacha alguna. Pero ocurrió que, un día, se dedicó a esculpir la figura de una doncella a la que dedicó tanto tiempo y esmero que se convirtió en la más bella imagen que hubiera realizado en su vida, y sin siquiera pensarlo, Pigmalión sintió de pronto que se había enamorado perdidamente de aquella inerte figura. Al observar el embeleso y la tristeza que manifestaba ante aquella mujer imposible, Venus, la diosa del amor, se compadeció del artista... y con un soplo la convirtió en una magnífica mujer de carne y hueso. Galatea, como la llamaría Pigmalión, se convierte entonces en su esposa… y el amor demuestra de nuevo que, para él, nada es imposible.

Esta es la historia que inspira al magnífico escritor, George Bernard Shaw, para escribir una versión moderna titulada “Pygmalion", que se vendería como el pan, triunfaría en Broadway en 1914, y desde 1935, sería llevada al cine en numerosas ocasiones. La versión de Anthony Asquith y Leslie Howard (tercera adaptación cinematográfica), tiene a su favor un guion escrito por el mismo Shaw, en el que los diálogos corrosivos y mordaces hacen las delicias de quien sepa degustarlos.

La historia está cargada de fe en los seres humanos y demuestra que, cuando conseguimos creer firme y sinceramente en los potenciales de una persona, la persona misma terminará creyendo en sus propias capacidades. De esta manera, se logrará que aflore lo mejor de su propia esencia, quedando abierto el camino para que se transforme en un ser nuevo y representativo. Siempre se puede, todo lo que hace falta es que, el amor y la fe, broten desde muy adentro porque, sólo entonces, habrá perseverancia e inspiración.

Como Henry Higgins, Leslie Howard logra un personaje tan encantador en sus resistencias, como fluido en sus afanes de transformar a la burda florista que lo busca para que la eduque con sus conocimientos de dicción. Su confianza en sí mismo y su atracción por Eliza están tan a punto, que enseguida acepta la apuesta que le hace su amigo, el capitán Hickering, según la cual este pagará la totalidad de los gastos causados por la muchacha, si antes de seis meses consigue hacerla pasar por una duquesa ante altas personalidades (para el caso, será la embajada de ¡Transilvania!) y como un guiño al ascendente de Howard-Higgins, “el gran sabueso” Carpatti, la confundirá con una princesa húngara.

“La diferencia entre una dama y una florista –dirá con sabiduría Eliza- no está en cómo se comporta sino en cómo la tratan los demás”. Exacto mensaje para entender que las personas casi siempre corresponden según como se las trate.

Con su tono divertido, desenfadado y pulcro, <<PIGMALIÓN>> se convierte en una historia muy agradable y digna de un grato recuerdo... y ya ustedes traerán a la memoria aquellos filmes posteriores que se han inspirado en éste.
Luis Guillermo Cardona
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20 de agosto de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confieso que tenía mucho miedo de ver esta película.
La versión musical que hizo Cukor, está tan metida dentro de mi corazón, que no me veía capaz de ver ninguna otra adaptación sin temer que me decepcionase profundamente.
Pero tengo que decir que no ha sido así. La he disfrutado mucho. Sigo prefiriendo, sin duda, la peli de Cukor, pero ésta, me parece una adaptación muy bien hecha e interpretada y que se mantiene bien a pesar de los años transcurridos.
No sé si, a estas alturas, hay alguien que no conozca esta obra. Los jóvenes, quizá.
Pygmalión, es una obra de teatro de Georges Bernard Shaw, publicada en 1913, que se inspiró en un relato de Ovidio.
En el mito, es un escultor el que se enamora de la estatua que ha creado y por ello cobra vida, pero Shaw lo actualiza convirtiendo al protagonista en profesor de fonética, quién afirma que el alma de las personas se encuentra en el lenguaje que utilizan y así, una persona nacida en los barrios bajos de Londres, nunca podrá ascender en el escalafón social por mucho que le sonría la fortuna, ya que, el mal inglés que habla, delatará su origen.
Para probarlo, hace una apuesta con un amigo, en el que se compromete a enseñar a hablar un correcto inglés a una florista de las calles, y a andar y a comer y a pensar y a todo en general, para luego hacerla pasar por una gran dama de la alta sociedad en un gran baile, sin que nadie se percate de su origen.
Decir que en la obra de Shaw, el final no es como en esta versión y la que más tarde hizo Cukor, cuyas sendas películas se pliegan más al happy end hollywoodiense, traicionando de esta manera el espíritu y mensaje de la obra que quería plasmar Shaw, de que la creación se independiza de su creador, no así al revés, que el creador queda dependiente de su obra.
Aún así, a mí no me importa. La película expresa sobradamente todas las reflexiones del texto del autor, que son magníficas, además de ser una comedia deliciosa y elegante.
Una reflexión para los usuarios. ¿ Quién gana la apuesta, él o ella?. El mito de Pygmalión se cumple porque él cree en ella, o porque ella cree en sí misma. Las dos cosas, supongo. Una buena cuestión para todos los educadores.
Muy buena versión pues, que aunque, en mi opinión, no va a conseguir hacernos olvidar la fantástica película de Cukor, sigue siendo en sí misma muy recomendable.
Me estoy dando cuenta de que Asquith fue un gran director. Estoy descubriendo poco a poco películas suyas y, desde luego, es un gran director a tener en cuenta.
Izeta
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