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Paris, Texas

Drama Un hombre camina por el desierto de Texas sin recordar quién es. Su hermano lo busca e intenta que recuerde cómo era su vida cuatro años antes, cuando abandonó a su mujer y a su hijo. A medida que va recuperando la memoria y se relaciona con personas de su pasado, se plantea la necesidad de rehacer su vida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 182
Críticas ordenadas por utilidad
25 de mayo de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Palma de Oro en Cannes, el unánime reconocimiento a su particular realizador y hoy erigido en un film de culto de los 80. Magnífica de principio a fin, con una inquietante, alucinante y profunda música de Ry Cooder y un estupendo guión del irregular Sam Shepard, "París, Texas" es, reducida en su complejidad, una metáfora sobre los paraísos perdidos, la felicidad pasajera y quimérica, la contradictoria asunción de la grandiosa tresteza de los pequeños momentos de gran felicidad (sí, puede haber tristeza y felicidad a la vez, y eso yo lo noto en esta película: ¿milagroso?): sino hay queda la última secuencia. Todo expresado en el rostro y el alma del estupendo Harry Dean Stanton, el ser que conduce la historia y que lleva en su rostro y en su interior los tatuajes del amor, las heridas no cicratizables de un tullido sentimental, un ser que ha perdido su identidad, sus sentimientos y su propia conciencia, que vaga por ninguna parte en busca de todo y nada, y que una vez activados otra vez esos elementos dormidos inicia un nuevo viaje hacia un lugar tan concreto que llegando allí, él regresará una vez más a ninguna parte.
Dotada de una sugerente y gran fuerza expresiva, dramática y poética, es un drama intimista emotivo, una road movie nostálgica, sentimentalista, casi melodramática dónde Wenders maneja con maestría los elementos del lenguaje cinematográfico (espacio y tiempo, luz, color, los silencios...) hasta lograr una película tan sugestiva y reconfortante como pesimista y triste. Un cocktail de cine artístico, de una pretenciosidad en el sentido más visceral y puro de la palabra: pretendiendo emocionar. Una gran película.
kafka
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8 de diciembre de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podemos ver Paris, Texas literalmente, como un melodrama narrado desde un punto de vista masculino sobre el amor imposible de una pareja, sobre cómo el odio se mezcla con el amor, sobre la huida que le hace a uno perder la memoria, sobre el lugar del hijo; todo ello en un escenario hecho de moteles anónimos y burdeles, gasolineras y bares solitarios, de carreteras polvorientas, vías de ferrocarril que se dirigen hacia un horizonte siempre lejano, áridos cerros modelados por la erosión.

Pero también, conociendo la obra precedente de Wenders, podemos verla como una prolongación de El amigo americano: una metáfora de un amor imposible por ese mismo escenario, el de la América inapresable encarnada en la imagen de una juvenil Nastassja Kinski caracterizada como Marilyn Monroe.

Un territorio que ha colonizado nuestro inconsciente como idea antes de que lo visitáramos físicamente (si es que lo hemos hecho); un lugar que hemos conocido a través de Lolita de Nabokov y Carta breve para un largo adiós de Peter Handke, de las fotografías de Stephen Shore o Robert Adams, de las músicas americanas evocadas sutilmente en el toque slide de la guitarra de Ry Cooder, y sobre todo a través del cine de John Ford o Nicholas Ray.

Como en Carta breve para un largo adiós, los amantes no pueden volver a unirse, pero sí reconciliarse: los que trataron de matarse pueden volver a mirarse cara a cara, con dificultades pero sin música de fondo (es admirable cómo la planificación de Wenders agota, con lógica minimalista, todas las posibilidades de la cabina del peep show).

La reconciliación entre la sofisticación europea y lo elemental americano que está en el mismo título de la película tiene lugar a través de la emoción: un tránsito hecho de colores primarios como los sentimientos, que va del rojo de la pasión al verde del recuerdo, del azul del cielo del desierto al amarillo de los locales de comida rápida.
el pastor de la polvorosa
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21 de julio de 2007
18 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi dos horas y media para una historia que se podía contar en dos o menos. A ratos se volvía infumable. Y no se trata que yo no tenga sentimientos,sea frío como una piedra y no sea capaz de ver el trasfondo bello y noble de la historia, pero insisto, era necesario alargar tanto la película.

Lo mejor son los últimos veinte minutos donde podemos apreciar la belleza de Natassja Kinski.
Nadie
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21 de septiembre de 2007
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
CONTIENE DETALLES DEL ARGUMENTO!

Un hombre camina sin rumbo por un desierto, atraviesa la frontera y apenas se detiene vencido por la deshidratación. No conocemos su nombre, un nombre al que de todos modos no respondería. Atraviesa por un período de afasia profunda y lo único que le interesa es volver a la tierra en la que fue concebido en un "regressus ad uterum". En el periplo ha dejado abandonado a su hijo, incapaz de asumir un rol paterno. Su hermano, el padre de la historia, el que posee la capacidad de verbalizar sus pulsiones, trata de ayudarle. No es fácil porque Travis (ése es su nombre) siente la necesidad de hurgar la tierra, el vientre materno, en busca de un sentido y por ello, simbólicamente, le horroriza tomar un avión. Tampoco es capaz de seguir las vías rectas del sentido, su existencia no está ni dirigida ni justificada y al menor descuido de su hermano se saldrá de la autopista.

Mientras que el rol paterno del hermano se justifica por su empleo de publicista, empleo relacionado con la palabra -y la imagen- (otro ejemplo: el padre aferrado a su máquina de escribir en una imprenta en "En el curso del tiempo"), Travis es un personaje perdido en el presente, no recuerda de dónde viene ni sabe a dónde se dirige, salvo por esa pulsión por regresar a los orígenes. El cine como la literatura, la imagen y la palabra, pueden facilitar ese recorrido, iluminar un camino y así, unas películas en super-ocho devuelven a Travis los fogonazos racheados de su pasado.

Entretanto vive con su hermano y su cuñada, como un niño más en la casa (la mujer de su hermano hará las veces de madre para él) hasta que un día "se independiza" para tratar de reorganizar su familia y recuperar el rol perdido. Pero todavía es un niño inseguro, parece que juega de igual a igual con su hijo, con los "walkie-talkies", a la caza de la madre. Porque siempre se trata de regresar a la Madre: la tierra de Paris en Texas, la mujer de su hermano, su ex mujer... Un reencuentro que no se producirá nunca para Travis.

Sin embargo, quizá todavía pueda tener lugar para su hijo aunque parezca que la mujer, que trabaja en un club, no guarde nada de ese rol materno. En la escena de la cabina Travis tendrá la posibilidad por fin de contemplar el mundo en su ausencia, la fantasía del voyeur, pero también el único modo de encontrarle un sentido, viéndolo desde fuera (como los ángeles de "El cielo sobre Berlín"). Comprende entonces que no habrá familia, ni habrá París, empeñarse en lo contrario sería continuar el error de su padre, no apartar la mirada del ideal forjado y descuidar a un hijo que, como él cuando tenía su edad, necesita a la Madre. Travis seguirá el resto de sus días hendido por esa ausencia y lo único que puede hacer es evitar que su hijo perpetue su legado melancólico.

Wenders es un director que construye sus películas a partir de abstracciones y algunas veces, además, logra revestirlas de un contenido humano, sincero y cercano como en "Paris, Texas".
Langfuller
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6 de agosto de 2007
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
París, Texas, una película llena de escenas memorables y de momentos inolvidables. Una guión prodigioso, una historia muy dura, con un personaje desahuciado que lucha por recuperar su vida. Una historia tan veraz, tan sincera, que te encoge el corazón mientras la estás viendo. Harry Dean Stanton es capaz de transmitirlo todo con su mirada, y posiblemente tenga una de las mejores escenas de la historia del cine en su conversación con Nastassja Kinski, que encarna como nadie el drama de la jovencita a la que la vida le ha dado muchos golpes y acaba entregándose a la peor vida de todas. Wim Wenders explora la profundidad del alma humana en cada secuencia. Podría estar días y días enumerando las virtudes del film. Es una grandísima película, de las que nos zarandean el alma a base de secretos, miradas y silencios. Un espectáculo del ser humano hecho cine.
juanantlopez
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