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Luz de domingo

Drama Adaptación de una novela de Ramón Pérez de Ayala ambientada en la época del caciquismo. En 1910, en el pueblecito asturiano de Cenciella, la enconada lucha entre dos bandos políticos trae la desgracia a unos seres bondadosos e ingenuos: la pareja formada por Urbano (Álex González) y Estrella (Paula Echevarría). Urbano, el secretario del Ayuntamiento, es un hombre idealista e íntegro que simpatiza con los liberales. Pero es que, además, ... [+]
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
21 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
316/27(18/09/20) Bonito y melancólico film del siempre controvertido José Luis Garci, que a pesar de sus irregularidades, posee un encanto apreciable que lo hace degustable en muchos aspectos. El guión es obra del propio Garci junto a su colaborador habitual Horacio Valcárcel (“El crack”, “El abuelo” o “Historia de un beso”), basándose en la novela homónima de Ramón Pérez de Ayala. Según Garci: Narra una historia «muy cruel» que probablemente estuvo basada en hechos reales que el propio Pérez de Ayala presenció de pequeño y marcó su vida. Seleccionada para ser candidata a los Oscar (2007) junto a Trece Rosas y El Orfanato. Un relato de principio de SXX que Garci ambienta maravillosamente en su ‘paraíso asturiano’, melodrama que a mitad de film torna en el despertar de la inocencia, pasando a un áspero retrato de la España profunda, caciquil, cainita, con sus rencores, envidias y vendettas que el director madrileño ha dado y un claro patinado de western, ya remarcado desde la primera secuencia en que vemos llegar una diligencia la pueblo de Cenciella, y por supuesto atomizado en su clímax final, todo ello desarrollado con los vicios y virtudes del realizador del primer Oscar hispano (“Volver a empezar”), adornándose en un estilo pausado, de tomas medidas al detalle, de encuadres preciosistas hasta el onanismo visual en sus referentes pictóricos (haciendo homenaje al título), plasmando cuadros sibaritas de los bucólicos entornos, rezumando clasicismo (ese toque tan añejo de los fundidos a negro), cine elegante, de interpretaciones, de secundarios con alma (esa Parrula dueña del bar, ese Longinos sicario del villano, el músico Alpaca, ...) de explosiones enérgicas de violencia que rompen con la calma reinante. Tratando temas como el verdadero amor, las injusticias sociales, el sacrificio por un bien mayor, los traumas tras una vejación, la capacidad de perdón, o la venganza. y por supuesto regando la cinta de guiños cinéfilos a obras ajenas reverenciadas por él (suena la música del vals de “2001”, la mítica de Wagner “La cabalgata de las Walkirias” de “Apocalipsis Now”, ese Carlos Larrañaga en las fiestas cual Padrino Corleone,...), e incluso mirándose el ombligo, como esas charlas entre la dueña del bar con Joaco ensalzando las excelencias de Nueva York, recordando esto a los ententes del detective Germán Areta con su barbero sobre la ciudad de los rascacielos.

Teniendo unas actuaciones primorosas como la de Alfredo Landa que con 74 años dio su última interpretación en cine con este indiano abuelo coraje, racial, visceral, expresivo, excelente; Carlos Larrañaga está magnífico como el villano Atila, con carácter, no una caricatura, infunde respeto, temple, apostura, abrumadora su mirada en el momento de la catarsis (no quiero spoilear), acabando con una frase tremebunda a Longinos, ‘No es vicio. Es política!”; Enrique Villén como el mamporrero de Atila, impregna a su rol de un perfil de serpiente; Andrea Tenuta como la uruguaya Parrula está espléndida en los nostálgicos diálogos con Joaco, desprende dulzura y sabiduría; Manuel Galiana brilla en un papel que en manos de otro podría ser innecesario, pero el encarna a Alpaca con nervio en cada loa a la música, en cada conversación sabe dar vida, notable.

Lástima que la pareja de enamorados tortolitos sean más sosos que la sal, tanto Paola Echeverría (como Estrella) como Álex González (como el idealista secretario Urbano) resultan desprovistos de vida, parecen cuando hablan estar recitando lo que leen en el cue, meros rostro bien parecidos tras los que hay el por desgracia el vacío, por lo que la película cojea en este aspecto de empatizar con ellos; Toni Acosta como Cova, la mejor aliga de Estrella resulta muy mayor, además de ser una percha sin nada detrás, una simple admiradora de ella, apegada a Paola para que ella parezca aún más guapa.

Garci retrata a Cenciella como especie de microcosmos epítome de la España de entonces, con un alcalde caciquil despótico (al que incluso le da ese toque tan de villanos como es la gota), una oposición al que el terrateniente del pueblo intenta aplastar con la perversión de las leyes, estableciendo dos bandos enfrentados (Los Becerriles y los Chorizos), este tipo venido de encontrar fortuna a América (el indiano Joaco) que no se deja amedrentar por el poder (cual Sean Thornton en ”El hombre tranquilo”), también esto muy del western, con duelos interruptus en el bar (luego, cual “Horizontes de grandeza” se da en la ‘intimidad’). Todo ello narrado con un ritmo parsimonioso, alternando grandes diálogos y frases, con otras un tanto mohínas y prefabricadas, habiendo tramos atractivos como el de la fiesta y baile, las charlas sobre música, los ententes de la Parrula y Joaco, el enfrentamiento Joaco vs Atila por la venta del huerto, la desgarradora vejación, o el atronador clímax cornado en las puertas de la Iglesia. Sobrándome su ‘aleccionador’ epílogo sobre el franquismo.

La puesta en escena resulta fascinante, rodándose en entre Avilés, el Parque natural de Redes y Oviedo. Gran diseño de producción del bi-oscarizado (“Patton” y “Nicholas y Alexandra”) Gil Parrondo, creando escenarios de gran beldad; Todo esto enaltecido por la esplendorosa cinematografía del carioca Félix Monti (“El secreto de sus ojos” o “Sangre de mayo”), construyendo cuadros bellísimos, haciendo de los paisajes astures auténticos lienzos impresionistas de Luz de Domingo, (puede que inspirados en las obras de Cezanne, Renoir o Monet), en sus bosques, valles, ríos, puentes, la ruralidad de la villa, o el modo turbador de filmar la ‘vejación’, en muchos casos con grandes angulares, con mucha toma simétrica, con luz interior mortecina que emite realismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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17 de noviembre de 2007
11 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se cuida mucho la descripción de ambientes en las películas de Garci. Tanta minuciosidad hace que me transporte a la forma de pensar-hacer-vivir de mis abuelos. Eso me fascina. Pues bien, en la última y violenta escena de la película de este clásico con regusto a años 20, aparece en el tablón del atrio de una iglesia de un pequeño pueblo asturiano un cartel de "Octubre Misionero", campaña reciente de la Iglesia para el Domund.
Por lo demás y salvo esta tontería, la película tiene todo lo que ofrece el cine de Garci: Un caramelo para paladear sin prisa y que tampoco produce empacho.
Sebastián Enrique
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22 de febrero de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si llego a saber que en esta película iba a pasar «esto», en serio que no la hubiera visto. El mal rato que una pasa no se ve recompensando por nada, ni siquiera por él, por Álex, González, claro, que está hecho un galán de los que quitan el sentido, aunque más guapo sin perilla. Me tiene enamorada.

José Luis Garci, evidentemente, rueda una película bonita en su fachada. Creo que me gusta más este Garci moderno, que el Garci del pasado, pero esto tengo que confirmarlo con algunas de sus otras películas. Sea como sea, «Luz de domingo» cuenta con una impresionante fotografía de paisajes naturales inspirada sin lugar a dudas en artistas como Monet, logrando en mi opinión una ambientación maravillosa. Otro acierto indiscutible son los dos titanes que se enfrentan, Alfredo Landa y Carlos Larrañaga; cómo se nota que son de la vieja escuela, que a estos no se los come nadie, sino que son ellos los que llenan y engrandecen la pantalla por sí mismos. Claro, que el personaje de Larrañaga es para..., bueno, sencillamente es odioso, como sus tres hijos, que dan ganas de..., en fin.

Si algo me produce auténtico desprecio, si hay algo que saca lo peor de mi y hace que me olvide de toda misericordia son precisamente los crímenes sexuales; por su bajeza, por su innombrable crueldad, por su violencia, porque hay algo muy rastrero e inhumano en abusar de un semejante en un plano tan íntimo, y peor aún si la cosa se hace con saña ilimitada y jolgorio unánime. Deleznable. Cuesta una barbaridad contenerse y no dejarse llevar por la venganza, pero lo peor es que hay que intentarlo y entender que la justicia debería consistir en algo más.

Así, para mi gusto la historia de «Luz de domingo» es fea, muy fea. No puede gustarte pase lo que pase a partir de determinado momento escalofriante. Además, el final es un poco hipócrita, teniendo en cuenta cómo se precipitan los hechos: ¿de verdad que Urbano no siente rencor? Tengo mis dudas.

Clásica y sentimental, pero qué mal rollo todo.
Kaori
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16 de febrero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De ritmo pausado, con un tratamiento del tiempo secuencial y ordenado, es un película que resulta muy fácil de ver. A veces, se me hacía como si la obra no fuera más que una alegoría de la novela en la que se inspira, ya que tanto los saltos de escenarios como la tensión con la que te atrapan los acontecimientos, se me hicieron muy novelescos, en el sentido de que es como si estuviera leyendo un libro y deseara pasar de página en página para saber qué es lo que sigue y llegar rápidamente al final.

Esas ansias de más que me iba generando el film, eran aplacadas por una dirección y una producción que narraba los hechos de forma detallada y lenta, pero a la vez frugal y concisa, ajustándose a la velocidad de la vida en aquellos tiempos (inicios de S XX).

Con referencias culturales en el guión muy del gusto del propio guionista (Garci), la película se digiere y se muestra lentamente (Garci); así como la ambientación y la propia obra podrían clasificarse dentro de una concepción clásica de entender y hacer cine (Garci).

A mí me ha revuelto, me ha enganchado y sólo me ha dejado un poco frío el "THE END", que para mi gusto podría haber sido un pelín más largo o intenso, para suavizar tanto clímax sostenido.

Para todos aquellos que no aborrezcan una estética clásica, la recomiendo y bastante. Interesante (6)
Val
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31 de julio de 2015
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Luz de domingo de José Luis Garci es un drama basado en la España de principio del siglo XX en el que dos bandos enfrentados en un pueblo chocan entre sí, teniendo en medio una joven pareja que no quiere ser manipulados por el cacique local. Dirigida con un ritmo pausado y con el estilo acostumbrado y personal del director, es una obra más incitadora de lo normal en Garci y muestra una trama que se va cociendo poco a poco con el público observando como la historia lo turba a medida que avanza el film, cautivando con ello no solo a los seguidores del director que esperan tramas sentimentales, sino también a los amantes de los dramas profundos basados en buenas novelas, concluyendo un notable film que deja buenas sensaciones tras su visionado.
La fotografía es bella y luminosa en una alusiva labor que es rica en matices inspiradores que logran imágenes espléndidas para transportarte con encanto al momento y lugar en cuestión. La música es evocadora de la época y muestra canciones de fiestas con bandas y otras melodías agraciadas y deleitosas, utilizando en ocasiones sonidos inquietantes y turbadores para descolocar al público. Los planos y movimientos de cámara consuman una labor técnica personal y propia del director mediante el uso del seguimiento, generales, reconocimiento, panorámicos, plano-contraplanos y grúas estéticamente sobrios y bien cuidados.
Las actuaciones son competentes y cumplidoras. Como protagonistas Álex González está adecuado en su labor, Paula Echevarría está sentida y sincera en su tarea, Alfredo Landa está brillante y convincente como es habitual en él y Carlos Larrañaga magnífico en un persuasivo papel de hombre con pocos escrúpulos, siendo creíbles los acompañamientos de Sergio Peris-Mencheta, Toni Acosta, Fernando Guillén Cuervo, Kiti Mánver, Enrique Villén, Manuel Galiana e Iker Lastra. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones sugestivos de la época que son en su mayoría elegantes y bien cuidados de las gentes del pueblo en una espléndida labor que junto con los oportunos decorados te transportan in situ.
El guion, escrito por el director junto con Horacio Valcárcel y basado en la novela de Ramón Pérez de Ayala, va de menos a más y del amor a la maldad para entretener y apasionar al espectador amante de los melodramas, ya que deja buenas vibraciones tras su visionado, finalizando otro film necesario del director para aquellos que quieran descubrir su mejor filmografía. Esto se lleva a cabo con una narrativa con voz en off afable y explicativa al principio con lenguaje antiguo y clásico, siendo el resto educado por un lado e insidioso por otro para marcar claramente la personalidad de cada personaje.
En definitiva, la considero una obra necesario dentro de la filmografía del director por absorber al público amante de los buenos dramas que dejan un sabor agridulce tras su visionado por lo que ofrece, sin olvidar que contiene todos los detalles técnicos y fílmicos habituales del director. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, vestuarios, caracterizaciones, decorados y narrativa que hacen de Luz de domingo, un film personal del director que no defraudará a nadie tras su visionado.
Elcinederamon
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