Trece vidas

Película que recrea el reciente rescate de 12 niños y su entrenador de futbol de una cueva en Tailandia. Dado que los hechos son muy recientes, no hay spoiler posible. Se cuenta lo que pasó tal como lo contaron los protagonistas que son los rescatadores. De los niños y el entrenador no se cuenta casi nada por lo que no sabes cómo sobrevivieron esos días. Es una película épica, para ver en gran pantalla para conseguir el efecto que seguramente se buscaba: sentir la claustrofòbia y la angustia dentro de la cueva. En pantalla pequeña ese efecto se pierde en parte. La recreación de los hechos sigue bastante el guión del documental "Rescate en las profundidades" pero en este caso se cuenta con las interpretaciones magníficas de Colin Farrell, Vigo Mortensen y el resto. Por otro lado, hay momentos en los que tuve la sensación que la acción corría tan rápido que faltaban cosas, detalles por contar para ser un film redondo.

Buena pelicula que tiene la virtud de mantener, mas allá de saber el final del mismo, el suspenso del espectador durante las dos horas y media de su duración. Para ello, hábilmente, no tiene mucho prólogo ni muchas vueltas ya que enseguida estamos junto a los protagonistas viendo como van a rescatar a esos niños que luchan por su vida en una caverna que además se esta inundando por las incesantes lluvias. Así seremos testigos de todo lo que tuvieron que hacer los distintos rescatistas de varias nacionalidades que van desde intentar desviar el caudal de agua que entraba por distintos orificios de la montaña hacia las cavernas, hasta el arduo trabajo de los buzos quienes debieron recorrer casi unos 3 km bajo el agua hasta llegar a los sobrevivientes. Hay una muy correcta actuación de Viggo Mortensen y Colin Farrell como dos experimentados buzos que no solo lograrán el objetivo de salvar a todos sino en la particular forma en la que lo hacen. También para destacar es la fotografía muy acertada, logrando transmitir esa sensación de claustrofobia permanente, al igual que la dirección. Para ver.

Habitualmente, cuando el cine pone en pantalla hechos reales, vinculados a desastres naturales, las películas hacen gala de sofisticados recursos técnicos, fotografía, edición de sonido, entre otros rubros. Este es el caso de “Thirteen Lives”, dirigida por Ron Howard (“Apollo 13”, “A Beautiful Mind”) que narra el casi milagroso rescate de doce chicos, entre 11 y 16 años, más su entrenador de fútbol de 25, de una cueva inundada al norte de Tailandia.

El film abre ese nefasto sábado 23 de junio de 2018, cuando los pequeños jugadores del equipo Jabalíes Salvajes, terminan el partido, y antes de festejar el cumpleaños de uno de ellos, deciden internarse en la cueva Tham Luang. Dejan sus bicicletas y corren hacia adentro con la idea de grabar sus nombres en las rocas, sin advertir el cartel de la entrada que anunciaba que la cueva se cerraría el 1 de julio por la temporada de lluvias. Súbitamente arrecia una tormenta monzónica inundando todo el recorrido de diez kilómetros subterráneos. Ya no habría vuelta atrás y el agua los obliga a adentrarse más, buscando un alto de roca donde esperar ayuda.
Al día siguiente, con lluvia constante, las familias y toda la comunidad instalan un asentamiento frente a la cueva y comienzan a llegar las fuerzas de la marina tailandesa (Navy Seals), instalando bombas extractoras para sacar el agua de las profundidades. Hasta la población rural colaboraba, desviando el curso de los arroyos superiores, inundando las plantaciones. LLegaron rescatistas desde distintas partes del mundo, entre ellos expertos buzos británicos, Rick Stanton (Viggo Mortensen), Chris Jewell (Tom Bateman), John Volanthen (Colin Farrell) y Jason Mallinson (Paul Gleeson), quienes finalmente encontraron a los chicos, después de diez días. Los habían encontrado vivos, pero parecía imposible sacarlos a través de cuatro kilómetros y casi cinco horas de buceo por túneles estrechos y una fuerte corriente de agua. En esta etapa, la idea del Dr. Richard Harris (Joel Edgerton), anestesista y buzo australiano, resultó clave para que el heroico rescate terminara exitosamente.

El diseño de producción de Molly Hughes, reconstruyó la cueva como un complejo laberinto con pasadizos angostos, túneles con estalactitas y claustrofóbicos senderos, y la fotografía subacuática de Sayombhu Mukdeeprom es extraordinaria, que combinada con los efectos de sonido, recrean el estremecedor ambiente acuático subterráneo, con alta dosis de suspenso.
Cuando llega el alivio, hacia los últimos minutos de “Thirteen Lives”, pensamos en la importancia del sentimiento de solidaridad y camaradería de los seres humanos ante estas circunstancias límites, además de la fraternidad de los chicos, que pudieron esperar la ayuda, meditando comunitariamente guiados por su entrenador.
La película está dedicada a Saman Kunan, el buzo tailandés que murió durante el rescate.
Género: Drama. Duración: 147 minutos. Disponible en Prime Video.

Ron Howard siempre cumple. Una película que es, no sólo un gran entretenimiento, sino una historia muy humana que a los que nos emocionamos con facilidad nos hace soltar una lagrimilla al final. La precisión en el guion, la manera de poner la cámara, el trabajo de los actores, esa mezcla entre cine clásico y documental, hacen que el film de Howard nos mantenga en tensión hasta el final. Una película que, más que nunca hay que disfrutar en versión original. Hacía tiempo que una película de rescates no me conmovía tanto.

Parece que lo digo como si yo lo hubiera vivido, pero menos mal que no fue así. La película se centra más en la parte del "conflicto" que se encarga de intentar salvar a los pobres niños atrapados en la cueva, que en la propia vivencia de estos en esa situación.

No es algo malo, porque cada historia tiende a contarse más de un lado que del otro pero, sí que he echado de menos un poco más de dramatismo por parte de los niños atrapados que tuvieron que sufrir de lo lindo. Aún así, ambas partes de la historia están bien contadas.

Sin duda es una película agobiante, faltaría más, gira alrededor del atrapamiento de personas en una cueva sin luz externa y por la cual solo se puede acceder a través del agua, donde no se ve nada. No apta para claustrofóbicos ni para los talasofóbicos.