Arroz amargo

Cuando el cinéfilo o aficionado al cine hablan de Neorealismo Italiano, vienen a nuestra cabeza aquellas películas que uno deja de ver por mucho tiempo y un día, al volver a verlas producen el mismo impacto como si fuera la primera vez, "Roma ciudad abierta", "Ladrones de bicicletas", "La tierra tiembla". En este espectro de películas hay otras que son menos comentadas pero de los mismos y exitosos directores ( Rossellini, De Sica, Visconti) y otras que siguen surgiendo porque están ahí y siempre tenemos suerte de que alguien las nombre para ir a buscarlas para encontrarnos con una grata sorpresa. "Arroz Amargo" o Riso Amaro en su idioma original es una de ellas, de un director menos conocido al menos para mí, y con una temática tan rica si se sabe aprovechar como es la vida en la postguerra y sus avatares, con la menor cantidad de actores profesionales posibles y de un realismo que llevan a la obra por momentos al género casi documental.

Solo por ver a la sensual Silvana Mangano vale la pena verla. ¡Vaya cuerpazo el suyo y vaya piernacas enfundadas en esas medias negras! Me imagino al reprimido público masculino de la epoca, sobre todo al de las últimas filas, practicando el onanismo a espuertas. Estooooo... en cuanto a la película propiamente dicha, pues no está mal, aunque no llegue al nivel de las obras maestras de De Sica o Rosellini. El neorrealismo, hasta entonces fundamentalmente urbano (la clase obrera y todo eso), asume aquí un sesgo rural con toques de melodrama amoroso. Por eso Arroz amargo podría considerarse, en cierto modo, un antecedente de algunos culebrones sudamericanos actuales. Aunque en aquella época (ahora no sé, porque no me gustan los culebrones) las tías buenas y que mascaban chiclé y se divertían coqueteando y bailando deshinibidamente no solían acabar nada bien. Una de las cosas que no me ha gustado es la música, demasiado efectista y chirriante en algunas escenas dramáticas. También "canta" bastante esa lluvia manando como chorros de una catarata y que a veces se ve que solo cae en el primer plano, a modo de cortina. En cuanto a las escenas del DVD que aparecen habladas solo en italiano, pues fueron cortadas por la censura española: otro ejemplo de lo subnormales y enfermos que eran los censores de la época franquista (y de cualquier época).
Una cosa más: ¡Bravo por el productor Dino de Laurentis! Así como Carlo Ponti logró conquistar a Sofía Loren y se casó con ella, otro tanto hizo De Laurentiis con Silvana Mangano.
Estos productores italianos no eran nada tontos...

Tengo que reconocer que, cuando llevaba unos 10 minutos viendo la película, la detuve y me fuí a consultar el año en que la rodaron, por si me había equivocado al leerlo.

Y es que la película parece más de 1969 que de 1949. Sobre todo cuando Silvana baila.

Porque "Arroz amargo" es, sobre todo, Silvana y el rastro de trágica sensualidad que va dejando por ahí.

Lo demás es un dramón neorrealista sobre fondo de cine negro + denuncia social, con algún error de montaje, canciones ñoñas (las cantatas de las arroceras me hicieron sentir vergüenza ajena), y Gassman mascando chicle.

Pero sólo por ver a Silvana, merece la pena verla.

Coincido con la propuesta al Oscar como mejor historia, pero del guión específicamente ni hablemos. Cargada de ordinario y vulgar erotismo más allá de la época en que impactó; y precisamente causó ese efecto producto de la censura del momento, pero no pudo elevarse un mínimo por encima de la vulgaridad con que se manifiesta y se provoca constantemente al espectador. Un exceso de exhibicionismo carnal insinuante que termina provocando algo de rechazo. Silvana Mangano sería sexy también en su época, hoy sería una simple insinuadora pasada de peso!. Como actriz profesional solo cabe citarla por haber estado casada precisamente con el productor Dino De Laurentiis, de lo contrario en esta oportunidad no pasaba de servir el café a los actores verdaderos. Qué suerte que actúa aqui el gran Vittorio Gassman, él solo rescata mucho en esta interesante trama.

Arroz amargo es una de las obras cumbres del neorrealismo italiano, del cine italiano de los años 40, pero se me ha quedado obsoleta. He disfrutado como un enano con, sí, eso sí, la sensualidad y el erotismo de Silvana Mangano plantando arroz, con esa especie de medias negras, con esas piernas, ese busto, ese cuerpo, pero se me ha quedado obsoleta.

Tenía pendiente Arroz amargo, como también tenía pendiente, y la vi hace unos meses, Anna, con Silvana Mangano bailando el negro zumbón, pero, igual que ésta, también se me ha quedado obsoleta. Los años pasan, todo lo contrario que el cuerpo de Silvana, Silvana Mangano en la película. Y Vittorio Gassman encabezaba el reparto, que no el protagonismo de la película, pero se me ha quedado obsoleta.

No me viene más que a la cabeza el susodicho cuerpo de la Mangano, quiero decir, sus medias negras, aunque ahora se les llamaría mallas. Pero a mitad de la película, tras un comienzo atrayente, Arroz amargo amarga, se ralentiza, se apoltrona, y se me queda algo obsoleta.

Supongo que es lo que les pasa a las películas míticas cuando se las revisa, cuando los años les pesan. Aunque la atemporalidad de las escenas en que aparece Silvana Mangano sigue vigente, y es de lo que más te acuerdas, repito, cuando te viene a la cabeza Arroz amargo, la película se me ha quedado obsoleta. Me jode, sobre todo por el cuerpo de Silvana Mangano, símbolo del neorrealismo más sensual y terrenal. Qué sería hoy de esta película sin los aditamentos calenturientos que aporta la Mangano. Quizá una obra más documental, menos mítica pero más alabada. La obsolescencia es derrotada, sin embargo, cuando recordamos lo primero que se nos viene a la cabeza al pensar en Arroz amargo.