Valor de ley

Quien esté acostumbrado a los western del cine clásico creo que se identificará conmigo. A esta película le sobra cálculo y le falta alma. Para mí un elemento clave de las películas del oeste "de siempre" es la narración: potente y obvia. Hay un héroe, un villano y una causa claramente definida, y cada uno de estos elementos despierta fuertes emociones en el espectador. queremos al bueno, odiamos al malo y nos mantenemos en vilo hasta que la causa queda zanjada. Hay poco margen para los matices, igual que en los cuentos de tradición popular. En esta película todo ello queda diluido en favor de un retrato minucioso de un Salvaje Oeste coeniano: crudo, violento, frío y con pinceladas rocambolescas. Y esta es mi principal queja: el foco de los Coen se centra demasiado en detallar su peculiar y desapasionada ambientación, y demasiado poco en los personajes y sus vínculos. Su manera de plasmar la crudeza puede impactar, sí, pero no emociona, a no ser que antes le hayamos cogido cariño a los héroes. Y para eso no basta con que los personajes estén cuidadosamente retrados (lo están, los actores principales hacen un buen trabajo): tenemos que verles vulnerables. El punto débil. La camaraderia. La lealtad férrea forjada a fuego según hacen camino. El final explosivo. Todo eso me ha faltado en una película, eso sí, con una escenografía impecable. Pero qué western tan frío.

Pausada, arriesgada, seria, poderosa, pausada, sencilla, básica, elegante, preciosista, pretenciosa, cuidada, salvaje, interesante, densa, certera y notable nueva adaptación de todo un clásico del cine, Valor de ley con John Wayne, bajo la dirección sofisticada y elegante de los hermanos Coen, con la presencia estelar de un notable, Jeff Bridges.
Nos encontramos ante una historia que ya tuvo éxito en el pasado y que por extraño que parezca, vuelve a ofrecer la oportunidad de hacer algo más serio y contundente, a partir de la misma premisa en la que una adolescente de 14 años decide contratar a un veterano especializado en manejo de las armas, para recorrer un gran camino, afrontando los riesgos del salvaje oeste.
Notable y cuidada ambientación, para desarrollar un argumento sólido e interesante, con el que los hermanos Coen, vuelven a ofrecer un trabajo serio y contundente.
La versión de los hermanos Coen, hace justicia a lo ofrecido en el clásico protagonizado por John Wayen e incluso, llega a superarlo.

Tal y como esperaba cuando escribí mi crítica sobre aquélla, no resultaría muy difícil que los Coen mejoraran la original. Sin embargo, no lo han hecho del todo. Me explicaré.
Jeff Bridges está bien, la chica me parece más resolutiva y menos cargante como Mattie Ross, hay un estilo violento propio de los hermanos (sobre todo en la escena de la cabaña), pequeñas dosis de humor negro... pero sigue sin cuadrarme que Tom Chaney quiera meterse en más líos de los que está juntándose con forajidos y encuentro algo forzado el modo en que Rooster va hilando con quiénes puede ser.
De hecho, me sorprendió ver a Spielberg como productor ejecutivo de la película.
Por ello, mi nota es de 6,8.

Nueva versión del western de 1969 y que le valió a John Wayne su único Oscar. Comparado con la peli original esta es más larga, más lenta, más oscura, y mas deprimente (¡ese final, por dios!). Los cielos, por ejemplo, nunca son azules y siempre aparecen grisáceos o blancuzcos. Bridges hace un buen papel, pero Wayne resultaba más simpático y tenia un toque más humorístico. La actriz que hace de niña, Hailee Steinfeld, lo hace francamente bien, pero su personaje queda más exagerado e inverosímil que en la primera versión, ya que aquí es algo más joven (solo catorce años). En cuanto a Matt Damon, coincido con casi todo el mundo en que hace una interpretación mediocre y que resulta muy poco expresivo y carismático. En fin, la peli no está mal, los Coen es difícil que hagan una mala película, pero me quedo con el clásico de Hathaway de 1969.

Comenzando como suelen hacerlo las grandes adaptaciones cinematográficas de novelas, "True Grit" nos plantea una voz femenina incorpórea que nos narra los inicios de lo que será la película. Esta resulta ser la protagonista, Mattie Ross. Cuando tenía 14 años —como narradora, se revela que tiene alrededor de cuarenta—, su padre muere asesinado por un bandido llamado Tom Chaney, que no solamente perpetró el asesinato, sino que también robó dos monedas de oro fácilmente identificables con el estado en el que vivía el padre. Ante una inercia muy propia, no solo del cine western, sino también del cine estadounidense en general —"John Wick", "Nobody", "Taken"—, Mattie decide ponerse en contacto con un alguacil pordiosero y un ranger tejano para dar poder vengarse.

Las películas de los hermanos Coen acostumbran a fijarse en personajes masculinos francamente peculiares. Ya sea la neurosis creativa de "Barton Fink" o la locura histórica en "The Tragedy of Macbeth", pasando —cómo no— por el notas de "The Big Lebowski", el inquietante Anton Chigurh de Bardem en "No Country for Old Men" o el atormentado por los hados Larry Gopnik en "A Serious Man", los Coen parecen haber dedicado gran parte de su filmografía al planteamiento de masculinidades que chocan o cruzan perpendicularmente el modelo arquetípico. En este sentido, "True Grit" no parece desentonar del todo.

La primera imagen que tenemos del alguacil de Bridges, Rooster Cogburn, es sentado en un juzgado siendo increpado por abogados preguntones acerca de lo que sucedió verdaderamente en una escena del crimen. No solo se nos reorganiza el rol típico del cowboy al verlo siendo procesado por la ley —sobre todo teniendo en cuenta que el western es conocido por representar aquello que corre paralelo a lo legislado—, sino que también descubrimos que es un mentiroso al que le han pillado con las manos en la masa. Mismo camino parece seguir el LaBoeuf de Damon, primero, por ser un 'ranger' fuera de su jurisdicción y, segundo, por presentárnoslo con este aire amargo de macho del oeste cuya representación parece responder más a un principio paródico que a una verdadera exhibición arquetípica del modelo original.

Lo que quiero decir es que la naturaleza de "True Grit", juntamente con el hecho de que la que lidera el cotarro es una niña hierática de 14 años, hilvana sus telas para ofrecernos lo que parece ser una deconstrucción con tintes paródicos de la gran película del salvaje oeste. Y para más inri, la relación que hay a lo largo de gran parte de la película entre Cogburn y LaBoeuf se sustenta sobre los principios que se crean cuando uno viola el código de masculinidad del otro. Tienen que sacar sus pistolas —eterno símbolo fálico— y disparar a tortitas de maíz para demostrar que, en efecto, uno es mejor pistolero que el otro y, teniendo en cuenta que esta era la vara de medir en lo que a masculinidad se refiere, mucho más hombre.

Con estas coordenadas manifiestas, el engaño está servido. "True Grit" avanza hasta (re)construirse a sí mismo fuera de los confines de lo paródico y plantearnos un western como los que había en su época dorada. Los matices épicos de los grandes westerns comienzan a aparecer en pantalla: suntuosas cabalgatas, peligros, disparos, profundas heridas. Sin embargo, la aparición de lo épico trae consigo la emergencia de algunas conveniencias que hacen mella en la más que correcta notabilidad que planteaba el guion. Porque hasta este punto, tanto diálogos como el desenmarañamiento de la acción eran elementos sólidos, sobre todo añadiéndoles las situaciones que permiten la constitución de los Coen como directores y guionistas de circunstancias rara avis —un dentista extraviado que aparece vestido de oso, la edición pretendidamente arrítmica que enfatiza el innegable talento cómico de los directores—. Revolver la trama —de forma orgánica y en ningún caso perniciosa— y reencauzarla en el terreno de lo clásico y arquetípico permite una exploración satisfactoria del lado más espectacular que trae consigo el género, pero repercutiendo en lo estrictamente argumental.

Con la trasposición temporal del western clásico típico, "True Grit" parece hermanarse con algo como "Bone Tomahawk" para ofrecernos lo que se siente como un réquiem del género en sí, incluso cuando las transgresiones presentadas no responden a otra cosa que a un juego de espejos. Prácticamente, todo es bueno en este western de los Coen. Grandes interpretaciones, una fotografía notable —Deakins tras las cámaras: con razón— y una historia que resulta atrapante. Lo que he comentado hubiese sido la cereza en la punta del pastel. Que no dejemos que esto nos despiste del hecho de que "True Grit" es una película notable.