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Alphaville (Lemmy contra Alphaville)

Ciencia ficción. Drama A Alphaville, una ciudad futurista situada en otro planeta, llega el periodista Ivan Johnson, siguiendo la pista del profesor Von Braun. Los otros agentes que le han precedido, Dick Tracy y Flash Gordon, han muerto. Von Braun, apodado Nosferatu, es el creador de Alpha 60, la máquina que comanda la vida mental de los habitantes de la ciudad... (FILMAFFINITY)
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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
7 de enero de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una buena película, y aunque los diálogos y las situaciones, en ocasiones, caen en el ridículo, entiendo que tras esto se oculta una voluntad trasgresora que va más allá de lo meramente formal. Pura rebelión conceptual, incluso ataque, diría yo, contra el espíritu crítico y científico que ponía en jaque los cimientos mismos de la física: es curioso el detalle, no sólo de la sobreimpresión recurrente de la famosa fórmula de Einstein y de la dualidad onda-corpúsculo (energía del fotón), sino la nomenclatura de algunas de las calles con los ilustres nombres de premios Nobel en el campo de la física (cuántica) tales como Fermi o Heisenberg. Por momentos me desconcierta ¿Pretende decir Godard que eso es lo que espera tras el camino del conocimiento y la razón? Deja de pensar y siente...casi budista.
ruanorosa
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24 de septiembre de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alphaville es una ciudad que queda ubicada más allá de nuestro planeta, una ciudad futura totalmente distópica, donde existe un régimen totalitario que controla el total de la población y afecta el accionar de estos en su diario vivir, eliminando emociones y libertad de pensamiento.

A este lugar llega Lemmy Caution (Eddie Constantine), un agente secreto que es enviado encubierto como periodista para buscar a Henri Dickson (Akim Tamiroff), el cual también es un detective asignado tiempo atrás a Alphaville, y más importante aún, buscar al Profesor Von Braun, fundador de la ciudad.

Alphaville toca el tema de la Ciencia Ficción desde la perspectiva de Godard, esto da como resultado que obviamente no estaremos ante un típico film de este género, trasladando a la forma de la película mucho del afamado movimiento francés Nouvelle Vague y con un alto contenido argumental, en cuanto al libre albedrío y el control de masas por mencionar dos aspectos.

El film fue galardonado en el Festival de Berlín con el Oso de Oro a Mejor película, está grabada en blanco y negro con un gran trabajo de fotografía de parte de Raoul Coutard, donde el juego de luces y contrastes tiene una importante función. Así mismo destacar la utilización del sonido, desde lo aturdidor que puede resultar la música de Paul Misraki hasta ese extraña voz que una y otra vez resuena.

Con todo y esto me parece que Alphaville no es una película fácil de ver, cuesta un poco cogerle el ritmo y entrar a la complejidad que representa este lugar, aparte que no a muchas personas les resulta atractivo la forma en general en que se da, los bruscos cortes y otros aspectos que pueden resultar chocantes.

Lo que sí se puede decir que viene inherente a la visualización de esta obra es el irse dando cuenta poco a poco de que algo anda mal, no se le puede negar ese halo de misterio que se va entablando, además de la belleza de ese aire a cine negro imperante, una obra en demasía interesante.
10P24H
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22 de mayo de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
De los verosímiles "Países Exteriores", llega a este peculiar e inverosímil planeta un periodista e investigador que sigue la huella de un científico de anteojos, el señor von Braun. El planeta es el "jardín de las delicias" de la robotización, un mundo dominado por un ordenador de voz algo graciosa que codificó todas las conductas sancionando hasta con la muerte la menor muestra de sentimientos (un condenado es un señor que irracionalmente "llora" la muerte de su mujer: no sirve, debe ser eliminado). Todos cumplen roles asignados (por ahí el protagonista buscando a su amiga -que ignora y busca en un diccionario el significado de la voz "conciencia"- da con la "seductora nro. x". Con un ritmo razonable, con algunos gestos no muy creíbles de las eventuales peleas del protagonista, que es un señor de algunos años, contra enemigos más jóvenes la película se deja ver, aún sin llegar a deslumbrar.
elneon
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5 de febrero de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que vi “Alphaville”, hará unos diez años ya, me pareció una tomadura de pelo insufrible, impresión que, de modo recurrente y con la única salvedad de “À bout de souffle” (Al final de la escapada, 1960), me ha dado cada encuentro con cualquiera que fuese la obra de su director. Revisitada, como digo, una década más tarde, la sensación de estar asistiendo a una “boutade” de talla mayúscula permanece incólume, si bien matizada por la sobrevenida convicción de que, al mismo tiempo, se trata de una genialidad única, pespunteada de momentos y planos sencillamente sublimes.
Fiel a su naturaleza distópica, “Alphaville” plantea las reflexiones de rigor, muchas de las entonces en boga, además, perfectamente extrapolables a las hiper-tecnificadas sociedades contemporáneas, como el culto a la máquina y a sus pantallas ubicuas y la correlativa deshumanización de nuestra especie. Pero es que, además, “Alphaville” se erige en feroz parodia, vitriólica y casi “avant la lettre”, del propio subgénero —esa ciudad del futuro, ubicada en planeta extrasolar, cuyas trazas, sin embargo, son las del París de los 60.
Tampoco el “noir”, del que bebe la “Nouvelle Vague” a tragos generosos, especialmente en lo formal, queda libre de la corrosiva mirada de Jean-Luc Godard. Protagonizada por el Bogart de alpargata en base al que había hecho carrera Eddie Constantine, su rostro desconcertado —hasta bien avanzado el rodaje no debió de caer en que no se trataba de otra de sus acostumbradas películas de serie B— ha quedado para siempre en la memoria cinéfila colectiva.
Asimismo objeto de befa es el "referencialismo" de cierto discurso pretendidamente culto en el que reconozco caer con indeseable frecuencia. La citación gratuita y a destiempo recibe aquí un merecidísimo correctivo por el que nunca estaremos lo bastante agradecidos.
La deuda de “Alphaville” con el surrealismo es igualmente reseñable, y no sólo por la afición de Godard a las narrativas inconexas —suya es la declaración en la que acepta la tradicional estructura de planteamiento, nudo y desenlace, aunque “no necesariamente en ese orden”—. En buena parte de su imaginería también: los métodos de ejecución del disidente constituyen una gozada enfermiza y dadaísta, sobre todo el perpetrado en la piscina, número de natación sincronizada incluido, como si hubieran encargado a Man Ray la fotografía de uno de aquellos delirios acuáticos protagonizados por Esther Williams en los años 40.
Por último, y a riesgo de ser crucificado por machista y cosificador y acosador sexual en grado de tentativa, no me resisto a subrayar el turbador atractivo de Anna Karina. Han pasado diez años, y pasarán otros diez, o cien, y su visión me seguirá quitando el hipo. La adoro.
Carorpar
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18 de octubre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es historia sabida que el cine francés de los 60 y su "nouvelle vague" cambió radicalmente el séptimo arte hasta la fecha dominado por los estudios de Hollywood. La nueva ola derribó las puertas de dichos estudios y sacó el cine a las calles aprovechando las nuevas tecnologías y la infinita creatividad de los directores/autores. Y si alguien empujó con más descaro para reventar dichas puertas fue Godard.

Aquí toma por asalto el noir, el polar y la ciencia ficción al calor del fuego existencial y poético nacido de la pluma de Huxley, Orwell, K. Dick, Bradbury.., para rodar una "marcianada" tan profunda como irreverente, tan paródica como cinéfila, tan fría como romántica. Clásicos posteriores del género como "Fahrenheit 451", "Blade Runner" o "2001..." le deben mucho.

No se le ocurre otra cosa en el empeño que invitar a Lemmy Caution a un viaje intergaláctico en su Ford Galaxy (que realmente es un Mustang) al mundo de Alphaville donde reina la computadora Alpha 60 madre putativa del propio/a HAL que pariría otro genio como Kubrick tres años después.
Lemmy Caution nació en el 36 de la mano del británico Peter Cheyney (1896-1951) primero como agente del FBI y luego como detective privado. Lemmy hizo de las suyas en 11 novelas, programas de radio y 15 películas europeas casi todas francesas. Menos en la primera siempre fue Eddie Constantine quien lo interpretó. El tono de sus andanzas fue variando del noir, a la comedia y finalmente a la experimentación como es el caso.

En un ejercicio de crítica social y alarde imaginativo Godard fusiona el París del 65 con la ciudad totalitaria del futuro Alphaville. Selecciona con criterio los espacios y como no podía ser de otra manera saca la cámara a las calles en una aventura espacio-temporal donde parafraseando a Borges: "El mundo desgraciadamente, es real" y el tiempo es la sustancia de la que estamos hechos como el propio Alpha 60.

Si nada de lo escrito os invita a ver o revisionar la película a veteranos y principiantes ahora que Godard acaba de fallecer, os recuerdo que Ana Karina, esposa y musa del director sigue aquí comiéndose la pantalla. 

cineziete
ELZIETE
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