Vale, de nuevo voy a ser yo el que le ponga peros a la cosa. He de reconocer que Jennifer Kent casi lo consigue. A pesar de que la premisa de la que parte la película es de sobras conocida, la del típico monstruo bajo la cama, la ambientación, el ritmo y el cuidado por los detalles del que hace gala, sitúan a The Babadook en una liga diferente. El problema es que eso se debería estar volviendo muy sencillo dado el enorme número de films de terror más que deficientes con el que la industria parece obstinada en bombardearnos. Cualquiera diría que rodar una película es gratis, y son cada vez más los malos guiones y las pésimas realizaciones que se cuelan en un mercado lleno de agujeros. The Babadook es distinta; su directora tiene claro cómo contar la historia. Dedica tiempo a los pormenores, porque entiende que es en ellos donde la mayoría de las veces radica la verosimilitud. También parece dedicar el tiempo necesario al casting de los actores, que desde mi punto de vista son idóneos para sus papeles. ¿Por qué digo entonces que casi lo consigue? Porque a pesar de que la historia arranca muy bien, parece estar concebida para algo de menor extensión, como un corto o un mediometraje. A partir de cierto punto Jennifer no parece tener muy claro dónde llegar, y lo resuelve con menos soltura, recurriendo a efectismos algo más manidos y que por un momento rompen el encanto y hacen que pierda el pulso narrativo. El final arregla un poco el desvarajuste, pero llega demasiado tarde para que me levante con la sensación de haber visto algo realmente notable.

No logro ver ni la inteligencia ni el talento que se le suponen a la película. He leido críticas que la ensalzan como si estuviéramos delante de una obra cumbre del género. No puedo estar más en desacuerdo, pero oye, para gustos los colores. Trataré de exponer los motivos por los que no comparto tal entusiasmo.
La cueva está bien rodada, eso no se puede negar; no de forma magistral, pero correcta, yo no podría hacerlo mejor, estamos de acuerdo. Técnicamente no debe ser fácil rodar en esas condiciones casi extremas: mover equipo y actores, dotar de cierta seguridad el rodaje, etc. Esa, la que a mi entender es la parte más compleja, consigue el aprobado, pero el resto, todo lo que se refiere a la historia y su evolución junto con la interpretación que de esta hacen los actores, suspende casi con muy deficiente. No sólo se trata de crear angustia y desagrado, algo que logra, se trata de envolverlos de cierta coherencia, de lograr una historia que se sostenga más allá de dos o tres episodios morbosos.
La película usa un formato que tuvo gracia las diez primeras veces, pero que dejó de tenerla hace tiempo. Hemos visto hasta la saciedad el uso del metraje encontrado para suplir carencias técnicas o de talento, usandolo como un "todo vale" con el que tratar de disimular errores.
Los protagonistas, en una formación "clásica" de tres chicos y dos chicas, no son mas que un grupo de descerebrados por encima de la media (en el peor sentido) con unos diálogos de niños de teta, o como mucho de chavales de instituto: estereotipados y absurdos. La trama no se sostiene, por más que a simple vista pueda parecer verosímil, a poco que miras con un poco de atención ves que tiene más agujeros que la propia cueva.

Me gustaría comenzar explicando que, aunque tres me parece una puntuación razonable para la película, creo que el término "floja" que describe con palabras el voto, se queda corto. Asmodexia es mala, pero no en un sentido global, de ahí el tres. Las bases sobre las que se sustenta el argumento tienen su aquel; digamos que la idea general es buena, o como mínimo aceptable: es el desarrollo que se hace de esta idea lo que arruina la película. Bajo mi punto de vista, y solo como espectador, pues no soy experto (ya me gustaría) en esto de hacer películas, los actores no son creíbles (aunque tal vez eso se deba al hecho de que la mayoría de los diálogos parecen estar puestos con el único fin de rellenar), el montaje es confuso y el ritmo irregular. Una pista de que la historia no está bien contada podemos encontrarla en el desenlace: el director no debería haber necesitado usar flashbacks para resolver cabos sueltos y hacer comprensible una historia que por otra parte no tiene mucho que comprender. Dar tantas explicaciones para asegurarte que nadie se ha perdido nada arruina el clímax final. Aunque este no es más que uno de los muchos detalles que ponen de manifiesto una posible mala planificación en la realización del guión, pues abundan los agujeros, las inconsistencias, los giros forzados...
La expresión "buen cine español de terror" continua siendo un oxímoron.

El cine de terror patrio nunca ha destacado por su calidad: he aquí una buena prueba de ello. Los años 70 están llenos de films como éste, de argumentos simples y mal estructurados, sin tensión y plagados de situaciones forzadas sin otro pretexto que la falta de imaginación. El guión tiene un par de detalles claros y definitorios, que no buenos, y el resto del film está constituido por una serie de torpes intentos de que estos detalles, o piezas, cuadren. Por lo tanto se suceden un buen número de escenas absurdas en pos de un desenlace de lo más anodino. La banda sonora es digna de mención, no por su calidad, sino por su increíble parecido a esa curiosa pieza que es " In the ghetto" del Príncipe Gitano.

La eterna lucha entre fe y razón queda expuesta una vez más en esta escueta película de Kieslowsky. ¿Por qué resultan incompatibles? ¿Qué sucede cuando la razón falla y la fe no puede ser albergada como opción plausible? La falencia de la primera es justo el punto fuerte en la segunda. Cuando aquello que resulta del dictado de la observación y la repetición se decanta por la arbitrariedad, la fe aprovecha el resquicio y se cuela a hurtadillas, relajando el cerebro, y por ende las acciones que de éste dependen. Ahora la eventual rotura de un tintero puede ser acogida como señal acusadora; un fallo eléctrico como prueba irrefutable. Ya todo tiene cabida y el remordimiento desaparece, ¿o no?