La leyenda de la ciudad sin nombre

La leyenda de la Ciudad sin Nombre es una de esas rarezas que satisfará a quienes no gustan de las comedias ni los musicales ni los westerns, y menos de las tres cosas juntas, siendo exactamente un tercio de cada género. La famosa excepción que confirma la regla.
El hecho de que yo la califique con un rotundo 10 es la licencia que me tomo por haber aportado, en un momento de mi vida, grandes dósis de simpatías y carcajadas a mi cuadrilla de amigos, que adoptábamos algunas de las personalidades de aquellos colonos; sobre todo las de Ben Rumson y Jack el Irlandés, por filósofos borrachos; y la del Socio, por prestar más atención a la adorable Elizabeth (Jean Seberg), rescatada de una vida terrible de sacrificio y oración.

El guión (Alan Jay Lerner, Paddy Chayefsky) está minado, nunca mejor dicho, de momentos reseñables en la historia de la comicidad hollywoodiense, como el comentario de dos mineros al respecto de qué significará el término "fornicador", tantas veces en boca del predicador, y concluyendo que desconocen su significado por no ser hombres religiosos.

La historia de los buscadores de oro y de los granjeros, pioneros en busca de fortuna y dignidad, ha sido contada de muchas maneras pero pocas veces desde un punto de vista tan desenfadado, irónico y, por qué no decirlo: emotivo. En el fondo, estos primeros hombres eran lobos solitarios que aceptaban a regañadientes la vida en comunidad y que no ponían demasiado empeño en dar nombre a las aldeas, porque eran conscientes de que no tardarían mucho en abandonarlas y, por tanto, se resistían a establecer lazos sólidos. Precisamente la nostalgia surge cuando dejamos atrás momentos, pequeñas cosas, que serán difíciles de recuperar.

La banda sonora y los números de baile nos hacen vivir una especie de estado de fiesta permanente, pero hay tiempo suficiente para el romanticismo, la amistad, el trabajo y la reflexión existencial:

Yo nací bajo una estrella errante

Las ruedas fueron hechas para rodar, las mulas para cargar
Nunca vi a nadie que estuviera mejor mirando hacia atrás

Yo nací bajo una estrella errante

El barro te puede hacer prisionero y las llanuras te pueden dejar seco
La nieve puede quemar tus ojos, pero sólo la gente te hará llorar
El hogar está hecho para salir de él en busca de sueños
que sin alguna suerte nunca se harán realidad

Para mi es una de las mejores películas que existen, la actuación de Lee Marvin es muy buena, y la de Clint Eastwood es excepcional, la película merecía mucho mas reconocimientos pues las bellas imágenes, la formidable dirección y las geniales actuaciones, hacen a este film una joya de la cinematografía, además los diálogos son muy divertidos y originales, creo que después de la maravillosa banda sonora de Ennio Morricone en la película de El bueno el malo y el feo, "Nací bajo una estrella errante" interpretada por Lee Marvin es la mejor melodía de la historia del cine. En fin, La leyenda de la ciudad sin nombre es una película totalmente recomendable.

Donde va a parar el poético "La leyenda de la ciudad sin nombre" al insípido "Paint your Wagon". Claro que con el original te avisan de que no vas a ver un western grandilocuente a lo Sergio Leone sino uno que mezcla la comedia y el musical, una especie de "Siete novias para siete hermanos" pero 15 años más tarde. Admito que tal combinación me echaba un poco para atrás pero después de todo le ha salido a Joshua Logan una obra diferente, curiosa y divertida. Aquí se parodia sin ningún rubor tanto el género musical como los propios mitos del oeste. Además ver a Lee Marvin y a Clint Eastwood cantando no tiene pérdida. Sólo les ha faltado ponerse a bailar. No obstante, me ha sorprendido gratamente la buena voz y el estilo de Clint. Si es que parecía Julio Iglesias de la pradera.

"La leyenda de la ciudad sin nombre" gustará a muchos por la irreverencia que ofrece. Estamos a finales de los 60 y al calor de mayo del 68, el feminismo, el movimiento hippy y demás, se plantean cosas de una radicalidad escandalosa. Claro que mucha igualdad, mucha libertad y un poco de amor libre pero como le dice Ben Rumson (Lee Marvin) a Elizabeth (Jean Seberg) "vete a hacer la cena. Hoy seremos tres". O sea, al final, la chica en la cocina y para el sexo o de rameras. Ahí está la liberación de la mujer... que es para acostarse libremente con quien toque. Ahora se consuelan falsamente diciendo que la película es machista. Machista sería el predicador o el bostoniano, personajes con los que simpatizó mucho más que con estos sucios, indecentes y viciosos gañanes.

Es un misterio para mí que La leyenda de la ciudad sin nombre carezca de mayor presencia en filmaffinity. Es una película absolutamente recomendable. Es divertida; es entrañable; los actores son estupendos, la chica es muy guapa, además de buena actriz, al menos en esta película; los diálogos son sensacionales, así como las peripecias que ocurren:

Mientras escribo esta crítica me viene a la cabeza la melodía del anarquismo, “I was born under a wandering star” o "El lamento del último hombre libre" interpretado con la voz rota de Lee Marvin en uno de sus más logradas interpretaciones, y sin duda, de las más recordadas.

Joshua Logan nos ofrece una comedia musical ambientada exquisitamente en el viejo Oeste, en un territorio olvidado de la mano de Dios donde en virtud de un accidente aparece oro, y todo el mundo acude a su llamada, en una ciudad sin nombre, sin leyes, donde los mormones cambian los papeles pues una mujer tiene dos maridos, donde los convencionalismos y las leyes no existen, donde la anarquía por una vez y durante las dos horas y media de película no es una utopía.

Musical excelente, que obtuvo el Oscar a la mejor Banda Sonora Original, y uno de sus temas se hizo súper popular, "El lamento del último hombre libre" con un despechado Lee Marvin andando por el cieno bajo la lluvia después de que la esposa de ambos socios, la preciosa Jean Seberg le eche de casa para volver a los convencionalismos sociales, a cambiar por lo cotidiano, por lo habitual, a erradicar el anarquismo que hasta entonces habían vivido el triángulo donde me falta un Clint Eastwood, que por fín dice su nombre olvidado en "la trilogía del dólar" de Sergio Leone, aunque todos le llaman "socio".

Envejecida en barrica de roble, Notable, 8.