Haz click aquí para copiar la URL

Chantaje contra una mujer

Cine negro. Thriller Cuando Kelly Sherwood, una joven empleada de banca, regresa a su domicilio en un barrio de San Francisco, es atacada por un desconocido que le exige que robe cien mil dólares del banco donde trabaja; si no cumple sus órdenes, asesinará a su hermana Toby. Aterrorizada, la joven se pone en contacto con el FBI, pero las pistas que aporta son muy escasas. (FILMAFFINITY)
<< 1 2 3 4 5 6 >>
Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
7 de enero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Una amenaza entre las sombras

Chantaje contra una mujer no disimula su condición de thriller denso, cercano a una pesadilla. Los mismos títulos de crédito, con un inquietante tema de Henry Mancini, ya nos proponen una San Francisco turbia, inquietante, amenazante. En ellos vemos como la empleada de banca Kelly Sherwood (Lee Remick), regresa a casa a la caída de la noche. Muy a pesar suyo, cuando va a dejar el coche en el garaje se encuentra una desagradable sorpresa. Un hombre la atenaza y la chantajea exigiéndole 100.000 dólares, amenazándola, en caso de no pagar, con matarla. Algo que, según él, ya ha hecho dos veces.

Por si fuera poco, este acosador parece ser un villano omnisciente, que conoce con precisión todas las rutinas de Kelly y su hermana Toby (Stephanie Powers). Hay dos elementos que son fuentes de considerable turbación. De un lado, la constante presión del desconocido criminal sobre Kelly, a base de llamadas telefónicas y subterfugios varios. Por el otro, la escasez de rasgos físicos característicos que puedan ayudar a ofrecer una descripción del criminal. La pobre Kelly no fue capaz de verle el rostro (nosotros tampoco, por cierto), y lo único que puede describir es una respiración propia de un asmático.

De la investigación, por cierto, se encarga el FBI, y en concreto el agente John Ripley (Glenn Ford). Uno de los rumores que acompañaron a la película fue que en algunos momentos se trataba de una propaganda encubierta a favor del FBI, algo desacreditado tras el papel del jefazo Hoover en la Caza de Brujas. Quién sabe, bien es cierto que el ente policial gasta en la película una buena cantidad de recursos, hombres y tiempo en este caso. Su comportamiento además es de una caballerosidad acrisolada. De cualquier modo, todo ello no quita mérito a la película.

*Tensión sostenida

Chantaje contra una mujer abre el frasco de las esencias particularmente cuando se trata de generar un momento de amenaza y tensión, y alargarlo como una nota sostenida hasta que nos comamos las uñas. Se trata de una película con un ritmo paciente, no construido a base sustos fáciles, ni golpes de efecto. Hay escenas de una planificación y ejecución realmente elaborada. A modo de ejemplo, destaca el momento del almacén de maniquís. No es casual el título original, Experiment in terror.

Al ambiente enrarecido de la película ayuda que no haya mezcla de otros géneros o elementos que causen distracción. A pesar del talento de Edwards para la comedia, en Chantaje contra una mujer no hay atisbo alguno de sentido del humor. La sombra de Hitchcock, a decir verdad, es alargada. Sin embargo, Stanley Donen (1963), que también hace un giro “hitchcockiano” en Charada sí que abraza abiertamente la comedia durante el metraje. Edwards opta por el camino tensional, sin devaneos hilarantes.

Tampoco hay elementos románticos en Chantaje contra una mujer. Es frecuente en temáticas similares que surja algún tipo de atracción entre el agente, en este caso del FBI, y la víctima a proteger. Como ejemplo célebre, tenemos a El guardaespaldas (1992). Nada de eso ocurre aquí. Ripley se comporta como un verdadero profesional, y centra todos sus talentos en encontrar al acosador. Kelly, por su parte, está demasiado ocupada manejando el temor de que alguien acabe con su vida. Una ventaja de este enfoque es la ganancia en verosimilitud de la historia.

*Algunos elementos de Chantaje contra un mujer

Chantaje contra una mujer posee un reparto de lo más solvente. Lee Remick acapara gran parte de los focos, por su construcción de una víctima en el trance de tener su vida amenazada. Su actuación es expresiva, pero sin excesos. Su rostro es como el miedo encarnado, que la película trata de sugerir. Aun así, no es un personaje pusilánime que se refugie amedrantado en un rincón a llorar. Tiene momentos de decisión, en que encara el peligro incluso con cierta habilidad.

Glenn Ford ofrece una actuación bastante acorde con sus características. Su personaje de Ripley es de gesto adusto, serio, profesional. Recuerda la seriedad de su papel en Sobornados de Fritz Lang, pero sin propósito de venganza. Un prodigio de denuedo y cálculo para proteger a Kelly. Ya decimos que entre los personajes no hay ningún vínculo romántico, con lo que la química queda supedita a los avatares puramente criminales. El acosador, al final llamado Red Lynch, va descubriendo su rostro progresivamente, rasgando un velo de misterioso hermetismo. Ross Martin, su intérprete, acaba siendo realmente inquietante.

El guion es una mezcla de investigación y tira y afloja. El equipo de Ripley se esmerará en averiguar la identidad del acosador, en la fracción de la película más propiamente perteneciente al cine negro. Al respecto tiene todos los elementos clásicos, ambientes humeantes, soplones, bajos fondos, tipos de mala catadura… El tira y afloja corresponde a los diversos juegos del gato y el ratón entre Kelly y Red Lynch, que serán rematados en un grand finale de lujo.

*El otro Blake Edwards

Blake Edwards ha pasado a la historia del cine como director de muchas y desternillantes comedias. Como botones de muestra tenemos las películas del inspector Clouseau, La carrera del siglo (1965), El guateque, o ¿Victor o victoria? (1982). No obstante, Edwards tiene incursiones en otros géneros, altamente interesantes. En Chantaje contra una mujer el resultado es el propio de un consumado experto en el thriller. No falta ningún detalle. Empezando por una fotografía tenebrista, hija del expresionismo alemán, que hace de las escenas nocturnas pequeños retazos de pesadilla.

También muestra una excelente capacidad de pulso narrativo, capaz de mantenernos en alerta, entre fascinados y amedrentados por el destino de Kelly Sherwood. La puesta en escena depara momentos de alta gama, siendo el momento más conocido quizá el del campo de béisbol, donde el manejo de las multitudes es magnífico.

...........

............

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
30 de marzo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer al borde del ataque cardíaco, al servicio de un monstruo despiadado capaz de cualquier cosa por dinero.
¿Quién podría ponernos la carne de gallina con tanta eficacia a lo largo de un relato absorbente sobre la amenaza, el chantaje y la muerte...?

Muchos estaban pasando por mi cabeza pero jamás lo relacionaría con Blake Edwards, rey indiscutible de la comedia moderna americana; tamaña sorpresa la mía que, de haber visto esta obra sin conocerlo previamente, aseguraría que se trata del trabajo de un maestro del suspense. Eso es lo sorprendente de los artesanos clásicos: su gran destreza para moverse de un estilo a otro sin dejar atrás su talento; basada en una de las novelas de los autores de ficción criminal Gordon Gordon y su esposa Mildred (en concreto en una de las muchas protagonizada por su personaje estrella, el agente federal John Ripley), Edwards se embarca hacia terrenos inexplorados.
Tras el indiscutible éxito que le brindara "Desayuno con Diamantes" y antes de iniciar su saga de "La Pantera Rosa", realiza dos films "serios" con la muy sufrida Lee Remick al frente (quien comprobó en sus propias carnes el carácter y la perfección del cineasta); "Experiment in Terror" (hagamos como si no existiera traducción...) fue el primero, el cual llega en un momento en que el "thriller" empieza a apoyarse en unos códigos y claves cada vez más arriesgados mientras inicia una especie de colosal degeneración, y el modelo a seguir es, cómo no, la "Psicosis" "hitchcockiana" (infinita la lista de títulos que hallamos bajo su influjo: desde "El Cabo del Terror" a "Jigsaw" pasando por "La Muchacha que sabía Demasiado", "Homicidio" o la española "A Hierro Muere").

Parece que el nativo de Oklahoma ha aprendido bien de sus mentores, y empieza su relato entre la oscuridad de la noche con un largo viaje en automóvil, atravesando el gran puente de San Francisco hasta llegar al n.º 120 de la avenida St. Germain; un viaje cuyo final termina con la mujer que conducía (Kelly) presa de un individuo dentro de su garaje. Como invocaba Hitchcock en sus obras (tan influenciado por su querido Cecil B. DeMille), el inicio de una intriga debe hacer saltar la sospecha y la tensión del espectador para asegurar su total fascinación.
Y se consigue. Medio ocultos y medio descubiertos por los abisales claroscuros del ambiente que con extremo detalle modela Phil Lathrop, Kelly y su asaltante son enfocados en primeros planos donde el nivel de desasosiego aumenta a cada segundo; la expresión desencajada de ella se une a la respiración fatigosa de él en un acto de terror sádico y de inopinada carga sexual. Este terremoto psicológico da pie a un acoso y chantaje imparable contra la pobre cajera y su hermana pequeña Toby; los Gordon, muy inteligentemente a cargo del guión, no se desviven en escudriñar en el pasado o el aspecto dramático de los personajes. Su drama empieza cuando se cruzan y sus existencias siguen adelante hacia un posible destino fatal...

Sin embargo es inevitable dicha introspección, y este trabajo se le deja a un grupo de agentes del F.B.I. que entran en la trama con bastante credibilidad, con Ripley a la cabeza, quien al estar dotado del granítico rostro y las duras maneras de Glenn Ford se asegura un espectro psicológico transparente y desprovisto de cualquier ambigüedad.
De ahí que pueda chocar bastante el contraste entre la moderna figura del villano presentada y el modo, casi propagandístico, con que Edwards define a los agentes de la ley encargados de velar por la seguridad de Kelly y Toby, más propio de los policíacos de los '40 y '50.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Frente a una Lee Remick nerviosa y temblorosa (y realmente bellísima), un Ross Martin de mirada inquietante que con su Garland se alza hasta los primeros puestos de los villanos más aterradores del cine negro (créanme). Así, el hombre ya elevado a genio del humor tuvo un bautismo de fuego en un tipo desconocido de cine, del que salió triunfante aunque nadie creyera que lo pudiese conseguir.
Y si todavía alguien puede dudar del gran talento que posee Edwards para el "thriller" como el mejor de los "directores serios" del género, tendrá la respuesta en ese excitante tramo final en el Candlestick Park (al que Don Siegel rendiría tributo, a su manera, en su "Harry, "el Sucio" ") al igual que Hitchcock y como es propio del cine americano, las intrigas han de rematarse a lo grande sin importar si el puro espectáculo sobrepasa los límites de la coherencia y la lógica. Pero el resultado logra encogerle a uno hasta las tripas...y más aún cuando las imágenes están acompañadas de la tan hipnótica banda sonora de Henry Mancini.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
29 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremendo descubrimiento, que te engancha desde el primer momento, con ese respirar asmático del tipo sin rostro. La trama se va encuadrando y desarrollando con las expectativas de “qué pasará”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
CHIRU
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9 de octubre de 2013
14 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blake Edwards adquirió una reputación, hoy inexplicable, durante los 60 y 70, sobre todo en el difícil arte de hacer comedias. Aquí le pega al thriller, contándonos la historia de una nenaza y una mujer. De la nenaza sólo sabemos que es imposible que dé miedo, que traza unos planes absurdos y que es tan buena que la palabra "nenaza" se queda corta. Son varias las escenas donde podría demostrar maldad y la cosa se queda casi en hermanitas de la caridad. Por si nadie se daba cuenta de este hecho, además resulta que ama a los niños. Así que, con estos mimbres, no es de extrañar que Lee Remick no se muestre casi nunca aterrorizada; bueno, de hecho, es que no se muestra casi nunca, de tan desdibujado como está el personaje.
Aparece después un policía estólido, con la magnética presencia de Glenn Ford, sí, pero más desdibujado aún. Entre él y sus colegas del FBI hacen que, realmente, la mujer esté blindada, así que no hay preocupación ni miedo en ningún momento. Algo malo en un trhiller. Cuando, contra todo pronóstico, la nenaza mala consigue, de cuando en cuando, acceder a la víctima, se usan para ello unos subterfugios argumentales que producen rubor. El del disfraz de vieja da pena, pero aún es peor el que comento en spoiler. Los personajes secundarios, como ese ridículo Palomitas sin moral pero íntegro y de una pieza, para qué comentarlos. Y, a pesar de que la cinta transcurre todo el tiempo por rutinas reconocibles, (barrios de clase media, pubs llenos de gente, piscinas públicas...), no se ha evitado la tentación de acabar con un gran tour de force con menos aliento dramático que un chiste de Jaimito. La sensación final, desesperante, es: "¿cómo este pobre diablo inofensivo ha montado él solo este coñazo de dos horas y ha liado a tanta gente?" Porque esa es otra: la duración insufrible de la película. Vaya bodrio, dios!
En suma, en la inmensa montaña de trhillers olvidados y olvidadables, no merece la pena rebuscar para sacar a la luz otra vez este de Edwards. Por más que el director vaya de moderno y filme a sus personajes en atrevidos escorzos y claroscuros. Ni siquiera el gran Mancini, más sobrio que nunca, aporta nada. Busquen en cualquier canal de televisión, incluso producto nacional, ("El comisario"), si quieren pasar un ratito viendo policías. Lo de ver cine es otra cosa.
Después llegarían las panteras rosas, verdaderos bodrios con buena reputación. Eso es otra historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
berenice
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
22 de mayo de 2023
Sé el primero en valorar esta crítica
Tras el enorme éxito de la maravillosa “Desayuno con diamantes”, Blake Edwards había conseguido una cómoda situación dentro de la industria de Hollywood lo que le permitió realizar consecutivamente a principio de los 60 dos películas alejadas de su universo temático y estilístico de comedias sofisticadas, dos intentos de experimentos sobre otros géneros que contienen algunos de los elementos menos usuales en la trayectoria del realizador. “Chantaje contra una mujer” y “Días de vino y rosas” parten de temas bien distintos –el asedio de un psicópata a una mujer, en el primer caso, la decadencia de un matrimonio de clase media víctima del alcohol, en el segundo- y fueron financiadas por estudios distintos, Columbia y Warner respectivamente, siendo el thriller claustrofóbico un proyecto personal de Edwards y el melodrama etílico un encargo que le llegó de manos de Jack Lemmon. Sin embargo, las dos películas tienen demasiados elementos coincidentes como para no considerarlas fruto de una situación y unos intereses comunes: Lee Remick es la protagonista femenina de los dos films, ambos se desarrollan en la peculiar geografía urbana de San Francisco, cuentan con una antológica fotografía de Philip Lathrop y son los dos únicos títulos en toda su filmografía rodados en blanco y negro, aspecto que resulta muy determinante, un blanco y negro contrastado con similar intensidad de brillos y dominado por los claroscuros que ilustran peripecias distantes, temáticamente hablando, pero coincidentes en su íntima desazón; el blanco y negro de Lathrop, en claustrofóbico formato casi cuadrado, profundiza aún más en la tensión interna que se respira, recrudece las formas ciudadanas de un San Francisco que en pocas ocasiones se ha contemplado mejor y otorga una especial fotogenia al rostro de los actores, concretamente a una bellísima Lee Remick, convertida en ambas ocasiones en una especie de icono inalcanzable que se altera o denigra por culpa de los demás, un asesino psicópata o un marido que la incita a la bebida.

“Chantaje contra una mujer” comienza de manera insuperable, una cámara aérea sigue el coche descapotable de una atractiva mujer con pañuelo para retener el cabello en el aire del viaje, una mujer, Lee Remick, que en la noche cruza el Golden Gate en San Francisco, brillan las luces en la noche californiana, retratadas en ese brillante blanco y negro del que antes hemos hablado, preciso, elegante, depurado, mientras, oímos, en tanto que desfilan los títulos de crédito, la subyugante banda sonora de Henry Mancini, un prodigio de vanguardia a la hora de provocar emociones fundidas con las imágenes, como ya hiciera para Hawks en “Hatari!” y “Su juego favorito”. La mujer llega a su domicilio en un barrio residencial, una calle sin salida, al otro lado del Golden Gate, se abre la puerta del garaje y, ya en el interior, la puerta se cierra, la oscuridad se cierne sobre ella, sorprendida, y de repente, surgiendo de esa opresiva oscuridad, unas manos le atenazan el cuello, le tapan la boca y susurran amenazas, Blake Edwards filma esa secuencia en primeros planos que agobian a Remick tanto como al desprevenido espectador, abriendo la puerta a un elegante, pausado y sofisticado “psycho thriller” en el que Lee Remick es la pieza a cobrar si no cumple lo exigido: robar cien mil dólares del banco en que trabaja como cajera, la amenaza se extiende a la suerte que correrá Toby, una juvenil Stephanie Powers, la adolescente hermana de Remick, con la que convive.

Un magnífico trabajo, una película que se disfruta plano a plano, con la credibilidad mágica de todo el reparto, la fisicidad de los escenarios de la brumosa San Francisco y la vida cotidiana atrapada en lo imprevisto, porque vivir siempre es una aventura peligrosa.
Juan Marey
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 6 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow