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La colmena

Drama Camilo José Cela escribe en el prólogo a la primera edición de la novela: "La Colmena no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad (...) no aspira a ser más que un trozo de vida narrado sin reticencias, sin extrañas tragedias, sin caridad, como la vida discurre, exactamente como la vida discurre. Queramos o no queramos. La vida es lo que vive -en nosotros o fuera ... [+]
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
30 de enero de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico retrato del Madrid de la posguerra el que nos sirvió Cela en una de sus cumbres literarias: La colmena. Y aquí llevada a la pantalla con gran tino por el irregular Mario Camus, e interpretada por un elenco de actores nacionales de gran enjundia.
El café de Doña Rosa es el eje central de la trama donde se dan cita toda la ralea del Madrid de posguerra, literatos, poetas, bohemios, estraperlistas, fiadores, ególatras, busconas, sarasas, y demás fauna de un tiempo de miseria.
Todos sus personajes tienen un denominador común: el hambre. Y para sobrevivir todo vale, el embuste, el timo, la apariencia y hasta tirarse por la calle de en medio.
La España de aquella época no daba para más, eran tiempos de tuberculosis, de malta en lugar de café, de piedras en las lentejas, de cartilla de racionamiento y de trampas en la balanza.
Era aquél un invierno duro de esos que te hielan el alma y no solo en lo climatológico. Había que tirar "pa lante" a cualquier precio, no faltaban para ello el estraperlista , la cigarrera, la buscona, el timador, el perdedor del bando contrario, y todos con un denominador común: la supervivencia en un tiempo castigado por la miseria de un régimen dictatorial.
En conclusión una obra necesaria de ver para olvidar un pasado que no se puede olvidar y que sin duda ha configurado nuestro presente más actual.
Walter Neff
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10 de octubre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
353/31(30/09/21) Una de las grandes películas del cine español es esta adaptación, que gracias al productor y guionista José Luis Dibildos (grandioso su libreto para esta película), el apoyo del ministerio de cultura con sus ayudas oficiales y Televisión Española, el cineasta Mario Camus llevó a la pantalla esta imperecedera novela homónima (publicada primero en Argentina en 1951, y tras problemas con la censura en España en 1955 por mediación de Manuel Fraga) del Nobel de literatura de 1989 del gallego Camilo José Cela (tiene un pequeño papel como Matías Martí, inventor de palabras). Un prodigioso mosaico del Madrid de post-guerra, y por ende de España. Un sensacional entramado de micro historias sensacionalmente entrelazadas, teniendo como epicentro la cafetería ‘La Delicia’ (en realidad el Café Gijón madrileño), donde se dan cual ‘Rick´s café’ de ‘Casablanca’ todo un sinfín de sub historias, pero desde el filtro hispano, tertulias cultas, miserias, agua con hielo, timos, alcahuetadas, tabaco de picadura, etc, también tendrá importancia como lugar de encuentro un prostíbulo donde los hombres esperan su turno e medio de charlas sobre esposas enfermas, y donde las meretrices rebosan antiglamur (calentándose el trasero en la estufo, tapándose con una manta-poncho, o separando lentejas buenas de las malas).

Una brillante historia coral siguiendo fiel la estructura literaria, que tiene probablemente el mayor elenco interpretativo de la historia de nuestro cine, solo me faltan Alfredo Landa, Fernán Gómez y Fernando Rey, manejado esta fascinante galería de actores y actrices para que el espectador no se pierda al conocer los rostros entre tanta sub trama. Tramas costumbristas que rezuman humanismo, discurren entre temas de vencedores y vencidos, bohemios, oportunistas, hambre, frio, miseria, casas de citas, picaresca, vida en pensiones, pobreza, represión, homofobia, la represión sexual, la hipocresía social, y más. El personaje de Ricardo Sorbedo (el gran Paco Rabal) dice que sin "planteamiento, desarrollo y desenlace", ni hay novela ni hay nada, ello es claramente un guiño pérfido a la propia fuente del libro, pues es lo que no hay aquí, y sin embargo todo te cala en su grisácea y melancólica atmósfera. Un relato que empieza in media res y acaba sin fin, como la vida misma, donde en nada se profundiza, pero todo el ambiente frío y enrarecido de patetismo nos llega nítido, saltando de personaje en personaje de modo ágil, mezclando el drama con el humor de modo excelente, y todo con diálogos sabrosos, y situaciones punzantes, empapándote de desesperanza, donde el futuro resulta aciago, movido por la precariedad, donde para comer tienes que tener cartillas de racionamiento. Cine detallista en como deconstruye el duro día adía, demostrando Camus maestría en el manejo de los tiempos, en como mezcla tonos, en como caracteriza en pequeños trazos. Una de las cumbres del cine patrio. Oso de Oro a la mejor película en el Festival de cine de Berlín.

Pequeñas extraordinarias historias:
El bohemio Martín Marco López, un superviviente de ideas izquierdistas, que malvive de la caridad de su hermana casada con uno del régimen. Come de la caridad, y duerme en un burdel. Un personaje que me despierta sensaciones encontradas, pues lo veo como un vago, pues tiene hambre pero no lo vemos buscar trabajo. Deja una nostálgica charla con Nati Robles (gran Charo López), con efluvios a un pasado feliz. José Sacristán lo encarna con su habitual buen porte y empatía, revistiéndolo de dignidad. Es la cara de los perdedores en la guerra; Purita es una dulce prostituta del burdel, que termina por azar teniendo un romance con Martín, ello en un enternecedor relato cargado de ilusión. Concha Velasco la encarna con entrañable vis; Julita es una joven al que su novio de Ventura Aguado (notable Emilio Gutiérrez Caba) desesperado por sexo la embauca para encontrarse en una casa de citas (‘Napoleón Bonaparte’, ‘Sucumbió en Waterloo Victoria Abril. Él le dice que se casaran cuando apruebe unas oposiciones, pero ella se da cuenta de que él no estudia, algo no cuadra (‘eso no es amor’, dice ella). Nos habla esta sub trama de la represión sexual, ello en un tono de humor grácil (Para el recuerdo el encuentro en la escalera de la casa de citas de Julita y su padre encarnado por el gran José Bódalo); La mesa del café liderada por el culto Ricardo Sorbedo (extraordinario Paco Rabal, demostrando una labia fina como un bisturí en su oratoria distinguida), donde van aparar bohemios que buscan alguien que les pague el café, adulándolo, como es el caso de Don Ibrahim (gran Luis Escobar), siempre dispuesto a soltar su discurso de entrada en la Academia de la Lengua; El truhan Leonardo Meléndez, un superviviente oportunista que con epicentro en el café´, va timando al que puede y como puede (epítome la pluma estilográfica que ha viajado en el Lusitania), con una labia proverbial, encarnado por sensacional José Luis López Vázquez (da igual cuando leas esto), defendiéndose muy digno de los ataques que sufre; Doña Rosa la tiránica dueña del Café, una fiel al régimen que detesta a los ‘rojos’ y por ende a su clientela ociosa, encarnada por María Luisa Puente; Victoria es una joven con un novio (encarnado por un escasito Imanol Arias) enfermo crónico en el hospital, instructora de baile, que en realidad era la antesala de la prostitución, pues los hombres iban a pillar cacho, y de hecho Victoria se inicia en esta profesión antigua gradualmente empujada por su jefa. Representa realmente el empoderamiento femenino, hace lo que quiere con su cuerpo, vejada por su madre (buena Encarna Paso), tiene carácter para no achicarse ante ella;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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27 de agosto de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con películas como La Colmena o la que para mí es su obra maestra, Los Santos Inocentes, Mario Camus se hizo un merecido hueco en el panorama del cine español, por su maestría a la hora de llevar a la gran pantalla obras clave de escritores como Delibes o Cela. Bajo mi punto de vista, Camus supo a través de estos filmes captar la esencia de estas novelas de tinte social, que nos hablan de uno de los capítulos más tristes y negros de la historia de España: La posguerra.

En La Colmena, Camus y Cela nos cuentan la historia de un café, de sus gentes, de sus historias, de sus penas, de sus alegrías, de sus problemas. Lo que Unamuno definió como intrahistoria es lo que se plasma en esta película que cuenta con un reparto excepcional, plagado de actores y actrices que han dado proyección al cine español, tanto fuera como dentro de la península.

Narrativamente hablando, estamos ante una película en la que no suceden grandes cosas, puesto que el objetivo de Camus y Cela es reflejar un lugar y una época determinados, el Madrid de los años 40, una ciudad triste, fría, melancólica, derrotada. En este sentido, Madrid es también uno de los grandes personajes de la película, pero como he dicho, no se trata de una metrópolis cosmopolita como puede ser el Manhattan que nos presenta Woody Allen en muchas de sus películas. En La Colmena, somos testigos de como una serie de personajes luchan por sobrevivir, mientras que otros, más acomodados, se permiten el lujo de fumar caros puros y vanagloriarse delante de los demás. Una sociedad basada en el "Que dirán", muy en sintonía con "La Regenta" de Clarín, una sociedad que no piensa en el mañana, sino que piensa en el hoy, en como llevarse un trozo de pan a la boca.

Desde el punto de vista forma, Camus hace movimientos de cámara lentos y pausados. En este sentido, se toma su tiempo para contar la historia, pero sin caer en la lentitud de otros directores. Cabe destacar los travellings que recorren La Cafetería, mientras contemplamos a todos y cada uno de los clientes, un retrato con pinceladas muy detalladas de la sociedad de los años 40.

En definitiva, al igual que los Santos Inocentes, el cine de Camus es un cine de corte social, en el que los problemas de una sociedad corrupta y desalmada son el tema principal. Aunque en La Colmena son muchos los actores que participan, sería más correcto decir que todos ellos dan voz a un momento social concreto y nos recuerdan las algunas de las penurias por las que muchos de nuestros antepasados tuvieron que pasar.
yescasnuts
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27 de julio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La prosa brillante de C.J. Cela encuentra en el guión de J.L. Dibildos un acertado contrapunto para que el costumbrismo, el realismo y la naturalidad puedan darse cita en el largometraje que dirige M. Camus con solvencia y dominio de la técnica narrativa cinematográfica.
El amplio y contrastado elenco contribuye a la credibilidad de una filmación construida con cien escenas cotidianas que componen un mosaico en el que cada pequeño mundo personal aporta su peculiar perspectiva.
Así el mensaje se trasmite a base de pinceladas que convierten los renglones de un texto en las escenas de un largometraje sólido, construido con buen gusto, bien equilibrado, brioso y de enorme capacidad expresiva.
ABSENTA
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22 de enero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leo los nombres propios de quienes participaron en "La colmena" y creo que no falta nadie, no echo de menos a nadie, están todos. Si la película sigue las líneas de la literatura lo hace precisamente al revés de lo que señala Rabal, con una ironía brutal, cuando asegura que la novela sólo funciona con un planteamiento, un nudo y un desenlace. Es mejor dejar de lado las letras, pero si esta película funciona como tal, es porque no tiene un planteamiento, no tiene un único nudo y por supuesto, no hay desenlace alguno.

Podría haber quedado un buen bodrio, podría haber salido mal, porque entre tantas idas y venidas de tantos personajes, no debe ser fácil hacerlo bien. Mario Camus, triunfa rotundamente, consigue llevar a buen puerto un proyecto nada fácil. A mi juicio tiene mucho mérito atreverse a armar un largometraje de este tipo, pero lo que más sorprende es conseguir tan buenos resultados con tanta gente, aunque probablemente sea José Sacristán quien mayor protagonismo posee, una vez acaba la película la satisfacción por la participación de todos los actores es absoluta.

Lo normal es destacar ese bar, que constituye la verdadera colmena, con tantas y tantas abejas que uno queda abrumado. Todos y todas tienen algo especial, aunque a mí lo que me puede es la tristeza general, la hipocresía general, la desesperanza. Son muy pocos los que realmente disfrutan, hay más hambre, miseria, rencor y mala leche que cualquier otra cosa. Son los primeros años de la dictadura y uno se pregunta, como hace Sacristán: ¿para eso habéis ganado una guerra?; no tengo ninguna duda, para mí es una de las mejores películas españolas de siempre.
Luisito
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