La invitación

Vivir con dolor o morir en la insensibilidad. Interesante película, de planteamiento intimista, desarrollando una historia marcada por los sentimientos. Transmite mucho, más por lo que no dice que por lo que dice. Con el manejo de la cámara, la iluminación y las interpretaciones del reparto el director se basta para hacer llegar sensaciones al espectador, para desarrollar los personajes y que lleguemos a entenderlos.

Un grupo de amigos se reúne de nuevo tras varios años. Entre ellos se encuentra nuestro protagonista y su ex-mujer, cuyo pasado está marcado por la tragedia. Al parecer, el primero vive con el doloroso recuerdo, mientras la segunda parece haber pasado página y ser feliz. La velada esconde algo extraño, aunque nadie quiera verlo. Todo son buenas palabras.
Muy bien transmitida esa sensación, que más de uno habrá tenido: una reunión con amigos del pasado, donde todo son conversaciones educadas, bromas y sonrisas. Cuando sabes que en realidad la cosa no era así. No terminaba así. Es una careta de educación, buenas formas haciendo de pared a un interior triste.

Los momentos. Pequeños gestos. La mujer habla de su felicidad, la superación del dolor, el camino de paz interior que sigue ahora. El hombre se levanta para rebatir, para expresar que no es fácil, que no quiere borrar ese dolor, pues quiere el recuerdo, que no puede simplemente olvidar. Pero apenas pronuncia palabra, se le quiebra la voz. Baja la mirada. Rompe en llanto. La cámara enfoca a la mujer cuyo rostro, por un segundo, muestra el pasado, el trauma. Parece a punto de llorar, de derrumbarse. Solo por un segundo.

Gran nivel interpretativo.

La desconfianza. Los invitados se enmarcan en la cortesía y el saber estar, obviando los pequeños detalles incómodos de la noche. Bromean, juegan, comen y se divierten. Pero no todos, el protagonistas no es capaz de rehuirlos, y los recuerdos de la casa le perturban. Casi en todo momentos lo vemos alejado del grupo, recordando, reflexionando y observando. El tiempo de farsas ha pasado para él. Y es en sí mismo en quien confía. Se mantiene alerta. El dolor no le deja dormir.

Y el clímax. La vorágine de sentimientos se vuelve visible. Se destapa la verdad y se llega a una conclusión, que bien podría ser diferente dependiendo del espectador. Final triste, que busca dejar reflexionando sobre los temas tratados, sobre el dolor recibido y causado, y las formas de enfrentarse a él. Sobre aquel momento en que atropellaste un coyote, y lo mataste por compasión.

Si lo tuyo es el cine independiente, o el buen cine en general, aquí tienes una muestra de drama psicológico, con algún toque de terror. Una experiencia recomendable.

Una película que aborda una de las principales premisas que poseen las personas susceptibles de entrar en una secta: estar en un estado vulnerable. La vulnerabilidad, llevada aquí al extremo, es la base de todo lo que vemos; por esto mismo, "La invitación" se ha convertido en un todo un referente del cine de sectas, porque muestra mejor que ninguna otra en qué estado mental se puede encontrar una persona que es captada por una secta. Su poder es psicológico y, en visionados posteriores descubres lo que Kusama nos quiere contar: no hay que hacer tanto caso a la forma, que también es notable, sino al fondo. Es ahí donde habita todo sentimiento.

La última ganadora del Festival de Sitges demuestra que no es necesaria una película de terror al uso para hacerse con el galardón.
Y es que “The invitation” no es un film de terror. O si. Pero no al que estamos acostumbrados. Es más ese miedo que producen las personas por lo que son capaces de hacer. Yo la encuadraría dentro del género del suspense pero estoy abierto a opiniones distintas.

Lo primero que me gustaría destacar es algo de lo que no se habla mucho habitualmente. Me refiero a un aspecto técnico tan infravalorado como es el sonido. Aquí tiene una importancia pocas veces visto con anterioridad. Esto, unido a su exquisita banda sonora, hacen que el oído sea el sentido principal a la hora de disfrutar de la película.
También hay un par de detalles que me recuerdan a otros productos de calidad.
El primero son ciertas escenas que desprenden aroma al gran David Lynch, creador, entre otras muchas cosas, de la inolvidable “Twin Peaks” (1990 – 1991). Los que sepáis de él ya sabéis a que me refiero.
Y por otro lado, el hecho de estar rodada prácticamente al completo en una casa y con una reunión de amigos como telón de fondo, hace que me acuerde inevitablemente de otra película que descubrí hace poco gracias a un amigo y que cumple los mismos requisitos. Su nombre es “The man from Earth” (2007). Y al contrario de lo que pudiera parecer, tanto una como la otra son grandes por ello.

En cuanto a las interpretaciones cabe destacar al protagonista, Logan Marshall-Green un tipo que con un guión más bien escaso consigue llevar a cabo una actuación notable. También quiero llamar la atención sobre John Carroll Lynch, un secundario muy inquietante con un extenso currículum y que casi siempre deja la misma sensación en todos sus trabajos.

Seguramente el desenlace sea lo peor que nos propone la película pero el camino hasta llegar ahí tiene suficientes atractivos para que esto pase a un segundo plano.

Me gustaría acabar con una recomendación. Intentad ver la película sin saber de que va. Con esto es posible que, como me pasó a mi, estéis más preocupados de saber que cojones está pasando que de pensar en como va a acabar. Sino el resultado os puede parecer bastante previsible.

Tras dos años sin saberse nada de ella, Eden vuelve a la ciudad y decide organizar una cena con sus viejos amigos, entre los cuales se encuentra Wiil, su expareja. Al llegar a su casa, Will le nota algo extraño e inquietante y no cesará hasta descubrir de qué se trata.

Hay muchas maneras de afrontar el dolor y parece que en la sociedad de hoy en día la solución está en evitarlo mirando hacia otro lado y tapándolo con una velo de falsa felicidad.

En “The Invitation” nos muestran dos maneras muy diferentes de asumir esta pérdida con Eden y Will. Eden trata de cubrir su dolor aferrándose a la creencia de que se trata de algo químico y es posible elegir si se quiere sufrir o no, mientras que Will asume su pena auto-culpabilizándose de lo que pasó años atrás.

Pero esta película no es sólo eso, sino que también es una gran muestra de cómo mantener la tensión en todo momento sin aborrecer al espectador. La cinta tarda más de una hora en llegar a su clímax (dura 1h 30min), así que su introducción dura unos 60 minutos. Una introducción que trata de simple conversación en la que la tensión va de menos a más. Simple pero a la vez difícil. Es complicadísimo conseguir mantener al público atento queriendo ver más y más con tan pocos recursos pero este largometraje lo consigue más que extraordinariamente.

Y esto se consigue con factores como un sólido guión, un buen juego de planos y unas grandes interpretaciones como las del triángulo amoroso de Eden (Tammy Blanchard), Will (Logan Marshall-Green) y David (Michiel Huisman).

Considero que la ganadora de esta última edición del festival de Sitges, de la mano de la directora Karyn Kusama, es mucho más que recomendable ya que nos aporta algo de cine diferente al habitual y nos hará plantearnos bastantes temas morales.

Sin duda, merece estar en mis recomendaciones personales.

Más criticas en: criticasdeapie.wordpress.com

Para empezar os recomiendo que veáis esta película a los que os gusta saliros un poco de lo típico. Es una película poco conocida en los grandes circuitos comerciales, pero que sin duda se habrá ganado ya su puesto en donde el cine de culto habita, no siendo en vano, la mejor película del festival de Sitges 2015.

El prota (Will) y su mujer (Eden) perdieron un hijo tiempo atrás, lo que provocó su separación. Ahora su Eden está de vuelta en la ciudad y organiza una cena en su casa reuniendo allí a Will, a su nueva novia, y al grupo de amigos de toda la vida. Will recorrerá viejos recuerdos, sumergiéndose en un estado casi hipnótico mientras una creciente sensación de que algo val se apodera de él cada vez más.

En mi caso la película fue atrapándome despacio. No van pasando grandes cosas pero mi atención era cada vez mayor. Las imágenes y su perfecta mezcla con la música me absorbían atrayéndome dentro de la pantalla hasta ser casi uno de los miembros allí reunidos. Voy recorriendo los pasajes dentro de Will, fundiéndome en sus pensamientos, en sus delirios y en sus intrigas. Cada vez más embobado me siento presa de su interés por saber que esconde esa extraña situación. Puede que no sea nada y todo sean imaginaciones, pero necesito seguir adelante y saber si hay algo más.

“La invitación” es en mi opinión un viaje denso pero cargado de belleza, que va creciendo poco a poco y opresivamente hacia un final rompedor. Siempre digo que el buen cine tiene que transportarte fuera de tu butaca y meterte dentro de la pantalla. En mi opinión esta propuesta es un magnifico transporte. Un buen viaje hacia el otro lado, donde habitan los oscuros pensamientos, la sospecha y una mezcla de locura. Todo es aparentemente tan normal, y la vez tan inquietante que empiezas a dudar quien es el cuerdo y quien el paranoico.

No la veáis el día ese que os apetece un buen producto de evasión. Dadle un buen trago el día que os apetece un producto reflexivo, interesante, que se cuece a fuego lento para absorber bien todo el sabor de su argumento. Al igual que Coherence es una película que no necesita medios físicos. Probablemente el 95% del presupuesto se lo llevan merecidamente los actores, ya que es la única herramienta necesaria para montar esta historia.

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