Hablar

De un lado ese reto técnico de un solo plano secuencia. Vale. Superado. Si ese era el objetivo -enhorabuena- un alarde de coordinación que causa más indiferencia que maravilla. De otro lado el reto artístico que queda muy empobrecido, ya que está supeditado a las premisas de la "proeza". Luego el guión, un batiburrillo de anécdotas más o menos afortunadas que inciden en esa crisis malaje y cruel que tiene la culpa de todo, absolutamente todo, como si nadie tuviera nada que ver con sus conflictos, sus miserias ni con su propia biografía siquiera. En conjunto no es más que eso: un experimento pretencioso y muy tendencioso.
P.S.
Momento lamentable del cine español (uno más): los tanguillos de Pepe da Rosa en versión de Antonio de la Torre.

Le tenía muchas ganas a esta película y al final lo que te encuentras es un panfleto absurdo que peca de demagógico por todos lados.

A ver, digo antes de nada lo bueno, lo bueno es que es una peli que está hecha todo el rato en el mismo plano sin ningún corte y eso es sencillamente algo de admirar, porque bastaba que el último actor se hubiera equivocado o no hubiera sabido salir al paso de todo para haber tenido que repetir todo, bueno, pues eso es, ya está, el resto es una maldita y soberana mierda.

No te lo pierdas, entre las chorradas que acontecen tenemos a una mujer que va mejor vestida que tú y que yo que va por la calle con su hijo en carrito que llora porque tiene hambre, pero ella también está hambrienta y entonces decide hacer algo:
a)Pedir en la calle
b)Ir a un comedor social para que le den comida
c)Robar en una gran superficie
d)Robar en una frutería de barrio con la ayuda de su amiga la pihippie que le revienta una sandía al frutero de barrio contra el suelo para distraerle.

No os digo la respuesta, pero sencillamente la opción que escoge es la que más te puede cabrear.

No quiero destripar nada en serio, pero tenemos historias con policías tragándose un discurso eterno por lo que deciden que oye, que para que detener a un tío que le ha metido una paliza a otro si realmente es la sociedad la que tienen la culpa y ya está bien de ser perros del sistema ¿no?

La película es un desperdicio total, y es una pena porque la idea es buena, la historia de Raúl Arévalo se pudo haber llevado mucho mejor con todo el potencial que tenía, y la de la tía esa que habla por teléfono todo el rato sencillamente es un soberano coñazo.

Sólo diré que la única historia que está de diez y que merece mucho la pena por guión, surrealismo e interpretaciones es la protagonizada por Carmen Balagué y Miguel Ángel Muñoz, una madre y un hijo que me sacaron mis buenas risas más allá de la vergüenza ajena que me produjo el resto de la película que parece estar hecha por esos niños de papá que veías en la facultad de psicología o filosofía fumándose porros en el cesped o jugando al haki, y que vivían luego en un casoplón en Velázquez con asistenta interna (literal)

"Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)" (2014) ya demostraba que hacer una película en un único plano-secuencia simplemente para poder decirlo está abocado al fracaso. Al menos, al de la coherencia narrativa. En "Hablar" (2015) sucede algo similar, aunque el único plano-secuencia esta vez no está falseado. La ausencia de justificación a esta decisión formal provoca una sensación de gratuidad. El resultado final es menos pedante, pero el fondo es pobre. Discurso manido, superficial y sesgado, que no se salva por el repertorio de caras conocidas. Película que se ve con facilidad en su corta duración. No molesta, pero tampoco aporta.

Ésta, y otras críticas, en http://blogquenuncaestuvoalli.blogspot.com.es/

Técnicamente, la película es una delicia ya no sólo por el único plano secuencia en que se ha rodado sino por la forma en que se van enlazando y entrelazando las diversas situaciones e interpretaciones de los actores. Imagino que todo el entorno de Lavapiés quedó acotado para el rodaje porque se me antoja prácticamente imposible el que todos los figurantes que aparecen sea gente real de la calle.

Pero el mensaje global de toda la historia no ha terminado de convencerme.... A partir de situaciones aparentemente cotidianas, sibilinamente se va colando en la historia una cierta corriente antisistema donde se terminan justificando actos como el robar para comer (cuando en este pais absolutamente NADIE muere por hambre) o criminalizar gratuitamente a los "encorbatados" como chivos expiatorios de la crisis económica.

Interesante pero frívola.

Cristina Rota y su escuela de teatro afincada en la Sala Mirador, sacan su ejercicio de final de curso a la calle e invitan a ilustres conocidos a participar en su fiesta privada reivindicativa y promocional.
A los mandos Oristrell que sale airoso del plano secuencia total y escribe un guión de textos variopintos de mayor y menor fortuna, en unas vidas cruzadas sin apretar demasiado en ninguna, para que todo funcione con buen rollito teatral y pasemos un rato agradable en el que se reivindica la palabra como hecho sustancial del ser humano, mientras, por si no lo sabíamos, nos enteramos de lo mal que esta todo y que "all you need is love, love, love". Y si bien es cierto que en el principio fue el verbo, (Sófocles) no es menos cierto que todo cobró sentido cuando se dijo; "hágase la luz" (Hnos. Lumiere).
Teatro filmado a la postre con actores pasándoselo bien. Lo justo para que la "catarsis del tomatazo", emblema de la Mirador no tenga efecto.