Capitalismo: Una historia de amor

Michael Moore ha vuelto. Ha vuelto con la que es su última película-documental: Capitalismo: Una historia de amor. Y ha vuelto con el espíritu crítico que le ha caracterizado desde que, 20 años atrás, realizara Roger & Me. En esta ocasión, la crítica no va dirigida hacia el presidente de la General Motors o a las grandes compañías, ni sobre la industria del armamento o el régimen de Bush (y lo bien que le vino el 11 de Setiembre para llevar a cabo la política guerrerista mas mortífera desde la guerra del Vietnam) ni sobre el inexistente sistema sanitario de EEUU. En esta ocasión, va mucho mas allá, al epicentro: el capitalismo.

¿Como es posible que el capitalismo haya sustituido a la democracia? ¿Como se ha permitido que el lugar que debería ocupar el congreso lo ocupe Wall Street? Estas son algunas de las preguntas que se formula Moore. Y es que mientras la gente podía cambiar de coche cada dos años, tener televisión de pago en sus casas, irse de vacaciones... en definitiva vivir bien, a nadie le importaba que su país estuviera relacionado con guerras en medio mundo, quitara presidentes y pusiera dictadores en todos los países que quisiera y organizara su economía en base a una política irracional. Pero eso ha terminado y no es oro todo lo que reluce, cada 2 segundos es embargada una casa en EEUU y una familia es echada a la calle. Se dan casos de familias con hijos, que se ven obligadas a vivir en una furgoneta porque no tienen donde ir. ¿Donde esta el derecho básico a una vivienda? En EEUU eso no existe. Se llama libre mercado, si tienes para comprar una vivienda bien, sino te jodes.

Eso si, los bancos no tienen ese problema. Si no tienen suficiente dinero y están a punto de declararse en quiebra, el congreso ya se encarga de aprobar un plan de rescate de 700.000 millones de dólares para que no se vaya a pique su sistema financiero.

En definitiva, película muy recomendable para todo el que quiera descubrir un poquito mas cual es la verdadera realidad que se vive en los EEUU y cual es el verdadero rostro del sistema de producción capitalista.

Superadas las reticencias (y es que ya conocemos a Moore), uno entra y piensa que le van a vender la moto, hasta que nos damos cuenta, caso por caso, de que Estados Unidos en realidad mola, pero hay gente que quiere todo el pastel, en vez de su porción.

Tras la dura Fahrenheit 9/11 y la maniquea Sicko, Moore encuentra la manera justa de contar las cosas: posicionarse, mostrar casos concretos y llamar a la rebelión haciendo reír. Una rebelión anímica, un llamamiento a recuperar la dignidad, sin lagrimeo barato, más bien impotencia. Hace un repaso desde la imposición liberal en América al colapso económico y la transición política.
Como en las anteriores películas, lo que dicen los que ostentan el poder por burlesco que parezca, es real. Parece una sociedad a la que le han extirpado el mínimo espíritu crítico. Si sabes qué es un derivado es porque perteneces a esa clase que justifica la especulación de la nada en una fórmula matemática. Si te resulta extraña la pregunta "por qué iba a querer alguien que otro muera", si no sabes contestar es porque no deberías trabajar para los que lo quieren.

Lo que me parece más interesante después de testimonios, entrevistas, datos... es la percepción de la gente de que la realidad es como se le dice. Estados Unidos no es capitalista y liberal por definición, ni Japón, del mismo modo que Alemania no es fascista por definición, ni Cuba es comunista. La conclusión es que los estados son lo que la gente quiere que sean, esa es la auténtica democracia que proclama Moore. Un punto y seguido a una cinta realmente divertida. Una grata sorpresa.

Parece todo escrito cuando nos disponemos a hablar de cualquier trabajo de Michael Moore, sea libro o documental. Parece que habríamos de repetir lo mismo que ya dijimos la vez anterior y utilizar los trillados términos que la crítica habitual utiliza, nunca sabré si por consigna: demagogia, oportunismo, obvios argumentos, denuncias de osito de peluche, manipulación.....Pero luego sigues la trayectoria de quienes impulsan estos descalificantes argumentos y empiezas a olfatear que la verdad subyace bajo las montañas de basuras que se arrojan sobre las historias del mediático y simpático hombre paquidérmico, no sólo por su peso, también por su dura piel.
Los sarpullidos que provoca en determinada clase social, a la que él pertenece, son suficientes para concluir que esa animadversión es por algo.

De acuerdo, la mayor parte de quienes vemos películas como "Capitalismo: un historia de amor" no aprendemos nada que no supiéramos o intuyéramos, pero nos alegra constatar que alguien se atreve a contarlo en voz alta, y aunque Michael Moore resultara ser "el tonto del pueblo" siempre seremos deudores de su valentía.
Concretamente, en este documental al que nos estamos refiriendo, queda una vez más patente que aunque no tengamos poder suficiente para llegar al fondo de las denuncias, porque ya sabemos que la justicia suele llegar hasta donde alcanza tu último euro (en este caso dólar); no pueden responder jurídicamente a los ataques porque las pruebas que presenta el director son suficientemente sólidas como para que al tragárselas les causen una indigestión.
Michael Moore nos dice que la única manera de escapar al abuso del capital y librar a la democracia, secuestrada por Wall Street, es abrir los ojos y gritar: ¡basta!, a las multinacionales y a los políticos corruptos impuestos por el rodillo económico del consumo.
Nosotros somos más, y el reportero de la gorrita es uno de los nuestros.

Capitalismo... es, salvo para sectores definidos de derecha, una obra que indefectiblemente caerá simpática, lanzada, despierta; es más, hasta podría caer bonachonamente tonta aunque bien intencionada. Por momentos me resultaba evidente, obvia, como si esperara de este documental reflexiones más profundas. Pero después de cuestionármelo un poco me pregunté si yo acaso era un gran entendido del funcionamiento económico de Walll Street como para estar a la altura de análisis más complejos.
Entonces sí, me di cuenta que el nivel de dificultad que maneja la peli es el indicado para el público medio, después de todo se trata de informar, no de dar cátedras técnicas.

De todas formas, hay elementos en la estructura de este "clásico" documental que no me han gustado: ¿Era necesaria esa música extremista, acartonada? Porque a una crítica del capitalismo no le conviene ser sensacionalista, y no hay que observar demasiado para dar cuenta de que Moore recarga las tintas más de lo necesario. Aunque, por otro lado, sabe complementar sus excesos con ese humor que logra sacar sonrisas sarcásticas al espectador.
Una de cal. Una de arena.

Ahora sí, vamos al eje del asunto: si sintetizamos el mensaje de Moore a modo grotesco, nos queda esto, "antes estaba todo mal, en cambio ahora está todo bien". Dilapida, y con fuertes razones, al capitalismo en pro de un nuevo sistema social ya vigente, como lo és el socialismo. El problema es que busca siempre los blancos y los negros o, haciendo uso del lema norteamericano, "esto es malo, esto es bueno". Cuando bien se sabe que el socialismo ha caído en otros países por evidenciar serias miserias.

En ese aspecto Capitalismo...se aleja de los objetivos básicos en búsqueda de la dignidad humana y se transforma, tramposamente, en un aviso publicitario de pancarta.
Los grises dominan el espectro de los colores, pero Moore apela a los extremos.

Si tiene que ser Michael Moore, que sea él... hacer ruido es importante. No creo que sea un tipo inteligente ni especialmente dotado, pero le ha tocado a él. Chomsky, Hobsbawm, Naomi Klein, Mander, Alba Rico, etc. tienen mejor amueblada la cabeza para discutir de estos temas, sin embargo el fenómeno mediático se llama Michael Moore. Con trucos tontos (ir con la bolsa del $ a los bancos, etc.), con manipulación, con poca destreza en la realización y todo lo demás. Tampoco es del todo malo mientras se haga ese ruido y consiga hacer salir a la furia. Si consigue que unos cuantos peguen un golpe en la mesa despues de ver el documental: bienvenido sea el señor Moore.

P.D: a que viene esa parte religiosa metida con calzador?