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La gran estafa americana

Drama. Comedia. Intriga Estado de Nueva York, años setenta. Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador, y su inteligente y seductora compañera Sydney Prosser (Amy Adams) se ven obligados a trabajar para un tempestuoso agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper), que sin querer los arrastra al peligroso mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey. (FILMAFFINITY)
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Críticas 284
Críticas ordenadas por utilidad
23 de febrero de 2014
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película hay una inflación de ingenio: los engaños, las añagazas, las suplantaciones y distorsiones, las falsedades, los disimulos y trampas varias se suceden hasta conseguir que el espectador pierda todo interés por tanto juego y por tanto tirabuzón y floritura de guión. Hay un recrearse en demasía en los enredos, maquinaciones y celadas, como si en todo momento se creyera obsesivamente que más cantidad y más confusión es mejor, sin orden, ni medida, sin prudencia, ni decoro. Sin ton ni son.

Además el inspirado reparto se lo pone fácil al espectador porque vuelve vistoso y seductor lo que no deja de ser un esforzado ejercicio de estilo donde la recreación de una época (finales de los años 70) parece tener más importancia que la consistencia de una historia o la relevancia o lo enjundioso de lo narrado. Hay una descompensación notoria entre la intención con la que se cuenta la historia (en todo momento parece que se nos quiere imponer ‘mira qué ingenioso, qué listo, qué inteligente, qué rematadamente agudo y chispeante que soy’) y la historia en sí misma, que no deja de ser un bizarro y baldío intento de falsificar la realidad para fingir lo que no hay, liar y engatusar al personal, embaucar al espectador y simular talento donde sólo hay sino afán por impresionar y empeño por deslumbrar.

Acaba cansando tanta pretenciosidad de pacotilla, tanto adorno, tanto oropel, tanta baratija de bisutería, tanto requiebro de guión y tanta recreación histórica sin alma, sin fondo, sin calado. No es que esta película sea mala (es entretenida, vistosa, amable y – a ratos – simpática) sólo que se toma por mucho más de lo que es y hace de la falsedad e impostura gala, sin darse cuenta que está tratando de colar como agudo y listo lo que no deja de ser yermo y mañoso, pero carente de originalidad o pasión.

Amable, superficial, primorosa y superflua. Hay mucho dinero invertido, buenas interpretaciones desaprovechadas, saltitos y quiebros en la trama que no acaban nunca de sorprender porque quien se jacta de tanto ardid y tanto timo acaba devaluando la mercancía hasta despojarla de todo valor e interés. A ratos simpática, a ratos tediosa (se alarga en exceso, acumulando repeticiones cargantes), a ratos estomagante y fallida, el resultado global es pobre y baladí. Vistosa y vacía – como el mundo que retrata con tanto ahínco como impotencia.
antonalva
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5 de febrero de 2014
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ratos aburrida, a ratos pretenciosa, a ratos buen cine, 'La gran estafa americana' no es ni de lejos una gran película de estafas. Perdida en una bruma de actrices que destacan por su escote o por lo enfermizas y cargantes que llegan a ser, por un policía interpretado por un actor sobrevalorado que en esta ocasión se adorna con rizos y por un estafador principal que, tal vez, es el único que se toma en serio su personaje. Porque lo demás no dice nada; al contrario, llega hasta ser confusa.

Christian Bale -tal vez el mejor actor de nuestro tiempo- se embarca en este personaje que trasciende lo patético, un personaje que llega a dar pena, un timador con un corazón cansado que suele tener un alma dentro de esa vida de estafa y de mentiras (para la ocasión, se ha adaptado con peluquín, gafas y barriga cervecera). Amy Adams el la estafadora, la pareja, la que destila su actuación en planos de su escote y de su culo. Mejor no decir nada más. Y luego los secundarios, aquellos que protagonizaron "El lado bueno de las cosas": un Bradley Cooper totalmente sobrevalorado y que no es ni la sombra ni posee una mínima parte del carisma que pueda tener Bale, y aún menos con esos rizos. Jennifer Lawrence es una de las incógnitas: ¿nominada al Oscar por ese baile que provoca vergüenza ajena o por los continuos chillidos cargantes? Ah, la aparición de Robert de Niro es, de lejos, lo mejor de la cinta.

No se dejen estafar por las candidaturas o los premios.
Yo mismo (o no)
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23 de enero de 2014
30 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y tanto que estafa. No os dejéis engañar. Una película descarrilada, aburrida, sin chispa, con un reparto excelente pero más allá del maquillaje y vestuario, no transmiten nada. Un guión que es una tortura, mal desarrollado y con escenas demasiado para la galería. Christian Bale es toda una decepción, no en cambio Bradley Cooper que es el mejor con diferencia. Lo de Jennifer Lawrence es para hacerlo revisar, madre mía, si es que ahora comprando el pan te regalan una nominación al Oscar. La oveja negra de este año.

@Condosco_Jones
Condosco Jones
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12 de enero de 2014
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dijo Goethe que la originalidad no consiste en decir cosas nuevas, sino en decirlas como si nunca hubiesen sido dichas por otro. O algo así, pero en alemán. Cuando acudimos al cine a ver una película encumbrada por la crítica, esperamos, entre otras cosas, originalidad. Y ser original no supone abordar nuevos temas, sino hacerlo desde una nueva perspectiva, ya sea estilística, narrativa o analítica. La gran estafa americana no es original desde cualquiera de esas perspectivas.

El estilo, el ritmo y sus recursos narrativos, y el análisis de la sociedad estadounidense es el que venimos observando en la última década (o más) a través de directores como Scorsese o Soderbergh. Podríamos ser complacientes y decir que David O. Russell se halla dentro de una escuela cinematográfica que bebe de algunos grandes nombres. O podríamos decir que La gran estafa americana es decepcionante.

(...)

La película se abre con una escena que pone las cartas sobre la mesa. Todos los personajes de esta película ocultan cosas. La intención de Russell es tejer una historia en la que los engaños se vayan acumulando y el espectador no pise tierra firma en ningún momento. Y luego llegan los obligados flashbacks y las voces en off al estilo Scorsese. De acuerdo, Scorsese no ha sido el primero en utilizar este recurso, pero la forma en que lo hace Russell es idéntica, hasta el punto de que volvemos a mirar para cerciorarnos de quién es el director.

El aspecto estético de La gran estafa americana es lujoso, opulento y sexy… Muuuy sexy. Ou Yeah! Solo necesitamos mirar los labios o las piernas de Amy Adams. Son los años 70, como se encarga de recordarnos plúmbeamente la banda sonora. Una temazo por aquí, otro por allá. Voz en off, vestido de lentejuelas y una gran solapa. Soderbergh. No, perdón, Russell.

Y el ritmo. ¿Agilidad o precipitación? La primera media hora es sofocante. A nuestro juicio, un ritmo vivo no tiene necesidad de noquear al espectador. Solo hay que bajar un poco las revoluciones. Irv y Sid viven una vida acelerada, pero a La Gran estafa americana, especialmente en su inicio, le sobran anfetaminas.

La trama empieza a carburar una vez que el personaje de Bale toma el mando. Los encuentros con su mujer son los mejores momentos de la película. Rosalyn (Lawrence) es el personaje que mejor funciona de la historia, tal vez porque es el más original. La fiesta en la que hace acto de presencia Victor Tellegio hace contener el aliento y la tensión alcanza su punto culminante. Pero pronto Russel vuelve al hedonismo acelerado en el cual más cómodo parece sentirse.

La gran estafa americana pretende ser políticamente incorrecta en su fondo. La resolución de la historia, en la que los papeles de buenos y malos quedan muy desdibujados, ofrece una perspectiva interesante, aunque discutible. Pero la forma de American Hustle no puede ser más políticamente correcta. Es lo que se lleva. Lo que piden los espectadores… Y los productores, que es más importante.

En definitiva, La gran estafa americana es una película entretenida, con varios actores en estado de gracia, pero algo larga, visualmente excesiva y formalmente correcta. Demasiado correcta para un David O. Russell que, suponemos, pretende encontrar un estilo propio.

Lo Mejor: El personaje de Rosalyn. La escena de Victor Tellegio. La ambigüedad moral.

Lo Peor: Estilo políticamente correcto. Falta de originalidad. Empacho musical.
david
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2 de febrero de 2014
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, David O. Russell se parece a Scorsese. Mal vamos. Muy mal.

Unos primeros diez minutos horrorosos dan paso a otros tantos con flashback incluido que terminan de espantarte. No comprendo la persistente manía de:

a) Comenzar una historia a mitad de película y retroceder para contarnos lo que ha pasado hasta ese momento.

b) Meter la voz en off de cualquier forma, y además explicándonos escenas que ya estamos viendo.

Al igual que cualquier otro Arte, el Cine no se sustrae a las tendencias culturales que dominan una época, así que «American Hustle» es hija de nuestros días: escasas emociones humanas, mucha frivolidad, mucho histrionismo gratuito, poca contundencia en personajes e ideas, y narración tópica con los puntos a) y b), además de plana. Es verdad que al menos David O. Russell tiene algún que otro acierto, como la elección de la pegadiza banda sonora (que bien suena, por ejemplo, el «Live and Let Die» de McCartney), el cuidado montaje o el sentido del humor con gracia. La historia, en realidad, no nos está contando nada relevante, a veces incluso de manera confusa y con más extensión de la necesaria, pero las historias de delincuentes de guante blanco suelen ganarse nuestras simpatías por el mero hecho de mostrar inteligencia sin caer en la crueldad.

Encima, el director tiene el gustazo de dirigir a Christian Bale, para mi el mejor del reparto con diferencia. Su transformación física es lo de menos: son sus movimientos, su simple presencia, esa expresividad del rostro que ningún otro de sus compañeros demuestra. Ojo a este detalle. Cooper, Lawrence y Adams están correctos, pero es que Bale es el jefe.

Tras ese arranque desastroso y ridículo que ya he comentado, una vez se adentra en la «gran estafa», la película gana ritmo y soltura hasta un desenlace adecuado, sin más.

Siguiendo el ejemplo de nuestros amigos estafadores, el Cine, que está en peligro, también debería saber cómo reinventarse para no morir.
Kaori
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