Haz click aquí para copiar la URL

La muerte y la doncella

Thriller. Drama En un país imaginario que acaba de sufrir una terrible dictadura, viven Paulina Escobar y su marido Gerardo, un prestigioso abogado. Una noche, Gerardo tiene una avería con su coche, pero un hombre se ofrece a ayudarle... (FILMAFFINITY)
<< 1 2 3 4 5 10 >>
Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
13 de abril de 2018
20 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene una gran virtud, que el motivo de la venganza nunca se acaba de saber del todo si es cierto/justo o completamente inventado/arbitrario, y un gran defecto, que convierte esa duda en carne de espectáculo más propio de un thriller de Ezterhas que algo parecido a una recreación mesurada, sobria y desprejuiciada sobre asuntos tan complejos, retorcidos y endemoniados como puedan ser la justicia, la reparación del daño, la tortura, la ley, la confesión, los juicios, el crimen, el castigo y otros vericuetos o caminos en los que el alma humana se suele perder o dar de bruces con el desastre.
La poderosa y muy bella música de Schubert es el motivo, el comienzo y cierre, de esta obra de origen teatral que juega en el alambre habilidosamente y que recurre a diversas trampas para mantener una tensión que estimule al espectador más impermeable o perezoso.
Alienta grandes reflexiones y alumbra o presenta cuestiones realmente intrincadas y difíciles. Quizás especial y esencialmente hable de cómo la verdad es la primera sacrificada, la que menos importa, cuando lo humano y su dolor están en juego, o de que sí importa, pero es inaprensible, escurridiza, voluble y traicionera.
El espectador se afana inútilmente en encontrar una seguridad, en resumen, quiere saber si Kingsley fue el torturador o no, o lo uno o lo otro, hecho que la historia, sabiamente, no nos elucida, nos niega esa caridad, nos ciega ese tranquilo asidero, nos viene a decir que no se trata de eso, que la vida no es tan sencilla ni simple, que siempre quedaremos insatisfechos o satisfechos a medias, con dudas, incertidumbres y la cama a medio hacer.
Ella quiere una confesión. No desea la verdad. Esa ya la tiene, es él, para ella no es opinable. El dictamen es definitivo. Solo busca que la dejen lograr lo que necesita escuchar. Como terapia, como forma de sanar. Ella busca que aquella experiencia atroz cobre sentido, se haga más humana, que el que obraba con impunidad y abuso reconozca su maldad y vileza, que la haga frente, que no se refugie en su poder pasado y actual anonimato, que dé la cara. Poco importa si lo hizo ese hombre en concreto u otro cualquiera. Ella desea esa representación teatral, como símbolo (por eso apuntan con inteligencia que varias veces anteriormente había creído encontrar a su torturador en otras voces y otros ámbitos). Ella quiere que él se rebaje, que se ponga a su nivel humillado mediante el reconocimiento de los hechos, que así aquello que le hicieron no desaparezca ni quede en blanco ni se olvide, pretende que alguien, una figura humana que cumpla con el papel otorgado en la función "teatral", se haga responsable y asuma lo sucedido. Ella es la víctima que lucha por una posible venganza/reparación/sanación/justicia.
Él es el probable torturador. Es la excusa. El monigote. El fantoche. Ya dijimos que da igual si lo hizo él u otro. Es un actor en una obra en la que no puede opinar sobre su rol o líneas de guion, las escribieron otros por él, la víctima y la justicia, él solo las debe recitar con la suficiente fuerza, credibilidad e imaginación para que ese texto cobre vida, dé la sensación de que es real, aunque probablemente no lo sea, o sí, es indiferente. Es el culpable y que no se hable más.
El otro es el marido. Es la justicia. La que no hace nada. La cobarde. La contemplativa. La moderadora. La que templa gaitas. Es la ley. La componenda. La que observa. La corriente. Su labor es presencial, mediadora, engrasante. Confirma el juego marcado. No opina. Solo guía. Se lava las manos. Tampoco le preocupa nada la verdad. Solo desea que se llegue al final.
La película parte de unos hechos mundialmente conocidos, las torturas perpetradas durante las dictaduras militares sudamericanas, para a continuación tratar de trascender y hablar de la necesidad de justicia (de orden, de sentido, de equilibrio) del ser humano y de cómo esta se acaba transformando en un farsa, parodia o en el mejor de los casos obra de teatro que pueda ser verosímil y asumible, en la que los hechos o las certezas son solo sombras y en la que los protagonistas, para que salga bien el proceso/juego, deben ajustarse a modelos periclitados/preestablecidos, cerrados, vacíos de contenido, elementos puramente simbólicos y persuasivos, perchas huecas en las que colgar necesidades o frustraciones, daños y penas, poderes y culpas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3 de febrero de 2010
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Roman Polansky uno debe estar previamente avisado: con algunas excepciones, sus obras rodearán asuntos turbios, siempre muy turbios. La muerte...nos involucra en el meollo entre un abogado, su mujer otrora torturada en tiempos de dictadura y un médico que, casualmente, va a parar al lugar menos debido...un torturador?? un violador?? Según la prota, sí, sin dudarlo.

Inevitablemente, no pude dejar de compararla con Hard Candy, la situación es distinta pero la idea es la misma: se dan vuelta las tuercas y el torturador pasa a ser torturado por la víctima. Salvo determinadas secuencias, todo se desarrolla en una cabaña, lo cual le otorga a la obra un espíritu teatral muy bien logrado (y vale aclarar que la peli procede de una obra de teatro): una atmósfera enfermiza, tres actores metidos en sus papeles a todo momento, una fotografía para envidiar y una iluminación sensiblemente controlada. Mi temor pasaba por el desenlace del problema: estas temáticas conllevan replanteos éticos que pueden volverse peligrosos si no se los lleva con discresión, pero finalmente el resultado es más que alentador.
El devenir del guión está muy pulido, insisto: es una obra de teatro. La secuencia de presentación de los personajes en base a supuestos que el espectador debe ir construyendo, el climax dramático, la calma chicha, diálogos puente para desembocar en un nuevo climax hasta llegar al desenlace final, tan contenido como necesario dado lo escabroso del asunto. Pero esto es cine, entonces la cabaña nos es presentada mediante travellings de acercamiento o distanciamiento, profundidad de campo y fundidos graduales entre secuencia y secuencia. Salvo algún que otro diálogo innecesario, Polansky dirigió esto con pulso de experto, y se nota.
Juan Rúas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7 de julio de 2009
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la obra de teatro va más directa al grano obligada por sus limitaciones escénicas, no cabe duda de que Polanski filma con "La muerte y la doncella" uno de sus mejores trabajos. Es increíble como un trío de actores puede sostener una película e incluso hacerla entretenida, aproximándola al género de intriga. Sigourney Weaver y Ben Kingsley están inconmensurables, mientras que Stuart Wilson ejerce de lo que exige el guión: De un mediador en un conflicto en el que también se ve indirectamente implicado.
Dramática, realista - pese a que no conozcamos la localización exacta en Sudamérica - y sobre todo escalofriante en cuanto al testimonio de Paulina (su narración de las torturas es de una conmoción brutal), Polanski consigue el mismo obejtivo que perseguía Ariel Dorfman como autor: Hacernos dudar sobre si Roberto Miranda colaboró con los militares y, sobre todo, denunciar públicamente a posibles criminales que convivían con las víctimas sin que ellas fueran conscientes. No hay más que ver el extraordinario final, acompañado de ese maravilloso cuarteto de Schubert que da título a la obra.
Mi nota: 8,7
Luis Miguel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9 de octubre de 2008
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Polanski plantea un film básicamente de actores, pues todo él se desarrolla prácticamente en una misma habitación.
El juego moral y ambivalente de verdugo-víctima en que se tornan los personajes principales (estupendos Weaver y Kingsley), y el simulacro de juicio que se establece en la casa aislada sin corriente eléctrica da bastante interés al film. Éste no deja de reflexionar en cada plano sobre la venganza, la dictadura, la justicia y la ambiüedad entre deseos profundos y reglas morales de la sociedad.
Rodada con gran inteligencia y aparente simpleza (se nos escamotean detalles y siempre dudamos entre si queremos destapar la culpabilidad del hombre o desahogar el trauma de la mujer), el final es correcto pero no dejará contento a algunos. Y es que, tal y como nos cuentan la historia, esta película podría haber acabado de cualquier otra forma, igualmente válida.
Friki del Terror
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
18 de julio de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bien por Polanski en intentar llevar a buen puerto una obra tan dura, tan difícil. Bien por crear ese clima espeso y potente aunque esto ya es una "especialidad de la casa" para el director polaco. Bien los tres protagonistas por poner toda su enjundia y su bagaje técnico en la interpretación de esos personajes. Todo bien, la película nos mantiene atrapados y su final nos deja reflexionando. Aunque eso sí, hay que decir que estos temas lamentablemente tan latinoamericanos como la dictadura, la impunidad, el horror de la tortura y el atropello a los derechos humanos, suenan -pese a todo el esfuerzo y las buenas intenciones- tan artificiales en manos anglosajonas como esos "uobeugto mihuanda" que escuchan nuestros oídos latinos. Qué vamos a hacerle..
zelmarux
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 10 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow