Media votos
6,1
Votos
1.857
Críticas
1.495
Listas
6
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Juan Rúas:
9
3 de febrero de 2010
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Roman Polansky uno debe estar previamente avisado: con algunas excepciones, sus obras rodearán asuntos turbios, siempre muy turbios. La muerte...nos involucra en el meollo entre un abogado, su mujer otrora torturada en tiempos de dictadura y un médico que, casualmente, va a parar al lugar menos debido...un torturador?? un violador?? Según la prota, sí, sin dudarlo.
Inevitablemente, no pude dejar de compararla con Hard Candy, la situación es distinta pero la idea es la misma: se dan vuelta las tuercas y el torturador pasa a ser torturado por la víctima. Salvo determinadas secuencias, todo se desarrolla en una cabaña, lo cual le otorga a la obra un espíritu teatral muy bien logrado (y vale aclarar que la peli procede de una obra de teatro): una atmósfera enfermiza, tres actores metidos en sus papeles a todo momento, una fotografía para envidiar y una iluminación sensiblemente controlada. Mi temor pasaba por el desenlace del problema: estas temáticas conllevan replanteos éticos que pueden volverse peligrosos si no se los lleva con discresión, pero finalmente el resultado es más que alentador.
El devenir del guión está muy pulido, insisto: es una obra de teatro. La secuencia de presentación de los personajes en base a supuestos que el espectador debe ir construyendo, el climax dramático, la calma chicha, diálogos puente para desembocar en un nuevo climax hasta llegar al desenlace final, tan contenido como necesario dado lo escabroso del asunto. Pero esto es cine, entonces la cabaña nos es presentada mediante travellings de acercamiento o distanciamiento, profundidad de campo y fundidos graduales entre secuencia y secuencia. Salvo algún que otro diálogo innecesario, Polansky dirigió esto con pulso de experto, y se nota.
Inevitablemente, no pude dejar de compararla con Hard Candy, la situación es distinta pero la idea es la misma: se dan vuelta las tuercas y el torturador pasa a ser torturado por la víctima. Salvo determinadas secuencias, todo se desarrolla en una cabaña, lo cual le otorga a la obra un espíritu teatral muy bien logrado (y vale aclarar que la peli procede de una obra de teatro): una atmósfera enfermiza, tres actores metidos en sus papeles a todo momento, una fotografía para envidiar y una iluminación sensiblemente controlada. Mi temor pasaba por el desenlace del problema: estas temáticas conllevan replanteos éticos que pueden volverse peligrosos si no se los lleva con discresión, pero finalmente el resultado es más que alentador.
El devenir del guión está muy pulido, insisto: es una obra de teatro. La secuencia de presentación de los personajes en base a supuestos que el espectador debe ir construyendo, el climax dramático, la calma chicha, diálogos puente para desembocar en un nuevo climax hasta llegar al desenlace final, tan contenido como necesario dado lo escabroso del asunto. Pero esto es cine, entonces la cabaña nos es presentada mediante travellings de acercamiento o distanciamiento, profundidad de campo y fundidos graduales entre secuencia y secuencia. Salvo algún que otro diálogo innecesario, Polansky dirigió esto con pulso de experto, y se nota.