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Decálogo 6 (TV)

Drama. Romance "No amarás": Tomek es un muchacho de 19 años que está locamente enamorado de Magda, una mujer mayor que él. Son vecinos, pero ella ni siquiera repara en su existencia. Sexto de los diez mediometrajes que constituyen el llamado "Decálogo", que se inspira los Diez Mandamientos. Este episodio es una versión de la película "No amarás", de 1988, realizada por el mismo equipo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
13 de enero de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
364/21/25/12/11) Sexto capítulo de la serie de esta serie de culto polaca realizada por el gran Krzysztof Kieslowski, este dedicado al mandamiento <No Amaras>, que por su calidad se alargo su metraje para que se exhibiera en cines, la síntesis para televisión no ha menguado su gran calidad, en lo que es un monumento al amor platónico, una delicada historia de amor reprimido, de amor inocente, del primer amor. Gira en torno a un muchacho introvertido y taciturno, Tomek (gran Olaf Lubaszenko), que vive con la abuela de un amigo que es un soldado de la ONU en misión en el extranjera, residen en un piso de un bloque obrero de Varsovia (lo que es una constante de la obra televisiva), desde allí espía con un telescopio a una mujer treintañera, Magda (brillante Grazyna Szapolowska), que vive en un piso del bloque de enfrente, ella es una soltera promiscua, en él crece una obsesión por ella, esto le hace ser celoso de todas sus parejas con lo que intenta dañar sus encuentros, además maquina todo tipo de artimañas para tener ingenuos encuentros con ella, le deja falsos acuses de recibo de correos donde él trabaja, la telefonea sin hablar o se hace lechero para visitar su puerta. La cinta es una vuelta de tuerca a la Obra Maestra de Hitchcock ‘La Ventana Indiscreta’, lo que allí se desarrollaba por el terreno del thriller aquí Kieslowski y el guionista Krzysztof Piesiewicz la dotan de una turbación enfermiza que deriva en la demostración de amor puro, el de Tomek, un amor que no pide nada a cambio, enfrente está lo que es el amor para Magda, solo sexo, lo que lleva a los dos al punto de encuentro de que en realidad son dos solitarios, dos estrellas errantes que buscan su sitio en el mundo, a través de estos encuentros Tomek pierde la candidez por culpa de Magda que le destroza el corazón, con lo que la tordilla se da la vuelta y ante el sentimiento de culpa es ella la que se siente atraída por él pues se da cuenta de haber encontrado el amor. Y es que como en casi toda la serie de lo que se habla realmente es de la soledad y de cómo la condición humana busca romperla. Kieslowski crea escenas de un poder lírico fascinante, está intimista historia nos atrapa por la gran empatía que despiden los protagonistas, sus miradas despiden tristeza, su tierna odisea nos cala profundamente, apenas hay diálogos con lo que la fuerza de las imágenes toma gran sentido, ayudado por una gran fotografía, que envuelve en una gran melancolía los fotogramas, donde la música del maestro Zbigniew Preisner la adorna de modo deliciosamente poético. Es un canto al Amor magistral, es retorcer el mandamiento hasta convertirlo en No Amaras por el dolor que te puede provocar, no por el sentido cristiano. Es uno de los mejores episodios de una serie de elevadísima calidad. Recomendable a los que gusten de cine que te dejará poso. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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21 de julio de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomek es un joven que tiene un amor imposible, espía desde la ventana de su cuarto a Magda, una mujer madura que disfruta del sexo y que no cree en el amor.

Él hace todo lo posible para verla, la hace ir a su lugar de trabajo, se hace repartidor de leche para ir hasta la puerta de su cuarto, etc. Busca establecer un contacto.

Se decide a hablarle, el temor de la mujer en un principio cuando Tomek le confiesa todo, se vuelve en curiosidad por ese personaje tan particular.

Mientras él la ama de forma inocente, ella le muestra lo que realmente representa el amor, su pensamiento. Tomek se siente humillado. Genial capítulo del Decálogo de Kieslowski.
10P24H
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14 de diciembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomek, un joven de 19 años que trabaja como funcionario en una oficina de correos, pasa casi todo su tiempo libre espiando, por medio de un catalejo, a Magda, una mujer, de unos 35 años, que vive en el edificio de enfrente.

Sexto capítulo de la serie 'Decálogo' que Krzysztof Kieslowski dirigió para la televisión pública polaca.

Aunque el núcleo de este mediometraje sea el enamoramiento, que no el amor, hay un elemento que une las vidas de los tres protagonistas, Tomek, Magda y la madre del amigo de Tomek (este personaje más secundario) con quien convive en la casa de ésta; que es la soledad, la cual será determinante en sus respectivos comportamientos. Tomek, vive aislado, sin familia ni amigos, se crio en un orfanato y ahora habita en la casa de su amigo Marcin que se ha ido a Siria en una misión de los cascos azules. Magda vive sola, ha tenido alguna pareja, como en la actualidad, y muchos encuentros sexuales. La madre del amigo de Tomek (de la que no llegaremos a saber su nombre), que según ella misma no puede vivir sola, es una mujer posesiva, lo ha sido como madre (lo que, seguramente, ha provocado la marcha de su hijo a Siria), y ahora ha acogido al amigo de su hijo con quien ejerce el mismo papel.

Tomek no solo ha heredado de Morcin su habitación, sino también la costumbre de espiar, en plan voyeur, a Magda. Morcin lo hacía con unos prismáticos, Tomek se ha refinado y lo hace con un catalejo con trípode, que ha robado. Lo que fue un entretenimiento, ver los frecuentes encuentros sexuales de la mujer con hombres en su casa, se ha convertido en una auténtica obsesión, en un acoso a distancia. Aquí tenemos al enamoramiento como 'acto impuro' referido en el sexto mandamiento. Kieslowski, con su ironía habitual, nos hace ver que lo impuro no es la hipersexualidad de Magda, sino la casi enfermiza obsesión del joven por ella, quien, como cualquier enamorado, termina idealizando a la persona amada. Cuando Magda, mujer veterana en cuanto al sexo, tiene la oportunidad de enfrentarse cara a cara con su admirador molesto, y virgen; con cinismo y desprecio, bajará de su nube a este, quien, lleno de frustración, tomará una drástica decisión. Sin embargo será en ese momento cuando los papeles se inviertan, pasando el acosador a ser acosado, aunque él no lo llegue a saber (la absorbente madre de Morcin lo impedirá). Magda se verá entre el remordimiento y el sentimiento ante la nobleza del muchacho, y, sobre todo, se sentirá, por primera vez, querida por alguien, aunque sea por un joven molestamente obsesionado con ella. Y eso es, en definitiva, lo que Kieslowski nos quiere transmitir, que el amor solo se puede dar de esa manera irreal e 'impura', es decir, dentro de una especie de locura.

De este mediometraje se hizo el largometraje titulado en España 'No amarás', ambos se diferencian en varios aspectos, pero, sobre todo, en el final. La conclusión de la obra que nos ocupa se ve real y acorde con lo que la historia ha ido transmitiendo; el final del largometraje difiere totalmente de este, Kieslowski lo rodó siguiendo los deseos de la protagonista, Grazyna Szapolowska, convirtiendo a aquel, con su lirismo y poesía, en un cuento de hadas.

A mi juicio, el mejor episodio de la serie, una obra de arte, no encuentro que le falte ni sobre nada, todo es normal, a la vez que profundo, dentro de la complejidad de aquello que se nos narra, sin ambigüedades, ni artificio alguno, sin trampas en el guion, pura maestría, en la que entra la música, siempre escueta y precisa, y en esta ocasión llena de romanticismo (solos de guitarra, violoncelo y piano) de Zbigniew Preisner.
Juan Ignacio
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11 de noviembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leche derramada.
Qué locura, qué belleza.
No tengo ni grandes necesidades ni grandes deseos, qué gran frase de la vieja.
Ella está de vuelta y él todavía no ha empezado, demasiada distancia les separa.
Ella está maleada, corrompida, cansada, escéptica, descreída, sin esperanza, ninguno de los fantoches que la rodea le sirve o llena, y él es un pobre chico huérfano que se agarra al clavo ardiendo del absoluto para encontrar a su desolada vida un sentido. Ella, con toda su gran y lamentable experiencia que le demuestra lo contrario, desprecia esa idea platónica del amor, se ríe de ella, la considera una estafa, a los hechos vividos se remite, no se cree esa pureza e inocencia, o si lo creía o creyó fue hace tanto tiempo que apenas queda rastro, no le cabe en la cabeza, piensa además que es ridícula e inútil, que ella está por encima, al otro lado de la trinchera, pero en el fondo algo también duda, él la descoloca con su extraño y obsesivo comportamiento, con su necia e invasiva valentía rayana en la locura, con esa terca y tierna insistencia, con su perturbado y candoroso idealismo, ve que no hay real peligro, que está muy desvalido, que no hay trasfondo ni segundas intenciones, que es transparente y le causa curiosidad ese ser tan virginal, le da un poco de pena y ternura y hasta incluso puede que también algo de cómico morbo ese bebé tan pundonoroso y piensa que y si... y al final se da cuenta de que esa ficción amorosa puede ser valiosa, vale la pena intentarlo, por qué no probarlo, si al fin y al cabo es un juego y nada tiene que perder con ello, pero él no está para medias tintas ni para probaturas, no tiene medida, va a tumba abierta, el cielo o el infierno, el amor o la vida, todo o nada y... la vieja interviene y pelea por suyo, por el chico y... las tornas giran y se cambian los papeles y los espías son espiados o viceversa y todos se miran en la distancia y el semen y la sangre corren... y
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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2 de septiembre de 2017
5 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he podido evitar recordar esta estrofa de la canción "Hoy voy a asesinarte" de Siniestro Total (del álbum "¿Cuando se come aquí?", 1982). La verdad es que la metáfora de la leche es bastante poco sutil; Kieslowski aquí se ha lucido poco.

Tampoco se ha comido mucho la cabeza el director al retratar a la madre (de adopción) castradora del muchacho. Creo incluso que está caricaturizada a propósito. Una vieja en batín cuyo hijo huyó con los cascos azules para perderla de vista y que ahora proyecta en Tomek todo su afecto maternal. Sus apariciones dan un poco de miedo. Con esa mirada y ese batín parece la madre de Norman Bates.

La peli tira mucho de Hitchcock ("La ventana indiscreta") y de Brian De Palma ("Doble cuerpo") y esto no es malo. A ratos es entretenida, pero no me acabo de creer la relación entre acosador y acosada, y la decisión final del muchacho me parece demasiado extrema.
cherburgo
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