Mi mujer favorita

Leo McCarey produjo esta memorable screwball comedy en la que recuperaba a la gloriosa pareja protagonista de "La Pícara Puritana", es decir, Cary Grant e Irene Dunne.

McCarey comenzó el proyecto también como director, pero tras sufrir un accidente automovilístico, el trabajo de dirección pasó a manos del finalmente acreditado Garson Kanin, un experimentado guionista especializado en el subgénero de comedia de pareja.

Estamos ante una desternillante farsa matrimonial plagada de situaciones divertidísimas alrededor de un triángulo amoroso, bueno...mejor dicho...de un cuadrado amoroso.

La película lo tiene todo: ritmo vertiginoso, diálogos ocurrentes llenos de cinismo, el protagonismo de unos espléndidos actores en total estado de gracia apoyados por la cómica participación de secundarios de gran nivel, hilarantes momentos de humor absurdo.... En fin, una absoluta joya de la comedia clásica que además cuenta con el trabajo de Robert Wise en el montaje y de Rudolph Maté como director de fotografía.

La pareja Grant y Dunne, quienes siempre derrochaban mucha química en pantalla, volverían a coincidir por tercera y última vez un año después bajo dirección de George Stevens en el magnífico melodrama "Serenata Nostálgica".

Buenísima comedia, con un excelente Cary Grant y una no menos buena Irene Dunne, llena de situaciones muy divertidas.
Me gusta, sobre todo, que la acción que desencadena toda la acción de la película (lo que ocurrió en la isla) se sepa por lo que cuentan los implicados, motivo por el cual se producen todos los equívocos.

Deliciosa, divertida, hilarante y amena comedia "screwball”, que iba a dirigir el gran Leo McCarey (que es además productor y guionista), pero sufrió un inopinado accidente que le impidió hacerlo.

Para llevar la realización de esta simpática obra McCarey elige a un acertado Garson Kanin, un director con oficio y experiencia que, a decir verdad, consigue llevar a buen término la cinta, con algo de ayuda maccareysta.

En la historia, con un sensacional guion de McCarey, Samuel Spewack y Bella Spewack, Nick (Grant) acaba de casarse con Bianca (Patrick), cuando impensadamente aparece Ellen Wagstaff Arden (Dunne), su esposa desaparecida, a la que habían declarado legalmente muerta tras su un naufragio en las costas de Indochina siete años atrás.

Ellen intentará por todos los medios que Nick vuelva con ella antes de iniciar su viaje de luna de miel. Tras mil y un enredos en el hotel al que han ido, la cosa se complica cuando Nick descubre que su esposa estuvo en la isla desierta donde naufragó, con el atractivo Stephen Burkett (Scott).

El reparto es de los muy buenos con un Cary Grant sembrado y con esa vis cómica que le caracteriza, o sea, que hace reír casi sin pretenderlo. Irene Dunne está maravillosa, muy bonita y entre ambos hay mucha química. Y en línea de excelencia tenemos a Randolph Scott (el reconocido héroe de tantísimos westerns) como Adán, el apuesto amigo náufrago de Ellen; y muy la bonita y expresiva Gail Patrick.

El argumento relativamente sencillo del filme da para pasar un rato divertido y reír a gusto en más de una ocasión. La película, en fin, se deja ver gustosamente, pues tiene el atractivo y el encanto de las comedias románticas hollywoodienses: toques de originalidad, situaciones embarazosas, argumento sencillo, pero coquetas, pudorosas, complacientes e imperecederas.

Tras el accidente, McCarey, una vez recuperado, estuvo los últimos días en el set de rodaje, pero sobre todo se encargó de hacer los cortes de la película. Al principio la cinta no funcionaba y tuvo que ir cortando por aquí y por allá, e importante, rodaron escenas nuevas, sobre todo las escenas con el juez, que es de lo que más se recuerda luego y lo que le da un toque muy importante a la película.

Clásica comedida de situación, con el rey de todo esto: Cary Grant.
Un hombre normal que perdió a su mujer ahogada (Irene Dunne) en el pacífico mientras trabajaba como fotógrafa en un safari se vuelve a casar con otra mujer (Gail Patrick). El mismo día de la boda, después de siete años desaparecida vuelve a aparecer tras la boda.
Todo se complica cuando descubre que su mujer ha vivido estos años con un hombre en la isla perdida en la que ha permanecido, el guapo y atlético joven (Randolph Scott), y al final el enredo es mayúsculo...
El director es Garson Kanin, desconocido para mi, pero el guión está firmado por Leo McCarey, que también es el productor, un grande de la comedia de los 40 y 50. La fotografía la firma Rudolph Maté, y el montaje es de Robert Wise que acababa de colaborar con Orson Welles en Ciudadano Kane.

La verdad es que, para ser una comedia romantica de esta época y contar con el mismísimo Cary Grant, me resulto una película algo regulera.

He visto películas de este estilo mucho más divertidas, con situaciones realmente embarazosas, y en donde los dos protagonistas tienen una química especial.

Esta película se queda un poco corta en todo eso, Cary está bastante bien en unos momentos, pero en otros parece un poco fuera de lugar, una lástima para ser uno de mis actores favoritísimos de la época.

La historia no está mal, pero trata algunos temas, como la infidelidad, de forma un poco frívola, al igual que el tema de los hijos... no se, es algo raro.

Se deja ver, echas alguna risa, pero me parece muy mejorable.