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Las nieves del Kilimanjaro

Drama A pesar de haber perdido su trabajo, Michel vive feliz con Marie-Claire desde hace treinta años. Sus hijos y sus nietos los llenan de alegría. Tienen amigos muy cercanos. Están orgullosos de sus actividades sindicales y políticas. Sus conciencias son tan transparentes como sus miradas. Pero ese bienestar salta por los aires cuando dos hombres armados y enmascarados los golpean, los atan y se fugan con sus tarjetas de crédito. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
9 de septiembre de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues no. Conste de entrada que, inmersos en este capitalismo salvaje que nos está arrancando hasta la piel, aplaudo a esos francotiradores inasequibles al desaliento como Guédiguian y Loach, que siguen erre que erre en sus planteamientos progresistas, un oasis en este infierno, aunque a veces... se tiren de cabeza al panfleto. Las nieves del Kilimanjaro es un cuento de hadas que cae en la inverosimilitud en el tramo final. Vamos, no hay quien se crea esa bondadosa reacción de la pareja protagonista, por más progres que seamos. Yo no me lo creo, al menos, y admito que ésa no sería mi actitud, lo más probable. Todo viene arropado por esos buenos intérpretes de los que Guédiguian siempre saca el mejor partido, pero en algunos momentos el pastel se me indigestó. No obstante, bienvenida sea esa bocanada de aire fresco, aunque prefiero otras obras anteriores de este marsellés de pro.
Eduardo
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27 de noviembre de 2012
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película plagada de buenas intenciones con un reparto interesante pero con notables problemas de guion. Sería de agradecer que el maniqueísmo de la cinta fuera menos exagerado. Hace poco que hablábamos de la película de Dexter Fletcher, Wild Bill, ambos guiones son perfectamente comparables porque juegan con la misma idea, el mismo eje común acerca de la catarsis de personajes que son confrontados con una situación límite. En la película británica, a pesar de no ser una película redonda, los personajes de los niños son tratados de una forma mucho más creíble. En la de Guédiguian parecen guiñapos a merced de la historia principal, la falta de acierto y la pereza a la hora de solucionar esos cabos, alejan mucho de las buenas intenciones que tiene el guionista. Aleja al espectador porque no es posible ni creíble que los hermanos del ladrón reaccionen de esa manera. Suena a trampa, suena a querer engañar al espectador para vender el producto.
Más allá de ese grave problema, el mensaje adolece de un maniqueísmo y de una simplicidad exacerbada. El bien y el mal son algo relativos, no existen en puridad, no existen como realidades separables que, por sí, tienen realidad ontológica. Los griegos ya supieron ver esto cuando afirmaban que el hombre es la medida de todas las cosas. El guion de Guédiguian parece optar por lo contrario, mantiene posturas demasiado extremas, demasiado poco matizadas.
Por el camino, el guion, aparte de los mencionados niños, va dejando otros fiambres por el camino, como el ladrón malo del que nadie se acuerda y que, probablemente, pudiera tener una historia que merezca la misma o mayor consideración.
Lo que ha escrito Guédiguian es una cuento que tranquiliza conciencias, que nos hace creer que la realidad todavía es salvable, pero la realidad es muy tozuda. Tan tozuda que desenmascara la historia de Guédiguian como una gran mentira. Falsa, absurda y demasiado francesa.
nudodobleblogspotcom
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2 de mayo de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una historia que pretende ser pura esencia de cine social actual, aunque quizás al rebasar ciertos límites que la lógica de la realidad nos impone resulta parecer más una fábula. A partir de un interesante guión, lleno de intenciones, de una muy buena ambientación, así como en una presentación muy atinada del perfil de los personajes se desarrolla inicialmente una acción bastante consistente. Sin embargo, a partir del hecho central de la historia, el atraco, toda la trama se desvanece un poco, comienza hacerse repetitiva en sus planteamientos y dilemas éticos, morales y sociales y en consecuencia y de manera paradójica diluye su carga de denuncia y critica a la sociedad, que se supone intenta lograr.

Nos volvemos a encontrarnos dentro del cine europeo actual con otro filme que tiene como objetivo despertar las conciencias de los espectadores. En este caso Guédiguian toca muchos palillos, pero el marco de la trama hace sobrenadar uno en especial, el papel de sindicatos y sindicalistas en la componenda global del mundo laboral y de la huida hacia delante de los intereses propios y del apaño en medio de las crisis económicas. Hay otras pociones, se plantea ¿se hace todo lo que se puede, si es así porque tener mala conciencia? Esa, fundamentalmente es la reflexión que deja un filme hecho con mucho oficio cinematográfico.
RAFA RUBIO
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11 de agosto de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película puede llegar a emocionar. Te sentirás identificado o al menos querrías ser como ese protagonista. Un protagonista a lo Capra. Pero éste conseguía que las costuras se vieran poco. Sabías que era una fábula. Y entrabas y te dejabas mecer. Pero aquí quiere haber realidad y análisis social/político. Y toda la trama trata de potenciarlo produciéndose incongruencias, vacíos y, lo que es más grave, darte la sensación de que estás viendo una película de ciencia ficción. Todo es fácil, todo sencillo, todos buenos (hasta el malo tiene razones buenas) salvo alguno. Esos niños que no se cree nadie, esa puerta abierta. Se hace difícil entrar en ese juego salvo que cierres tu mente analítica. Hay que olvidarse de todos estos detalles y creer que es una fábula, una película de fantasía a lo Disney y dejarse llevar. De lo contrario, les verás las costuras por todos lados. Evidentemente las personas de izquierdas, y sobre todo si sienten superiores moralmente, tendrán muchos menos problemas para ello.
luis
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9 de marzo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La clase media es algo despreciable. Vive lo bastante bien como para permitirse un viaje a África aun teniendo la formación moral e intelectual suficiente para alcanzar una conciencia de las desigualdades sociales, (quizá eso mismo ha pensado la odiosa derecha española actual cuando se ha propuesto destruirla, pero bueno, la peli no va por ahí…). El caso es que Guediguian se ha propuesto defender la tesis de que no basta con que todos los que somos aceptables personas seamos, simplemente, aceptables personas. Tenemos que ser héroes y casarnos con héroes. No importa si el mundo mejora con ello, nosotros estaremos en el Camino si lo hacemos.
Para convencernos de esta antigua premisa, (está en muchas religiones y filosofías desde la Antigüedad), nos va guiando de la mano por un mundo de casualidades significativas y trampas de poco estilo: un ere-bingo surrealista, una fiesta de jubilados donde todos los asistentes son chicos y chicas guapísimos, (como indicando la buena conciencia previa al detonante del cambio); una Marsella que parece Villaconejos de Abajo, de lo pequeña que es, (cómic de Spiderman); un poli que permite algo más que llamadas de teléfono, (no digo que no existan, lo sospechoso es que se lo encuentre justo el protagonista); un chaval muy majo, buen pagador y familiar que apalea jubilados, (y que, después, no se preocupa ni lo más mínimo de sus hermanos, porque ya no es necesario para la ascesis del protagonista); una madre choni gritando en el puerto a una desconocida lo que nunca le ha dicho a nadie sólo para poner otra piedra en esa conversión y que nosotros lo sepamos…; muchos niños, recurso fácil, usados continuamente… Y así, el tufillo de lo falso se va pegando a cada situación o escena nueva de la película, aunque la intención sea buena. De ese mar de asuntos “sospechosos”, dos son tan impostados que hasta da risa: los hijos de la pareja, que han sido también educados en la conciencia del buen burgués, salen ranas al no aceptar la decisión de sus padres, porque no han vivido la Lucha de éstos. Más poco creible aún resulta ver a dos niños “jichos”, uno casi adolescente, comiendo salchichas rodeados de un mar de abuelos a quienes no conocen, sin poder rebelarse y largarse porque son el fruto de la decisión del buen burgués.
No se me interprete mal; no es una película detestable. Al fin y al cabo, en el fondo da gusto ver hoy cine donde priman no ya las buenas personas, sino, al menos, que alguien reflexione sobre las acciones que comete. Además, ofrece unas interpretaciones aceptables, al menos de la señora de Guedigian, que tiene una sonrisa maravillosa que hace que el mensaje casi cuele. Y contiene, por momentos, elementos de thriller nada desdeñables.
Muchos progres salen del cine con lágrimas en los ojos y preñados de buen rollo, pero es que les han colado la “Pavana para una infanta difunta” en la banda sonora para emocionar más. Además, lo de esta pareja lo hace Cáritas en mi barrio con gente más puteada y nunca he visto, por ello, ningún elogio de un sindicalista.
Tiene razón Javicaysa, otro crítico de esta película, de quien cito sus palabras con su permiso: “En fin, el problema es que el director no sabe cómo hacer que la trama avance hasta donde él quiere (hasta su final), y necesita desesperadamente llegar hasta ahí como sea”.
berenice
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