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Las nieves del Kilimanjaro

Drama A pesar de haber perdido su trabajo, Michel vive feliz con Marie-Claire desde hace treinta años. Sus hijos y sus nietos los llenan de alegría. Tienen amigos muy cercanos. Están orgullosos de sus actividades sindicales y políticas. Sus conciencias son tan transparentes como sus miradas. Pero ese bienestar salta por los aires cuando dos hombres armados y enmascarados los golpean, los atan y se fugan con sus tarjetas de crédito. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
22 de agosto de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco puedo añadir a todo lo que ya se ha dicho en esta página sobre este prodigio de película de Robert Guédiguian. Si una expresión puede resumirla es naturalidad de la maestría. Aquí todo es sencillo -el barrio de Marsella, la gente, la trama incluso, por no hablar de las interpretaciones- y todo es magistral.
Hasta los dos niños mayores -Martin y Jules- son tan verosímiles que sorprenden, con sus risas contenidas, sus silencios, su educación.
Porque es una película de buenos sentimientos, sí, de buenos, de gente honrada, que no hace mal a nadie y que cuando lo recibe es capaz de perdonar.
Al lado de tanta morralla en pantalla -muertos despedazados, vampiros, zombis...- qué bien sienta ver a gente, sin más, a la pobre gente, a la buena gente.
yoparam
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30 de abril de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guédiguian nos ofrece una nueva lección de cine social. Recurriendo de nuevo al modelo francés de protagonistas amables en situaciones complicadas, el brillante director nos situa en medio de un conjunto de situaciones tras las que se esconde muchos elementos de reflexión profunda: el papel de los sindicatos, la actitud de los trabajadores, la exclusión, la violencia social, el rol de las nuevas generaciones... La película nos da la oportunidad de meditar sobre el papel que juega cada uno.

Sin embargo, la reflexión más importante de este trabajo se encuentra en el núcleo de su argumento: ¿Qué hacer cuando la solidaridad entre los de abajo se rompe y tus iguales se vuelven tus enemigos? ¿Cómo reparar esos lazos rotos, en un mundo donde las dinámicas y otros poderes superiores propician su ruptura? Y los protagonistas de Guédiguian darán con la respuesta, encontrarán una solución acorde con su ideología y su visión de lo que es correcto, reconstruyendo la cohesión desde el único punto de vista posible en una situación extrema.

Muy, muy, muy, muy recomendable... Una película esencial en tiempos de crisis.
branhunter
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3 de mayo de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólo puedo decir 'amén' a todo lo que nos propone Guédiguian -y su clan Marsella- en esta cinta, una de las más logradas de su trayectoria. Y que no hace falta irse a África, realmente, para establecer un contacto con la precariedad. Yo también les digo 'ti cupubala' (no estoy segura de si se escribe así) para decirles que les quiero, especialmente a Darroussin :)
Rebeca
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27 de septiembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las Nieves del Kilimanjaro es una cinta que retrata la problemática laboral que muchos ciudadanos están viviendo en la actualidad en cualquier ciudad europea, y como esa falta de empleo y el miedo a perderlo afecta en las relaciones sociales y en la vida personal de cada uno de los individuos. La crisis económica-financiera por la que está atravesando el modelo económico occidental desde hace ya unos años, causa grandes destrozo en el empleo, aumentando las cifras del paro día a día y mes a mes. Como siempre pasa, estas crisis afectan a la clase obrera y trabajadora, pese a ser provocada y generada por los "ricachones de turno", quienes vivían y siguen viviendo "a cuerpo de rey". La clase media y baja, trabajadora y que no entiende de primas de riesgo y de bonos de deuda, se ve afectada de lleno y sus trabajos desaparecen o peligran. Los expedientes de regulación de empleo, justificados unos, aprovechándose del momento y de las ventajas gubernamentales otros, están al orden del día y se suceden sin discontinuidad alguna. Las plantillas se recortan y el papel de los representantes sindicales de las empresas queda en entredicho. En este caso, Michel, pese a formar parte del cuerpo de representación de los derechos de los trabajadores y pudiendo quedar fuera del expediente de regulación, decide incluir su nombre junto con el del resto de sus compañeros en un sorteo que dará con veinte empleados en el paro. Su nombre es uno de los que aparece en las papeletas elegidas y por tanto, acabará sin empleo.
La situación de desempleo de Michel es el punto de partida de la película. A partir de ahí, la historia sabe retratar cómo es la situación de una persona de más de cincuenta años y que se encuentra desempleado. Problema que afecta a muchas personas en la actualidad en Europa y América. Personas en el tramo final de su carrera, tras una dedicación de décadas a su empresa y que se ven avocadas al paro. La incorporación de estas personas de nuevo al mundo laboral es compleja, dado que es difícil reciclarse. En eso, la película acierta, y es uno de los primeros temas que toca. Michel no sabe qué hacer con su tiempo, se aburre. Trata de buscar empleo, trata de entretenerse con la familia y con las tareas domésticas, pero no está acostumbrado a vivir sin trabajar. No está jubilado, pero no encuentra trabajo. El guión trata estas cuestiones con total naturalidad y sin dramatismos ni exageración alguna, infundiendo una gran dosis de credibilidad.
El segundo tema abordado es la problemática social y personal asociada a la falta de empleo, encarnándose en uno de los jóvenes atracadores, también en paro y afectado por el mismo recorte de plantilla. La necesidad de este joven, quien ha de cuidar y mantener a sus dos hermanos pequeños por desentendimiento de los progenitores, le hace recurrir a lo que sea para obtener el dinero necesario para pagar el alquiler y alimentar a sus hermanos. En esto, pese a ser una situación que se puede dar y se da, quizá pueda parecer que se esté extremando la situación para reflejar con más intensidad la crueldad de la misma y la clara necesidad por sobrevivir. No obstante, es un elemento necesario para la segunda parte del film, donde aparece lo conmovedor y la solución final, de la cual no hablamos para no avanzar nada a los lectores que no la hayan visto.
La naturalidad con la que se narra la historia y la honestidad de la dirección, hacen que la cinta nos conmueva y haga crecer en nosotros un brote de optimismo y sensibilidad. Rebusca en nuestro interior y le da forma a un principio de convencimiento que nos lleva a pensar que sigue habiendo bondad y solidaridad en la sociedad actual, la cual, curiosamente, sale a relucir en las situaciones más duras y más difíciles. Empleamos el adverbio curiosamente de forma expresa para hacerles llegar la siguiente reflexión: esta solidaridad, nobleza y honestidad se da entre la gente más humilde y en situaciones de necesidad, situaciones que han sido generadas por otros, quienes no muestran solidaridad, honestidad y nobleza alguna. Lanzamos desde aquí un grito de lucha en pro de la honestidad de las personas y las entidades. ES NECESARIO.
En ese segundo tramo que no queremos desvelar, es donde aparece la componente conmovedora, la que emociona y la que te hace sentir bien, te calma. Y eso es algo que nos gusta, el que el cine nos transmita, nos emocione, nos conmueva y, además, sin dramatismos extremos, ni lágrima fácil.
Esta fábula realista con poso de crítica tiene éxito por la completo del guión, por la honestidad de la dirección, por la naturalidad de la narración y por la compleja simplicidad de las interpretaciones. Tanto Ariane Ascaride como Jean-Pierre Darroussin consiguen unas interpretaciones muy completas, muy nobles y nos atrevemos a decir, simples. Sí simples, a modo de halago. Interpretación sin alardes. Con toda nuestra admiración, es como ver a nuestros padres ejerciendo de su papel principal en la vida, el de ser padres y unos bueno padres.
Lucas Liz
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27 de octubre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sensación que tuve al salir del cine fue agridulce porque, si bien De todo corazón me emocionó en su momento, en esta película la falta de realismo en sus escenas cruciales ha hecho que no esté del todo convencida sobre si es una película recomendable. Está llena de buenas intenciones, hay momentos de la familia muy creíbles, el trasfondo de la crisis se encuentra presente como hilo conductor de la historia, pretende despertar la conciencia del espectador... Y entonces, ¿por qué no me ha enganchado?


Lo que a mí más me chirriaba era la música. No sé de quién fue la "feliz" idea de meter esa BSO que no entra ni con calzador. Sabías que llegaba un momento emotivo cuando empezaba a sonar la música de fondo y eso al menos a mí, me hacía desconectar, dejaba de empatizar con la historia y todo se tornaba ñoño y casi irritante.


Por otro lado, se nota que Guédiguian tiene oficio, sobre todo en la ambientación y en el papel de sus protagonistas (su mujer, Ariane Ascaride maravillosa). Pero la historia en sí se torna tan inverosímil, que se pierde el interés en ella. Y creo que dejarte de creer una trama social es el peor de los errores que le puede suceder a una película de estas características.


Así que en definitiva, tiene momentos tan brillantes como su ciudad, Marsella, porque está dirigida por alguien que sabe hacer cine, pero esos fallos básicos para que la historia funcione hacen que la película fracase. ¡Una pena!
Lizhen
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