Las nieves del Kilimanjaro

La cinta -y repito: CINTA, que decir película es de pobres ignorantes y yo soy cultureta como vosotros- es un extracto de la realidad distorsionada, jugando muy bien con el espacio-tiempo, pero a los personajes les falta alma, les falta espíritu. Obviar que el decorado y las miradas de los mismos son algo pobres sería de tener muy poco ojo cinéfilo. Yo, que soy cinéfilo de toda la vida, he sido capaz de observar esto, viendo además lo inerte de lo contemporáneo en el mismo film -me encanta usar palabras que no usa la chusma común que no entiende de cine-.

A mí lo que más me gusta es comentar grandes películas y ponerles un 1, porque así me creo más especial al no gustarme una CINTA reconocida por todo el mundo, y poder decir que al que le gusta eso es porque no tiene el nivel suficiente para observar los detalles. El metalenguaje es lo mío, porque a diferencia de vosotros, que escribís palabras raras sin tener ni idea de lo que decís, yo sí que las uso con propiedad.

Siguiendo con el tema en cuestión, que es esta CINTA/FILM (¿veis como entiendo de cine? he dicho cinta) podemos decir que la relación de los personajes con la realidad abstracta de fuera de la película desprende una hostilidad hacia el individuo y un rechazo etnocentrista y antropocentrista injustificado. El ser humano pasa a un plano bastante lejano en comparación con la materia viva en cualquier caso. El relieve de la imagen unido a un sonido que usa canales erróneos hace que esta cinta quede en evidencia ante un ojo analítico, experto y cinéfilo como el mío -o como el de cualquiera de los que comentáis aquí, que se ve que todos entendéis un montón de cine porque os habéis visto las tres de Toy Story-.

En resumen, podemos decir técnicamente que esta película es buena, pero que no me sale de la huevada decirlo porque si critico un buen producto y soy el único capaz de hacerlo me siento más especial, más entendido y más cinéfilo, y así hago ver que a mí no me gusta el tipo de CINTA que le gusta a la plebe inculta. A ver si nos enteramos, ¡que soy un cultureta!.

La historia de un sindicalista pre-jubilado en la portuaria Marsella que se enfrenta a una situación delictiva en la cual se ponen a prueba todas sus convicciones y la aparente fortaleza de su entorno corría el peligro de convertirse en un panfleto oportunista en época de crisis. Este temor se compensaba con los buenos recuerdos de la cinta "Marius y Jannette (Una historia de amor)" del mismo director, Robert Guédiguian.
Nos encontramos ante un relato realista centrado en la vida de una pareja que tiene que hacer frente a una de aquellas pruebas que la vida te hace pasar y, a pesar de los cimientos vitales parezcan muy reforzados, provoca un terremoto que lo pone todo en prueba a la vez que abre alguna dolorosa herida. Este planteamiento aparentemente sencillo se va desligando de una forma coherente, comprometida y medida a pesar de que queden algunos fleco que no cuadra del todo (el papel de los hermanos abandonados por la madre y las escenas de la comisaría tambalean de forma clara).
El tratamiento que hace de la problemática social no se queda en ningún momento en la superficie de la moralina de la frase hecha y espectacular. El director hurga en las convicciones más profundas de cada personaje, en el choque de opiniones contradictorias y, a veces, muy instintivas para ofrecer una luz de esperanza a través de una solidaridad cercana y vecinal. No pretende, y se agradece, hacer un lavado de conciencia de las clases más "insiders" y populares con una solidaridad mal entendida y caritativa a pesar de la crítica feroz y un pelín exagerada que se hace al servicios sociales institucionales.
En definitiva una cinta muy recomendable, llena de luz y claridad en y para todos los sentidos.