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España España · santiago de compostela
Voto de berenice:
5
Drama A pesar de haber perdido su trabajo, Michel vive feliz con Marie-Claire desde hace treinta años. Sus hijos y sus nietos los llenan de alegría. Tienen amigos muy cercanos. Están orgullosos de sus actividades sindicales y políticas. Sus conciencias son tan transparentes como sus miradas. Pero ese bienestar salta por los aires cuando dos hombres armados y enmascarados los golpean, los atan y se fugan con sus tarjetas de crédito. (FILMAFFINITY) [+]
9 de marzo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La clase media es algo despreciable. Vive lo bastante bien como para permitirse un viaje a África aun teniendo la formación moral e intelectual suficiente para alcanzar una conciencia de las desigualdades sociales, (quizá eso mismo ha pensado la odiosa derecha española actual cuando se ha propuesto destruirla, pero bueno, la peli no va por ahí…). El caso es que Guediguian se ha propuesto defender la tesis de que no basta con que todos los que somos aceptables personas seamos, simplemente, aceptables personas. Tenemos que ser héroes y casarnos con héroes. No importa si el mundo mejora con ello, nosotros estaremos en el Camino si lo hacemos.
Para convencernos de esta antigua premisa, (está en muchas religiones y filosofías desde la Antigüedad), nos va guiando de la mano por un mundo de casualidades significativas y trampas de poco estilo: un ere-bingo surrealista, una fiesta de jubilados donde todos los asistentes son chicos y chicas guapísimos, (como indicando la buena conciencia previa al detonante del cambio); una Marsella que parece Villaconejos de Abajo, de lo pequeña que es, (cómic de Spiderman); un poli que permite algo más que llamadas de teléfono, (no digo que no existan, lo sospechoso es que se lo encuentre justo el protagonista); un chaval muy majo, buen pagador y familiar que apalea jubilados, (y que, después, no se preocupa ni lo más mínimo de sus hermanos, porque ya no es necesario para la ascesis del protagonista); una madre choni gritando en el puerto a una desconocida lo que nunca le ha dicho a nadie sólo para poner otra piedra en esa conversión y que nosotros lo sepamos…; muchos niños, recurso fácil, usados continuamente… Y así, el tufillo de lo falso se va pegando a cada situación o escena nueva de la película, aunque la intención sea buena. De ese mar de asuntos “sospechosos”, dos son tan impostados que hasta da risa: los hijos de la pareja, que han sido también educados en la conciencia del buen burgués, salen ranas al no aceptar la decisión de sus padres, porque no han vivido la Lucha de éstos. Más poco creible aún resulta ver a dos niños “jichos”, uno casi adolescente, comiendo salchichas rodeados de un mar de abuelos a quienes no conocen, sin poder rebelarse y largarse porque son el fruto de la decisión del buen burgués.
No se me interprete mal; no es una película detestable. Al fin y al cabo, en el fondo da gusto ver hoy cine donde priman no ya las buenas personas, sino, al menos, que alguien reflexione sobre las acciones que comete. Además, ofrece unas interpretaciones aceptables, al menos de la señora de Guedigian, que tiene una sonrisa maravillosa que hace que el mensaje casi cuele. Y contiene, por momentos, elementos de thriller nada desdeñables.
Muchos progres salen del cine con lágrimas en los ojos y preñados de buen rollo, pero es que les han colado la “Pavana para una infanta difunta” en la banda sonora para emocionar más. Además, lo de esta pareja lo hace Cáritas en mi barrio con gente más puteada y nunca he visto, por ello, ningún elogio de un sindicalista.
Tiene razón Javicaysa, otro crítico de esta película, de quien cito sus palabras con su permiso: “En fin, el problema es que el director no sabe cómo hacer que la trama avance hasta donde él quiere (hasta su final), y necesita desesperadamente llegar hasta ahí como sea”.
berenice
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