Atraco a las tres

Una de las mejores peliculas hechas en nuestro país, con un José María Forqué magistral y unas actuaciones sublimes por parte de todos sus actores, destacando al gran López Vazquez, en una interpretación memorable del jefe de la banda de ladrones menos profesional de la historia. Sólo la fotografía hace que la película merezca la pena, pero si a eso le sumamos una buena dirección, unos grandes actores en estado de gracia (parece que los papeles estén escritos pensando exclusivamente en cada uno de ellos... sobre todo Alfredo Landa, no se si actúa o si es así en la realidad) y un guión desternillante y original, obtenemos una magnífica comedia a la española.

Porque claro, no podía ser de otra manera. La puntualidad no suele ser una virtud española. Ni la eficacia. Los golpes perfectos made in Hollywood aquí difieren un poquito. Y eso nos ofrece Forqué, una versión castiza de la planificación y comisión de un atraco, de esos que en Jolibú tienen tanto cachet.
Para empezar, los aspirantes a chorizos son un pelín casposos. Ni un George Clooney, ni un Brad Pitt, ni una Julia Roberts. Panda de aficionados que no pueden competir con el cutrerío de un López Vázquez, un Manuel Alexandre, un Cassen, una Gracita Morales, un Alfredo Landa y un Agustín González. La chapuza typical Spanish rezuma por todos los poros de estos personajes que recrean con tanto reconocible esperpento la ley del desastre. Por supuesto, los ladrones en la España de los sesenta eran cortitos y en plan paleto. Cosas del ambiente. La gente de a pie de un Madrid de misa y olla que pretende meterse a gángster es lo que tiene.
Es que aquí no nos podíamos lucir ni en eso. Ni en el arte del hampa. Ni para ladrones servíamos.
La burla y la parodia atacan la implacable despersonalización que conlleva nuestra burocrática y avara sociedad. El cine negro americano clásico es satirizado y desmitificado. El “cerebro” de la banda recluta a sus patosos compañeros de trabajo y organiza un plan de los que a un crío se le podría haber ocurrido en un arranque de entusiasmo tras haber visto una película de mafiosos. Hasta hay chica sexy y todo, según los cánones de la época. Sí, aparte de la obvia Katia Loritz, por una vez Gracita Morales no sale con hábito de monja o con recatado uniforme de criada de provincias.
Y, para completar el cuadro, al personal más bien lamentable había que sumar que nada había de salir según lo previsto.
Lo cierto es que he echado de menos algo más de chispa en esta comedia que se me hace más simplona y cargante de lo que esperaba, pero a pesar de esos escollos aprueba gracias a sus varios momentos de sonrisa y a su socarronería.

Probablemente uno de los mejores exponentes del cine español. Sin dejar el tono de comedia, van pasando por delante de nuestros ojos las grandezas y miserias de una parte de la sociedad durante una época tan gris como el formato de la película. Casi la podemos considerar una revolución a pequeña escala, pero con el estigma del españolísimo modus operandi por bandera. Definitivamente, hay que verla.

He trabajado en la banca más de treinta años, y tengo que decir que todos y cada uno de los personajes están clavados.

Desde el director paternal y bonachón, el interventor trepa y aprovechado, pasando por el resto de empleados, todos bordan sus papeles. Me quedo con las interpretaciones de Manuel Alexandre y José Orjas.

El ritmo es frenético y el final, claro, siendo el año que era no podían salirse con la suya.

Pero que grande «Atraco a las tres». Grande no, inmensa. Una comedia agridulce con un fiel retrato del alma humana y la sociedad que hemos construido, no sin cierta crítica que bien podría aplicarse al presente, ya que cada uno de nosotros es como estos españolitos empleados de banco que van demasiado al cine y sueñan con una vida mejor.

El reparto es de esos que aportan su personalidad, su estilo, su carisma a toda la película, convirtiéndose en imprescindible. No puedo resaltar a ninguno porque es que absolutamente todos los actores están de diez. El papel protagonista lo tiene un genial José Luis López Vázquez, el cerebro del golpe y en el fondo el más ingenuo, que será siempre «un esclavo, un siervo», pero también quien defienda a ultranza lo que ya considera su dinero para desquicio de los clientes en toda una escena delirante. Alfredo Landa como el conductor que no sabe conducir y su cara de buenazo, Gracita Morales y su disfraz de atracadora, Manuel Alexandre apoteósico creo que cada vez que habla, Cassen y su perenne risa; y Agustín González tosiendo y golpeando los sellos con furia como señal de aviso. No se puede pedir más y yo no lo pido. A ver quiénes les igualan.

El guión es inquebrantable, de una agilidad y una perfección en el humor que nos mata de risa por las comicidad de las situaciones, que hacen gracia precisamente porque están llenas de autenticidad, inteligencia, desparpajo y credibilidad. Los atracadores fríos, que dominan el crimen, sesudos y puntillosos queda parodiados como no he visto nunca (ni veré posiblemente) en esta banda de simples trabajadores que sigue paso a paso todos los convencionalismos del género. Su problema, o su virtud, es que carecen de malicia y se toman tan en serio lo que tienen entre manos que se paran a comprar churros en pleno ensayo del atraco. Y se los comen.

Una película en apariencia sencilla pero repleta de detalles y secuencias nada fáciles, con un José María Forqué que consigue crear vida constante en la pantalla. Dirige admirablemente a los actores y les hace estar siempre en escena. Siempre en movimientos, siempre saliendo o entrando, subiendo o bajando las escaleras. El sonido bebop como banda sonora es la guinda al pastel. Que bien queda, cuánto sabor da.

Magnífica película, en definitiva. Española, universal e imprescindible. De lo mejor de nuestro Cine.