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Asesinato (Murder)

Intriga Una mujer es acusada de asesinato y juzgada por ello. Todo el jurado popular cree en su culpabilidad, salvo un hombre que hará todo lo posible por defender su inocencia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
6 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
202/06(04/07/20) Interesante tercer film sonoro de Alfred Hitchcock, con un ritmo fluido, con dosis de humor, donde AH escribió el guión con su esposa y Alma Reville y Walter C. Mycroft, basado en una novela llamada “Enter Sir John” (1928) de Clemence Dane y Helen Simpson. Tiene un clásico mantra hitchcockiano en lo el personaje del falso culpable, tratado en esta ocasión de modo distendido sin tensión alguna, centrado en una investigación “whodonit”, con unos personajes apenas esbozados, meros clichés, destacando el juego meta-ficcional en cómo se entremezcla el mundo del teatro con la narración, ello también potenciado en su ambientación eminentemente teatral, donde este arte es utilizado como elemento para dar con el culpable y en el epílogo juega AH al meta-teatro. También es reseñable el acercamiento al microuniverso del travestismo, que tendría su zenit Hitch en “Psyco” (1960) 30 años después. En medio de este producto algo envejecido de pasarratos, hay algunas cualidades que dan fe de que hay un creador inquieto tras las cámaras, con manejo del arte del expresionismo alemán del que había bebido, con travellings dramáticos (como el del barrido por las ventanas del inicio), con fueras de campo (el modo singular en que asistimos al veredicto), o la forma en que es precursor de la Obra Maestra “Doce hombres sin piedad” (1957), en una escena muy bien trabajada de cómo se presiona al ‘disidente’ en la sal del jurado, hay recursos dramáticos todavía en ciernes que AH maneja con calidad, como es la voz en off de los pensamientos de personajes. Se puede ver asimismo como un alegato contra la pena de muerte por las fallas que puede tener. Las indagaciones de este actor metido a Sherlock Holmes (esto reflejado en algún discurso ahondando en esta idea de la lógica sherlockiana) que da resulta algo rutinario, más destaca por lo que queda en los márgenes por los personajes con los que nos cruzamos, sumado a unas actuaciones demasiado ancladas en el histrionismo del cine silente, se añade un rush final algo estirado sin necesidad, aunque tenemos el premio de un clímax aterrador.

Es estimulante ver en estas primeras realizaciones de AH como deja miguitas de lo que está por venir. El estilo teatral es algo evolucionado con recursos como el zoom desde lejos para acercarse a un primer plano, efecto que perfeccionaría hasta por ejemplo regalarnos aquel de “Notorius” (1946), en que en medio de una fiesta la cámara desde una grúa a altura se acerca sigilosamente hasta la mano de Ingrid Bergman para que veamos la crucial llave. Tiene un inicio sugerente con ese grito en la noche que despierta a un vecindario y la cámara en alto recoge desde la calle las ventanas como encienden las luces y la gente se asoma para mirar. Tras ello vemos la escena del crimen, una mujer tirada en el suelo, un atizador junto a ella, y otra fémina está sentada en una silla con las manos en la cabeza, y oímos de los muchos allí congregados la conjetura de lo que allí ha pasado. Luego asistimos al juicio, donde todo parece guisado. Allí AH vuelve a jugar con la percepción del espectador sobre quien es el protagonista (como también haría 30 años después en la mencionada “Psycho”, donde viró de Janet Leigh a Anthony Perkins), pues cuando escuchamos el alegato de Shackleton en la sala de jurado, donde no hay que dejarse llevar por los sentimientos, pero luego torna el protagonismo a Sir John, un miembro del jurado que se resiste a ser seguidista del clima de culpabilidad reinante, termina claudicando y esta acción le hace tener sentimientos de culpa, que le impulsan a meterse a ‘detective’. Este veredicto será mostrado de modo original, manteniendo la cámara en la sala del jurado donde un operario limpia la habitación, y escuchamos de retirado la sentencia. Hacia el tramo final hay otro efecto visual que luego veríamos más adelante en AH, me refiero a cuando para simular a un balanceo de artista del trapecio la cámara se columpia en primer plano del actor, que sirve además para expresar una mente convulsa, este recurso visual fue atomizado por el director en “Vértigo” (1958).

Realmente que Sir John crea que la incriminada sea la culpable resulta apoyado únicamente en que a él le gusta físicamente, y siendo así no puede ser una asesina, con este elemento superficial se apoya en embarcarse, con la ayuda de una pareja en unas indagaciones en busca de pruebas de su inocencia. Pesquisas que se desarrollan de modo ramplón e incluso confuso.

Destacar en el apartado sonoro, aún en ‘pañales’ el sistema de sonido, sucede la primera composición orquestal sobre los créditos iniciales, fragmento del preludio de "Tristán e Isolda" de Richard Wagner bajo la dirección de John Reynders. Se reproduce en segundo plano, un efecto rato para el cine de sonido temprano que se logró al tener una orquesta en vivo que tocara la música en el set durante la filmación.
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TOM REGAN
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20 de septiembre de 2017
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Enigma insondable, pese a la directa confesión. Una mujer ha muerto, otra morirá, un crimen plagado de cabos sueltos, pequeños detalles que todos han obviado; vamos a seguir al maestro del suspense andando por un escenario ficticio creado a partir de la realidad, donde las verdades y las mentiras se confunden.
El público como jurado. Veredicto. ¿Será culpable, sir John?

Es en ese momento en que continúa experimentando con las formas y los avances en su profesión, concretamente la llegada del sonido a la industria del cine, a la que se había lanzado rodando "Chantaje" en su versión sonora prácticamente a la vez que la muda; y otra vez para British International Pictures prepara la adaptación de una novela situada en el mundo del teatro, que ama, pues su cine se nutre de la escena londinense de los inicios. En concreto "Enter Sir John", curiosa primera aventura del personaje John Saumarez, creado al alimón por las autoras y dramaturgas Winifred Ashton y Helen de Guerry Simpson.
Ambas colegas en el grupo de escritores de misterio Detection Club (donde también militaban Walpole, Wills Crofts y cómo no Christie), crean esta intriga en la que una actriz venida a menos es declarada culpable de asesinar a una rival, pero no recuerda nada sobre el caso, y a partir de ahí éste es tomado por el protagonista, un actor y director teatral de prestigio empeñado en demostrar la inocencia de la joven. La ya esposa de Hitchcock, Alma, retocará el argumento, que en sus manos cobrará una vida algo ausente en la versión original literaria, enfatizado por el hecho de que prueba con la improvisación de los actores (luego se arrepentiría de ésto...).

Pero hay algo más. Su forma innovadora de la imagen permite una interesante espectacularidad de un misterio corriente que se quiere disfrazar de gran misterio, empezando con una secuencia nocturna que revierte el inicio de "El Enemigo de las Rubias": ahora escuchamos el grito, pero no vemos quién lo lanza...al parecer una mujer, y en travelling la cámara recorre una a una las ventanas de los vecinos que despiertan por culpa del escándalo (tiempo después otro personaje de Hitchcock presenciará un crimen a través de su ventana). La información que da el punto de vista y el grado en que quiere compartirse es muy importante aquí.
Podríamos bajar ya hasta la vivienda donde se ha cometido el asesinato, pero la cámara se queda con Phyllis Konstam y la observa vestirse (la mirada "voyeur" del director, siempre presente, quiere ocultarnos el suceso). Se siguen los pasos de la novela: Diana (antes Martella) parece haber matado a golpes a Edna, su memoria borrosa no ayuda en su inocencia y es puesta en prisión a no mucho tardar; yace en esta estructuración de la trama una conexión directa con la dinámica teatral, que sigue a la de la previa "Juno y el Pavo Real", pero con maniobras más interesantes (como alargar el silencio de los travellings en espacios cerrados, enfatizando la tensión).

Así "Asesinato" se compone de un prólogo, dos largos actos divididos en dos partes y un epílogo que cierra la historia de manera más increíble que en el libro. El 1.er acto se basa en la acusación y demostración de culpabilidad de Diana (uno de los primeros inocentes culpables del cine de Hitchcock); se emplean recursos ingeniosos como la interrogación entre bambalinas a los compañeros de la mujer, quienes se encuentran en mitad de la representación de una obra (lo que implica adoptar una personalidad diferente en cuestión de segundos, otro detalle vital de la trama), en lugar de sucederse en el juicio.
Esto permite al inglés aprovechar el toque ligero que le daban Ashton y Simpson, y que es una de las señas de identidad de sus tempranos films británicos; logra un contraste macabro, pues el humor viene a irrumpir en una historia apoyada en un acto trágico como es un homicidio agravado con una condena a muerte (Hitchcock, pionero del humor negro). Magistral la larga secuencia dentro de la sala de deliberación del jurado, con esa levedad característica y haciendo hincapié en temas que también estarán presentes en su cine, desde las conductas psicópatas y las dobles personalidades a los estados de fuga.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Una lástima que la muy posible resolución trágica nunca sucediera y la acusada termine siendo beneficiada con el "happy ending" propio de la época. Hitchcock necesitaría más años para tratar con más crudeza a sus personajes. Pero se permitirá seguir engañando a su público con la misma astucia que ahora...
En un gesto mordaz la acción concluye sobre un escenario teatral, revelándose por fin el lugar que desde siempre hemos ocupado: el de espectadores de una ficción. Me aventuro a creer que nunca existió un homicidio, ni una sra. Druce ni un sir John; todo depende de la interpretación del punto de vista...de la perspectiva del escenario que estábamos mirando.
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Chris Jiménez
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30 de abril de 2019
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Este largometraje de los inicios del cine sonoro británico exhibe ya un asunto que Hitchcock volvería a tratar, como perfeccionando una obsesión propia: el falso culpable, y los desvelos por probar la inocencia del acusado, y por desvelar la identidad del verdadero culpable. En cierto modo es un film que anuncia un posterior film de Hitchcock como "Inocencia y juventud" (Young and Innocent, 1937), pero en un tono menor, o menos conseguido.
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Pedro Triguero_Lizana
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13 de mayo de 2023
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Son ochenta y ocho años los que tiene esta cinta. Y funciona, se deja ver y mantiene la tensión perfectamente.
Es un claro antecedente de una obra maestra del cine: Doce hombres sin piedad, y marca la senda de las películas sobre juicios erróneos sobre la culpabilidad del acusado, temática que repite con Frenesí (1972), muchísimos años después.
La copia que visiono tiene mucho ruido, y la fotografía está muy deteriorada, el blanco y negro no se diferencia bien, se ve borroso y dificulta su visión.
La trama es muy interesante, y marca el canon, y el guión está bien trazado, pero en general ha envejecido mal, como no podía ser de otra forma. Todo lo anterior a 1935, la verdad, no me interesa demasiado, y esa fecha la señalo por El Delator, de Ford, y por dos películas que me encantaron: El ángel de las tinieblas (Sidney Franklin), con Merle Oberón impresionante, y Sueño de Amor eterno (Hernry Hathaway), con un gigante Gary Cooper.
El actor principal es Herbert Marshall, que repetiría con Hit en Enviado Especial, y me gustó mucho en La Loba, de William Wyler.
Las películas inglesas de Hit no me agrandan demasiado, que son todas estas:
- Number 13 (1922)
- El jardín de la alegría (1925)
- El águila de la montaña (1926)
- El enemigo de las rubias (1926)
- El ring (1927)
- Easy Virtue (1928)
- La mujer del granjero (1928)
- La muchacha de Londres (1929)
- The manxman (1929)
- Asesinato (1930)
- Juno and the Paycheck (1930)
- Juego sucio (1931)
- Ricos y extraños (1932)
- El número 17 (1932)
- Valses de Viena (1933)
- El hombre que sabía demasiado (1934)
- 39 escalones (1935)
- Sabotaje (1936)
- El agente secreto (1936)
- Inocencia y juventud (1937)
- Alarma en el expreso (1938)
- Posada Jamaica (1939)
Solo me han gustado de verdad: 39 escalones, Sabotaje, y El Agente secreto. La Posada Jamaica, a pesar de su celebérrima fama no me gustó demasiado.
A partir de aquí comienza su etapa norteamericana, mucho más brillante, que comienza con Enviado especial (1940), y, sobre todo, con Rebeca (1940).
A partir de aquí todo en él es, en sí mismo, una obra de arte.
Supongo que estas películas 'inglesas' le sirvieron para aprender el oficio, hacerse con las claves del lenguaje cinematográfico y con los entresijos de la industria.
No es de sus mejores cintas, a mi juicio.
ÁAD
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25 de julio de 2013
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta primeriza cinta sonora de Hitchcock ya se adivina el talento de su realizador, especialmente al principio y al final de la película, en las escenas del juicio y del circo, en las que el mago del suspense se dedicó a jugar con la cámara con interesantes resultados. esto contrasta claramente con el resto de la película, rodado de forma bastante plana e interpretada sin demasiada pasión por un inexpresivo Herbert Marshall, protagonista de la función. Quizás el film tenía demasiado diálogo para un realizador que apenas había rodado una película sonora antes de ésta.
Una película curiosa, más un ejercicio formativo de un maestro en ciernes que una película del Hitchcock maduro.
pau
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