Colegas

Dejémonos de chorradas: el cine de Eloy de la Iglesia es malo. Es malo el guión (hay que ser muy simplón para creerse esta visión de la realidad tan maniquea), son malos los actores (es lo que tiene tener medio reparto de amateurs), son malos los diálogos, la iluminación, los zoom y hasta el montaje. La dirección de actores... mejor no hablar. Tu cine, Eloy, era un monumento a la cutrez, y para el año 88 había envejecido de forma brutal. Decía José Sacristán que donde otros ponían el objetivo, tu ponías los huevos. Puede ser. Títulos como 'El diputado', 'La criatura' o la saga de 'El pico' debieron de levantar ampollas en los timoratos de la época, y aún las levantan, viviendo como vivimos un revival de la mojigatería en estos penosos años. Pero no es suficiente con echarle cojones para hacer buen cine. Hace falta técnica y oficio y nunca los tuviste. Tampoco el hecho de que la mitad de tus actores hayan muerto por la droga convierte automáticamente tu obra en algo magistral.
Y a pesar de todo... ¿Qué tiene tu cine que esta es la octava película que veo tuya y quiero más? ¿Qué tiene esa caspa y esa cutrez que me seducen de tal forma? ¿Será esa forma de actuar de Manzano, que parece que está haciendo una obra de teatro en el instituto? ¿La jerga macarra tan desfasada? ¿La capacidad de sorprender con nuevos disparates -en el más cariñoso sentido del término-?
Hay que ver tus películas, Eloy, rey de lo cutre, ingeniero de la chapuza, guionista que parecías copiar los artículos de 'El caso'. Hay que verlo.

Por fin he visto esta película, en la que actúan los hermanos Antonio González Flores y Rosario González Flores, junto a José Luis Manzano, actor fetiche de Eloy de la Iglesia, al menos durante la década de los años 80. A la descripción social, sin mucha denuncia social pero heredera del desgarro del cine de Pasolini, se une el conflicto generacional entre padres e hijos, y la inmersión en una institución social, la familia, vista como escenario de ese mencionado conflicto generacional. Evidentemente, una familia con hermanos como "El Pirri" y con José Luis Manzano, es una familia muy quinqui. Es evidente también que los personajes de los hermanos González Flores y de Manzano son entrañables, llenos de humanidad, y eso supone una falta de distanciamiento entre el director y la historia que impide, hasta cierto punto, la reflexión, o el análisis.

Eloy de la Iglesia presenta el submundo de la delincuencia juvenil desde una perspectiva a veces irónica -por ej. cuando el "Pirri" descubre que José, su hermano mayor (José Luis Manzano) tiene una navaja- y a veces autoparódica, por ejemplo en la escena en la que "Pirri" presenta a José y a Antonio a la banda del "Colza", o en la escena del bar en la que un chico dice que va a trabajar en el cine haciendo de quinqui. El cine quinqui se ve así desde una cierta perspectiva.


Frente a la hostilidad del medio social y urbano -la fealdad arquitectónica del horrible bloque de viviendas de Madrid en el que viven los jóvenes protagonistas es parte tanto de una tendencia a la exageración presente en el film (y que lleva a veces a situaciones que, no por creíbles, dejan de resultar cómicas, como en la escena del atraco al estanco, o en las escenas con el personaje de José Luis Manzano y sus hermanos, o en la parte situada en Marruecos) como de una notable habilidad por presentar el medio social deprimido y barriobajero de los protagonistas- la única salida es la creación de un trío en el que se mezclan el sexo, el amor y la amistad, lo que remite a anteriores largometrajes de Eloy de la Iglesia como "Juego de amor prohibido" (1975), "Los placeres ocultos" (1977), o "El diputado" (1979).

Durante los 80 triunfaban las películas de kinkis, porretas, pasotas y delincuentes juveniles alzándolos a auténticos mitos nacionales. De esta guisa nos llegaron 'Perros callejeros', 'Los últimos golpes de "El Torete"', 'El vaquilla', 'Navajeros', etc. Esta película se enmarca en esa serie de joyitas patrias que Pilar Miró se encargó de erradicar (junto a las comedias eróticas). Eloy de la Iglesia rodó varias pelis de este género.

La juventud de los actores es insultante. Aparecen un Antonio Flores y una Rosario Flores jovencísimos. Rosarito en esta película contaba con 19 años, aunque aparenta algunos menos. Y lo más extraordinario es que con esa edad tenía un cuerpazo. Por cierto que sus personajes mantienen sus nombres reales. Se ve que necesitaban promoción.

Por lo demás, la trama no es nada del otro mundo y estaba diseñada para escandalizar al personal de los 80: embarazos no deseados, delincuencia, juventud que no se esfuerza ni por trabajar ni por estudiar, sexo por el sexo, desnudos integrales, homosexuales, estar a sin un duro, problemas intergeneracionales, etc. Impagable la escena donde están los tres hermanos en el dormitorio y empiezan a masturbarse.

La película no hace hincapié en que sean jóvenes "de extrarradio", marginales, ni nada parecido, con lo cual alguien puede pensar que en los 80 eso es lo que había, pero mis recuerdos de los 80 pese a ser un niño son muy diferentes. Es cierto que en mi pueblo había media docena de indeseables de esta calaña, pero eran la excepción.

En resumen, una película que te pondrá nostálgico si perteneces a la generación X, pero que está tan desfasada como la letra de una tecnorrumba de Camela.

Tal vez valoro la cinta de una manera negativa porque he visto varias películas de Eloy de la Iglesia seguidas y de manera no lineal, y por eso tengo la sensación de haber visto una y haber visto todas, ya que el malogrado cineasta explota el argumento hasta la saciedad sin innovar, tanto técnica como artísticamente. José Luis y el Pirri, como siempre, magistrales interpretando unos papeles que le vienen como anillo al dedo, tal vez José Luis más flojito que en El Pico (Película que haría un año después) tanto Rosario como Antonio cumplen con sus papeles, siendo este último debutante en el cine. El guion no solo entretiene, sino que habla de temas que hoy en día están en boga (tráfico de niños, aborto, etc) por lo que en pocos momentos el ritmo se viene abajo. El problema son las carencias técnicas de la obra, el doblaje de audio es más que decepcionante, es una auténtica vergüenza, y no creo que sea justificable que los protagonistas al ser marginales no pronunciaban bien, porque el doblaje de los protagonistas es correcto, pero la adaptación de los diálogos...por favor. No obstante el resto de la producción se salva. No es mala, pero es más de lo mismo que hacía de la Iglesia.

Decente producción de los ochenta, que supera el "cine de quinquis".

Desde luego, diez a una a la bazofia de "Perros Callejeros" y tal donde se glorifica la basura que nos amargo la adolescencia.

Aquí, al menos, los "lumpen" no están representados como héroes, no están orgullosos de serlo, quieren salir y buscarse la vida.

A ver; los Flores y Manzano, buenos actores no son, pero su personaje transmite. Un poco pillado por los pelos el guión, pero al menos, como digo, resulta una cinta que interesa y, en algunos momentos, emociona