Sin identidad

La saga Matrix revolucionó para siempre el cine de acción y ahora es imposible ver una peli de acción sin balas bailando a la luz de la luna. El Señor de los Anillos revolucionó la fantasía y la épica campestre y ya no hay manera de ver una producción sin ejércitos pixelados y chascarrillos en el interludio. La saga de Bourne revolucionó el cine de superasesinos amnésicos que intenta enmendar su vida después de haberse roto la sesera con el tope de una puerta en su última misión y, claro, uno se pregunta, en vez de rebelarte contra la organización siniestra que te daba de comer, por qué no montar un gabinete psicológico para superagentes con alzheimer.
Esta peli lo hereda todo de Bourne. La fotografía azul metálico, la ambientación europea, las persecuciones de coches 4x4 de marca alemana e incluso las medianas y los túneles donde acabarán estrellados. Hereda su violencia seca de superkiller a punto de recobrar la memoria y volverse superangry y practicar superkungfu, su cámara con parkinson, su chica guapa e intrascendente que, por razones peregrinas, acabará ayudando al superkiller crepuscular en su viaje de regreso a la decencia y su aire distante, arisco, urbano.
Esta película la hemos visto millones de veces y siempre se nos olvida porque, en realidad, nunca le hemos prestado mucha atención. Esta película, en realidad, nos importa un carajo. Sabemos que hay una chica guapa y un superagente y unos matones ucranianos que los persiguen todo el tiempo saltándose los semáforos y la verdad es que no nos enteramos una mierda de la trama.No importa: thanks to Bourne, una serie de flashbacks paranoicos y chirriantes nos van dando pistas sobre los traumas freudianos que aquejan a nuestro vengador particular. Queda siempre la duda de si el superanacleto y la chica guapa pero extraida de su hábitat natural, se acabarán enrollando. No sé. ¿ What if el superkiller se nos lía antes de recordar cómo se usaba la pistola?

Sin identidad es una de esas pelis camaleónicas que tienen que elaborar un popurrí de aquellos en cuanto a trama y tonos, o de lo contrario terminan desnudas ante su verdad última: su preciosa, cuasi inherente vacuidad. Se la juega al principio: plagada de frases literarias que buscan la eternidad y con un Liam que siempre parece bordear estos papeles en donde se sabe poco de él, su condición ad honorem de actor hermético le cae en gracia.

Berlín es una ciudad extraña, entre gris y azulada, plagada de inmigrantes (denuncia) o de patoteros de poca monta (genérica). Allí se desarrolla esta trama que amaga con el intimismo, se regodea con confabulaciones, complots, conjuras y paranoia, luego con persecuciones y encuentra su tono, o con el espionaje siempre querido, de allí nuevamente su labor camaleónica. Si dividimos sus caras, nos quedamos con uno de los disparates racionalizados más meritorios de los últimos años; si la tomamos desde un todo integral...pues es inclasificable. Hay un deja vu eterno, nunca se va, la peli sabe que detrás de sus bambalinas laten en estado latente sus inmimentes limitaciones. Pero se lo toma con soda, o parece no importarle.

Sin identidad es un caos organizado, en apariencia, que anticipa sus cartas: sabemos a partir de ese inicio que todo irá al traste, que todo se decantará por el desparramo de datos y la mar en coche. ¿A que viene semejante derroche de talento? Pues, un canto de cisne lo busca todo, menos su inmortalidad.

Collet Serra es más un director estadounidense que español. Basta con echar una ojeada a sus películas. Puede que no sean obras maestras, pero están bien contadas, se manejan con soltura en el mundo de la intriga y su montaje no tiene nada que envidiar a otros directores claramente sobrevalorados. Tengo pendiente ‘La casa de cera’, porque, la verdad, el subgénero del terror adolescente no me motiva demasiado. Sí vi, en cambio, ‘La huérfana’, un sólido film de pseudoterror bastante poco apreciado por la concurrencia de este sitio, según veo.

‘Sin identidad’ da un paso más. Entra de lleno en el género del thriller de acción con trasfondo de espías y conspiraciones internacionales. Y aprueba con creces. Resulta gratificante comprobar el buen trato que director y guionistas dan a secundarios de lujo como Ganz o Langella, y cómo la película sabe llevar al huerto al espectador, pues su harto improbable hilo argumental aparece como verosímil y absorbente. Las persecuciones por la caótica y hermosa capital germana son de una factura impecable. Y Neeson, en un papel con claras similitudes al que encarnó en ‘Venganza’, sigue dando muestras de su versatilidad. Me pregunto por qué este tío nunca fue elegido como 007.

En definitiva, una de espías con regustillo a guerra fría, bien contada e interpretada, con sostenido ritmo. Se revalorizará con el tiempo, no tengo duda. Puro entretenimiento con las suficientes dosis de buen hacer y un par de buenas frases puestas en boca de Ganz. Tópica y típica, eficaz e incluso eficiente. Mucho más de lo que yo esperaba.

Me encantan las pelis de acción y no es que sea muy exigente, pero con este filme he llegado al límite de hacer la vista gorda. Absurdeces:

- Presentan Berlín como si fuera un barrio chungo de Tajikistán. Hay lugares que... en fin.

- Diane Kruger haciendo de taxista; bueno vale, una taxista puede ser una belleza. Pero resulta que recoge a Liam Neeson en el aeropuerto de Berlín, y la tía resulta que es una inmigrante ilegal que ni siquiera tiene el permiso de conducir. ¿Perdón? ¿Esto es la Alemania moderna?

- Kruger Swarzenegger: ella solita se saca al Neeson de un taxi hundiéndose, y eso que el tío, pequeño, no es

Un notable thriller dirigido por el catalán Jaume Collet-Serra (ésta es la segunda película que veo de este director, la anterior fue "La Casa de Cera", otra notable cinta de terror) con unos solventes Liam Neeson y Diane Kruger entre los principales actores. Empieza como una película de robos de identidad, para en su tramo final dar un giro en la trama y sorprendernos. La verdad es que, a priori, se podria relacionar esta cinta con una secuela de otra película con Neeson, Venganza (Taken) de Pierre Morel, pero una vez la ves, te das cuenta de que los tiros no van por allí. El film de Collet-Serra, por eso, transmite fuerza, suspense, y te mantiene atrapado en la butaca durante todo su metraje, casi dos horas.