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Río sin retorno

Aventuras. Western Matt Calder (Robert Mitchum) llega a un campamento minero para hacerse cargo de su hijo de nueve años, Mark, y agradecer a Kay (Marilyn Monroe), la cantante del saloon, que le haya cuidado. Padre e hijo se dirigen a la granja que ha comprado junto a un caudaloso río pero su tranquilidad es interrumpida por la llegada de Kay, acompañada de Weston, un jugador profesional que huye con los caballos dejándoles indefensos ante el ataque de ... [+]
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
21 de agosto de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preminger consigue sacar petróleo de una historia sin demasiado recorrido gracias a su sentido de la composición en cinemascope y a su sensibilidad pictórica en el uso de exteriores –en un rodaje, al parecer, cargado de problemas- para dar a luz a esta historia paterno-filial de aprendizaje, con cabaretera de buen corazón al hombro, suerte de “river-movie” de argumento alicorto y en la que los dos actores principales, Monroe y Mitchum, dos monstruos sagrados del cine, no terminan de funcionar como pareja. El buen final redime un poco las sombras y aristas de esta desigual y parsimoniosa, plomiza película del glorioso maestro vienes
Gould
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5 de mayo de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo en este western se ve impostado, desde la reunión del niño con su padre y su presentación, la falta de química entre la preciosa Marilyn y el duro Mitchum, el guión sobrio y plano, la academicista dirección de Preminger, otro que seguramente se embarcó en el proyecto a regañadientes, y por último, el protagonista real, ese río lleno de rápidos y la frágil balsa como única salida para sobrevivir, para encontrar una vida ni peor ni mejor, sino una vida, así de deprimente es la película.

Resaltar la belleza de la naturaleza donde es rodada la película, en la zona canadiense de Alberta, un verdadero paraíso para los amantes de los lugares límpidos sin CO2, aunque quizás sesenta años después de su rodaje tenga ya restricciones de tráfico y de visitantes.

Un puñado de canciones de la preciosa Marilyn con su guitarra, una buena ración de vista para el espectador y sus fieles incondicionales, tanto como corista como embutida en esos vaqueros, con su salvaje belleza, y esa cara de ajo de Mitchum para acompañarla en esta aventura correcta que no deja satisfecho a nadie.

Con todo, está interesante. Un 6.
andeltor
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15 de julio de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
274/21(14/07/21) Decepcionante y olvidable western, que a priori contaba con buenos alicientes como para hacerla atractiva, tiene ala sex-symbol Marilyn Monroe en su apogeo, venía de hacer (par al Fox) dos títulos exitosos como "Los caballeros las prefieren rubias" y "Cómo casarse con un millonario", tenemos de co-protagonista al gran y carismático Robert Mitchum, tenemos de director ucranio Otto Preminger que había hecho “Laura”, “Ángel o Diablo?” o “Cara de ángel”, aquí tenemos parte del problema y es que para Preminger esto fue un encargo forzado pro la Fox por su contrato, en el que no tenía interés. Tenemos la primera película que se filmó en CinemaScope para dar esplendor a los hermosos parajes (gran parte se filmaría en Canadá: Banff, los Parques Nacionales de Jasper, Lake Louise en Alberta; y el río Salmon en Idaho, donde realmente tiene lugar la historia) donde se filma. Pero el chasco ha sido tan grade como las expectativas, pues me ha sido un film del oeste rutinario, donde solo destacaría (por salvar algo) la belleza sin paliativos de una Monroe embutida en unos vaqueros como nunca se había visto hasta entonces, y algunas preciosas tomas que dan realce al entorno salvaje con sus `pardos verdes, su rio salvaje, los cañones, los bosques, los rápidos, o las titánicas montañas.

El guión es de Frank Fenton (“Escrito bajo el sol”), adaptando una historia de Louis Lantz, quien dijo inspirarse en la obra maestra del neorrealismo “ladrón de bicicletas” (1948), para un relato plano enmarcado en plena fiebre del oro en 1875, sobre un hombre, Matt Calder (Robert Mitchum), que con su hijo de nueve años Mark (Tommy Rettig), y una mujer de ‘paquete’, la cantante Kay (Marilyn Monroe) se embarca (nunca mejor dicho) en una persecución contra el hombre, Harry Weston (correcto Rory Calhoun), que le ha robado su caballo y rifle en medio de un paraje inhóspito cargado de peligros. Por en medio una aventura de supervivencia, con acción low cost, una pelea (pitufesca), teniendo que sortear los salvajes rápidos de un rio (ello visto en un montaje patético, risible si no fuera porque pretende ser intenso, los cambios de los planos abiertos reales a los primeros donde son de chirigota la pantalla trasera rompe cualquier atisbo de tensión dramática, y no me vale decir que estamos en 1954, pues “La Reina de África” con escenas de rápidos de río es de 3 años antes y es infinitamente mejor), enfrentándose a un puma (mejor que la de los rápidos, aunque al final cante es un pelele), contra un par de buscadores de oro, contra unos violentos indios (o eran zombis, porque por el tratamiento que se les da lo parecen), un tiroteo final chusco, esto surtido por un goteo en los remansos de un romance metido con calzador, donde la química entre la Monroe y el Mitchum resulta más gélida que las cumbres heladas de las Rocosas, aunque por supuesto, sabemos desde la primera vez que cruzan sus miradas lo que ocurrirá al final, y más cuando vemos al zoquete de pareja que tiene ella. Ah, también nos meten una superficial reflexión sobre que a veces está justificado matar por la espalda.

Las actuaciones discurren con el piloto automático, sobre todo la de Mitchum, que parece estar mirando el reloj para ver cuando terminan; la Monroe pone empeño, pero parece estar haciendo otra película distinta a la de su partenaire, no ayuda la personalidad tontuna que le ponen, cuando se supone una mujer de mundo y no darse cuenta que el tahúr con el que está la engaña. Aparte de que nadie se puede creer que ese bellezón este en medio de la nada, con esos mineros con las hormonas ardiendo, sin apenas mujeres y observándola sensual medio vestida (con vestido can-can, con las piernas enrejadas al aire, con pronunciado escote,...) sobre un piano resulta grimante y poco realista la contención de esos tipos. Además siempre bien maquillada, bien pintada los labios y con un peinado que aunque intente aparentar estar despeinado no cuela, se nota estar todo el tiempo artificiosa para las fotos. Ah, es llamativo como nos meten varias canciones entonadas por la Monroe sin venir a cuento, parones que provocan que llegue a parecer un musical, totalmente discordantes estos tramos, parecen imposiciones de la Diva. En años posteriores, Monroe afirmó que “River of No Return” fue su peor película.

Mención merece el tratamiento racista que en la película se da a los nativos indios, simples malos malísimos porque si, sin motivación alguna, unos meros horcos psicópatas, son pacíficos y a continuación los vemos con pinturas de guerra persiguiendo a los protagonistas con una inquina ridícula. Los acosan cual ogros malvados sedientos de sangre, ello a pecho descubierto, sin armas de fuego, exponiéndose cual idiotas a ser matados por esa inexplicable sed de matar. Supongo que en 1973, cuando Marlon Brando mandó a una nativa a rechazar su Oscar por “El Padrino” como protesta por el tratamiento que Hollywood había dado a los indígenas norteamericanos una de las películas que tenía en mente el mítico actor del Col. Kurtz fue esta.

También cabe exponer lo políticamente incorrecto (sobre todo hoy día) de cómo se comporta Matt en dos ocasiones con la mujer, asaltos sexuales machistas, como Matt ‘ataca’ a Kay en medio del bosque violentamente (salido) para claramente violarla, si no fuera por una interrupción esto se hubiera consumado; el otro asalto se da en el final (spoiler). Con el filtro de los años resulta chirriante el atávico proceder del protagonista cual troglodita tirando y arrastrando del pelo la mujer que ha escogido.

Monroe estuvo acompañada por Natasha Lytess, su entrenadora de actuación. Preminger se enfrentó a la mujer desde el principio. Insistió en llevar a su cliente a un lado y darle una dirección contraria a la de Preminger, e hizo que la actriz enunciara cada sílaba de cada palabra de diálogo con un énfasis exagerado... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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28 de diciembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que es una obra menor de Otto Preminger, pero es de Otto Preminger. La fotografía, desde que podemos ver la versión restaurada, es magnífica, los paisajes maravillosos, la banda sonora excelente, los efectos especiales son criticados a veces pero sólo son unas pocas escenas en el río y para mí son pasables. El guión es sencillo y cerrado de manera que el final explica el principio, pero se ve con mucho agrado sin tener que buscar pistas o verla varias veces para entenderla como ocurre con muchas películas modernas. Los actores están geniales, desde Rory Calhoun que desde que aparece en escena ya se le ve en la cara que es una mala persona que no tiene conciencia, que es embustero, ladrón y asesino, pasando por Robert Mitchum con su seriedad y masculinidad a la que nos tiene acostumbrados con algunas escenas en que se muestra tierno y afectuoso, pasando por el niño, Mark Calder (Tommy Retting) que está muy correcto y no olvidando que durante toda la película hay una estrella que lo ilumina todo cada vez que aparece en pantalla, me refiero por supuesto a esa gran actriz que es Marilyn Monroe. Por eso me parece excelente en todos los sentidos y no podría decir cuantas veces la he visto y sé que la seguiré viendo de tanto en tanto pues no me cansa dadas sus múltiples cualidades.

Otra cualidad brillante e inimitable de Marilyn Monroe era su voz y particularmente su manera de cantar. Dentro de los límites de su propio registro, nunca jamás ha habido nadie capaz de imitarla, y precisamente una de sus mejores canciones sino la mejor es "River of no Return" que canta al final de esta película del mismo título, donde plasma la nostalgia, el desasosiego y la gran tristeza que siente por el mundo en que vive en esos momentos y del cual es rescatada por Matt Calder (Robert Mitchum).
Mariano Bayona Estradera
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29 de agosto de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin haber visto a su hijo desde que era muy chico, Matthew Calder se siente ahora feliz de recuperarle. Dedicada a cantar en un bar donde los borrachos y manoseadores son el postre de cada día, la promesa de matrimonio que le hace Harry Weston a la linda Kate, es para ella como una esperanza de salirse del “infierno”.
Pero el destino tiene la pretensión de que Matt y Kate se conozcan, y que Mark, el pequeño, se sienta encantado con ambos. Lo que sigue es una historia de perseverancia, grandes peligros, rivalidad, amor… y probablemente de redención.

“RÍO SIN RETORNO”, es el primero y único western que realizara el polifacético director Otto Preminger, dando ocasión para que, la siempre recordada Marilyn Monroe, tuviese aquí otra de sus apreciables actuaciones. Encanto a borbotones, talento como cantante, un aire nostálgico, y alguna chispa de comediante… exactamente las cosas que más la caracterizaron, relucen aquí en una aventura rodada en lugares paradisíacos, donde su belleza se conjuga con el paisaje logrando magnificar las grandes bondades de este mundo.

Kate es aquí todo lo ajeno a una chica ingenua, pero su vacío interior la anima a creer en promesas, aunque quizás demuestre sensatez cuando la vida más lo requiera. Preminger se luce con la brillante manera como va recreando su proceso de cambio, mostrando en intercalados y significativos detalles, la forma como empiezan a quedar atrás aquellos objetos que la ataban al pasado (la ropa… el anillo… los zapatos).

Teniendo como punto de partida una historia de Louis Lantz, fue Frank Fenton (“His kind of woman”, “Fort Bravo”, “Untamed”), el encargado de escribir el buen guión cinematográfico, y el pulso firme de Preminger haría el resto para que, este filme, mereciera un lugar en la historia del cine western.

Como Matthew Calder, Robert Mitchum hace un trabajo sobrio, mostrando a su personaje con esa mezcla de rudeza y caballerosidad que caracterizaba a los mejores hombres del lejano oeste. Como padre, resulta ejemplar y como hombre de hogar brilla como una positiva esperanza para cualquier mujer. El suyo es una suerte de antihéroe más interesado en llevar una vida en paz que en ejercer como salvador de nada. Solo su hijo y un hogar en paz le interesan ahora… y en él puede que hasta haya cabida para una valiosa mujer como Kate.

El resplandeciente paisaje pareciera decir a gritos que el mundo es hermoso, que la tierra es generosa y que el paraíso todavía nos espera… pero son los hombres los que, con la ambición, el irrespeto y los violentos impulsos, empañamos toda opción de vivir en paz y felicidad.

Título para Latinoamérica: “ALMAS PERDIDAS”
Luis Guillermo Cardona
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