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También la lluvia

Drama Cochabamba, Bolivia. Año 2000. Sebastián (Gael García Bernal) y Costa (Luis Tosar) se han propuesto hacer una película sobre Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Mientras que Sebastián, el director, pretende desmitificar al personaje presentándolo como un hombre ambicioso y sin escrúpulos; a Costa, el productor, sólo le importa ajustar la película al modesto presupuesto del que disponen; precisamente por eso elige Bolivia, ... [+]
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Críticas 151
Críticas ordenadas por utilidad
5 de octubre de 2011
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy de acuerdo con alguien que ha escrito aquí que, habituados a la falta de calidad del actual cine español, cuando se produce algo simplemente bien hecho se echan las campanas al vuelo.
La película es interesante, por eso de película dentro de la película (tampoco muy original, pero en fin...), aunque la primera película, la de Colón y los indios, es en gran parte caricatura, con exageraciones de guión típicas de una mentalidad que mira la historia con el simplismo de la actualidad.
La película en sí, que sería la conversión de un productor (Luis Tosar) con pocos escrúpulos a ferviente defensor de la justicia es más interesante, aunque la conversión parece demasiado repentina y sin proceso psicológico. Lo salva Tosar, siempre tan gran actor. Por cierto, Gael García Bernal resulta una vez más insípido, parece un actor de pocas caras. Los demás, cumplen. Karra Elejalde, como Colón/actor, también sobreactúa.
El conjunto es digno, pero no le darán el Óscar: no por atacar a las multinacionales, como ha escrito aquí antes, sino porque, sencillamente, no es una gran película. Aunque no siempre se premia lo mejor.
yoparam
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20 de agosto de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"También la lluvia" es una obra entretenida que se pierde en su intento de contar tres historias distintas en un mismo relato.

Por un lado, tenemos la historia de Cristobal Colón y la película, y por otro lado, el contexto social de los locales de Bolivia con la guerra del agua. No niego que el resultado pueda ser entretenido en su mayor parte pero no es eficaz. Además, el remate lo encontramos en el final donde en 5 minutos se despacha la película dejando las dos primeras historias totalmente inconclusas.

Esto da como resultado que uno se haga la siguiente pregunta: ¿entonces para qué me haces perder mi tiempo así? Si Icíar Bollaín quería hacer una película con un mensaje social que lo hubiera hecho así directamente, no entiendo la necesidad de introducir historias cruzadas que carecen de importancia en el resultado de la obra.

Su anterior éxito, me refiero a "Te doy mis ojos", también contaba con una buena nota en esta web, además de arrasar en los Goya, y aunque el resultado me dejó algo frío entiendo el éxito. Con esta obra si que no lo hago, me parece una película bastante mediocre como para ver una nota tan inflada y unas críticas tan positivas por parte de los medios.
Selasor
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24 de febrero de 2012
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una productora va a Bolivia a rodar una película sobre la llegada de Colón a América. Costa, el productor encarnado por Luis Tosar, intentará exprimir al máximo la inocencia de los indígenas, manteniendo el presupuesto a flote. Pero los crecientes altercados sociales debidos a la falta de agua harán que la situación se desestabilice hacia una lucha por la justicia y la supervivencia.

Icíar Bollaín vuelve a la pantalla con una película un tanto desequilibrada. El principio es una especie de crítica meta-cinematográfica a la hipocresía y prepotencia de muchas personas que se saben poderosas en el sector, así como de su falta de principios en los métodos utilizados. Sin embargo, se da un giro enorme hasta terminar con una especie de reminiscencia de la propia colonización, en la que el pueblo resiste frente a las imposiciones del tirano; el mismo drama en el siglo XXI. El único punto de referencia en este recorrido es Costa y el arco de transformación tras el que acaba compadeciéndose del indígena y redimiéndose de su codicia.

El auténtico motor dramático es el choque de culturas y de mentalidades, que se resume en una escena: cuando las mujeres indígenas se niegan a interpretar la escena en la que supuestamente ahogan a sus hijos. Para los cineastas no es más que otro engaño a la cámara para sugerir una acción, pero ellas se horrorizan sólo de pensarlo. La película nos enseña a ver el auténtico drama: no hay una verdadera compasión por parte de los "poderosos" hacia esas personas que viven engañadamente explotadas y sometidas a unas condiciones de vida que precisamente ellas no se merecerían.
TheYllusionist
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4 de junio de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
89/03(04/05/17) Sobrevalorado film (a mi modesto entender) esta quinta realización de Icíar Bollaín (primera no escrito por ella), un buenista y condescendiente relato en el que la realizadora vuelca un sentimiento de culpa sobre la colonización colombina, un complaciente ejercicio que cae en los lugares comunes de las izquierdas que intentan reescribir la historia a su torticero modo, con una visión cerrada y sectaria, sin apenas abrir el foco y quedándose en la superficie, cual turista occidental que viaja a una zona pobre y se compadece de estas penurias, les da una limosna (o sea esta película) y luego vuelve a su cómoda existencia sin volver a pensar en estos “desheredados”, los colonizadores eran unos sanguinarios codiciosos en contraposición con la figura del buen salvaje, faltan complejidades y sobran obviedades, faltan matices y restan los simplismos. Escrito por la pareja de la directora, guionista habitual de Ken Loach, Paul Laverty (“El viento que agita la cebada” o “Yo, Daniel Blake”), mezclando hechos reales como la llamada Guerra del Agua acaecida en la tercera ciudad de Bolivia, Cochabamba, con ficticios, el rodaje de una producción extranjera sobre la controvertida figura de Cristóbal Colón, y entre los dos Bollaín remarca, subraya y remastica paralelismo entre la situación de hace más de 500 años y el presente, creando un sugerente juego de vasos comunicantes ce cuasi-metaficción. Ha sido el proyecto más ambicioso, rodando en Bolivia (lugar de los hechos), en la selva del Chapare y en ciudad de Cochabamba, contando 4.000 extras en total, de ellos cerca de 300 indígenas, un equipo de 130 personas y más de 70 localizaciones, casi todas ellas exteriores. Además de tener unas cuantas muy buenas interpretaciones fruto un notable elenco: Luis Tosar, Gael García Bernal, el nativo Juan Carlos Aduviri, Karra Elejalde, Raúl Arévalo o Carlos Santos.

Es un film bastante previsible, tratando varios temas a modo de primero EGB, cuatro trazos sin profundidad alguna, para hablarnos de los Imperialismos, de la codicia inherente al ser humano, de las diferencias sociales, del racismo, del “genocidio” colombino, del espíritu combativo de los oprimidos, y de cómo todo esto (según la realizadora) no varía con el tiempo. En cuanto se presentan los personajes mínimamente ya sabremos hacia donde irán. Posee un chirriante arranque, con ese casting multitudinario representando el modo “desalmado” en que los occidentales tratan a los indígenas, muy tramposo esto, pues también ocurre con cualquier producción que necesitan extras, da igual la raza, género o religión, sin ir más lejos hace poco asistí al casting para Dothrakis de “Juego de Tronos”, la gente tuvo que dejarse barba tupida y cabello largo, cientos de estos que aceptaron las reglas quedaron fuera porque a todos no se podían aceptar, ley de oferta y demanda, querer amontonarlo todo en discriminaciones sociales me resulta muy artero.

Luego sigue la que brillante escena del ensayo en un jardín de Antón haciendo de Colón, esto sí es un alarde de imaginación e inventiva puesta al servicio de una extraordinaria actuación, que por su fuerza nos hace ver esa playa a la que llega el “descubridor”. Luego la trama se trifurca, por un lado lo que se cuece tras las cámaras entre los actores y equipo de rodaje, las dudas de los actores con sus roles, el modo de analizar su comportamiento, como Antón (Elejalde) pide más matices para su rol de Colón, la llegada de la cruz en helicóptero (plagio-homenaje a la felliniana “La Dolce Vita”), los miedos y dudas ante la situación social que se cierne a su alrededor. Esto bien mostrado, haciendo empatizar con esta gente, la trastienda de un rodaje; Por otro lado están algunas escenas enteras del “ficticio” film que se graba (esto con paralelismos contemporáneos), de una gran fuerza visual y dramática, el expolio, con el impuesto del oro (en el presente el agua), las torturas (en la represión policial), la rebelión de los indígenas (las revueltas contra las subidas del agua), o el genocidio indígena (esto pienso que bastante discutible), a esto se enfrenta la Iglesia por cara de Bartolomé de las Casas cual Don Quijote. Con esta subtrama me queda la sensación de que la película ficticia hubiera estado mejor que la filmada, pues los escenarios bellos selváticos sumados al sugestivo poderío sensorial y lo que desprende hacen de esta historia no rodada algo cautivador. Me ha gustado ver como las personalidades de los actores se confrontan con las de sus roles en el film colombino, como la valentía de los mojes queda socavada por su verdadero carácter, al contrario de Antón y su Colón; Y está la subtrama de las revueltas indígenas en la Guerra del Agua , esto tratado de modo liviano, muy trivial, no rascan y se quedan en el telediario, apenas sabremos nada del porque de la “Guerra”, mucho más compleja de lo que esbozan en la cinta, teniendo a cultivadores de coca de por medio, con probables narcotraficantes azuzándolos, con un emergente líder político haciéndose un nombre en medio del caos, Evo Morales, con una onda expansiva enorme, que hizo que varios colectivos del país se unieran a la rebelión con otras demandas que anda tenían que ver con la subida del agua. No casa bien este sector con los otros, la relación Costa (el productor) y con Daniel (líder indígena) se nota forzada, metida con calzador, orgánicamente chirriante, no me creo la transformación del occidental, un pragmático materialista-capitalista (qué horror!), apenas un par de ententes y ya queda embelesado por este, y sus dilemas morales laminados, como no me creo el idealismo del indígena, este un hipócrita que lucha contra una multinacional, cuando trabaja para otra en el rodaje.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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8 de enero de 2011
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iciar Bollaín de nuevo trata de forma magnífica un tema social.
Buscar en el cine entretenimiento es menospreciarlo. Esta película no gustará a los que casi solo ven películas de Hollywood.
Bollaín sabe lo que es el cine y como siempre destaca por las excelentes denuncias de como los ricos explotan a los pobres, en este caso a los indígenas.
Excelente crítica del colonialismo español.
Nunca llega al panfleto, en absoluto.
Además coloca a Colón en su sitio, lo desmitifica, porque solo buscaba esclavizar a los indígenas y apropiarse de las riquezas de ese continente, que él pensaba que era Asia.
Destaca la labor de Bartolomé de las Casas que defendía a los nativos.
Luis Tosar y Gael García Bernal están estupendos, se salen de la pantalla y te llegan al corazón.
El guión de Paul Laberty es excepcional, como siempre. Además es un ejemplo de lo que hay que luchar para que no te exploten.
La película es muy natural, casi no tiene decorados y la mayoría de actrices y actores son desconocidos lo que hace que el film sea muy realista.
KIM KI DUK 2
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