Haz click aquí para copiar la URL

El hidalgo de los mares

Aventuras En el siglo XIX, el capitán inglés Horatio Hornblower atraviesa el Atlántico con su barco para ayudar a un enloquecido dictador centroamericano. (FILMAFFINITY)
<< 1 2 3 4 5 >>
Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
4 de marzo de 2014
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gregory Peck representa aquí muy bien a un hombre valiente, tranquilo, muy pasota con el tema militar que predominaba entonces en el Imperio Británico —y sigue—, que cumple con su deber pero sin obsesiones, viendo pasar los días sin mucho entusiasmo, ajeno por completo a los avatares del país. Él está más a las cosas mundanas que preocupan de verdad: el amor, los hijos, el trabajo, etc. Este capitán está lejos del espíritu de la Armada Británica, de la victoria, de los detalles de si la cubierta está limpia, de si las velas están bien colocadas, si los marineros están afeitados... Esas cosas que el capitán Bligh de la Bounty, por ejemplo, tenía tanto en cuenta.

El hidalgo de los mares, tampoco nos confundamos, como persona responsable conoce mejor que nadie su profesión. No consiente que nadie se ría de su Rey, ni de su país, porque al fin y al cabo es su país y si las cosas están así, tampoco es cuestión de ser un renegado. No le gustan nada los que reniegan, los que andan siempre a la contra, protestando de todo, egoístas y supremacistas pero sin dejar de chupar del bote. Está claramente representado en la película, si os dais cuenta. El capitán tiene que hablar con unos renegados españoles y estos renegados españoles son más feos que el copón, con una pinta de garrulos que no pueden con ella, por eso mismo, porque son unos renegados y todo renegado está claro que se convierte en un tío feo sin remedio que le van a dar por culo; pero aún así, el capitán habla con ellos con corrección… ¡Eeejem-ejem-eeeJEM! Luego vienen los españoles normales y ya son gente apuesta, educados, con el pelo rizado, etc…

Pero, a lo que me refiero, es que el capitán, hidalgo como nadie, no es el típico obsesionado con las reglas y todo eso. Si un marinero ha cometido una falta pues hay que ser un poco indulgente… Se lo echa en cara bien claro a su lugarteniente: “Joder, ahora hay que dar de latigazos a este marinero que es un buen marino y un buen hombre y quieres castigarlo porque te ha ofendido… Cuando tampoco tenía tanta importancia la contestación que te ha dado”. Yo he visto claramente que se ha callado lo de: “La próxima vez tenlo en cuenta, so gilipollas”.

Exacto. Si una persona ha cometido un desliz, hay que hacer la vista gorda, coño, que están todo el día currando. Además, el capitán tiene muy presente a todos los marineros, los conoce por su nombre, y ellos valoran detalles así. Eso dice mucho de un capitán, que conozca a su gente por nombre y apellidos, significa el aprecio que los tiene. Agradece personalmente sus esfuerzos, su trabajo. Por eso es el Hidalgo de los mares y por eso tanto los marineros como sus oficiales le respetan al máximo. Sería genial en la vida tener jefes, vecinos, compañeros y amigos así.

Pues aunque parece fácil, es muy difícil encontrar personas como este capitán porque la gente, en realidad, no es que vayan a lo suyo, si no que además quieren joder a todos los que puedan como sea, piensan que así ellos se beneficiarán de alguna manera. Y esto pasa en la película y está bien relatado. Hay que ser hidalgo, en el mar y en tierra, plantar cara a los vientos si vienen enfurecidos; esta película lo demuestra y ya por la intención y por la historia tan sencilla que sirve de ejemplo, tiene su mérito y es digna de verla.
floïd blue
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
25 de octubre de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fechada su acción en 1807, durante las guerras napoleónicas, ambientado en los dos océanos que rodean a América Latina, asistimos un relato épico con sus posiciones estratégicas y movimientos entre los ingleses, los españoles y los franceses. Este extraordinario film está dividido en un prólogo, cuatro movimientos dramáticos y un epílogo o final. La presentación de unos personajes a bordo del navío inglés capitaneado por Horatio Hornblower (un grandioso Gregory Peck) en su hábitat natural, un microcosmos familiar donde la disciplina, la camaradería y el castigo ejemplar dispuesto para afirmar el valor ético y social de la jerarquía a bordo de la fragata de su majestad.

Libremente extraído de tres novelas de Cecil S. Forester, “El hidalgo de los mares” es uno de los cuatro films, quizás el mejor, que Raoul Walsh filmó sobre el género de aventuras marinas. Rodada en estudios londinenses y exteriores de la Costa Azul, no faltan las históricas batallas navales, las puntuales divagaciones cómicas, las reñidas apuestas entre oficiales, el esfuerzo agotador, la cruel enfermedad del escorbuto, la fiebre amarilla y el aislamiento durante meses, una bella dama (Virginia Mayo) a la que proteger, rufianes dictadorzuelos henchidos de arrogancia y toda clase de rebeldes filibusteros.

Todo ello entre precisas selecciones de encuadres, en pocos minutos el maestro Walsh describe un mundo y nos hace partícipes de las aventuras de sus personajes, participando con emotiva solidaridad en sus alegrías y en sus penas. Se trata, por encima de todo, de una mirada limpia sobre el relato, relato humano y vigoroso con ritmo y pulso maestro. Con una estupenda y llameante fotografía, Walsh nos ofrece un divertido y emocionante ensayo sobre su capacidad para narrar mediante la elipsis y definir situaciones y personajes con el menor número posible de planos. Es la alegría de una caligrafía cinematográfica ya perdida, en la que la primacía de la acción no obviaba una mirada o un gesto a la vez objetivo.

Es ahí, en la sabia alteración de los tonos, incluyendo la aventura romántica, donde Raoul Walsh revela toda su grandeza como narrador, nunca alcanzada por otros cineastas del género aventurero. El cine de Walsh nunca deja nada a la casualidad y, quizá, como su capitán Hornblower, navega siempre hacia una meta clara y consciente, su cine no tiene edad porque su arte está a la altura de cualquier espectador, desde el más pulcro cinéfilo hasta el niño amante del cine más sencillo de aventuras. El arte del pionero consiste en contar con alegría la complejidad del mundo y de la vida, sin renunciar por ello al placer y la fascinación por la aventura.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
23 de abril de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde niño, siempre estuve enamorado de las batallas navales de aquellos buques de guerra con mástiles y velas, con la destrucción de los cañones, con el sabor de los abordajes, con la libertad de los piratas y su anarquismo democrático, donde sólo su capitán tenía la autoridad suficiente para dar órdenes y ello mientras todos estuvieran de acuerdo y tuvieran un gran botín para repartirlo.

El Capitán Horatio Hornblower es un personaje de ficción cuyo momento histórico se produce con las guerras napoleónicas y donde España tiene un papel de bisagra dependiendo de con quién se aliase.

"El hidalgo de los mares" es una película de aventuras a la vieja usanza, pero también una película bélica, donde las batallas navales son espectaculares y donde la sapiencia y la pericia de sus capitanes y su tripulación son fundamentales. Raoul Walsh es un maestro en la recreación de las mismas, un espectáculo dentro de un espectácula que proyecta a la película al sobresaliente.

El conocimiento del espectador de los principales tripulantes, a los que se coje cariño, la personalidad del capitán y su carraspeo que demuestra su incomodidad, el coqueteo seductor de la dama, los retazos de humor y el romance presunto, además de una gran banda sonora que acompaña los mejores momentos de la cinta, redondean un espectáculo inolvidable.

Reseñar por último las grandes actuaciones de su pareja protagonista, con la seductora Virginia Mayo a la cabeza, mujer muy atractiva que no especialmente bella que en aquellos tiempos de adolescencia te parecía el sumum de las mujeres, y la seriedad de Gregory Peck en un papel contenido y una actuación cabal de lo que tiene que ser un Capitán, un verdadero héroe para su tripulación, a la que conoce y estima, son otro de los grandes aciertos de Walsh junto con su puesta en escena de las sucesivas y extraordinarias batallas navales.

Sobresaliente 9 y a mi rincón de favoritas.
andeltor
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
20 de marzo de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno bucea en la biografía de un artista tempestuoso e incontenible como Raoul Walsh y cree encontrar como rito de paso de su juventud a la edad adulta nada menos que un naufragio; con dieciséis años cumplidos, Walsh se había embarcado rumbo a La Habana en la galera de su tío Mathew, en este periplo a través del sugerente mar Caribe, la embarcación de los Walsh cerca estaría de hundirse bajo la ira de una terrible tempestad. Era de justicia, pues, que Walsh devolviese el favor de esa decisiva experiencia marítima volcando su fascinación por la aventura y la libertad del océano en una serie de películas sobre lobos de mar y piratas que realizaría en los primeros años de la década de los cincuenta, fruto de esta fascinación son “El hidalgo de los mares”, “El mundo en sus manos”, “El pirata Barbanegra” y “Los gavilanes del estrecho”.

La película que ahora nos ocupa, “El hidalgo de los mares” (Captain Horatio Hornblower, 1951) es una sensacional película de aventuras, en la que se nos narran las aventuras del capitán Horatio Hornblower, héroe de una saga novelística sobre la marina británica en las guerras napoleónicas, escrita por Cecil Scott Forester. Uno de los más ejemplares films que se han filmado nunca en cuanto a combates navales, reconstrucción histórica, guión, técnica, una referencia ineludible para todos los que después han intentado narrar aventuras marinas, de capitanes intrépidos, ambientes exóticos y pura estirpe marinera inglesa. Walsh una vez más dirige, a sus sesenta y cuatro años, con una energía sencillamente apabullante, y con un sentido casi juvenil del drama, es imposible volver a poner esta película en una pantalla y no quedarse absolutamente prendado de sus imágenes, arrastrados por una hemorragia de cine puro, esencial, que en su sencillez y en su poderosa alquimia nos hace olvidar la vida real, hace caer nuestras defensas, y se entrega al delirio aventurero más esencial.

Gregory Peck (que recogió el testigo de un proyecto que estaba destinado para Errol Flynn, y que no acabó en manos de Lancaster porque no daba el papel) es un héroe calmado, comprensivo, justo, tolerante, riguroso y, sobre todo, provisto con el don de la genialidad que le eleva incluso entre sus pares de la Armada, es una imagen británica perfecta, con su aspecto de hombre sereno y en quien confiar, y borda los momentos de tensión casi sin parecer esforzarse por ello. Virginia Mayo hermosísima y sensual como siempre, y en el capítulo de los estupendos secundarios que jalonan la obra sorprende ver a un joven Christopher Lee como capitán español.

Una aventura inolvidable, superlativa, que nos devuelve a la infancia y a la sensación de que el mundo es nuestro, una auténtica gozada volver a verla para escribir sobre ella. Con una fotografía excelente de Guy Green y unas maquetaciones y efectos de batallas increíbles, Raoul Walsh a sus 64 años volvía a demostrar que estaba en la cima del mundo cinematográfico.
Juan Marey
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
29 de julio de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que más me ha gustado de esta película es que está filmada con seriedad. Es una producción al estilo de los años 50 pero con calidad en todos sus aspectos, aún a pesar de estar rodada casi toda ella en estudio, y de ahí viene uno de sus méritos junto con el buen oficio siempre del director Raoul Walsh. La fotografía es excelente, así como la intepretación del maestro Gregory Peck, junto a todos los secundarios. El film se sigue con interés gracias también a los diálogos muy bien escritos en una película que quiere dar sensación de realidad y buen hacer.
Es de destacar en una producción del año 1951 la buena calidad del sonido de la versión española(doblaje), que seguramente fué realizada nuevamente no hace mucho tiempo, lo cual beneficia la calidad sonora de dicha versión sin los defectos del paso del tiempo en la banda de sonid0.
Muy recomendable en los tiempos actuales para los amantes del buen cine de siempre.


José Antonio ZG
Jose Antonio ZG
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow