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Nahuel

Drama Nahuel es un adolescente con una innata conducta violenta. Tras la muerte de su madre, viaja a la Patagonia, en el sur de Argentina, donde se encuentra con su padre biológico, al que no ha visto en más de una década. Ernesto es un respetado guía de caza que vive en las montañas con su segunda esposa y sus hijas. La reunión no resulta fácil, el orgullo y el resentimiento prevalecen tanto en el padre como en el hijo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
20 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 6,5

Que Nahuel supere el duelo

La pérdida de un ser familiar es motivo siempre de dolor y tristeza. En el caso de Nahuel, la muerte de su madre le afecta no solo en su estado de ánimo, sino en su comportamiento con los demás. Es difícil superar la ausencia de quien te dio la vida y te cuidó siempre. Más cuando eres adolescente, una etapa crucial para el desarrollo personal. La estabilidad emocional no es fuerte, y los prejuicios sobre la debilidad psicológica no ayudan. Una simple jugada en un partido de entrenamiento de rubgy acaba con Nahuel llegando a las manos con un compañero. Su padre adoptivo o pareja de su madre hasta el último día, decide llamar a Ernesto, su padre biológico. Una oportunidad para que Nahuel supere el duelo lejos de su hogar en Buenos Aires. Pero el cambio es radical, y Nahuel no pondrá fácil la convivencia con su familia desconocida.

Una nueva oportunidad

Iniciar una vida en un entorno salvaje como la Patagonia, para un chaval criado en la capital, es drástico. Si añadimos que Nahuel apenas conoce a Ernesto, su padre felizmente casado y con hijos pequeños, es incómodo. Es lo más parecido a un choque de trenes que no se han atisbado previamente. En el caso de Ernesto, es una nueva oportunidad para recuperar el amor y el tiempo de su hijo olvidado. La directora renuncia a explicar la relación de los protagonistas y se limita a narrar la historia de forma visual. El físico prioriza sobre el verbo, consiguiendo una mayor coherencia con el contexto. Porque un guía de caza que vive en la Patagonia no se anda con circunloquios. Y sabe que tarde o temprano no podrá convencer a Nahuel para que hagan vida juntos. La libertad es un valor supremo para un hombre de caza.

La caza, un poder divino

La caza es una actividad tan ancestral como la vida misma. La historia del depredador y la presa que forman parte de una cadena alimenticia. Aunque tradicionalmente se ha vinculado a cierta costumbre humana. El hombre poderoso que disfruta usando su arma de fuego contra animales que sobrevuelan o circulan por una zona acotada. Un pasatiempo con el que demostrar su capacidad de supervivencia en la naturaleza. Mientras escribía el guion, Natalia Garagiola se hacía preguntas sobre este acto. Si matar era exclusivo del hombre, y de qué clase sería para convertirse en cazador. Asimilaba esto a una relación paterno-filial. En uno de sus viajes a la Patagonia, un hombre le confesó que ya no mataba animales, aunque seguía practicando la caza. Ahora dejaba vivir al animal, como si tuviera un poder divino. Nahuel consiste en observar la relación entre unos personajes, como el cazador que acecha a su presa.

El silencio es una virtud

A pesar del accidentado reencuentro entre padre e hijo, los sentimientos acaban aflorando y el malestar desapareciendo. Nahuel acepta su rol en la casa de Ernesto, su padre. Y comienza a asumir responsabilidades tanto en el hogar como en el oficio, y el miedo lo afronta con valentía. Comunicarse con su alrededor sin articular demasiadas palabras indica que los gestos y acciones tienen un significado mayor. El silencio es una virtud en esta película. Y todo gracias al lenguaje audiovisual. Permite narrar esta historia que, sin embargo, se alimenta de la psicología de los personajes. También muestra las diferencias y desigualdades entre la capital y el territorio interior. Tanto de oportunidades como de dificultades para resolver los problemas cotidianos de las personas. Nahuel se encuentra en ese punto intermedio, en el que la vida le brinda una experiencia redentora.

Conclusiones

Natalia Garagiola debuta con una película que rezuma realismo y verdad. Se atreve a rodar en espacios naturales, con las complicaciones que eso supone para el equipo técnico. Se introduce en un mundo ajeno a ella, pero lo hace con inteligencia y respeto. Cuenta una historia que sucede en lo más recóndito del sur de Argentina, pero afronta cuestiones universales. El perdón de un hijo a un padre que abandonó el hogar. El refugio en un lugar inhóspito, aunque cálido. Y que Natalia haya conseguido poner de acuerdo a americanos, europeos y asiáticos para financiar esta producción, tiene mérito. Es un ejemplo de saber hacer las cosas bien.

Lástima que haya tardado dos años en distribuirse. Aunque más años Nahuel y Ernesto tardaron en recuperar el contacto. Una relación entre padre e hijo de lo menos convencional. Y una película muy independiente. Con Nahuel, Temporada de caza comienza de nuevo.

Escrito por Carlos Vera Tordera
Cinemagavia
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21 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con dos años de retraso se estrena en España Nahuel, el primer largometraje que dirige Natalia Garagiola. La realizadora se coloca, con una valentía que le honra, en el punto de mira de un adolescente irascible, egoísta y herido; elementos que no vienen, precisamente, a facilitar la relación con él.

Para describir sus actitudes y sentimientos utiliza la metáfora del paisaje, frío, desamparado, solitario y hasta cruel, de la Patagonia, donde sitúa el reencuentro con su padre y la posibilidad de salir él mismo y dar un giro a su propia vida. La convivencia con gente tan diversa, incluso los jóvenes de su edad con los que trata, irán limando su enfrentamiento con el mundo e incorporando a su experiencia personal nuevas tareas y perspectivas que le darán la oportunidad de ampliar horizontes y ejercer su libertad interior.

Garagiola consigue transmitir la personalidad y el volcán interior del adolescente y la perplejidad de los que son espectadores o, de algún modo, víctimas colaterales de sus erupciones espontáneas. El paisaje, como digo, enfatiza y acompaña, además de demostrar la calidad artística y técnica de Fernando Lockett al mando de la fotografía.

Sin embargo, ni la profundidad, ni la trama, ni la contemplación de los escenarios dan para los más de cien minutos de metraje por lo que al público le es muy difícil mantener la atención o el interés y, o bien desconecta o bien resiste esperando un desenlace impactante que llegará… o no.

www.contraste.info
Revista Contraste
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18 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay rabia, miedo, desamparo y dolor en el rostro del joven Lautaro Bettoni. Hay frustración, amor y culpa en el rostro de Germán Palacios. Hay miedo, amor y desamparo en el rostro de Boy Olmi. Tres machos malheridos que se observan, se huelen, se necesitan y guardan distancias de respeto, de miedo y de ansias.

Tres notables composiciones de tres actores que sustentan esta historia donde la ausencia materna rompe el status quo en el momento siempre complejo de la adolescencia y el joven Nahuel tendrá que enfrentarse en territorio física y emocionalmente desconocido a una cacería donde la presa es él mismo.

La prometedora directora Natalia Garagiola aporta su mirada femenina a este triángulo varonil jugando con los espacios antagónicos, sobre todo la agreste Patagonia que ejercen su atracción como polos opuestos sobre Nahuel. Hay momentos para el recuerdo pero uno acaba con la sensación de que la desorientación de Nahuel se transmite a la misma película, que Garagiola no acaba de saber canalizar las fuerzas que maneja y termina por moverse en círculos repetitivos. Se agradece sin embargo el respeto por cada uno de sus personajes y un final valiente y acorde con lo que postula.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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13 de noviembre de 2019
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El primer largometraje como directora de Natalia Garagiola no parece un ejercicio demasiado arriesgado. Nos encontramos de hecho con una historia corriente y convencional, sobre un chico violento y conflictivo, enfadado con el mundo, que es enviado en contra de su voluntad a vivir con su padre biológico, un guía de caza de la Patagonia que ha formado una segunda familia y con quien desde el primer momento no congenia.

Es probable que Garagiola peque aquí de una cierta ingenuidad o de una mirada excesivamente simple y esquemática del conflicto familiar y del choque de trenes entre dos personajes que se sienten forzados a entenderse, como poco pulida y carente de sutileza. Pero lo cierto es que, en dicha sencillez, "Nahuel" funciona y se mueve como pez en el agua. Siguiendo convenciones, la cinta aborda un proceso que resuena profundamente en todas sus etapas, en particular de la mano de Lautaro Bettoni que interpreta al adolescente protagonista, y que en su mirada a veces perdida, a veces desafiante y en no menos ocasiones simplemente frustrada aporta enteros al proceso emocional que sufre el personaje.

Uno de los aspectos que más me gustan de esta película es de hecho que las emociones cambian, visiblemente, a lo largo de la misma, pero no lo hacen como si estuvieran orquestadas como recurso dramático. La relación se hace dinámica cuando va pasando el tiempo, no hay un choque y una liberación, tampoco hay un punto en el que todo se arregle o se tire por la borda. Y esto es importante porque los personajes se están enfrentando también a una situación que perciben como inestable e incómoda, y que cuanto más se alarga más les está corroyendo. Nahuel está superando una pérdida y se enfrenta a cambios de rutina; necesita, más que nadie, poner algo de orden en su vida. La cinta en cierto momento comienza a virar en ese sentido: el día a día de su protagonista comienza a hacerse más llevadero y las piezas empiezan a encajar. Esto por supuesto tampoco significa que pase página y que no se sienta todavía desubicado. Pero al narrar el proceso de esta forma la historia está subrayando la aceptación de la pérdida y del cambio como algo gradual, que no se produce de un día para otro pero que termina convirtiéndose en una necesidad y en algo a lo que aferrarse.

De hecho, el conflicto de base entre Nahuel y su padre Ernesto comienza a diluirse hacia la mitad. No del todo, particularmente en el recelo que el primero muestra hacia el sistema de valores del segundo, pero no se eterniza hasta un límite gratuito e irrespetuoso con las necesidades emocionales de los personajes. Garagiola mide aquí muy bien los tiempos y enlaza también ese camino progresivo hacia la estabilidad emocional con otros factores, sea la integración en un grupo de amigos, o el reencuentro con su padrastro, las piezas vuelven a encajar en la mente de Nahuel, y esto es algo que el espectador puede trazar con facilidad, ese alivio y esa normalización gradual de las relaciones y la rutina, y que la película trata de manera estupenda.

Lamentablemente, "Nahuel" dista de ser perfecta. No solamente es en ocasiones vergonzante con el juego narrativo que sugiere, como sucede en la escena, ya tan recurrente en la ficción, en la que Nahuel apunta con la escopeta a Ernesto mientras éste observa despistado, y que sinceramente podría haberse ahorrado porque queda como una secuencia de tensión bastante banal en una obra a la que no le hace ninguna falta esto para dar a entender ese rechazo fuerte que siente el protagonista por su padre. Tampoco está en absoluto logrado el tema de la caza, el cual la película, de hecho, parece intentar que se convierta en una suerte de metáfora principal de la relación entre padre e hijo cuando a lo largo de toda la cinta no había hecho ninguna falta. Se ve como algo torpe, puesto por poner y por dar otra perspectiva a sus interacciones cuando ya se había construido algo natural y entendible sin necesidad de utilizarlo, porque tampoco parece algo bien aprovechado en, por ejemplo, una relación con la naturaleza y con el entorno que parece completamente accesoria pero que casi se da aires de tema principal.

En todo caso, estas carencias sobre todo de guión, de no tener las cosas claras y querer seguir convenciones contraproducentes y añadir capas superfluas a la película, resultan fácilmente ignorables en una cinta que en sus mimbres principales es sólida y próxima a sensaciones concretas, a las que trata con el respeto y da el espacio suficiente para generar una narrativa creíble, capaz de contar una historia común desde una perspectiva que se siente orgánica y que entiende en su base lo que significa el proceso emocional que retrata.

Texto escrito para Cine Maldito.
Ghibliano
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1 de mayo de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parece de lo mejor que dio el cine argentino en la última época. Desde la construcción de los personajes hasta el manejo del lenguaje visual. También me parece destacable el trabajo de la parte técnica, (la imagen, el sonido...) y sobre todo la sobriedad y el profesionalismo de varios de los actores secundarios. Se disfrutan los paisajes de San Martin de los Andes con nieve.
charlyvidald
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