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Nahuel

Drama Nahuel es un adolescente con una innata conducta violenta. Tras la muerte de su madre, viaja a la Patagonia, en el sur de Argentina, donde se encuentra con su padre biológico, al que no ha visto en más de una década. Ernesto es un respetado guía de caza que vive en las montañas con su segunda esposa y sus hijas. La reunión no resulta fácil, el orgullo y el resentimiento prevalecen tanto en el padre como en el hijo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
26 de febrero de 2018
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una ópera prima que sin lugar a dudas dará mucho que hablar. Casi en silencio, se alzó con la Sección Semana de la Crítica en la última edición del Festival de Venecia en agosto pasado. Ahora se estrena en Buenos Aires y sorprende, en primer lugar porque escapa con absoluta facilidad de acostumbrado y reconocido amaneramiento del cine argentino, y en segundo lugar, porque se trata de la opera prima de una joven directora, Natalia Garagiola, que también es autora del guión, que se destaca en ambos trabajos.
Su obra, es una película de una madurez narrativa notable, donde cada elemento se encuentra en un perfecto orden y la narración transcurre con una fluidez y una naturalidad poco común en el cine argentino.
Garagiola escribe un guion perfecto que más tarde transcribe con la misma perfección a lo cinematográfico. Es decir, primero se luce como escritora y después vuelve a lucirse como directora de cine al transcribir su guión en términos puramente cinematográficos. Garagiola hace cine con mayúsculas.
En el film describe una perdida y sus consecuencias. El personaje central es Nahuel, magníficamente interpretado por Lautaro Bettoni, un adolescente al que la vida obliga a crecer de golpe. Rugbier a punto de terminar la escuela secundaria en un colegio de clase alta de Buenos Aires, pelea con todos, se encuentra desubicado, pero sobre todo no se encuentra a sí mismo. Está desesperado. Acaba de perder a su madre.
Lo que ocurre no solo lo afecta a él, sino también a su entorno. Su padrastro (Boy Olmi) también está tocado por la tragedia tan fuertemente como él, y observa que no está en condiciones de dar contención al muchacho. Entonces decide le pide que se vaya por un tiempo al sur a estar un tiempo con su padre.
Su padre Ernesto (un extraordinario Germán Palacios) es quien vive en el sur, y es un guía de caza. Ha formado una nueva familia con una nueva esposa, con la cual tiene cuatro hijas pequeñas. Rodeado de mujeres, disfruta de la calidez y del confort de un hogar en medio del bosque.
A ese ambiente agreste y casi bucólico en el cual parecería imperar la ley del más fuerte, llega Nahuel con su incontenible furia adolescente, con su falta de entendimiento de la situación y su necesidad de contención insatisfecha. La relación con su padre natural se hace difícil. No obstante, Ernesto es un tipo centrado que pareciera tener una formación cuasi militar, la de un guardabosque acostumbrado al rigor, a la disciplina y a liderar grupos. Un pragmático al que la vida lo ha curtido.
Hay en el film un ambiente de violencia contenida que lo recorre de punta a punta, que la capacidad de Garagiola utiliza solo para crear un clima que torna al ambiente denso, irrespirable. Las reacciones cargadas de furia de Nahuel, la existencia de armas en la casa de Ernesto, la organización de un evento violento tal como una cacería se ciervos contribuyen a crear un ambiente tensionado que siempre pareciera estar al borde del estallido.
La descripción de estas tres personalidades opuestas (Padre, Hijo y Padrastro) está realizada con puntillosidad y paciencia. El padre por un lado dando espacio y dejando que el hijo haga su experiencia. El hijo reconociendo el terreno y comenzando a controlar esa furia incontenible que quiere destruirlo todo. El Padrastro que busca la soledad y asimilar la perdida sin compartirla con nadie. Ello crea momentos en que cada uno necesita hacer un reconocimiento que pasa por terrenos tan poco fértiles como una paternidad nunca ejercida, el desamor, la necesidad de crecer de golpe, de encontrar referencias, de superar una pérdida irreparable y el sentimiento de abandono.
La habilidad extraordinaria de Garagiola es manejar ese medio tono que gobierna toda la película, y poder dar lugar a la exteriorización de sentimientos en medio del páramo que han generado estos tres seres que no se han visto y se han ignorado durante años y que de golpe la vida los enfrenta y los obliga a asumir responsabilidades y necesariamente, crear algún tipo de relacionamiento, Se trata de un exorcismo de sentimientos a partir de la nada. Del reconocimiento del otro a través de ciertos datos de filiación donde nunca se ha desarrollado ni el amor paternal ni el filial.
La película es una obra de arte vinculada a lo etéreo, a la atención de pequeños detalles que van construyendo una filiación, un encuentro surgido de la necesidad y que tiene raíces en el ancestro. Pocas veces el cine argentino ha llegado a tal grado de intimidad en un film pausado, que tiene el ritmo justo, que cada escena engancha a la siguiente manteniendo el interés siempre vigente del relato. Encontramos una obra de madurez en el estreno de una ópera prima.
Charly Barny
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22 de junio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cineasta argentina Natalia Garagiola debuta en la dirección de largometrajes en solitario, después de varios cortometrajes y una película rodada a varias manos ( "Nordic factory ( 2014 )" ), con este proyecto que tuvo un recorrido exitoso en los festivales europeos en donde se presentó y en la temporada de premios argentinos 2017-2018. Su presentación internacional tuvo lugar en el Lido veneciano y recibió el premio del público a la mejor película de la semana de la crítica, y unas semanas después la pude ver en el Zinemaldia de 2017, ya que estaba incluida en la sección Horizontes latinos. En los premios Sur ( los Goya argentinos ) y en los Cóndor de plata ( los premios de la crítica de su país ) obtuvo el mismo galardón, el de mejor actor revelación, para el joven Lautaro Bettoni, cuya presencia es una de las cosas más destacadas de la película, en el papel protagonista del adolescente que da título a la película en su estreno español ( su título original con el que fue presentado en los festivales y en su país es "Temporada de caza", y desconozco el cambio de última hora, ya que me parece más acertado que el definitivo en España ).

La película se inicia con un prólogo con unos estudiantes que juegan un partido de rugby, entre ellos Nahuel, en el momento en el que se entera de un suceso trágico que afectará a su vida futura. A partir de esa situación dramática tiene que iniciar un viaje a regañadientes desde Buenos Aires hasta la localidad montañosa de San Martín de los Andes, situada al noroeste de la Patagonia.
Al principio el joven no se siente integrado con su padre, madrasta y hermanastras, y sobre todo con ese cambio tan brusco de un ambiente urbano a uno rural, y mucho menos por la afición por la caza de Ernesto y su grupo de amigos que practican ese arte cinegético varios días a la semana en esa zona de bosque cubierta de nieve.
La película va de menos a más y tiene sus mejores momentos en la parte final, y mantiene el interés por las actuaciones de Lautaro Bettoni, en su primera aparición en la gran pantalla y hasta la fecha su único papel cinematográfico como Nahuel, y del experto Germán Palacios que interpreta a Ernesto, el padre del protagonista.

Los secundarios cumplen sin más, teniendo en cuenta que no tienen gran importancia en la trama. Los otros aspectos positivos es que se refleja bastante bien los traumas personales del adolescente, y su carácter rebelde e introvertido, y sobre todo la belleza natural de la zona en donde se desarrolla la película, que en algunas escenas me recordó a otra película argentina reciente, "El invierno ( 2016 )", presentada hace 3 años en la sección oficial del festival de San Sebastián.
Por contra tiene algunos aspectos negativos como que la banda sonora es bastante monótona y repetitiva, que al principio cuesta entender algunas reacciones de los personajes y sobre todo su excesivo metraje.
Una película que puede tener su público, sobre todo los que disfrutan con historias dramáticas familiares con unas buenas interpretaciones y un paisaje de fondo de gran belleza.

LO MEJOR: La actuación del protagonista. La belleza de la región en donde está rodada la película.
LO PEOR: Tarda en arrancar. Su excesiva duración.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
WILLY74
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26 de agosto de 2018
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un adolescente maleducado, apático y conflictivo y un padre de características similares con el que se reencuentra en Chapelco tras el fallecimiento de su madre. Un film en el que no ocurre casi nada. Se torna lenta, larga y con muy poco diálogo. Solo destacaría la linda fotografía del lugar donde se aprecian las montañas nevadas, alguno que otro animal autóctono, los lagos y los bosques. Muy aburrida.
Darío Lapicki
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28 de noviembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filme estrenado en el mes de setiembre en el Festival de Cine de Venecia, en la sección de la Semana de la crítica, la obra representa el primer largometraje de la directora Natalia Garagiola. Nahuel (Lautaro Bettoni) es su protagonista, un adolescente que viaja de Buenos Aires hasta la Patagonia para pasar unos días con su padre biológico, con quien tiene nula relación, entendido esto desde cualquier punto de vista posible.

Garagiola, quien también funge como guionista, se encarga de presentar una historia llena de tópicos recurrentes en películas que tienen como principales protagonistas a adolescentes. Aquellas cuestiones relativas a la búsqueda de la identidad y las rebuscadas relaciones con sus progenitores, la rebeldía intrínseca a esto, el cambio del espacio geográfico que le es cómodo, por uno que le resulta ajeno y agreste, más el intentar involucrarse en esta nueva área con los pares de la zona.

Además está presente un más que evidente contraste generacional entre padre e hijo, situación que se ve incrementada por lo ajeno que son el uno para el otro; el padre resulta ser un tipo tosco propio de una zona geográfica igual de complicada, mientras el hijo proviene de una zona pudiente en la capital donde su madre mantuvo una relación con otro hombre. No es solo la diferencia generacional en cuanto a la edad y el alejamiento emocional, sino también el marcado contraste contextual que es recurrente.

Todo esto es lo que el personaje de Bettoni intentará resolver durante las casi dos horas de metraje, mientras que en su cabeza piensa y busca como adecuarse a la nueva vida que se le presenta luego de un suceso acontecido que es el que lo obliga a trasladarse al sur de Argentina. ¿Qué hacer o qué dejar de hacer? El poco tiempo mostrado en Buenos Aires da claras muestras de un vacío; en el sur, ese vacío rápidamente es llenado por un puñado de niñas y bebés que le ahogan.

La pregunta que salta aquí es cuanto logra diferenciarse la realizadora de otras propuestas de este tipo, cuál diferencia marca con obras que aborden estos mismos tópicos. Ella busca potenciar la fuerza de la imagen, tanto con los escenarios deslumbrantes, como la enorme casa en Buenos Aires o este espacio natural que ofrece el contexto donde se termina desarrollando la mayoría del metraje, además del paralelismo que hace con la caza: ¿asesinar un animal a sangre fría? Tomar o no tomar la decisión de apretar el gatillo, más las consecuencias que esto lleva consigo.

Una fuerza que también quiere ser transmitida con el uso recurrente de la cámara en mano, un truco que bien utilizado puede lograr su cometido, pero aquí se antoja excesivo en instantes donde, o bien no hacía falta, o bien simplemente es exagerado, al punto de llegar a incomodar. La intención es clara pero por su repetición termina siendo fallida.

Lo que sí consigue Garagiola de forma bastante efectiva es dar cuerpo a su elenco. Bettoni como debutante lleva un buen mano a mano con los experimentados Boy Olmi y Germán Palacios, no se achica, por el contrario está a la altura. En cuanto al grupo de secundarios están bien manejados, entre adultos y el grupo de chicos con que el protagonista se encuentra durante su visita a la Patagonia.

Temporada de caza cuenta su argumento poco a poco, Garagiola no se ensaña en presentar toda la información de primera mano, esto hace que la obra se vuelva en diversos tramos intuitiva en cuanto a lo que sucede y sucedió con los personajes. La situación más reciente que es el detonante de este viaje, el pasado de este hombre que abandonó a su hijo, y por supuesto, ¿qué depara el futuro? ¿Reconciliación o aún más ruptura?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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11 de enero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Natalia Garagiola presenta su ópera prima en la 74º Settimana Internazionale della Crítica en Venecia, que se realizará desde el 30 de agosto al 9 de septiembre de 2017, para luego tener finalmente su estreno comercial en Argentina el 14 de septiembre.

Natalia Garagiola estrena su ópera prima, Temporada de Caza, en la que se acompaña de un elenco que combina dos actores de gran trayectoria como Germán Palacios (Baires, El sueño de los héroes, Las Vidas Posibles) y Boy Olmi (Bar “El Chino”, Un buda) con el debut cinematográfico -y con un rol protagónico- de Lautaro Bettoni, quien tiene el peso de la historia en sus espaldas y la responsabilidad de fijar el timing de la película a través del desarrollo de su personaje.

Tras el fallecimiento de su madre, Nahuel (Bettoni), viaja al Sur, a la Patagonia Argentina, para reencontrarse con Ernesto (Palacios). Sale con un bolso y una carpeta con una documentación que el propio guión irá develando con el tiempo. Ernesto es su padre biológico y a la vez un extraño: no se ven hace por lo menos una década y como parte del duelo que está atravesando, Nahuel va en su búsqueda e irrumpe en el equilibro de la nueva familia –su esposa y sus cinco hijas mujeres- e incluso comparte algunas de sus jornadas de trabajo como guía de caza mayor.

En ese viaje iniciático quedará atrás el esposo de su madre (Boy Olmi), sus amigos, su colegio y su acomodada vida en Buenos Aires. La agresividad contenida en Nahuel y su profundo resentimiento por la ausencia de su padre durante su crecimiento, se mezcla con el dolor de la reciente pérdida y ese cóctel de sentimientos hará que la relación entre ellos no sea para nada una tarea fácil.

La directora nos brinda su primera entrega para la pantalla grande absolutamente segura de los caminos en los que quiere conducir la historia, desplegando datos paulatinamente y, a su vez, sin escatimar detalles para describir el enrevesado mundo de un adolescente tironeado entre dos figuras tan importantes para la construcción de su identidad, como persona y como hombre. ¿Quién es el padre? ¿Quién es a quien debe llamar “mi viejo”?

Hay dos mundos bien diferenciados desde lo estético, desde la postura de esos dos hombres y desde la actuación. Germán Palacios observa con distancia, pone límites y hace frente hasta físicamente a la batalla que Nahuel le propone, más allá de su propio dolor, el de no haber podido ser padre durante más de una década de ausencia. Boy Olmi, por el contrario, en las pocas escenas que aparece, marca la diferencia: entrega una actuación impecable, con una mirada inmensa que atraviesa la pantalla y un nudo en la garganta de emoción contenida, en momentos claves de la narración.

Garagiola explora la relación padre-hijo, observándola desde estas aristas contrapuestas. Un padre que exige respeto, mientras intenta por todos los medios encontrar manera adecuada para subsanar errores y calmar dolores. Un hijo dolido, imbuido de una imperiosa necesidad de comprender las ausencias que lo marcaron desde tan temprana edad. Y entre ellos un padre del corazón que deberá encontrar un nuevo lugar mientras las piezas se van acomodando.

El entorno geográfico posee peso propio y no es casual que la estación del año escogida sea pleno invierno. No solamente deben lidiar con el frío que recorre a esos vínculos distantes, sino que desde el exterior, el gélido clima acentúa el tormento.

La fotografía, a cargo de Fernando Lockett, suma momentos visuales que no pasan inadvertidos mientras que la musicalización resulta acorde y varía dependiendo de las escenas representadas, utilizando el rap como otro factor más de protesta y de reclamos y como una forma de construir un clima diferente para el universo adolescente.

Una ópera prima construida en base a un conjunto de buenas decisiones: los tiempos, los encuadres, la manera de ir develando la información del pasado de estos personajes, un elenco sin fisuras, arrojan como resultado una película que sorprende gratamente y se transforma en una de las más interesantes del año, absolutamente acreedora de ser apoyada por el público.
Silvana Pena
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