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Los dos papas

Drama Explora la relación que mantuvieron el Papa Benedicto XVI y su sucesor, el Papa Francisco, dos de los líderes más poderosos de la Iglesia Católica, que abordan sus propios pasados ​​y las demandas del mundo moderno para que la institución avance.
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Críticas 105
Críticas ordenadas por utilidad
2 de octubre de 2020
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Repasando títulos de un maravilloso año 2019, me topo con "The two Popes", película alabada por la crítica y el público que quedo relevada a un segundo plano. Un relato inspirado en las dos últimas figuras de máxima representación de la iglesia Católica; los dos último Papas. Basada en hecho reales, se centra a exponer la relación entre el pasado Papa Benedicto XVI y el Papa actual Francisco I, que abordan su pasado y deben hacer frente a las demandas del mundo moderno para que el cristianismo avance.

Quien en su día nos trajo "Ciudad de Dios", película de gran renombre que refleja el aterrador mundo del crimen organizado en las favelas de Río de Janeiro, Francisco Mierelles, se embarca ante un relato con el que expone la crisis de carencia de la fe cristiana actual, una crisis con la que los líderes del Vaticano deberán hacer frente. Des de una misma fe pero en puntos completamente opuestos, una conservadora y el otra progresista, los dos Papas, contendrán para defender y exculpar sus diferentes visiones de una misma creencia. Inmerso en un debate potente e interesante en el punto donde mayor fuerza ejerce la narración, aún desaprovechado al no indagar lo suficiente en asuntos delicados.

Enfocado en el personaje de Jonathan Pryce, encarnando al Papa Francisco en una interpretación soberbia, en el que cuanto más entramos en sus doctrinas, más profundizamos en su historia personal, aclarando y argumentando el porqué de sus ideas. Dando una apariencia documental en la narración con una dirección notable que posee un lenguaje visual expresivo y destacable.

Una película narrada con la finalidad de dar un mensaje de redención de la figura del Vaticano, que escatima en autocrítica, y que puede funcionar a unos más, y a otros menos. Indiferentemente de tus creencias, Meirelles logra expresarse con destreza y cercanía, a la vez que alcanza humanizar la imagen del Papa, divinizada por el hombre.
Víctor Baylach
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22 de diciembre de 2019
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es extraordinaria, aunque el planteamiento sea simplón y maniqueo: papa continuista y tradicional frente a papa reformador y progresista. Las cosas nunca son así de sencillas, y menos aun en la Iglesia, donde, entre el negro más tenebroso y el blanco inmaculado hay una gama tremenda de grises. Pero el duelo interpretativo de los dos actores me recordó al de Olivier y Caine en «La Huella». He disfrutado muchísimo.

No obstante, escribo esta crítica para resaltar algo anecdótico que me ha llamado la atención: los Beatles, y dos canciones que no son dos casualidades. Benedicto XVI le dice a Francisco que en Abbey Road grabaron un disco suyo, y Francisco le pregunta si le gustan los Beatles. Como ejemplo, le cita la canción ‘Eleanor Rigby’. Curioso: es la canción en que el padre Mackenzie escribía un sermón que nadie iba a escuchar. Más tarde, ya casi al final de la película, y sin previo aviso, suenan sólo una notas, una frase de la canción ‘Blackbird’: «Estabas esperando este momento para resurgir» («You were only waiting for this moment to arise»). Y lo que vendría después queda en el aire, en el fuera de campo: «Balckbird, fly». Pero la película termina justo cuando el pájaro abatido comienza a levantar el vuelo y el padre Mackenzie se dispone a dejar de escribir sermones.

Meirelles podría haber terminado con «Let it be», que también se traduce «Amén».
jfreyba
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7 de diciembre de 2019
64 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí por fin la película que todos estábamos esperando, un buddy film protagonizado por Papas. Orígenes opuestos, personalidades complementarias, recelo inicial, crisis de masculinidad, sexualidades confusas, fiestas de pijama, confesiones íntimas, absoluciones recíprocas y, por qué no, tórridas escenas, incluyendo el tango más sensual de la historia del cine tras "Esencia de mujer". En resumen, una película de ensueño para todo buen cristiano.

Ya en un plano menos físico y más espiritual, destacar esa cercanía, esa campechanía juancárlica de quedarse en casa, pedir unas pizzas y unas fantas y poner el fútbol, el deporte de los pobres, donde todo es posible y los milagros existen, ver a Higuaín introduciendo el balón entre los tres palos no una sino dos veces a lo largo de la película. Como dijo el Arzobispo de Oviedo, si Dios no existe que venga Dios y lo vea.

Las dos grandes interpretaciones de Pryce y Hopkins contribuyen a este lavado de cara de la Iglesia. Ni rastro de intrigas políticas y si hay atisbos de autocrítica resultan ser artilugios narrativos, trampolines para alcanzar más altas cotas de gloria, o excusas para que Meirelles, si le queda algo de la agudeza del director de "Ciudad de Dios", ruede alguna escena que le aleje del suicidio.

Y hasta aquí, y rezando para que mi abuela nunca la lea, esta crítica verdaderamente infame.

Gustará a: gente que celebra cuando hay fumata blanca como si hubiera ganado el Euromillón, ABBA, Rex un policía diferente
No gustará a: víctimas de curas pedófilos, call centers, Orlando Yorio
eristuff
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24 de diciembre de 2019
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil hablar de una película cuyo creador insiste en que está basada en hechos reales cuando, como mucho debería decir, inspirada porque real solo es el hecho de que el papa Benedicto XVI abdicó, el resto es producto de la inspiración del novelista nacido en Nueva Zelanda y firmante del guión Anthony McCarten como mucho que además creo que sabe lo que hace.

Desde mi punto de vista, la iglesia reúne las premisas de ocultismo, dogmatismo, conservadurismo y verticalidad imprescindibles para convertirla en una de las mayores sectas existentes y partiendo de ahí, lo que sucede dentro solo lo saben ellos por lo que todo lo que se ve en este film es pura ficción pero además un excelente trabajo realizado por los actores, en especial Anthony Hopkins convierte a unos seres con la aureola de dioses en otros cercanos, humanos, pecadores, temerosos y arrepentidos.

Lo peor de la película para mi es el servicio que hace a la iglesia, planteando un debate entre la conservadora en peligro de extinción y la renovada y solidaria, siendo exponentes de ambas posiciones cada uno de los papas, pero al final ni uno es tan conservador ni el otro es tan renovador y ambos están en pecado mortal. Por lo tanto vamos a cambiar lo suficiente como para que nada cambie.
Jesús García Peón
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21 de diciembre de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los dos papas es una película encantadora y emotiva, basada en la relación entre Joseph Ratzinger, es decir, Benedicto XVI, y Jorge Mario Bergoglio, Francisco, los dos últimos pontífices de la Iglesia Católica.
El acierto de Fernando Meirelles, aparte de su muy elegante y cuidada dirección (atención a los planos con los que comienza la película, o a cómo filma los momentos previos a la salida al balcón de Francisco en su primera aparición como Papa), es poner el foco en la humanidad de los dos personajes. Antes que sacerdotes, cardenales o Sumos Pontífices, Ratzinger y Bergoglio son dos personas, con sus fortalezas y debilidades, con sus puntos en común y sus divergencias, pero que logran encontrarse y entenderse en el camino (atención a las escenas durante los créditos finales, un momento lleno de simpatía e incluso ternura). Así, es la tremenda humanidad de los personajes la que cautiva al espectador, independientemente de lo que piense de los papas reales. La película quizá no será una de las mejores del año, y desde luego no es perfecta (se pierde un poco en los flashbacks sobre la juventud de Franciso), pero sin duda cumple con su propósito de ser una visión emocionante y sobre todo muy humana y sincera de dos de los hombres más influyentes de lo que llevamos de siglo XXI.
Pero sin duda, la gran razón para ver esta película es disfrutar del talento de dos monstruos como son Anthony Hopkins y Jonathan Pryce, que, si hay justicia, estarán en la terna de todos los premios del año. Hopkins compone un Ratzinger bastante más amable de lo que han reflejado los medios de comunicación durante su pontificado, mientras que Pryce hace un Bergoglio tremendamente humano y algo atormentado, mientras exhibe un perfecto dominio de lenguas (aunque parece ser que lo doblaron para lograr el acento argentino).
Una bella historia sobre redención, tolerancia y perdón.

Lo mejor: Hopkins y Pryce, fabulosos ambos, la realización de Meirelles y su capacidad para emocionar.
Lo peor: Los flahbacks son irregulares y aportan minutos de relleno.
Sibila de Delfos
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