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¡Vivir!

Drama Después de verse obligado a abandonar su casa y su familia por deudas de juego, un hombre rehace su vida como titiritero hasta que se ve envuelto en la revolución maoísta. Cuando consigue volver con su mujer y sus hijos, ya nada es como antes. (FILMAFFINITY)
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
3 de junio de 2010
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sexto largometraje del realizador Zhang Yimou (Xian, China, 1951). El guión, de Lu Wei y You Hua, adapta la novela “Huozhe” (1992), la segunda del joven escritor Yu Hua (Hangzhou, China, 1960). Se rueda en escenarios naturales de China y en estudio. Nominado a la Palma de oro (Cannes), gana el premio al mejor actor (Ge You), el Gran Premio del Jurado y el Premio del Jurado Ecuménico. Gana, además, el Bafta al mejor film en lengua no inglesa. Producido por Fu-Sheng Chiu, Funhong Kow y Christophe Tseng para Era Internacional y Shanghai Film Studios, se proyecta por primera vez en público el 18-V-1994 (Festival de Cannes).

La acción dramática tiene lugar en China entre los primeros años 40 y los 70 del XX. La localización principal es una ciudad entre mediana y pequeña, no determinada, en la que se habla el mandarín. Xu Fugui (Ge You), adicto a los dados y poco aficionado al trabajo, está casado con Xu Jiazheng (Gong Li). Son padres de una niña, Xu Fengxia (Tianchi Lui), sordomuda a causa de una enfermedad, y de un niño menor, Xu Youqing (Deng Fei). La familia afronta los cambios, las desdichas y las alegrías que les depara la vida a través de tres grandes etapas de la historia del país: los últimos años de la Guerra Civil (1927-1950), el Gran Salto Adelante (1950-60) y la Revolución Cultural (1966-69). Se relacionan con el alcalde de la ciudad o jefe de distrito (Ben Niu), con el joven Wan Erxi (Wu Jiang), Chunsheng (Tao Guo) y otros. Fugui es ingenuo, sencillo, frágil e inseguro. Trabaja como cantante de un grupo de teatro de marionetas tradicionales. Su esposa es fuerte, animosa, cariñosa, sufrida y tolerante. Ella es la espina dorsal de la familia.

El film suma drama, melodrama, comedia y análisis histórico. Desarrolla un relato centrado en la cotidianeidad de una familia corriente, sin importancia y sin relieve social, insignificante, humilde y prácticamente desconocida, dedicada a trabajar en lo que puede o lo que le mandan. Tanto los personajes principales, como el grupo familiar, experimentan a lo largo de los años cambios importantes. La implantación del régimen comunista, la supresión de tareas domésticas, la incorporación de la mujer al trabajo, la asunción por ella de tareas duras y que exigen esfuerzo físico, la proliferación de comedores comunitarios, las tareas colectivas planificadas, las directrices centralizadas sobre la producción orientada a la industrialización y, dentro de ésta, la producción de acero a partir de desechos y útiles de todo tipo. Años después la Revolución Cultural y sus secuelas imponen nuevos cambios y nuevas rupturas, como la prohibición de las representaciones del teatro de marionetas y canciones tradicionales antiguas, depuraciones personales, etc. A los cambios externos se añaden las incidencias propias de la vida de familia, con satisfacciones, disgustos, gozos, esperanzas y alegrías.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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24 de marzo de 2011
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Indudablemente, se trata de un dramón clásico. De un dramón clásico muy cercano, por cierto, a los mejores dramones clásicos de la historia del cine: “Las uvas de la ira”, “Ladrón de bicicletas”, “Los mejores años de nuestra vida”, “Harakiri”, “Doctor Zhivago”, “El hombre elefante”, “Mystic River”… Y eso significa, impepinablemente, que si has logrado disfrutar de todas —o casi todas— estas pelis con total y absoluto deleite, también deberías conseguirlo —sin demasiado esfuerzo— con “¡Vivir!”.

El problema de los dramones clásicos como “¡Vivir!”, sin embargo, es que —actualmente— no tienen la buena prensa de antaño. Así pues, lo que verdaderamente mola hoy en día es el drama “a lo bestia”. En plan “Réquiem por un sueño”, “Ciudad de Dios”, “Contra la pared” o “Irreversible”. Dramas con cámara epiléptica, montajes abruptos y despiadadas tramas argumentales que —más que conmocionar— lo que pretenden y consiguen, en definitiva, es perturbar al espectador de la forma más descarnada posible.

A mi, particularmente, me gustan todos los dramas. Todos. Independientemente de su tono, de su estilo y de su intensidad. Siempre y cuando, por supuesto, conecte con ellos y no perciba rastro alguno de sensiblería, sentimentalismo y moralina. Sin lugar a dudas, las tres grandes lacras del género en cuestión.

Obviamente, nada de ello detectaréis en la peli de Yimou. Un drama que fluye sin prisa pero sin pausa y que nos ofrece un espléndido fresco de la China maoísta a través de la propia experiencia vital de Fu Gui (Ge You) y Jia Zheng (Gong Li), un matrimonio que luchará a brazo partido contra la adversidad constatando, por si fuera poco, que vivir es —indudablemente— la mayor batalla que puedes librar y la mayor victoria que puedas lograr en esta puta vida.

Pedazo de ocho, pues, para un dramón clásico de impecable factura al que sólo cierta candidez y superficialidad aparente la alejan de ese nueve que durante gran parte del metraje campeó en su marcador. Ainsss!
Taylor
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21 de marzo de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Tenemos el deber de ser responsables ante el pueblo. Ser responsables ante el pueblo significa que cada palabra, cada acción y cada acto político nuestros, deben concordar con los intereses del pueblo. Y si cometemos errores, debemos corregirlos”.

Estas son fervientes palabras de Mao Zedong, pronunciadas pocos años antes de proclamar la República Popular China tras el triunfo de la revolución que él mismo liderara. Como todas las palabras bienintencionadas de todos los líderes del mundo, tampoco éstas se cumplieron al pie de la letra, pues los gobernantes representan la cabeza del ajedrez, pero son muchas las piezas del juego gubernamental, aunque aquellos tengan que responder por algunos de sus actos. Y, desde los mandos medios, muchos errores, desmanes y violaciones a las leyes, pueden cometerse por ignorancia, deshonestidad o por abuso de autoridad… Por supuesto, también habrá ordenes que vienen desde lo más alto y que, a la inversa, son los empleados medios los que cargan con toda responsabilidad.

Zhang Yimou, sin duda uno de los directores más calificados del cine actual y quizás el número uno de China, no parece tener los mejores recuerdos de la Revolución Cultural y películas como “Semilla de Crisantemo” o “La Linterna Roja” que son, como ésta, críticas soterradas a las infortunadas acciones del régimen, le han costado censuras y una estrecha vigilancia a todos sus proyectos.

“¡VIVIR!” es la recreación muy precisa de la vida de una modesta familia, a lo largo de varias décadas que se inician en los años 40… justo en vísperas de la Revolución Popular. Y Yimou logra con eficacia, y con acciones muy puntuales que tocan con el sentir, con la libertad de acción y de expresión, y con la negación de ciertos derechos, dejar sentado un alegato que golpea, de pleno, tres centímetros debajo del esternón.

Gong Li, su musa, su amiga y su amante, durante varios años, encarna a Jiazhen la típica mujer firme y concreta en sus objetivos, capaz de sobrevivir con denuedo y entereza a las peores tragedias. Su esposo, Fugui, a ratos semeja a un ave de mal agüero, y el amor entre ellos parece de aquellos que nacieron para no vivirse cerca.

Llena de variopintos matices, la vida de la familia Xu es intensa, y por ella – como por cualquier otra familia – emergen las rosas y las espinas, mientras, con gran sutileza, Yimou va dando sutiles detalles de la opresión que oscurece el legendario, y sin duda significativo, régimen de Mao. Y si alguien quiere ver alusiones indirectas a lo que viven hoy los chinos, quizás encuentre algo que lo haga asentir con la cabeza.

Y hay cosas, como la recompensa que trae la perseverancia, como el bien que se oculta en todo mal, o como la serenidad que conlleva el aceptar lo que sucede en contra de lo que se espera que, este inspirador filme, nos deja al alcance para una buena reflexión.

Y recuérdalo: ¡Pase lo que pase, es necesario Vivir! ¡Esta es la decisión de los valientes!
Luis Guillermo Cardona
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24 de julio de 2010
24 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película cuenta un ciclo histórico, a lo largo de años: la vida de una familia vapuleada por acontecimientos trágicos, resaltados con un patetismo que se fija en las paradojas del destino.

Si no le hubiera dicho yo que hiciese eso, Si no me hubiera empeñado en darle aquello, Si no se hubiera puesto en tu lugar… (Los personajes comentan con redundancia las jugadas).

Esa versión popular de la fatalidad griega (que, en cambio, fulmina de una sola vez): varios sucesos que aparecen con su signo nefasto e inundan de dolor la vida, a la vez que la vertebran a golpes.

Y, a pesar de todo, la vida sigue, porque consiste en sobreponerse a esos golpes.

Ése es un tono, el de la lógica fatalista, simple pero coherente, y da lugar a un arranque bastante logrado.

Otro tono es el empleado para referir el entorno histórico y político del relato.

Con independencia de la censura que objetivamente merezca el régimen maoísta, no hay en las punzadas de Yimou crítica sino burla; alusión grotesca, sin humor en la parodia y el sarcasmo. Tampoco llega a caricatura o sátira. Es pobre, sin más, y también lo es la exposición de cómo lo político influye en las vidas de los protagonistas. Los planos individual e histórico no se entrelazan en serio. Y si ese tono flojamente burlesco resulta empobrecedor, escenas como la del ginecólogo represaliado son indignas de una película que pretenda un nivel elevado o profundo.

Gran trabajo de los actores que encarnan al matrimonio protagonista. Sugieren esa continuidad de la vida a través de las tormentas, ese desapego que ve con serena indiferencia lo grato o ingrato de los acontecimientos y se acostumbra a recibir las cosas como vienen, con madura aceptación. Aparecen en algunas imágenes con cierta belleza clásica.

Es tema serio, casi solemne, y podría considerarse tratado con adecuación si no fuera porque ciertas realidades históricas, presentadas en el baldío de lo fácil y lo chistoso, quedan aparatosamente fuera del tratamiento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Archilupo
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23 de febrero de 2006
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¡Vivir!" es todo lo que se puede esperar de una película china y más. Mucho más. Es bella y desgarradora a un tiempo. Un viaje por el tiempo a través de una familia. Es imprescindible para entender un poco mejor la china contemporánea y, en general, cualquier país. Sin llegar a ser pretencioso me atrevo incluso a decir que ésta película, ni mucho menos simple, ayuda a entender un poco mejor en qué clase de mundo estamos inmersos y las vueltas que da la vida, y las vicisitudes que estas vueltas conllevan. El maestro Yimou describe con tal sutileza y brillantez a sus personajes, evoca tan sorprendentemente la poesía visual con sus imágenes, que es muy dificil que ésta historia no conmueva a todo el que la vea, porque, lo que más me maravilla es la forma en que el director construye una verdadera tragicomedia como las de antaño, es decir, hay partes en la película en las que te paras a pensar lo bella y preciosa que es y lo amena que se te hace, pero luego hay otras partes en las que literalmente algo dentro de ti se mueve incómodo, llora y recapacita, pues es a la vez durísima e impactante, y ambos generos los conjuga el director con un talento y una genialidad inimitables e impagables. Y es también una critica demoledora, amarga y esclarecedora a los actuales principios chinos y a los de la época de Mao Tse Tum: la última media hora es absurda y absolutamente genial. Necesaria.
Luego, hay una escena que me dejó con la boca abierta y que pasará a la posteridad, yo creo; esa escena en la que los soldados comunistas bajan corriendo por la ladera de la montaña.
Por último, dejar patente mi rotundo acuerdo con el Festival de Cannes al darle a esta gradiosa joya el Gran Premio del Jurado y el premio al mejor actor para Ge You, que realmente se sale, pero, en mi opinión, la que de verdad se sale es esa sublime belleza llamada Gong Li. Impresionante interpretación. La mejor actuación de la película sin ningun tipo de duda.
Alexei
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