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Senderos de gloria

Bélico. Drama Primera Guerra Mundial (1914-1918). En 1916, en Francia, el general Boulard ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana y encarga esa misión al ambicioso general Mireau. El encargado de dirigir el ataque será el coronel Dax. La toma de la colina resulta un infierno, y el regimiento emprende la retirada hacia las trincheras. El alto mando militar, irritado por la derrota, decide imponer al regimiento un terrible castigo que ... [+]
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Críticas 273
Críticas ordenadas por utilidad
16 de enero de 2013
87 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
El artista tiene una cualidad que no tienen las personas normales, y es una hipersensibilidad emocional (no es una redundancia). Esta cualidad es lo que les permite trasladar los sentimientos de la vida a un objeto concreto, sea un cuadro, el celuloide, un videojuego, una construcción o el sonido de una flauta. Por eso el verdadero artista es tan escaso y tan admirable, por la dificultad de ese hecho: la transformación de algo intangible (la "realidad" humana proyectada por el cerebro) en algo concreto.

Todos sabemos lo que es una película. Es un fragmento rodado en que aparecen actores, hay un encuadre, un montaje, y se dicen unas cosas. Así que cualquiera puede hacer una película (mala). Lo difícil es hacer una obra de arte, dicho de la manera menos elitista posible. La obra de arte es el resultado de la eliminación infinita de posibilidades para que sólo quede una, que es la válida. Ese resultado final será el que más óptimamente exprese al receptor el objeto que el artista proyecta. Esto es, no se hace cine para extraer una emoción, sino que se concibe una emoción y se ejecuta cine para hacerla vivir en la mente del espectador.

Hay directores de talento que hablan orgullosos de lo "concisos", prácticos y rápidos que son sus actores y su narración, de cómo van al grano. Otros subrayan ufanos sus eternos planos secuencia y lo "reflexivo" de su cine contemplativo. Todo esto es equivocar los términos. Como lo es creer que el "buen" director es el que opta por el término medio. No. El buen director es que con más pureza exprese la idea. El que se acerque más a esa perfección. Por eso el buen director no es ni "conciso" ni "reflexivo", simplemente "es".

Stanley Kubrick era un artista, y por eso no "narra" una "historia" "bélica" con unos "personajes". Stanley Kubrick MATERIALIZA una IDEA creada por el HOMBRE sobre el MIEDO, el PODER y la INTEGRIDAD, no hay moraleja ni discurso porque lo que ves es cristalino y puro como la idea misma. Cuando el actor mira hacia arriba y cambia el plano y vemos la bengala y se oyen ametralladoras de fondo, el hecho de que mire en ese momento, el sonido sea ese y la luz sea esa exactamente, proyecta en nuestra mente la idea de miedo profundo a morir, es como si ya no hubiera ni actor ni personaje, como si nosotros fuéramos los que vamos a morir y lo estuviéramos experimentando. De hecho el personaje sólo es un medio para hacer palpable esta realidad, nosotros no estamos observando la vida de otro, estamos experimentando la "nuestra" a través del objeto artístico.

La formación de Kubrick como fotógrafo se expresa en algo más que una pose o unos vicios, o un énfasis mayor en un aspecto del cine. Se expresa en la búsqueda de la "verdad" de la imagen, pero no verdad como "realismo", sino como materialización VERDADERA, sin interferencias que la hagan falsa, sin poses, sin escuelas, sin estética, sin maniera, pero concreta como las aristas de un cristal, que se acaban en sí mismas y no se prolongan más allá de su necesaria y palpable geometría.
Tomine
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16 de abril de 2008
90 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto se ha llegado a utilizar la expresión 'obra maestra' que casi ha perdido su sentido. Casi todas las películas son obra maestra según alguien, para mí la que más se merece ser nombrada como tal es Senderos de Gloria. Para mí una obra maestra lo es cuando es atemporal y Senderos de Gloria lo es. A nivel técnico no se le nota demasiado que tenga más de 50 años, sólo hay que fijarse en esos travellings por las trincheras, que siguen siendo impresionantes. Argumentalmente, Kubrick coge al realidad y te golpea con ella, a día de hoy su dureza y su honestidad siguen impactando a cualquiera que no esté hecho de latón y las interpretaciones son todas excelentes (huelga decir que sobretodo la de Kirk Douglas y sus escenas con McReady). Es tan poderosa que te mantiene fascinado (u horrorizado) durante prácticamente toda su duración y luego, cuando ves el The end, con lágrimas en los ojos, aún te hace pensar y las escenas ya se te han quedado grabadas a fuego para siempre. Sin duda es una gran historia en manos de un artista en estado de gracia, se nota que está por encima de la media. Transmite más cosas en menos de 90 minutos que otras en 180 minutos.

A lo mejor sí que es verdad que intenta ser un poco efectista y que busca emocionar al espectador, lo que en cambio no es cierto es que lo haga desde el sentimentalismo barato, al contrario, la película consigue que todo sea legítimo... ¿cómo no te vas a emocionar al ver al coronel Dax plantándole cara a ese petulante de Mireau, paradigma del trepa lameculos que existe y existirá en cualquier trabajo del mundo? ¿Cómo no te va a llegar al fondo del alma ver a esos pobres desgraciados que progresivamente se ven compungidos cuando se dan cuenta que esa muchacha que canta será lo único bonito que verán en mucho tiempo, quien sabe si lo último? ¿Quién en su sano juicio no sentiría asco hacia la guerra y por la gente que la utiliza para su beneficio personal? ¿A quién no le parece que las trincheras sean el infierno en la tierra? Es complicado llegar masivamente a los espectadores sin tirar de lo facilón, pero Kubrick es suficientemente inteligente como para establecer una base sólida a todos esos sentimientos y esas ideas que van contra la nauseabunda maquinaria narcisista y asesina, que consiguen dejar de rídiculas todas esas películas yankis de exaltación patriótica de los 40, 50 y 60. Si hay una película que se pueda permitir el lujo de ser un poco efectista sin duda es ésta. No fue Kubrick quien inventó las películas antibelicistas, pero sí quien lo hizo con la mayor de las grandezas y las honestidades.
Jean Ra
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28 de febrero de 2010
66 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercer largometraje de Stanley Kubrick (1928-1999). El guión, de Kubrick, Calder Willingham y Jim Thompson, adapta libremente la novela “Paths of Glory” (1935), de Humphrey Cobb (1899-1944), que se inspira en hechos ocurridos en el ejército francés durante la IGM. Se rueda en escenarios reales de Munich y del Schleissheim Palace (Munich) y en los platós de Bavaria Filmstudios (Munich), con un presupuesto de 935.000 USD. Es nominado a un Bafta (película) y gana un Silver Ribbon (director film extranjero). Producido por James B. Harris, Kirk Douglas y Stanley Kubrick para Bryna Productions y Harris-Kubrick Productions (sin acreditar), se estrena el 25-X-1957 (Munich).

La acción dramática tiene lugar en las trincheras sin cuartel de la vanguardia y en las instalaciones del Palacio que ocupa el alto mando del ejército francés, en 1916, tras dos años de guerra. El coronel Dax (Douglas) está al mando del Regimiento 701 de infantería, destinado en el frente franco-alemán, en un punto indeterminado de los 750 km. sobre los que se extiende entre el Canal de la Mancha y Suiza. El general Broulard (Menjou), del Estado Mayor francés, ordena al general Paul Mireau (MacReady) una operación imposible: asaltar el bastión inexpugnable de la Colina de las Hormigas, ocupado por los alemanes. Miraeau considera que es una misión destinada al fracaso, pero acepta llevarla a cabo en atención a una promesa de ascenso. Dax, abogado penalista en la vida civil, es comprensivo, defiende a sus soldados, tiene principios y es idealista. Mireau es egoísta, ambicioso, autoritario y cruel. Broulard es astuto, corrupto y despiadado.

El film suma crimen, drama, guerra (IGM) y ejército. La realización corre a cargo de un joven Kubrick, de 29 años, que se apoya en su socio James B. Harris; en la experiencia como guionista de Jim Thompson ("Atraco perfecto”); en el aprendizaje extraído de sus dos películas anteriores y en la aportación de Kirk Douglas.

Kubrick presenta al ejército dividido en dos bloques. Uno es el de los mandos, que ocupan lujosos palacios, frecuentan bailes de sociedad y ven en la guerra una fuente de oportunidades de promoción, ascenso, poder y gloria. El otro bloque corresponde a los soldados, que malviven en las trincheras, se enfrentan sin pausa a la muerte, están sometidos a una disciplina estricta y a un régimen de alienación y explotación implacable. Los dos universos habitan escenarios separados, diferentes y contrapuestos. Unos son los privilegiados y los otros forman un conglomerado de excluidos y desamparados. Dice, además, que la barbarie de la guerra radica, ante todo, en la crueldad de unas condiciones de vida inhumanas y en la convivencia permanente y directa con el dolor, la fatiga, la locura y la muerte. Sin embargo, la barbarie de la guerra radica, sobre todo, en la separación de los sometidos, su consideración de marginados, la irrelevancia de su individualidad y el desprecio de que es objeto reiteradamente su dignidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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20 de enero de 2007
71 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
PERFECCIÓN MÍSTICA.

Kubrick sentencia incluso antes de sus películas más famosas la que estaba llamada a ser la película antibélica perfecta y uno de esos films de la historia del celuloide que están marcados por una genialidad sobrehumana.

Ya he visto dos veces esta película. La primera fue durante mi adolescencia: estaba empezando a descubrir el cine, y Kubrick se perfilaba como uno de mis favoritos. En aquel momento no fui capaz, creo, de asimilar la inmensa carga de la película; me pareció buenísima, pero vista desde un punto de vista estrictamente argumental y dramático. Hoy día, sin embargo, soy capaz de comprender desde el primer minuto hasta el último la intención de Kubrick con cada plano. Cada diálogo, cada escena está tan cuidadosamente pensada y calculada que la película fluye a toda prisa de una forma apabullante. No sobra nada, no falta nada. ¿Qué es eso? La perfección.

Decir que es una película antibelicista sería correcto pero incompleto. Partiendo de tal subgénero (el cual rebasa y desborda), se convierte en un alegato a favor y en contra de la humanidad. Uno de los mayores alegatos sobre la maldad de las personas y el charco enfangado en el que vivimos que llamamos Tierra. Uno de los mayores alegatos, también, sobre la fragilidad e inocencia (incluso simplismo bondadoso) del ser humano, sobre su capacidad para distinguir el bien del mal y sobreponerse a la adversidad. Esto no es spoiler: en la escena final, donde los hombres están en el bar, tenemos estas dos posturas resumidas. Al aparecer una chica alemana (ellos son franceses), los estúpidos soldados empiezan a gritarle y a asustar a la pobre extranjera, que se pone a llorar; se nos muestra así el lado cruel y negativo de esas personas. A continuación, la chica se pone a cantar y los hombres callan e incluso algunos lloran; se descubre así su lado sensible, capaz de emocionarse y sublimarse ante lo bello.

Ésta es mi aportación a las críticas que ya hay sobre la película, pues lo demás sería repetirse absurdamente. No es (sólo) una película sobre la guerra: ES UNA PELÍCULA SOBRE LA HUMANIDAD.

Centrándonos en la película propiamente dicha, hasta los maquilladores estaban en estado de gracia. Kubrick realiza unos travelling sobre las trincheras acojonantes, una mini-escena de guerra angustiosa, una escena de juicio que ya querrían otros más especializados en tales menesteres, y un clímax patético y brillante. Kirk Douglas sencillamente nació para interpretar este papel, al igual que todos los demás. El guión es magistral, a nivel de diálogos y de argumento.

Kubrick tocó muchos palos y en todos "dio la nota". Yo a eso le llamo un genio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KesheR
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20 de febrero de 2008
48 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un jovencito Kubrick rueda con bayoneta calada y sonoro taconazo el mayor alegato antibelicista de la historia del cine. Horita y media escasa de cine de lujo. Fotografía, planos, diálogos, guión... todo impecablemente dispuesto para modelar una película paradigmática. Una referencia a la que cualquier pardillo obstinado en dedicarse a esto de hacer cine debería aferrarse como alma en pena. Corta, clara y concisa. Y sobretodo, contundente. Sin ambigüedades. Una partida de ajedrez amañada en la que los ‘gerifaltes atildados’ de Servadac sacrifican sus peones a sangre fría, sin el menor remordimiento. En pos de un patriotismo demencial, execrable, grotesco. Stanley traslada su furibunda mirada a la del Coronel Dax (Kirk Douglas) para fustigar ese aberrante fundamentalismo castrense que condenó a una muerte segura a miles de combatientes a ambos lados de la línea Maginot.

“General, ¿me permite sugerirle que puede hacer con su ascenso?”
Taylor
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