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Senderos de gloria

Bélico. Drama Primera Guerra Mundial (1914-1918). En 1916, en Francia, el general Boulard ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana y encarga esa misión al ambicioso general Mireau. El encargado de dirigir el ataque será el coronel Dax. La toma de la colina resulta un infierno, y el regimiento emprende la retirada hacia las trincheras. El alto mando militar, irritado por la derrota, decide imponer al regimiento un terrible castigo que ... [+]
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Críticas 273
Críticas ordenadas por utilidad
24 de septiembre de 2005
33 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Senderos de Gloria” es una auténtica obra maestra. Un film que debería ser visto en todas las escuelas y universidades, porqué más allá de ser un film bélico (o “antibelicista”, aunque es un término con el que no acabo de estar de acuerdo) nos encontramos ante una obra que derrocha humanismo, es, de hecho, un brillante fresco de la condición humana ya que en él observamos todas las virtudes y defectos de la humanidad; desde la mezquindad y el cinismo representado por los generales hasta la compasión y la ingenuidad del coronel Dax.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sturmovik
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22 de julio de 2007
31 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abrumador relato antibelicista que suscitó gran polémica, como era habitual en casi todos los films de Kubrick. La película muestra una diversidad de personajes que pocas veces se ve en un film bélico. Es más habitual, ponderar la valentía de los soldados que mostrar sus miedos, Kubrick humaniza como nadie a los soldados y trata como una partida de ajedrez la película, en la que los peones son sacrificables en función de los objetivos o intereses. Lo más encomiable del realizador es su capacidad para condensar un despliegue de emociones de tal magnitud en un film de tan corta duración. Un guión perfecto que se centra en la locura de la jerarquía militar, capaz de tomar la decisión más despótica a costa de la vida de muchas personas. Y personas son lo que nos muestra Kubrick, personas escondidas en uniformes que a su vez se atrincheran no sólo literalmente si no humanamente en su temor de una muerte absurda, y que no comprenden. La represión de la guerra en función de una escala puede determinar tu futuro, es un mensaje sencillo pero directo. La resolución de los problemas a través de los métodos más descerebrados, los trepas egoístas que pretenden conquistar sus quimeras a costa de la sangre de otros y la humanidad inexistente, no sólo en un bando sino en todos. Kubrick, mostró este temor de muy diferentes formas, en clave de comedia con “Teléfono Rojo”, en tiempos más épicos con “Espartaco”, “La chaqueta metálica”, “Barry Lyndon”... sus películas son un reflejo de lo que veía en la sociedad y en la naturaleza más oscura del ser humano. “Senderos de gloria” es simplemente magnífica.
Jonesy
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1 de septiembre de 2006
40 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las interpretaciones rozan la perfección: Kirk Douglas (quien con su productora echó adelante un proyecto por el que nadie se atrevia a apostar) está descomunal, y el general francés es tan odioso que te dan ganas de partirle la cara. El guión es sublime, sin que falte o sobre una sola escena, la fotografía es casi un actor más, transmitiendo con rigor sentimientos y sensaciones, y el mensaje explícito es de una contundencia y veracidad poco habituales en esas fechas (por ello, nuestro amigo Paco de los cojones, el ferrolano mas tristemente famoso, impidió su estreno en este país, que no se produjo hasta 29 años después. Otra razón más para odiar al enano asesino).
De nuevo, aunque lamento que sean tan pocas veces, creo que más que recomendar ver este monumento al cine, es casi preciso exigir su contemplación.
Kingo
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25 de marzo de 2011
27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alegato antibelicista interesante a los efectos de elucubraciones históricas. El principio del siglo XX, visto ahora, puede considerarse como el carpetazo de un siglo XIX que quizás tocó a su fin en 1914-1918 y no tanto en el 1899.

El estado liberal, el burgués como figura preeminente, el capital, etc. Allá fue el XIX postnapoleónico. El estado lockeano avanzaba cual locomotora de vapor y pacto social (ya remozado y actualizado). La dialéctica hegeliana parecía realizarse. La democracia liberal y sus adláteres (comercio, proletariado industrial, expansionismo) dejaban atrás el Antiguo Régimen y la Europa de la Restauración.

La 1ª GM supuso un Kit Kat en el transcurrir de burgueses colándose en recepciones nobiliarias. Un revés al racionalismo del proceso. El imperialismo, las frágiles alianzas… Todo estalló en un sinsentido belicista generando, después, los fascismos y, después del otro después, la edificación de organizaciones y tratados supranacionales. El pensamiento liberal cayó del guindo de la omnipotencia. ¿Cómo podía ser ese salvajismo tan poco ilustrado? Esto es parte, creo, de la evolución dialéctica del estado liberal, democrático y económico como suma teológica inexorable que algunos defienden (así lo jura y perjura Fukuyama en 'El fin de la Historia y el último hombre'). Pero la 1ª GM fue la piedra en el camino. El factor imprevisto. No detuvo el avance, pero abrió los ojos a un mundo absorto en la infalibilidad del mercantilismo de bienes y valores.

Cuento esto porque el conflicto bélico de 'Senderos de gloria' supone una frontera entre un siglo y otro. Una película a completar con Nietzsche y la concepción aristocrática de la “guerra por guerra” o novelas como 'La montaña mágica' o 'Adiós a todo eso'; letras donde se respira el cambio. Fue un conflicto aún físico –no tanto tecnológico– reflejado en la película a través de las trincheras y el travelling: matar con las manos, bayoneta calada, el código del Barón Rojo de no disparar a un avión herido...

El tradicional honor belicista era contrario al materialismo relativista de la nueva, ahora vieja, Europa (ethos guerrero y alemán; menos guerrero en la 2ª GM nazi: monstruo simplificado y no tanto “carga de la brigada ligera”). La película traza diferencias entre la guardia preliberal y su forma de afrontar mancomunadamente la guerra (fusilamientos, abnegación y entrega) y el pensamiento individualista de una nueva sociedad incompatible con los ajusticiamientos por el dogma del “sacrificio”, que respetaba la vida humana como bien máximo, igualitario y tolerante. En la película se reclama tal cosa. Y eso es modernidad. Es la consecuencia de un mundo burgués imponiéndose al señor beligerante que se mataría antes de incumplir sus obligaciones “heroicas” y sentiría asco por el utilitarismo y anonimato militar con que hoy se aniquila soldados de veinte en veinte.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bloomsday
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26 de octubre de 2011
22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Los senderos de la gloria no conducen sino a la tumba”, este verso, perteneciente a un poema de Thomas Gray, inspiró el título de la novela que Humphrey Cobb escribió, con ánimo antibelicista, a partir de los hechos que vivió en el frente durante la Primera Guerra Mundial. Stanley Kubrick se interesó enseguida por la novela, colaborando él mismo en la adaptación cinematográfica. Kirk Douglas, decidió producir directamente la película, ante la negativa de los estudios.

Si bien es una película bélica, el conflicto entre naciones, entre bandos, pasa a un segundo plano ya que es superado por un conflicto más universal, la lucha de clases; de ahí que nunca se muestre al enemigo. Desde el principio Kubrick lo deja bien claro y establece una clara oposición entre oficiales y soldados; así hay que entender el contraste entre el lujoso castillo donde reside el Estado Mayor, y las horribles trincheras, llenas de sangre, barro y muerte, donde se hacina la tropa. Dos mundos separados por diferencias sociales e ideológicas y entre los que no existe la más mínima posibilidad de entendimiento. La perspectiva que adopta Kubrick muestra el enfrentamiento entre oficiales (opresores) y soldados (oprimidos); eso sí, un enfrentamiento larvado, donde los soldados no tienen ninguna posibilidad de mejorar sus miserables condiciones de vida.

Si el Estado surge como necesidad de escapar a la brutalidad de la Ley natural del más fuerte, la guerra, ante la debilidad de éste, nos devuelve a la barbarie. Sin el amparo de las leyes civiles, los derechos humanos y las vidas de sus soldados no tienen valor para los oficiales. En medio de este antagonismo surge el coronel Dax que, poseedor de un innato sentido de la justicia, nos transmite una cierta esperanza en la humanidad. De todas formas Kubrick huye de falsear la realidad y forzar un hipócrita final feliz, desde el principio intuimos el final del juicio. Impotente en su defensa de los acusados, el coronel Dax, pese a su idealismo, vuelve al frente a dirigir a sus hombres hacia una muerte segura. Este final, que nos hace conscientes de la realidad en que vivimos, es el que mejor sentido da al discurso de la película.

La película es esplendorosa en todos los apartados, guión, actores, dirección; destaca lo bien utilizada que está la fotografía en blanco y negro, las luces y las sombras, que logran dar a la película un aire entre expresionista e irreal, sobre todo en las escenas del consejo de guerra, donde la sombra del tribunal se proyecta amenazadora sobre los acusados.

Kubrick se enamoró, durante el rodaje, de la actriz Susanne Christian, su futura esposa.
The Quiet Man
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