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Críticas ordenadas por utilidad
26 de abril de 2006
466 de 680 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí me parece que "Desayuno con diamantes" es más mito que película, la verdad. O por lo menos no me dio la impresón que estuviese a la altura de la fama que le precede. La vi con ciertas expectativas (de ver algo sofisticado e inteilgente) y quedé bastante defraudado con lo visto. Es sofisticada pero no inteligente. A apesar de que Aundrey Hepburn sale muy monina y la banda sonora de Henry Mancini aún tiene más encanto que la propia Hepburn, lo que es la historia y la película me parecieron muy frívolas, con un desarrollo que queda bastante cojo (los personajes no evolucionan durante la película a pesar del giro final), la dirección de Blake Edwards me parece bastante superada con lo que podemos ver a día de hoy y se ha quedado desfasada en algún que otro aspecto importante.
El que una mujer salga de fiesta nocturna a día de hoy no resulta tan chocante como lo pudo ser en los 60, así que parte de la "transgresión" del personaje de Holly ha quedado diluido. En esta película sus dos protagonistas son personas superficiales que la única manera que encuentran para resolver sus problemas es la más frívola que se les pasa por la cabeza: con un braguetazo. Toma ya. Luego tenemos al personaje de Paul Varjak (cuantas veces llega a deletrear su apellido?), que debe ser el gigoló más soso de la historia del cine, un tío tan sumamente aburridísimo que no cuela que pueda seducir a nada. Y tiene parte que de sensibleras me sobraron
[spoiler]lo del hermano que nunca aparece, el marido con el que Holly se casó cuando tenía 15 años y aparece para recordarle que una vez fue una humilde chica y sobretodo la despedida del autobus[/spoiler]
Lo que es la historia de amor de por sí ya tiene un inicio poco creíble. Me pareció absurda. Vamos a ver, como nos podemos creer que en Nueva York una joven deja pasar a un desconocido cuando ella está en camisón de dormir y le deja hacer a su antojo por ahí? Hasta ahí pues no me acabó de cuadrar, podría cogerse con pinzas si se tiene en cuenta ese excéntrico cáracter de Holly, pero luego tanto el desarrollo de la escena y el diálogo carecen de pulso, sin feeling y me resultaron absolutamente artificiales.
Lo que son los aspectos románticos no me los acabé de creer, los cómicos no me hicieron gracia alguna (tronchante lo del vecino oriental o las anécdotas de la fiesta, uy sí) y la película me acabó resultando algo tontaca. No estoy diciendo que sea una película cutre pero si que no está a la altura de lo que a mí me parece ha de ser una película mítica.
El que una mujer salga de fiesta nocturna a día de hoy no resulta tan chocante como lo pudo ser en los 60, así que parte de la "transgresión" del personaje de Holly ha quedado diluido. En esta película sus dos protagonistas son personas superficiales que la única manera que encuentran para resolver sus problemas es la más frívola que se les pasa por la cabeza: con un braguetazo. Toma ya. Luego tenemos al personaje de Paul Varjak (cuantas veces llega a deletrear su apellido?), que debe ser el gigoló más soso de la historia del cine, un tío tan sumamente aburridísimo que no cuela que pueda seducir a nada. Y tiene parte que de sensibleras me sobraron
[spoiler]lo del hermano que nunca aparece, el marido con el que Holly se casó cuando tenía 15 años y aparece para recordarle que una vez fue una humilde chica y sobretodo la despedida del autobus[/spoiler]
Lo que es la historia de amor de por sí ya tiene un inicio poco creíble. Me pareció absurda. Vamos a ver, como nos podemos creer que en Nueva York una joven deja pasar a un desconocido cuando ella está en camisón de dormir y le deja hacer a su antojo por ahí? Hasta ahí pues no me acabó de cuadrar, podría cogerse con pinzas si se tiene en cuenta ese excéntrico cáracter de Holly, pero luego tanto el desarrollo de la escena y el diálogo carecen de pulso, sin feeling y me resultaron absolutamente artificiales.
Lo que son los aspectos románticos no me los acabé de creer, los cómicos no me hicieron gracia alguna (tronchante lo del vecino oriental o las anécdotas de la fiesta, uy sí) y la película me acabó resultando algo tontaca. No estoy diciendo que sea una película cutre pero si que no está a la altura de lo que a mí me parece ha de ser una película mítica.
27 de julio de 2022
301 de 372 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego los amantes de las películas sencillas, agradables y sentimentales no tienen en "Men" una pieza en la que hincarle el diente. Tras dos títulos de ciencia-ficción, el novelista y guionista Alex Garland cambia totalmente de registro dentro del género fantástico, pasándose a una especie de thriller onírico, en el cual Harper, su protagonista, viaja a una población rural inglesa, donde vivirá su propio purgatorio después de un calamitoso desenlace con su marido James.
Si bien Garland se decanta por un estilo visual más sobrio, poco dado a florituras y narraciones más convencionales, aquí toma un desvío y opta por una fotografía más expresiva, pensada para captar la sensualidad del paisaje de la campiña inglesa, en un principio amable, pero conforme progresa la narración se torna claustrofóbica, de modo que lo acogedor y recogido se torna en aislado y amenazador, atmósfera que Garland recrea con destreza, desechando los diálogos pare recrearse en unas visiones dantescas de notoria fuerza visual.
Ya en la llegada a la casona rural, Harper pasa junto a un manzano y toma una fruta, referencia bíblica que no pretende ser críptica, si no ponernos en contacto con la idea del paraíso... pero también del pecado. Porque el capítulo traumático de James se ha grabado en su subconsciente con tal fuerza que tomará los controles de su mente y la guiará por un mundo trastocado (*), de atmósfera indudablemente onírica. Hay naturaleza pero no naturalismo.
El quid de la cuestión es que la culpa corroe su mente a pesar que comprobamos que el dramático desenlace no fue causado por ella. Todo lo contrario. A lo largo de la narración, contactará con una serie de personajes, todos interpretados por Rory Kinnear, que vienen a formar una escala de la maldad y el machismo que impera en la sociedad en diferentes grados.
.El hombre verde: que aparece desnudo y la acosa. Ni sabemos qué voz tiene. Su violencia es la más explícita.
.El muchacho de la iglesia: quiere jugar con ella y la insulta cuando se niega, como si no tuviese derecho a rechazar sus deseos.
.Los tipos del pub: en algún incidente toman carta de forma más explícita, pero se conforman con mirarla de forma fija, con grosería e impudicia. Una violencia sutil pero también incómoda e invasiva.
.El sacerdote: quizás el peor de todos, el más retorcido, que finge ayudar y sin embargo se encarga de recalcar injustamente la culpa de Harper en el episodio trágico de James. Es la base cultural de la violencia, que siempre se acomoda al varón.
.El policía del pueblo: No no se toma muy en serio la situación de Harper, su disposición a protegerla del acoso parece bastante fláccida. Una línea de defensa que cede por una indolencia causada por su mentalidad.
.Geoffrey, el casero: su machismo es la más ingenuo, muestra buen talante y disposición, pero también lanza preguntas impertinentes acerca de la intimidad de su huésped, que en la cultura inglesa son especialmente invasivas si se dirigen a un recién conocido.
Al unísono, este monstruo de las mil caras, que es el machismo, será la fuerza con las que debe lidiar por tal de enfrentarse a ese sentimiento de culpa, no obstante el fondo cultural es poderoso y sabotea de forma constante esa búsqueda de la paz necesaria para sanar, esforzándose que lo colectivo se filtre en lo individual.
Garland lanza así su obra más claramente política, también su narración más arriesgada, pues para conformar ese clima claustrofóbico y pesadillesco se apoya mucho en montajes paralelos, escenas que son abstracciones y en general el diálogo apenas ocupa una cuarte parte, casi todo se confía en la fuerza visual y al final la traca de efectos especiales traen a coalición al Cronenberg de los 80, escenas realmente viscerales, viscosas e impactantes, que sin embargo hay que reconocer también conforma un clímax algo estirado, cuya tensión narrativa no siempre está bien sostenida, al igual que en algunos tramos de la morosa narración.
Aún y así, si se ha prestado atención, en absoluto se puede calificar de título convencional o torpe, por contrario es una cinta que conjuga con acierto un trasfondo intelectual claro y preciso con el género fantástico, que sirve para ahondar en una de las pesadillas de nuestro tiempo (es decir, Inglaterra).
Si bien Garland se decanta por un estilo visual más sobrio, poco dado a florituras y narraciones más convencionales, aquí toma un desvío y opta por una fotografía más expresiva, pensada para captar la sensualidad del paisaje de la campiña inglesa, en un principio amable, pero conforme progresa la narración se torna claustrofóbica, de modo que lo acogedor y recogido se torna en aislado y amenazador, atmósfera que Garland recrea con destreza, desechando los diálogos pare recrearse en unas visiones dantescas de notoria fuerza visual.
Ya en la llegada a la casona rural, Harper pasa junto a un manzano y toma una fruta, referencia bíblica que no pretende ser críptica, si no ponernos en contacto con la idea del paraíso... pero también del pecado. Porque el capítulo traumático de James se ha grabado en su subconsciente con tal fuerza que tomará los controles de su mente y la guiará por un mundo trastocado (*), de atmósfera indudablemente onírica. Hay naturaleza pero no naturalismo.
El quid de la cuestión es que la culpa corroe su mente a pesar que comprobamos que el dramático desenlace no fue causado por ella. Todo lo contrario. A lo largo de la narración, contactará con una serie de personajes, todos interpretados por Rory Kinnear, que vienen a formar una escala de la maldad y el machismo que impera en la sociedad en diferentes grados.
.El hombre verde: que aparece desnudo y la acosa. Ni sabemos qué voz tiene. Su violencia es la más explícita.
.El muchacho de la iglesia: quiere jugar con ella y la insulta cuando se niega, como si no tuviese derecho a rechazar sus deseos.
.Los tipos del pub: en algún incidente toman carta de forma más explícita, pero se conforman con mirarla de forma fija, con grosería e impudicia. Una violencia sutil pero también incómoda e invasiva.
.El sacerdote: quizás el peor de todos, el más retorcido, que finge ayudar y sin embargo se encarga de recalcar injustamente la culpa de Harper en el episodio trágico de James. Es la base cultural de la violencia, que siempre se acomoda al varón.
.El policía del pueblo: No no se toma muy en serio la situación de Harper, su disposición a protegerla del acoso parece bastante fláccida. Una línea de defensa que cede por una indolencia causada por su mentalidad.
.Geoffrey, el casero: su machismo es la más ingenuo, muestra buen talante y disposición, pero también lanza preguntas impertinentes acerca de la intimidad de su huésped, que en la cultura inglesa son especialmente invasivas si se dirigen a un recién conocido.
Al unísono, este monstruo de las mil caras, que es el machismo, será la fuerza con las que debe lidiar por tal de enfrentarse a ese sentimiento de culpa, no obstante el fondo cultural es poderoso y sabotea de forma constante esa búsqueda de la paz necesaria para sanar, esforzándose que lo colectivo se filtre en lo individual.
Garland lanza así su obra más claramente política, también su narración más arriesgada, pues para conformar ese clima claustrofóbico y pesadillesco se apoya mucho en montajes paralelos, escenas que son abstracciones y en general el diálogo apenas ocupa una cuarte parte, casi todo se confía en la fuerza visual y al final la traca de efectos especiales traen a coalición al Cronenberg de los 80, escenas realmente viscerales, viscosas e impactantes, que sin embargo hay que reconocer también conforma un clímax algo estirado, cuya tensión narrativa no siempre está bien sostenida, al igual que en algunos tramos de la morosa narración.
Aún y así, si se ha prestado atención, en absoluto se puede calificar de título convencional o torpe, por contrario es una cinta que conjuga con acierto un trasfondo intelectual claro y preciso con el género fantástico, que sirve para ahondar en una de las pesadillas de nuestro tiempo (es decir, Inglaterra).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
9 de junio de 2007
153 de 177 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llamadme flipado si queréis, pero para mí Boogie Nights representa el hito que todo cineasta debería ser capaz de alcanzar. Todo director debería conseguir que su película sea un espectáculo brillante a todos los niveles y que, a la vez que que derrocha personalidad, también consiga deslumbrar al espectador sin que se note demasiado si está siendo o no complaciente con él, que haga que lo complejo parezca sencillo, que sea coherente dentro de su locura, que sea capaz de los grandes gestos(*1) y de los pequeños detalles(*2), que su obra luzca una gran forma y un buen fondo, que consiga abarcar con la misma eficacia tanto la comedia como el drama. Una gran película te tiene que apabullar y hacerte sentir que estás viendo algo fuera de lo convencional. La vi hace un año y no me la quito de la cabeza.
Me entusiasmó desde el primer momento. Derrocha una vitalidad y un desparpajo arrolladores y se nota su plenitud a todos los niveles: una dirección fastuosa y de indudable calidad, un guión muy bien elaborado y completo, una encantadora galería de personajes entrañables y unas actuaciones notables hasta en actores de reconocida limitación. Podemos ver escenas divertidas(*3), alocadas(*4), sórdidas(*5), melancólicas(*6), todas ellas desprenden autenticidad, también escenas individuales(*7), corales(*8), grandes planos secuencia (el de la fiesta en la piscina y el primero de la discoteca son para enmarcar)... y PT Anderson pasa por todo eso sin que el conjunto desafine y el ritmo de la película no se resienta demasiado. No es una película coral, ni una desenfadada mirada interior al mundo del porno, ni tampoco una historia de ascenso y caída, es todo eso a la vez. Estética, profundidad, una gran banda sonora... si esta no es la obra de un cineasta superior, que baje Diox y lo vea.
No le pongo el 10 porque en ciertos momentos sufre algún que otro parón. Pero a lo mejor sí lo hago más adelante, por qué no, bien se lo tiene ganado.
Me entusiasmó desde el primer momento. Derrocha una vitalidad y un desparpajo arrolladores y se nota su plenitud a todos los niveles: una dirección fastuosa y de indudable calidad, un guión muy bien elaborado y completo, una encantadora galería de personajes entrañables y unas actuaciones notables hasta en actores de reconocida limitación. Podemos ver escenas divertidas(*3), alocadas(*4), sórdidas(*5), melancólicas(*6), todas ellas desprenden autenticidad, también escenas individuales(*7), corales(*8), grandes planos secuencia (el de la fiesta en la piscina y el primero de la discoteca son para enmarcar)... y PT Anderson pasa por todo eso sin que el conjunto desafine y el ritmo de la película no se resienta demasiado. No es una película coral, ni una desenfadada mirada interior al mundo del porno, ni tampoco una historia de ascenso y caída, es todo eso a la vez. Estética, profundidad, una gran banda sonora... si esta no es la obra de un cineasta superior, que baje Diox y lo vea.
No le pongo el 10 porque en ciertos momentos sufre algún que otro parón. Pero a lo mejor sí lo hago más adelante, por qué no, bien se lo tiene ganado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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20 de julio de 2023
149 de 198 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al terminar de ver “Oppenheimer”, la sensación que me queda es que toda la obra anterior de Nolan en verdad ha sido una preparación para este título, su gran salto, su propuesta más ambiciosa, que condensa ciertos rasgos de las anteriores para abordar el punto más trascendental de la Historia contemporánea, tanto que a día de hoy, con la guerra de Ucrania luchándose en el frente oriental, sale a flote cada vez que los bandos quieren intimidar al enemigo y poner sobre el tapete la terrible idea de la destrucción mutua asegurada.
Es decir, esas tramas que son unos amagos narrativos que al final descubre un truco final como en "The Prestige", los elementos de física cuántica como en "Origen" o "Interstellar", la II Guerra Mundial como en "Dunkirk"... de todas las anteriores parece, en mayor o menor medida, tomar algún trozo para añadirlo en su apuesta, que parece surgir con la intención de obra cumbre. Si no lo es, a Nolan se le deberá ocurrir algo verdaderamente genial. La paz mundial o algo por el estilo.
Si bien el largometraje se abre mencionando a Prometeo, todos sabemos de sobra que tanto la bomba H o la bomba atómica son un ejercicio de destrucción masiva que se lleva por delante a inocentes y malvados. Por lo tanto, también se podría señalar a Shiva, la deidad hindú de la destrucción, cuyas demoliciones luego sirven para la regeneración.
He de reconocer que mis ideas iniciales de la película se han visto claramente superadas. Pensaba que iba a abordar el proceso que llevó a Oppenheimer y su equipo a idear y crear la bomba atómica, luego quizás algún tipo de añadido moral acerca de los peligros atómicos y poco más. Creía que taparía sus coqueteos con el comunismo y sus ideales de izquierda y poco más que un ejercicio completo de simplificación y aseo por tal de presentar a un personaje muy querible para mayormente gente que no le interesa demasiado. Y lo cierto es que no, el Oppenheimer que Nolan representa es una personalidad compleja, llena de aristas, a veces altivo y desagradable, mercurial y errático, pero cuando se concentra en un punto traspasa fronteras y puede ejercer como fuerza de arrastre a otras mentes brillantes. Una de las tesis de "Oppenheimer", que se pone muy en relieve cuando es juzgado por la junta de seguridad, es que a pesar de sus logros no era persona de una sola pieza y que a pesar de las cosas que a la moral dominante pueda opinar, a final de cuentas son necesarias personalidades excéntricas para dar con hallazgos y ascender nuevas cimas, más altas que las anteriores.
Muchos de los personajes que desfilan por la pantalla, tales como Nils Bohr o Heisenberg, también aparece en la novela del chileno Benjamin Labatut "Un verdor terrible", que también examina los pilares de la racionalidad moderna y aborda la tesis que el hombre ha alcanzado tal punto de conocimiento que ya no puede comprender el mundo que lo rodea, un conocimiento tan profundo que convierte la percepción de realidad en apenas una minucia y en verdad resulta desasosegante. Nolan no llega tan lejos, pero el principal dilema de Oppenheimer es precisamente haber ido demasiado lejos, a un punto tan excesivo que podría resultar la gran destrucción final.
Nolan demuestra no poco atrevimiento posicionándose y elaborando la tesis que el cambio de talante de Openheimer, del ego maníaco que quiere culminar el proyecto Manhattan y poder crear la bomba atómica al científico preocupado por el alcance del invento que él contribuyó a idear dista cierto escrúpulo, que una vez se demuestra que pueden crear la bomba atómica su utilización le abruma mucho más de lo que supuso y que por eso quizás realiza una serie de movimientos intrincados para desentenderse de lo que ocurrió después de Los Alamos.
No es más que una más de las múltiples dualidades que se afrontan durante la narración. El poder científico en colisión con el poder militar, la lucha política, América contra el comunismo, la visión dionisíaca (representada por el papel de Florence Pugh) contra la apolínea (representada por el papel de Emily Blunt), como el cruce de estas diferentes dualidades pueden convivir mientras sea por poco tiempo, si no, se vuelven rechazables, incluso abyectas si se mezclan demasiado (la escena imaginaria del coito durante el juicio es su paroxismo). La verdad, aparte de su espectacularidad y su acostumbrado brío narrativo, Nolan ofrece una propuesta digna de ser vista varias veces para extraer una experiencia más completa y potente. No lo creía capaz de culminar su proyecto con semejante brillantez. Se siente que en todos los aspectos que antes no destacaba en esta ocasión sí lo ha hecho (encuadres, diálogos, perfilado de personajes), todo se siente logrado y que se ha logrado el milagro de crear un blockbuster de sólidos fundamentos, que te toma y te arrastra con su brío mientras a la vez dibuja un mundo con veracidad e inteligencia. En ese sentido, me quito el sombrero cordobés.
Es decir, esas tramas que son unos amagos narrativos que al final descubre un truco final como en "The Prestige", los elementos de física cuántica como en "Origen" o "Interstellar", la II Guerra Mundial como en "Dunkirk"... de todas las anteriores parece, en mayor o menor medida, tomar algún trozo para añadirlo en su apuesta, que parece surgir con la intención de obra cumbre. Si no lo es, a Nolan se le deberá ocurrir algo verdaderamente genial. La paz mundial o algo por el estilo.
Si bien el largometraje se abre mencionando a Prometeo, todos sabemos de sobra que tanto la bomba H o la bomba atómica son un ejercicio de destrucción masiva que se lleva por delante a inocentes y malvados. Por lo tanto, también se podría señalar a Shiva, la deidad hindú de la destrucción, cuyas demoliciones luego sirven para la regeneración.
He de reconocer que mis ideas iniciales de la película se han visto claramente superadas. Pensaba que iba a abordar el proceso que llevó a Oppenheimer y su equipo a idear y crear la bomba atómica, luego quizás algún tipo de añadido moral acerca de los peligros atómicos y poco más. Creía que taparía sus coqueteos con el comunismo y sus ideales de izquierda y poco más que un ejercicio completo de simplificación y aseo por tal de presentar a un personaje muy querible para mayormente gente que no le interesa demasiado. Y lo cierto es que no, el Oppenheimer que Nolan representa es una personalidad compleja, llena de aristas, a veces altivo y desagradable, mercurial y errático, pero cuando se concentra en un punto traspasa fronteras y puede ejercer como fuerza de arrastre a otras mentes brillantes. Una de las tesis de "Oppenheimer", que se pone muy en relieve cuando es juzgado por la junta de seguridad, es que a pesar de sus logros no era persona de una sola pieza y que a pesar de las cosas que a la moral dominante pueda opinar, a final de cuentas son necesarias personalidades excéntricas para dar con hallazgos y ascender nuevas cimas, más altas que las anteriores.
Muchos de los personajes que desfilan por la pantalla, tales como Nils Bohr o Heisenberg, también aparece en la novela del chileno Benjamin Labatut "Un verdor terrible", que también examina los pilares de la racionalidad moderna y aborda la tesis que el hombre ha alcanzado tal punto de conocimiento que ya no puede comprender el mundo que lo rodea, un conocimiento tan profundo que convierte la percepción de realidad en apenas una minucia y en verdad resulta desasosegante. Nolan no llega tan lejos, pero el principal dilema de Oppenheimer es precisamente haber ido demasiado lejos, a un punto tan excesivo que podría resultar la gran destrucción final.
Nolan demuestra no poco atrevimiento posicionándose y elaborando la tesis que el cambio de talante de Openheimer, del ego maníaco que quiere culminar el proyecto Manhattan y poder crear la bomba atómica al científico preocupado por el alcance del invento que él contribuyó a idear dista cierto escrúpulo, que una vez se demuestra que pueden crear la bomba atómica su utilización le abruma mucho más de lo que supuso y que por eso quizás realiza una serie de movimientos intrincados para desentenderse de lo que ocurrió después de Los Alamos.
No es más que una más de las múltiples dualidades que se afrontan durante la narración. El poder científico en colisión con el poder militar, la lucha política, América contra el comunismo, la visión dionisíaca (representada por el papel de Florence Pugh) contra la apolínea (representada por el papel de Emily Blunt), como el cruce de estas diferentes dualidades pueden convivir mientras sea por poco tiempo, si no, se vuelven rechazables, incluso abyectas si se mezclan demasiado (la escena imaginaria del coito durante el juicio es su paroxismo). La verdad, aparte de su espectacularidad y su acostumbrado brío narrativo, Nolan ofrece una propuesta digna de ser vista varias veces para extraer una experiencia más completa y potente. No lo creía capaz de culminar su proyecto con semejante brillantez. Se siente que en todos los aspectos que antes no destacaba en esta ocasión sí lo ha hecho (encuadres, diálogos, perfilado de personajes), todo se siente logrado y que se ha logrado el milagro de crear un blockbuster de sólidos fundamentos, que te toma y te arrastra con su brío mientras a la vez dibuja un mundo con veracidad e inteligencia. En ese sentido, me quito el sombrero cordobés.
16 de abril de 2008
92 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto se ha llegado a utilizar la expresión 'obra maestra' que casi ha perdido su sentido. Casi todas las películas son obra maestra según alguien, para mí la que más se merece ser nombrada como tal es Senderos de Gloria. Para mí una obra maestra lo es cuando es atemporal y Senderos de Gloria lo es. A nivel técnico no se le nota demasiado que tenga más de 50 años, sólo hay que fijarse en esos travellings por las trincheras, que siguen siendo impresionantes. Argumentalmente, Kubrick coge al realidad y te golpea con ella, a día de hoy su dureza y su honestidad siguen impactando a cualquiera que no esté hecho de latón y las interpretaciones son todas excelentes (huelga decir que sobretodo la de Kirk Douglas y sus escenas con McReady). Es tan poderosa que te mantiene fascinado (u horrorizado) durante prácticamente toda su duración y luego, cuando ves el The end, con lágrimas en los ojos, aún te hace pensar y las escenas ya se te han quedado grabadas a fuego para siempre. Sin duda es una gran historia en manos de un artista en estado de gracia, se nota que está por encima de la media. Transmite más cosas en menos de 90 minutos que otras en 180 minutos.
A lo mejor sí que es verdad que intenta ser un poco efectista y que busca emocionar al espectador, lo que en cambio no es cierto es que lo haga desde el sentimentalismo barato, al contrario, la película consigue que todo sea legítimo... ¿cómo no te vas a emocionar al ver al coronel Dax plantándole cara a ese petulante de Mireau, paradigma del trepa lameculos que existe y existirá en cualquier trabajo del mundo? ¿Cómo no te va a llegar al fondo del alma ver a esos pobres desgraciados que progresivamente se ven compungidos cuando se dan cuenta que esa muchacha que canta será lo único bonito que verán en mucho tiempo, quien sabe si lo último? ¿Quién en su sano juicio no sentiría asco hacia la guerra y por la gente que la utiliza para su beneficio personal? ¿A quién no le parece que las trincheras sean el infierno en la tierra? Es complicado llegar masivamente a los espectadores sin tirar de lo facilón, pero Kubrick es suficientemente inteligente como para establecer una base sólida a todos esos sentimientos y esas ideas que van contra la nauseabunda maquinaria narcisista y asesina, que consiguen dejar de rídiculas todas esas películas yankis de exaltación patriótica de los 40, 50 y 60. Si hay una película que se pueda permitir el lujo de ser un poco efectista sin duda es ésta. No fue Kubrick quien inventó las películas antibelicistas, pero sí quien lo hizo con la mayor de las grandezas y las honestidades.
A lo mejor sí que es verdad que intenta ser un poco efectista y que busca emocionar al espectador, lo que en cambio no es cierto es que lo haga desde el sentimentalismo barato, al contrario, la película consigue que todo sea legítimo... ¿cómo no te vas a emocionar al ver al coronel Dax plantándole cara a ese petulante de Mireau, paradigma del trepa lameculos que existe y existirá en cualquier trabajo del mundo? ¿Cómo no te va a llegar al fondo del alma ver a esos pobres desgraciados que progresivamente se ven compungidos cuando se dan cuenta que esa muchacha que canta será lo único bonito que verán en mucho tiempo, quien sabe si lo último? ¿Quién en su sano juicio no sentiría asco hacia la guerra y por la gente que la utiliza para su beneficio personal? ¿A quién no le parece que las trincheras sean el infierno en la tierra? Es complicado llegar masivamente a los espectadores sin tirar de lo facilón, pero Kubrick es suficientemente inteligente como para establecer una base sólida a todos esos sentimientos y esas ideas que van contra la nauseabunda maquinaria narcisista y asesina, que consiguen dejar de rídiculas todas esas películas yankis de exaltación patriótica de los 40, 50 y 60. Si hay una película que se pueda permitir el lujo de ser un poco efectista sin duda es ésta. No fue Kubrick quien inventó las películas antibelicistas, pero sí quien lo hizo con la mayor de las grandezas y las honestidades.
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