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Fidji Fidji · Atlántida
Críticas de KesheR
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Críticas 95
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
The Angry Video Game Nerd (Serie de TV)
SerieDocumental
Estados Unidos2004
7,6
389
James D. Rolfe (Creador)
Documental, Intervenciones de: James D. Rolfe, Mike Matei, Kyle Justin, Kevin Finn, Liam Mulvey ...
6
1 de abril de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sorprende, no sé si favorable o desfavorablemente, que esta colección de vídeos de Youtube esté dada de alta en Filmaffinity. Supongo que la liberalización de los contenidos de Filmaffinity era algo inevitable, para bien o para mal.

"Angry Video Game Nerd" no es una serie de televisión ni nada que se le parezca: se trata de una colección de reseñas de videojuegos antiguos, generalmente muy malos. No hay personajes, historia o trama de ningún tipo. Las reseñas son narradas por el alma del proyecto, James Rolfe, que cuenta con la ayuda de otras personas en el apartado técnico. Lo que eleva la calidad de este proyecto y lo hace único es el carisma y la gracia de Rolfe, que convierte cada reseña en una vendetta personal contra esos videojuegos asquerosos y renqueantes que nos robaron la niñez.

Es imposible no reírse con su teatralidad e ingenio a la hora de destapar todos los trapos sucios de unos videjouegos de mierda que nunca debieron existir. Cuanto peor sea el videojuego, mejor es el vídeo. Quizás la reseña más hilarante sea la de "Big Rigs", precisamente por ser uno de los juegos más costrosos que se han sacado jamás al mercado, un zurullo en forma de CD. A la inversa, cuando el videojuego no es lo suficiente malo, o incluso es bueno, la reseña pierde interés rápidamente.

El trabajo de Rolfe también es interesante desde un punto de vista técnico: ¿qué es lo que hace bueno a un videojuego? ¿Cuáles son los errores que arruinan la experiencia de juego? ¿Por qué un juego de 8-bits puede ser mil veces mejor que un juego en 3D? ¿Cuáles son las peores compañías? Si eres informático, sus comentarios sobre usabilidad y experiencia de usuario te resultarán interesantes.

Por supuesto, Rolfe también juega con nuestra nostalgia, rememorando otros aspectos de los ochenta que nos evocan recuerdos enterrados. Esta figura de acción, aquella serie de televisión, esa película olvidada... Más de una vez Rolfe ha desenterrado de mi cerebro el recuerdo de algún juego o serie con los que malgasté meses en mi niñez. ¡Devolvedme mi vida, iconos de los ochenta!

Hay dos aspectos negativos en el trabajo de Rolfe: primero, que depende demasiado de que el videojuego reseñado sea realmente malo; y segundo, que abusa en ciertos momentos de un humor infantil y escatológico (justificable al estar evocando momentos de nuestra niñez, pero que me cansa rápidamente).

Como muestra de los mojones que se pueden encontrar en los videojuegos de 8-bits, éste es el único texto que aparece al terminar "Cazafantasmas" en la Nintendo despúes de varias horas jugando:

CONGLATURATION !!! (sic)

YOU HAVE COMPLETED
A GREAT GAME.

AND PROOVED (sic) THE JUSTICE
OF OUR CULTURE.

NOW GO AND REST OUR
HEROES !

Como diría Rolfe: "what. the. fuck."
KesheR
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3
16 de diciembre de 2013
183 de 231 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el fondo, esto tenía que pasar tarde o temprano. La estupidización de las masas embrutecidas por la industria audiovisual (con la del videojuego a la cabeza) no podía dejar de imprimir su huella en el cine fantástico de Peter Jackson. La trilogía del Anillo comenzó a prepararse en 1997, desde lo que ha llovido muchísimo; por ejemplo, sólo unos pocos utilizaban Internet en España por aquella época; los teléfonos móviles ni siquiera podían soñar con acceder a la red; la videoconsola Playstation tan sólo tenía un par de años de existencia; aún no existía Windows 98. La industria del cine estaba desperezándose de la estúpida década de los ochenta, asimilando lo mejor que había producido la década de los noventa, y desarrollando unos efectos visuales lo suficientemente potentes para apoyar la historia de Tolkien pero no tanto como para que la eclipsaran.

La situación ha cambiado.

"La Desolación de Smaug" está infestada de escenas de acción absurdamente largas, de frases épicas y grandilocuentes, de personajes generados innecesariamente por ordenador, de supuestos cameos que se convierten en coprotagonismos y de escenas inventadas que sólo introducen violencia y efectos digitales. Dos horas y media frenéticas e impactantes no se sostienen, pues el relato original de Tolkien no da para tanto. "El Hobbit", a diferencia de "El Señor de los Anillos", no es una historia épica y definitiva de la lucha del Bien contra el Mal, sino muy al contrario una historieta de aventuras destinada a entretener. Por mucho que Howard Shore remarque cada frase con acordes majestuosos, por mucho que Peter Jackson convierta cada movimiento y cada frase de los personajes en un momento único y espectacular, lo cierto es que estos trece enanos no pueden soportar el peso de tanta epicidad.

El tono de la primera película me pareció correcto, y los cambios introducidos, un acierto. Aunque me encanta Tolkien y su universo, no me interesa especialmente la novela de "El Hobbit"; el año pasado me pareció que Peter Jackson había elevado el tono de la novela con acierto, introduciendo un tono más adulto y añadiendo escenas interesantes, acercándolo al espíritu de "El Señor de los Anillos". Pero por algún efecto malévolo de las ciénagas de Mordor, Jackson ha pisado a fondo el acelerador y ha decidido que primero va a rodar el trailer del videojuego, y que en algún momento posterior rodará la película propiamente dicha. Con su pan se la coma. Hacía tiempo que no me aburría tanto viendo una película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KesheR
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2
31 de diciembre de 2012
66 de 113 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi primer comentario al acabar la película fue "me parece increíble que pueda gustarle a alguien".

"Los miserables" constituye la transformación de un novelón infinitamente extenso en una opereta ridícula y desesperante que parece no tener fin. No es un musical al uso, sino más bien una ópera de bolsillo para lectoras de la "Superpop" y adultos que se dejen engañar por las estupendas interpretaciones, ignorando que contemplan dos horas y media del papel de regalo más caro del mundo.

La condensación del argumento origina que los personajes se teletransporten de un sitio a otro y sus acciones y sentimientos carezcan de la más mínima lógica. Los personajes se enamoran, se suicidan, cambian de vida y toman decisiones sin ningún rastro de sentido. Se organiza una revolución que busca no se sabe qué por motivos desconocidos, utilizando tácticas kamikazes carentes de cualquier estrategia militar válida. Tom Hooper y William Nicholson se escudan en el comodín del musical para evitar tener que dotar a sus personajes de personalidades coherentes y reacciones explicables mediante la psicología estándar humana. En cambio, arregla estos innumerables agujeros de guión mediante insufribles monólogos, bien interpretados pero soporíferos hasta la extenuación, que funcionan a modo de "voz en off" que justifica el disparate que estamos contemplando.

No me gustan las óperas, quizás porque soy un ser muy poco sentimental, así que me resultaron insufribles los diálogos cantaditos y los apartes excesivamente lacrimógenos en los que los personajes, como ya he dicho, explican a la audiencia por qué están adoptando decisiones tan disparatadas. Aunque no se puede poner una mácula sobre la interpretación de los actores y sus habilidades vocales, su esfuerzo no sirve de nada si está puesto al servicio del melodrama más pasteloso y dulcecito del mundo. Realmente sólo hay dos canciones que puedan ser consideradas como típicamente de musical: la del mesón y la de la revolución; gracias a ellas, y a la pareja cómica formada por Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter, pude aliviar mi sopor y evitar sufrir un colapso mental.

En resumen, recomiendo este melodrama a quien le encanten los primeros planos interminables de gente sucia llorando y cantando (a la vez), los guiones carentes de lógica, la exaltación histérica de cualquier gilipollez (en la versión extendida se mostrará una elegía de cuarenta minutos de Valjean a un perfecto zurullo depositado en su sucia letrina decimonónica), la teleportación ucrónica y las revoluciones genéricas en las que se muere por no se sabe qué causa. ¡Acabemos con el rey con un grupo de adolescentes para implantar no se sabe qué alternativa que fomente no se sabe qué ideales buenrolleros genéricos!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KesheR
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7
17 de diciembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta difícil poner alguna pega a esta impresionante, detallista y apabullante película de espada y brujería. Ciertamente es una historia ligera, intrascendente, tontorrona, que tras casi tres horas parece que sabe a poco: así demuestra que es una muy fiel adaptación del material original. La novela (o mejor dicho, el cuento) es una colección de anécdotas inconexas orientadas a entretener al público infantil y juvenil. Que Jackson haya conseguido, pico y pala mediante, obtener una película que en ciertos momentos quiere rozar el espíritu de grandiosidad de su primera trilogía es algo que merece cierto reconocimiento.

No voy a comentar nada de lo que se ha leído ya mil veces: la excelente interpretación de Martin Freeman, la calidad de los efectos digitales, la magistral escena de Gollum, etc. En cambio, me centraré en algo que parece estar pasando desapercibido: lo mejor de El Hobbit es la posibilidad de que se ruede El Silmarillion.

¿Soy el único que sintió un escalofrío al ver al rey elfo montando un alce? ¿Que se deleitó con los interiores de Erebor, con los enanos forjando artefactos, con el rey enano en su trono de piedra? ¿Que se enamoró de una Galadriel más sobrenatural, y por lo tanto, más cercana a la descripción casi divina, ciertamente angelical, que hacía Tolkien de los elfos de más allá del Mar?

Como el olor a mojado que anticipa la lluvia, El Hobbit no es una precuela de El Señor de los Anillos; es una precuela de El Silmarillion. Las historias que Tolkien consideraba más íntimas, su biblia personal, el proyecto de una vida, verán la luz. Es cuestión de tiempo.

Imaginaos la perfección visual de El Hobbit aplicada a la ciudad secreta de Gondolin. Imaginaos a Fëanor lanzando su maldición. Imaginaos el florecimiento de los Árboles de Valinor. Imaginaos la Batalla de la Llama Súbita. Imaginaos a Fingolfin cabalgando enloquecido hacia Angband; imagináoslo llamando a sus puertas y enfrentándose en solitario a Morgoth.

Todo esto, y mucho más, lo veremos. Es cuestión de tiempo. Y entonces el mundo comprenderá el verdadero alcance del universo creado por Tolkien.
KesheR
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7
21 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estimable película eslovaca, corta y agradable de ver, que narra un día en la vida de un alcohólico empedernido al que acaban de dar el alta. La película oscila entre la comedia y el drama, como suele ocurrir con los borrachos de la vida real. Peter Musevski realiza un trabajo excepcional, minimalista, representando a la perfección a un borracho de pueblo; el resto de secundarios completa una película basada en los personajes y las situaciones cotidianas que se dan entre ellos. El estilo es sencillo; la película está rodada en blanco y negro y con pocos artificios.

El epílogo, una demencial salida de tono sin pies ni cabeza, estropea un poco la experiencia dejándote un mal sabor de boca.

La película fue presentada a los oscars y ganó un premio en el Festival de Venecia.
KesheR
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