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Esto no es una película

Documental Tras recurrir judicialmente una sentencia que lo condenaba a seis años de cárcel y veinte de inhabilitación, el director iraní Jafar Panahi tuvo que esperar meses hasta que se hizo pública la sentencia. Documental que reproduce un día en la vida de Panahi y Mojtaba Mirtahmasb (su antiguo ayudante de dirección) y ofrece una visión general de la situación actual del cine iraní. (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
16 de octubre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Panahi, director premiado y con un amplio curriculum ya no puede hacer cine durante 20 años y ha sido condenado a 6 años de prisión junto con el joven realizador Mohammad Rasoulof. Lo han decretado aquellos que entienden poco de arte y libertad de expresión y que pueden desgraciadamente encerrar, maltratar o incluso matar un cuerpo, pero mientras quede un soplo de vida, el poeta compondrá versos, el pintor pintara con su imaginación y el cineasta como tantos otros, hará cine.

Asistimos a un documental austero, nada atractivo para el espectador que acude al cine a pasar un buen rato, dentro de la casa del propio Panahi donde se encuentra recluido y de donde consigue fugarse a través de su imaginación y de la ayuda del documentalista y amigo Motjaba Mirtahmasb.

La escasez de medios y lo reducido del espacio aviva el ingenio y salen a la luz los recursos creativos y técnicos donde lo cotidiano a través de la improvisación se transforma y lo narrado se hace imagen en la pantalla de nuestra mente, mezclándose con la inmediatez de lo que ocurre fuera de esta morada cárcel en la que se encuentra recluido.

Acto de rebeldía, denuncia de una represión cultural, ventana al exterior por donde podemos asomarnos a un interior que no nos gustaría vivir.

Efectivamente, esto no es una película, es mucho más, es el alma, el chasis desnudo que enseña sin pudor la fuerza que se esconde en ese séptimo arte que llamamos cine.
ELZIETE
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13 de junio de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el cine de Jafar Panahi irrumpió a mediados de los noventa, se revisionó una nueva mirada, crítica, delicada y constructivista social, al estado de situación iraní, de sus pueblos y de sus autoridades, de sus mujeres -principalmente- y de sus hombres. De sus ciudadanos. Panahi y su mirada social sobre Irán nacieron. In Film Nist no es más que una continuación de esa mirada social, más crítica y real porque curiosamente el realizador vive la película. En realidad, Panahi es la película. Confinado en su casa por seis años, y con una prohibición laboral de veinte años, el veterano director iraní es testigo y víctima de la no-libertad de expresión en su país. Está recluido porque simplemente desde los noventa se le ocurrió hacer arte. Sólo por eso. Y eso es lo que molesta. Que las ¿leyes? iraníes condenen a su caudal de artistas y no dejen ver algo tan necesario como el arte. Es por eso, que éste documental, no es una película. Pero si un canto a la libertad de arte, de expresión. A la necesidad de las personas de fomentar el arte y la labor cinematográfica y a la condena estúpida que prohíbe que lo hagan.
In Film Nist no es un documental simple y normal. Y aún así, homenajea al cine. Hay un guión dentro de otro guión -Panahi recreando escenas-, películas dentro de ésta no-película -Panahi recorriendo alguna de sus obras- y técnicas cinematográficas -molestia de iluminación, planos secuencias, usos de modelos de imágenes y cámaras-. Es decir, dentro de toda la situación tortuosa que Jafar Panahi vive recluido sin poder hacer literalmente mucho, aún así, el director iraní se permite tomar su tiempo para recrear cine mediante la crítica, arte mediante su expresión libre ahora castigada, junto a su ayudante/entrevistador Mirtahmasb.
Una película necesaria para entender el padecimiento de un director callado por la ignorancia, que entretiene debido a su corto lapso y ante la increíble brevedad de sus escenas. De sus extrañas escenas. Muy buena y recomendable para todo aquel que quiera ver dos cosas: arte en los lugares menos pensados y necesidad de gritar "quiero ser libre y filmar películas para mi pueblo". Simplemente eso.
Santiago López
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16 de enero de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco importa si es el día de Reyes, la onomástica, el cumpleaños o cualquier aniversario. No existe mayor regalo que la libertad, pero no la otorgada por alguien que se considera amo de otro como si no fuera un valor ya en sí misma, sino la de pensamiento que jamás podrá estar sujeta por cadenas. "No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna". Lo dijo Gandhi, que pasó largas temporadas en prisión por negarse a doblegar su ánimo a lo injusto. "Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo". Frase de Madiba, el gran Mandela, que también sabía lo suyo de perseverancia tras más de 25 años encarcelado por seguir a su conciencia.

Ambos maestros en el difícil arte de la libertad por encima de todas las cosas se enorgullecen, estén donde estén, de la vida y obra de Jafar Panahi y de manera aún más visceral y concreta, sin resquicio de duda, de su última película, aunque según él no es tal. El director iraní lleva más de cinco años con constantes problemas con el régimen de su país, entrando y saliendo de prisión (esto último gracias al apoyo constante de numerosos miembros del mundo del cine y de la cultura en general) y desde 2012 hasta la actualidad padece arresto domiciliario y tiene prohibido dirigir durante 20 años.

Si existe un paradigma de lo que significa el séptimo arte a nivel de libertad creativa y transformación social este es de manera radical el filme "Esto no es una película". Rodada a escondidas en el domicilio en el que permanece aislado con la ayuda de varios colaboradores de los que no puede ni colocar el nombre en los títulos de crédito finales, esta obra comienza con la puesta en escena del guión que supuso el arresto definitiva de Panahi y termina con un riesgo y una desobediencia absoluta a la condena y prohibiciones impuestos por el estado que no son sencillos de valorar en su plenitud si no se es iraní y se está jugando la vida con las decisiones. Un ejemplo básico y preciso es que la cámara de grabación comienza a usarla un tercero invisible, su amigo y también cineasta Mojtaba Mirtahmasb, y termina por emplearla el propio Panahi y fuera del domicilio.

Podríamos dedicarnos a soltar las bondades y premios atesorados por la genialidad extraña de Panahi (muy distinta y mucho más directa en la crítica a la de su compatriota Kiorastami), pero resulta del todo imposible resumir y transmitir la verdadera oda a la libertad, la conciencia y a la desobediencia que supone esta pequeña joya. Sólo es posible verla y que nos ayude a luchar por la libertad, y que no nos dé pereza usarla, que todo lo que no se usa se acaba perdiendo.
poverello
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22 de diciembre de 2013
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Es año nuevo, y Jafar Panahi, director iraní de películas como El espejo y El círculo, cumple arresto domiciliario en su hogar a la espera de un juicio. Impedido de filmar la película que había escrito, decide contar de qué se trata desde la reclusión en su casa. Debido a la prohibición impuesta de no dirigir películas ni escribir guiones, Panahi llama a su camarógrafo y se propone documentar la situación de un director que no puede dirigir. Sin locaciones, actores ni equipo técnico, se la ingenia para convertir su hogar en un set que le permita recrear la historia dentro de su casa, actuar en el papel de la protagonista y contar la historia que necesita contar. Poco después de empezar, se pregunta decepcionado: "Si podemos contar una película, para qué filmarla" y sin embargo, no tiene otra cosa que hacer. Abandonado por su camarógrafo, toma el celular y se propone continuar la labor que empezó: la de no hacer una película. Con Esto no es una película, lo que Panahi termina haciendo es cuestionar su labor como director, desfigurar los límites entre ficción y documental, y recordarnos el rol social del cine.
noangello
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20 de abril de 2012
5 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El iraní Jafar Panahi estuvo esperando en casa una condena que finalmente no pudo evitar: seis años de prisión y veinte sin poder hacer películas. Una barbaridad propia de un régimen despiadado contra cualquier acto público que se escape del férreo control gubernamental y que abogue por la crítica, el pensamiento y la libre expresión artística.

Panahi, hastiado de la angustiante atmósfera domiciliaria, decidió documentar esos días con la ayuda de su buen amigo Mojtaba Mirtahmas, una cámara profesional y un móvil de última generación. ‘In Film Nist’ (‘Esto no es una película’) es el título de este interesante documento cargado de duras y secas intenciones que utiliza el metalenguaje cinematográfico como puente entre el espectador y la represión del protagonista.

Sostiene Panahi la necesidad de documentar esos días y reivindica la importancia de hacer una película en lugar de contarla. Su filme es un ejercicio de ensayo ingenuo y sarcástico a modo de documental entre el testimonio y la declaración de intenciones. Puede que esté lejos de los métodos narrativos convencionales y que en algún momento podamos ponerlo en duda, pero claro que es una película porque su objetivo es contar y emocionar.

Superado el mal trago de reconocer que la primera media hora es uno de los mayores coñazos que puedan verse en una sala de cine, no cuesta reconocer que Panahi imparte una clase magistral y extremadamente nostálgica de cómo hacer cine partiendo del casi nada. Lo mejor que puede leerse entre líneas es que la represión no está solo dentro de la casa, sino también fuera. Lo peor, sin embargo, es que tarda demasiado en crear interés.

Hay que reconocer que, pese a la dificultad, consigue atrapar nuestra atención durante buena parte del metraje a través del fuera de campo y de muy poquitos elementos vivos o inertes. El plano secuencia final es una absoluta barbaridad, profundamente inteligente y rematadamente divertido. Quizá lo único redondo de una película con demasiados vértices difíciles de franquear.

Puede que ‘In Film Nist’ no parezca una película de verdad y que sin duda merezca un trato especial por el peculiar contexto de su autor, pero lo cierto es que el resultado global apenas logra mantenerse en pie durante sus pocos pero interminables minutos. El cine siempre es grande, sobre todo cuando vuela en libertad.
Melón tajá en mano
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