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La casa de té de la luna de agosto

Comedia Adaptación de una obra de Broadway. Después de la Segunda Guerra Mundial, al capitán Fisby se le encomienda la misión de enseñar los beneficios de la democracia y el comercio en la ciudad de Okinawa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
28 de abril de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película invita desde su comienzo a dejar prendida una media sonrisa en la comisura de los labios porque sabe descubrir, con buen sentido del humor, el lado cómico de las diferencias entre la cultura norteamericana y la de Okinawa.
A veces peca de premiosidad y adolece de cierta lentitud pero, en general, las situaciones resultan originales y divertidas.
Está rodada con primor exquisito y con escrupuloso cuidado en las formas acorde con la delicada propuesta argumental y se mantiene siempre en una emotiva línea de suavidad y elegancia en la que la banda sonora también desempeña un importante papel.
La interpretación de G. Ford es excelente y la de R. Burton sorprende por lo inesperado e inusual de su personaje.
ABSENTA
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20 de junio de 2023
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O la película que me enseño (entre muchas cosas) sobre Okinawa, aquello de que "la pornografía es cuestión de geografía" o que a veces en el ejército norteamericano daban "instrucciones" a sus oficiales tales como "ni siquiera tiene que pensar capitán, este documento lo releva de esa responsabilidad".

Una divertidísima comedia dirigida por Daniel Mann, basada en la novela escrita por Vern Sneider y a la vez en una aclamada obra de teatro adaptada en Broadway por John Patrick, cuya historia principal giraba al rededor del capitán "Fisby", cuya misión es enseñar los "beneficios" de la democracia a un pueblito japonés, ayudado de un particular intérprete de nombre "Sakini".

Sobre el film destacar el gran manejo del humor de la propuesta, ya que si bien se hace una pequeña crítica a la "peculiar" de crear ciertas doctrinas aplicadas en territorios ocupados por parte del país del norte, posterior a la guerra, esto se lo hace desde un punto de vista liviano, sencillo y lo más importante sin llegar a ser ofensivo o vulgar.

Sobre el reparto debo empezar nombrando la presencia del mismísimo Marlon Brando, y especial atención porque esta imperdible en uno de sus papeles más hilarantes, graciosos y verdaderamente cómicos de toda su carrera: El intérprete "Sakini" (Cada aparición o frase, y con esa "pinta" que se maneja, saca como mínimo una sonrisa, o como en mi caso varias carcajadas por el doble sentido implícito).

De soporte se dejan ver unos correctos Glenn Ford, Machiko Kyô (cercana colaboradora de Akira Kurosawa) Eddie Albert, Paul Ford, Harry Morgan, Mitsuko Sawamura, Jun Negami, Nijiko Kiyokawa y Shichizo Takeda entre los más destacados.

Por último marcar el trabajo del expermientado John Alton en la dirección fotográfica y la banda sonora de Saul Chaplin, un compositor que como dato curioso solo tuvo 7 trabajos más durante toda su carrera en el cine.
darkman
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24 de diciembre de 2023
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Realmente Marlon Brando es lo mejor de toda la película. Estuvo 2 meses actuando como tal, viendo como gesticulaban y actuaban, etc... todo para interpretar este papel, que estaba fuera de lo común: un sexymbol o de papel de hombre duro. Aquí una comedia que realmente cuesta de verle, hace un papelón.

Pero... esta película para mí, ha sido cuesta arriba. Apenas he visto comedia, quizás haya envejecido mal, o quizás yo la haya visto en un momento erróneo. Pero me ha parecido bastante floja, muy floja.

Esta película, tuvo un presupuesto muy elevado, casi 4 millones, un riesgo al llevar Japón (11 años después de acabar la guerra) a un matrimonio interracial, a que la "colonización" americana acaba siendo al revés. Fue elogiada por eso, aunque también fue criticada y más a día de hoy, por poner a una mujer "facilona" (para resumir).

Glenn Ford también sale de su área de confort, ya que estamos acostumbrados a verle en papeles más de cine negro, y también de hombre duro, y aquí está en una comedia que lo desarrolla bastante bien.
edugrn
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17 de marzo de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos personajes maravillosos con alma ardiente y sensibilidad complaciente; diálogos exquisitos colmados de excelente humor, sentida poesía y la más sutil crítica social; una cálida puesta en escena con una fotografía bella y envolvente… y unas divertidísimas actuaciones de un reparto excepcional, ha permitido al director, Daniel Mann, hacer una película impecable.

<<LA CASA DE TÉ DE LA LUNA DE AGOSTO>>, es como las mujeres, bellas, inteligentes y amorosas: cada vez que estás con una de ellas te enamoras un poco más. Esa calidez de los personajes; esa chispa de luz que emana… crece… y se multiplica con cada una de las acciones; y esa esmerada realización en todos los sentidos, hacen que salgas plenamente complacido y con un firme deseo de volver a verla. Es la tercera vez que me animo al encontrarla y no lo pensaría mucho para, quizás, verla en cuarta ocasión. Lo brillante escasea tanto que, cuando lo encuentras, sientes ganas de degustarlo una y otra vez.

Todo comenzó cuando el estadounidense, Vern J. Sneider, recién graduado de la Universidad de Notre Dame, en 1940, decidió enrolarse en el ejército para luchar contra el fascismo y, en 1945, hizo parte de la fuerza aliada de ocupación que aterrizó en Okinawa, Japón. Allí, fue nombrado comandante de un pueblecito de cinco mil habitantes llamado Tobaru… y de sus experiencias con esta comunidad, surgiría la novela, “The Teahouse of the August Moon”, la cual publicaría, en 1951. Lo que pretendía Sneider, era mostrar la suerte de paradojas que pueden darse entre el conquistador y el conquistado; y cómo, lo que se considera democracia, quizás esté muy lejos de serlo. También queda bien definido que, es en las acciones y no en los discursos cuando se sabe quién es quién; y muchas veces, el que “enseña” aprende mucho más que lo que logra transmitir a sus educandos.

Cuando la novela de, Sneider, llegó a manos del dramaturgo, John Patrick, éste quedó tan encantado con la historia que, enseguida, se puso en la tarea de convertirla en una obra de teatro y tuvo tanto éxito que, entre 1954 y 1985, tuvo 49 reimpresiones, solamente en idioma inglés. Patrick incrementó la dosis de comedia, los personajes se volvieron más halagadores… y su obra sería galardonada con el premio Pulitzer.

La historia te atrapa de tal manera, que uno quisiera entrar y quedarse en Tobiki (como se llama el pueblo, ahora), pues, los criterios de democracia, saben sus habitantes ejercerlos sin más lección que el ejemplo recibido de sus mayores… y ahora se verá, si el capitalismo y la “democracia” que quieren transmitirles los estadounidenses sirven, realmente, para la convivencia en paz.

Marlon Brando (Sakiri), Glenn Ford (el capitán Fisby), Machiko Kyô (Flor de Loto), Paul Ford (el coronel Purdy) y Eddie Albert (el sicoanalista, McLean), se abonan otro alto crédito en sus magníficas carreras.

Unas cuántas frases para recordar:
“La pornografía es sólo cuestión de geografía”. (Sakiri)
“Solía entristecerme mucho por no ser muy exitoso. Ahora he hecho las paces conmigo mismo, en algún lugar entre mis ambiciones y mis limitaciones”. (Fisby)
“Es mi trabajo enseñar la democracia a esta gente de Okinawa… ¡y van a aprender democracia, así tenga que dispararles a cada uno de ellos!” (Purdy)
“Soy la clase de hombre que no acepta una no-respuesta por respuesta” (Purdy)
Luis Guillermo Cardona
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4 de diciembre de 2015
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
193/07(20/11/15) Decepcionante comedia americana de Delmer Daves, una tontorrona sátira sobre como los estadounidenses intentaron “americanizar” las costumbres de los japoneses tras la WWII, surtida de un tropel de gags en su inmensa mayoría sin gracia alguna, jugando con los tópicos y estereotipos, desaprovechando un elenco de actores de enorme nivel, conb un desarrollo previsible, con situaciones que van del ridículo a lo penoso pasando por lo inane. Basada en la novela homónima de Vern Sneider de 1951, adaptada posteriormente como obra teatral 1953 y en 1956 este film, con guión de John Patrick (“El extraño amor de Martha Ives”), en 1970 se hizo un musical en Broadway.

Estamos en Okinawa (Isla de Japón) en 1946, en plena post-guerra, con la ocupación estadounidense intentando “americanizar” a la población local. El comandante Wainwright Purdy III (Paul Ford) envía al capitán Fisby (Glenn Ford) en misión de “americanizar” el pueblo de Tobiki, tendrá como asistente al pícaro lugareño Sakini (Marlon Brando), este pueblo tiene muy arraigadas sus costumbres y al capitán le será complicado cambiar los hábitos locales. En la historia tendrán importancia personajes como Flor de Loto (Machiko Kyō), una joven geisha, el psiquiatra capitán McLean (Eddie Albert) y el sargento Gregovich (Emmy Harry Morgan).

La cinta discurre en un tono trivial, donde todo el mundo es bueno, destilando u humor muy blanco y liviano, sin capacidad de punzar. Cuentan con ironía el choque de culturas entre los nipones y los estadounidenses, relata de modo predecible como el que quiere imponer algo termina por ser seducido por el otro, todo muy blandito. Abusando de algo tan manido de que la cultura del esfuerzo y de superación capitalista no está en contacto con el humanismo de disfrutar de la vida, muy simplista. Además sufre de una puesta en escena excesivamente teatral, sobre todo si lo que quieres es transmitir la belleza cuasi-mística del paisaje y naturaleza japonés no puedes proyectarlo en un plató. Los diálogos van de lo burdo a lo insípido, pasando por lo fachoso, con un humor que intenta basarse en los equívocos y malentendidos (de vergüenza ajena cuando la geisha intenta desvestir a Fisby mientras habla por teléfono, grotesco), todo exagerado y pasado de vueltas. Y por si fuera poco tiene un excesivo metraje para ser una comedia plúmbea, alargada con momentos chirriantes, como los números musicales de las geishas, metidos con calzador.

Cinta que formó parte del esfuerzo USA por humanizar ante la opinión pública a los japoneses, después de tantos films bélicos de la WWII donde se les veía como malos malísimos, y que alentaban sutilmente al racismo, de esta década son films como “Esposa de guerra japonesa” (1952) y “Sayonara” (1957), también con Brando (esta vez de americano), que dotaban a los japoneses de sentimientos y alma. Para ello además se nos muestra algunos aspectos de cultura ancestral, sobre todo en los pintorescos números musicales con geishas.

Marlon Brando realiza una actuación de más a muy menos, tiene un poderoso arranque rompiendo la cuarta pared, pero a medida que avanza se convierte en una caricatura molesta, que encima pierde la gracia, pasó dos meses estudiando la cultura in situ, cultivando el acento nipón, pero lo más importante era su interpretación y me queda un guiñol sin alma alguna. Glen Ford queda bastante trivial, sinb fuerza, sin carisma, lo siento arrollado por un guión vacuo. Paul Ford es lo mejor de la función, el que deja huella con su visceral interpretación, ya había hecho el rol en el teatro más de mil veces, como curiosidad decir que el coronel Wainwright Purdy III lo iba a interpretar Louis Calhern, pero murió en Nara durante el rodaje y fue reemplazado por Paul Ford.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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