El asesino de Rosemary

Enésimo slasher dirigido por el posterior responsable de la cuarta entrega de Viernes 13 y Red Scorpion entre otras genialidades, que empieza bien pero que enseguida se convierte en otra propuesta del montón.

Lo más potable son los sangrientos efectos de maquillaje, obra del experto Tom Savini, en las escenas de asesinatos, bastante explícitos y truculentos por cierto. Pero a la película le falta tensión, un mayor desarrollo de la trama y un final más convincente. El juego con la identidad del asesino tampoco resulta intrigante porque es demasiado previsible. No ayuda el nulo carisma del villano con ese ridículo aspecto que tiene disfrazado de militar.

La película supone una repetición de todos los tópicos del género. Sufi raspado y gracias.

Mala película con psycho killer dando matarile sin razón aparente a vario/as muchacho/as, vaya Ud. a saber porqué. Y es que al comienzo, en el prólogo, parece que se nos da una clara pista por una carta enviada por su novia a un soldado que ha estado luchando en la II Guerra Mundial. Ahí le dice que lo siente, pero que ya no puede esperarle más, que es joven, que ha pasado mucho tiempo y no sabe cuánto tiempo más durará la guerra, así que... En fin, que le manda a paseo. Esto se supone le trastornará al soldado y por ello hará lo que hará (en el mismo prólogo). Pero es que pasan 30 años y los asesinatos comienzan de nuevo.
En fin, menudo rollo he metido... al igual que la peli en cuestión, que es plana, aburrida e insípida, con bonita fotografía y estimable ambientación, con adecuado vestuario y peinados, pero inconsistente argumentalmente, absurda y muy mal narrada. Todo queda en el aire, el personaje del mayor no tiene ningún sentido (¿qué hace el otrora interesante Lawrence Tierney en semejante embolado? ¡Ah sí, cobrar pasta, claro!).
Film sin lógica que aburre hasta a las ovejas. No merece la pena.

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La película no está mal. Es un slasher mas. Lo malo es que las escenas de suspense se hacen demasiado largas (la protagonista sólo huye, se echa de menos que coja algún arma e intente acabar con el malo). Lo bueno es el malo, una especie de Jason con traje de soldado. Genial. Los efectos especiales y maquillaje están muy logrados, también. Pero la historia es un poco simple y no es hasta el final de la peli que, gracias a un buen giro, te hace pensar un poco.

Bueno, no tiene nombre. Es un subgénero que se llama Slasher. Una especie de pastiche para adolescentes, en donde se mezcla la adrenalina del seco con la madurez sexual, el terror y lo gore. No es mi género, pero supongo que hay que ver de todo. Pero en este caso sólo una vez. Es muy mala película, tiene su desarrollo y para verla una vez está bien.
Puesto a ver este tipo de cintas me gusta más lo que en España se denominó "fantaterror", una especie de destape semi erótico enlatado en misterios, casas encantadas y malos sedientos de sexo y sangre

Película de terror de aquí te pillo aquí te mato y que previsiblemente no goza de un argumento que, digamos, muy original. Aunque se estrenó en el momento que surgieron “slashers” a borbotones pero que quedó en la cola de otros largometrajes del género como “Viernes 13” (Friday the 13th, 1980) de Sean S. Cunningham o “Noche de Graduación: Llamadas de Terror” (Prom Night, 1980) de Paul Lynch, el film de Joseph Zito solo destaca por la colaboración que tuvo con Tom Savini (muy atareado en esos tiempos por razones obvias) en los efectos de maquillaje y la breve presencia del veterano actor de segunda, Lawrence Tierney, el orondo cabecilla de “Reservoir Dogs” (1991) de Quentin Tarantino, que interpreta a un hombre en silla de ruedas y traumatizado por la muerte de la chica del título.

Un misterioso amante, tras ser despechado al volver de la II Guerra Mundial, ocasiona un provoca una horrorosa sangría en la bucólica y tranquila comunidad de Avalon Bay. Treinta y cinco años más tarde y tras haberse olvidado de los macabros acontecimientos, los estudiantes deciden volver a retomar el baile de graduación. Nuevamente, el asesino actuará de nuevo empleando, como es de prever, sus tácticas (algo brutales) y utensilios.

Gracias a la colaboración de Tom Savini, los amantes del “gore” quedarían agradecidos por alguna secuencia de muerte algo brutal, cuando el asesino acecha por detrás a una de sus víctimas, un desgraciado cachondo que está esperando a que su chica salga de la ducha: hitchckoniana trampa mortal donde las haya y buen lugar de trabajo para un demente con ganas de pasar el rato. Por lo demás la cinta peca de lenta y aburrida.

Joseph Zito dirigiría pocos años después un capítulo de “Viernes 13”, pero también destacó con títulos mediocres con Chuck Norris en cabeza como “Desaparecido en Combate” (Missing in Action, 1984) o la fascistoide “Invasión USA” (1985), productos endebles de una más que mala filmografía que no le ha hecho sentar cabeza.