Antwone Fisher

El debut en la dirección de Denzel Washington fue éste intenso drama social basado en hechos reales sobre la figura de un joven militar que en un acto impulsivo de violencia es arrestado y relegado a los servicios del comandante y psiquiatra Jerome Davenport (Denzel Washington). Las sesiones para el paciente Antwone Fisher (Derek Luke) son una vía de escape a un mundo que él cree no poder soportar más, debido en parte a una infancia desarraigada: separación de la familia, malos tratos, abusos, vida en la calle,… Veinticinco años de un sinsentido que empezará a desvanecerse a una nueva vida en la Marina de la que él mismo cree reformará su conducta. En su argumento es inevitable, que entre éste tipo de productos amables, se establezca una relación paterno-filial entre doctor y paciente.

La película es algo folletinesca pero las interpretaciones de Washington y Duke equilibran bien el drama sin caer en la ñoñería de dramón de sobremesa. “Antwone Fisher” es de esas historias que gustan por el peso de su carga social, pero se excede en un acogedor tratamiento de amabilidad que deja demasiada buena sensación de boca. De todos modos el actor de “Malcolm X” empezó con buen pie en su debut como director.

Dirigida por el actor Denzel Washington, nos presenta una historia real en la que un joven de color es criado con una mujer también de color que lo discrimina racialmente. Él perdió a su padre y no sabe nada de su madre, y en esa casa de adopción junto con otros dos chicos, sufría maltratos psicológicos y físicos. Con el tiempo decide irse de casa y meterse en la marina. Ahí, cuando tiene algún encontronazo con algún compañero, saca toda su rabia contenida convirtiéndose en un arma incontrolable.
La película engancha desde el principio hasta el final gracias a la vida dura y difícil que le toca vivir a este joven. Un muchacho criado en situaciones difíciles y con gente complicada. La vida le ha puesto tantos obstáculos, que es muy difícil que el muchacho salga adelante siendo una buena persona. Pero en el interior está todavía ese niño que busca cariño y una explicación a una pregunta: ¿Porqué? ¿Porqué le abandonaron? ¿Porqué le maltrataban? ¿Porqué perdía a todas las personas que quería?
Derek Luke da vida a este joven realizando un trabajo muy brillante. Su interpretación emociona debido a que poco a poco una va entendiendo a este joven que solo busca cariño y afecto. Unos sentimientos que se le han negado y que no saben como son.
Junto a él, Denzel Washington da vida al psicólogo que intenta enderezar la vida de este muchacho. Su trabajo es bueno como siempre, y nos ofrece a un hombre que va descubriendo una historia llena de sucesos oscuros que son capaces de destrozar a cualquier persona. Pero este chico no es solo su paciente, es también su salvavidas para poder pasar página de un problema personal.
El guion funciona muy bien y su historia emociona. Uno se adentra fácilmente en la trama, y va siendo consciente de lo difícil que es la vida de muchas personas simplemente por el hecho de quien te rodea; y sobre todo de quien te va educando.
En fin, "Antwone Fisher" es una película basada en unos hechos reales. Un guion escrito por el propio protagonista en la vida real que hace que todo lo que se narra y se expone resulte mucho más cercano y realista de lo que uno puede pensar. Una historia dura y complicada, en la que un niño sufre física y psicológicamente desde siempre; y ahora que es adulto solo busca cariño y respuestas.

Como película quizás estaría en términos generales en torno a un 7. En cambio la historia, sin tener una gran complicación, se presenta de una manera tan honesta (está basada en hechos reales) y tan profunda, y las interpretaciones son tan naturales, tan sólidas y tan brutalmente transparentes (rozando la genialidad), que da como resultado un drama absolutamente conmovedor (sin caer tampoco en el sentimentalismo barato) que te atrapa desde el principio de manera exponencial hasta un desgarrador clímax final que yo, si me lo permitís, calificaría de magistral.

Esos últimos momentos son simplemente sublimes y las últimas palabras que le dice Denzel Washigton al chaval con los ojos vidriosos pero manteniendo la compostura como puede, terminan por arrancarte a ti de los tuyos ese pedazo de alma rota que se te había quedado atrapado en la garganta hacía rato. Por eso le doy un sólido 9. Porque una buena película ha de dejar mella, y esta lo hace, vaya si lo hace.

Un espléndido ejemplo de cómo con pocos recursos se pueden lograr grandes resultados.

Bravo Denzel Washigton. Eres magnífico. Me rindo a tus pies.

Reconozco que he dejado pasar casi 20 años para ver ésta película dirigida por el formidable actor Denzel Washington y ha sido un gran error. Sí, la conocía hace mucho, pero la vas dejando pasar y ocurre esto. Pero, vayamos al grano.

Denzel apuesta por lo seguro y nos trae una historia real, pero no una más de tantas, una que te llega desde el mismo principio. Casi en la mayoría de los casos, cuando te encuentras a una persona llena de tanto odio, viene precedido por un pasado muy negro y duro y es exactamente lo que pasa con el marine Antwone Fisher, quien pasa de pelea a problema y de problema a pelea en cero coma. Así que la institución militar decide ponerlo en manos de un psiquiatra de la marina, el Doctor Davenport, interpretado por el mismo Denzel, quien es militar. Al principio la relación es muy tirante, pero con el paso de las semanas, el chico comienza a abrirse y a ganarse la confianza del médico.


Esto permitirá al doctor profundizar en el pasado del chico, descubriendo todos los aspectos que lo han llevado a ese comportamiento tan negativo y peligroso. La historia es muy bonita e interesante, sin abusar de la ñoñería barata. Derek Luke hace un trabajo sensacional, muy creíble, donde en su mirada, en su forma de hablar, en sus gestos corporales, nos presenta a un tipo muy violento y con la mecha muy corta. Pero el médico está convencido que todo cambiará, si llega a entender las cosas que ocurrieron en su pasado y ahí estará conseguir su meta. Muy entretenida, sentimental y real. Creo que Washington cumple sobradamente con ésta magnífica historia y llega no solo a la mente, sino al corazón del espectador sin buscar la lágrima fácil. Muy recomendable.

Denzel Washington merece la confianza al salir airoso de su primera incursión como director.
A uno le suena la historia. Alguna vez hemos asistido a una de éstas mientras luchábamos contra la modorra sobre el sofá de nuestra casa. Seguramente eran las 15.30 y la cadena elegida Antena3 o Tele5.
Inadaptados
Existen varios tipos de inadaptación, y Denzel Washington ha optado por aquella en la que el protagonista encuentra su propia redención curando las viejas heridas del pasado, ese entorno en el que la infancia, tesoro privilegiado, se convierte en nuestra peor pesadilla. Que lo que veamos en la pantalla sea un discurso inspirado (cuidado con esta práctica tan habitual últimamente a la hora de promocionar un film) en sucesos reales no pasa de ser una mera anécdota, pero que el propio guionista sea el mismísimo Antwone Fisher, le aporta una mayor dosis de autenticidad.
Denzel Washington, por su parte, no podía haberse rodeado de mejor material fílmico y dramático para debutar como director. Al contrario que otros actores que han dado el salto recientemente al apartado de dirección, no realiza ni un ejercicio egocéntrico ni un intento de alardes técnicos, sino una bella y humilde composición que remite a títulos como Sleepers, El indomable Will Hunting, El hombre de Alcatraz, Cadena perpetua o Huracán Carter, obras en las que los personajes se ven inmersos en una encrucijada de decisiones rodeada por un muro, ya sea la cárcel un elemento externo o una preocupación interior, del alma necesitada de rehabilitación.
Cultura afroamericana
Poco hay que achacar al director, salvo sus lógicos titubeos frente a la puesta en escena, un tono un tanto condescendiente, un clímax tal vez demasiado extenso y el limitado tratamiento de ciertos secundarios. Sin embargo, todo parece convertirse en lo que más tememos, aparecen sus mayores virtudes. Las escenas se suceden, cada una con su preciso cronómetro con suma facilidad, anteponiéndose a la sensación de grumosas diapositivas; la elección del actor principal, Derek Luke (atención a este chaval de consumadas maneras), es un acierto; los intentos por sugerir y profundizar en un relato tan manido y recurrente dejan paso a esa cultura afroamericana, a la que tanto han aportado Spike Lee y John Singleton: ese rockero y alocado predicador de pega, esos bloques de edificios, subsidio público, que en muchas ocasiones forman enormes barrios donde la gente de color se pudre tras fracasar en la vida, esa simbología durante y antes de la comida, la aceptación y el reconocimiento por parte de la matriarca en el seno de la familia. No le basta a Denzel Washington con cumplir, abastecernos con lo más evidente, sino que persigue más, y a través de una notable capacidad para narrar, aborda la tragedia de muchos niños, y la suya propia, un director que tiene cosas que decir.