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Hannah Arendt

Drama Biografía de la filósofa judío-alemana Hannah Arendt, discípula de Heidegger, que trabajó como periodista en el juicio a Adolf Eichmann, el nazi que organizó el genocidio del pueblo judío durante la II Guerra Mundial, conocida por "la solución final". (FILMAFFINITY)
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Críticas 60
Críticas ordenadas por utilidad
7 de julio de 2013
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún no esperándose que fuera un "biopic", el film se centra demasiado (y no explícitamente, y quizás sea esto lo que más me desconcierta) en la "cuestión judía", el "caso Eichmann" y la relación de Arendt con el nazismo, lo indica hacia qué público potencial se dirige. Lo que quiero decir es que, si no se pretendía hacer una semblanza de la vida de la pensadora, si no una caracterización de su posición sobre el tema seleccionado, aún así, podría haberse tratado no tan superficialmente. Por ejemplo, ni se menciona su polémica con Jaspers, y la figura de Heiddeger (apenas un par o tres de escenas) solo refleja lo tópico y accesorio (si bien se atiene lo veraz), tanto en la posición de éste con el régimen nazi como en su relación personal con Arendt. Las interpretaciones, deficientes por momentos; la dirección, muy obvia y pueril, con primeros planos que tratan de acentuar de forma demasiado evidente cierto emotivismo, demasiado conducido. No obstante, la segunda hora de la cinta logra cierta sensación de saber hacia dónde quiere dirigirse y concluye en una moderada satisfacción general.
jlvalcar
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29 de diciembre de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy ferviente admiradora de Margarethe von Trotta, conozco su trayectoria que sólo ha despertado en mí admiración, y creo que esta película ha sido un gran error, y que la directora ha sido mal guiada y fatalmente aconsejada en la visión de esta película: no hay una visión propia de la directora, cosa extraña.

En mi humilde y sesgada opinión, Margarethe von Trotta no ha estado a la altura de sus otras obras (Vision, Rosa Luxemburgo). Creo que la perspectiva que nos ofrece de la pensadora es del todo inadecuada, aburrida, aburguesada, repetitiva y obsesiva en gestos poco convincentes, que no se pueden disimular ni con el exceso exagerado de humo.

La Sukowa parece sobreactuada, y diciéndolo corro el riesgo de parecer pedante: la fantástica Barbara Sukowa parece sobreactuada, y tiene que existir una explicación para ello. No se me ocurre otra explicación para este hecho que la palidez y torpeza del guión: la única idea que aparece de la pensadora se repite hasta la saciedad y se va desvirtuando en cada repetición. Y no hay más: no hay trama, no hay apenas narración, solo el ir desluciendo lo poco que había.

Creo que por motivos ajenos a la voluntad de la excelente directora se ha perdido una oportunidad para lograr mostrar al público quién era la pensadora. Y no acabo de entender tanta ecuanimidad y unanimidad en la crítica de esta película.
isis
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12 de mayo de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El punto de vista sorprendente de la filósofa judía y alemana Hannah Arendt sobre la culpa del sujeto Adolf Eichmann durante el juicio sobre su persona y la Shoah en general tras su captura por parte del incipiente estado de Israel, es el motor de esta película germana reciente.
Nos sitúa en los EEUU, con la protagonista ya instalada en la confortable vida académica universitaria norteamericana de los años 60 y teniendo debates intelectuales con otros profesores huidos del nazismo y nativos. Unos artículos sobre el juicio para el New Yorker hacen que la protagonista vaya hasta Israel y escriba sobre lo que allí sucede sin un atisbo de subjetividad, cuando tendría todo el derecho del mundo a hacerlo.
Se intercalan secuencias reales del juicio, tanto de las declaraciones del mequetrefe Eichmann como de los atormentados supervivientes del Holocausto.
A mi me interesa el tema, y supongo que por eso la recomiendo. Sukowa borda el papel de Arendt, especialmente con la mirada inteligente y la decisión gestual del que se sabe en posesión de una verdad, la más importante, la propia.
Nota: 6,25.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feldon
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8 de mayo de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá de los méritos artísticos de la cinta, que los tiene, aunque no tanto como la fama que la precede por su premio en Valladolid, y que los usuarios de esta web se han apresurado a glorificar, la película de Von Trotta acaba beneficiándose de la mediocridad general en el cine actual, y es por eso, que me parece excesivamente valorada, seguramente por el tema tan humano que aborda. La película respira ese selecto pedigrí del que suele apropiarse la izquierda intelectual basado en una cierta superioridad moral, intentando justificar lo injustificable, en este caso, por conceptos filosóficos teóricos y subjetivos difícilmente admisibles, especialmente por las víctimas del Holocausto.

Según la filósofa alemana de origen judío Hannah Arendt, en su trabajo sobre teórica política (de su libro “La condición humana) trataba sobre: el hombre como colectividad que vive en la tierra y habita el mundo; es decir, la política, la democracia directa, la autoridad y el totalitarismo (en su libro “Los orígenes del totalitarismo”). Sin duda en su formación intelectual y personal, tuvieron un gran impacto las enseñanzas del filósofo alemán Martin Heidegger, quien pese a su filiación nazi, mantuvo un turbulento romance con su joven y brillante alumna Hannah. Más tarde huyendo desde Francia a Estados Unidos como apátrida junto a su marido, gracias a un falso visado diplomático, tras la invasión alemana.

Su estudio sobre “La banalidad del mal” a la hora de escribir “Eichman en Jerusalem”, una serie de artículos para la revista “The New Yorker”, que recogían su testimonio en torno al juicio del coronel de la SS Adolf Eichmann, uno de los arquitectos del genocidio del pueblo judío durante la II Guerra Mundial, conocido por "la solución final", encargado de la logística de las deportaciones. Hanna ponía de manifiesto que el nazi no era un monstruo sino un hombre incapaz de pensar, un necio que obedecía ordenes sin cuestionarse la moralidad de las mismas, espoleado por un retorcido sentido del deber. Arendt mantenía que el hombre a veces renuncia a su voluntad crítica, a no pensar por sí mismo, por el miedo a las represalias sino formabas parte del grupo. Aspecto en el que discrepo totalmente, es muy fácil acogerse a la obediencia debida, para inhibirse de una responsabilidad moral. Naturalmente Arendt se granjeó la incomprensión y a veces odio de la opinión pública norteamericana y judía.

Desde el aspecto cinematográfico está filmada con una excesiva frialdad, sin profundidad emocional, lo mejor son los actores, la ambientación, la fotografía y los “flash-back” añaden algún interés. La directora Von Trotta ilustra sin aristas ni zonas oscuras, el episodio de la vida de Arendt (una excelente Barbara Sukowa) fumadora compulsiva llena de inquietudes complejas y difíciles, que tuvo el valor de mantener sus opiniones independientes frente al acoso y marginación de la sociedad donde vivía. Pero también terca, arrogante, incluyendo una falta de empatía emocional con el sufrimiento ajeno. No se puede disculpar a un cargo de responsabilidad de su ética moral como ser humano. Porque como sentenciaba el venerable juez Haywood (Spencer Tracy) en el film“Judgment at Nuremberg” de Stanley Kramer: “Todo hombre es responsable de sus actos”.
Antonio Morales
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25 de junio de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ensalzamiento de la figura de Hannah Arendt, filósofa alemana de origen judío que vivió la última parte de su vida en los Estados Unidos. Huyó de su país durante el ascenso nazi y se fue a París, de donde también tuvo que escapar tras pasar unas semanas en un campo de internamiento.
La película nos la presenta en el comienzo de la década de los 60 (ella tiene 55), ya en América, como una profesora universitaria que vive feliz con su marido y sus amistades
La historia se centra en el juicio al gerifalte de las SS, Adolf Eichmann. Celebrado en Israel y al que asistió Hannah con el fin de escribir unos artículos para "The New Yorker".
En este juicio descubrió y escribió sobre dos asuntos tabú:
- Eichmann no era malvado (demoníaco) ni especial ni extraordinario; era un hombre terriblemente corriente (un don nadie) que cumplía órdenes. Lo horrible, su pecado, consistía en renunciar al pensamiento, en su incapacidad para pensar, en limitarse a obedecer. Así su responsabilidad se diluía en una cadena jerárquica en la que él era una pieza más; había dimitido de su capacidad de decisión. De esta primera reflexión se deduce otra: la abismal desproporción entre la monstruosidad de los crímenes que se produjeron y la infinita mediocridad del que fue uno de los máximos responsables.
- La colaboración de algunos líderes judíos con el poder nazi.
Estas dos cuestiones (sobre todo la segunda) escandalizaron y molestaron mucho en su época, recibiendo la filósofa insultos y amenazas.
La película sería una defensa de la libertad y necesidad del pensamiento pese a que sus frutos sean incómodos; es necesaria la verdad aunque no nos guste. Lo opuesto sería defender la mentira de la tribu valiéndose de justificaciones nacionalistas (sionismo en este caso) que nos dicen que hay ocasiones en que la verdad debe replegarse ante intereses mayores.
Se reivindican los pensamientos complejos o ambiguos que dañan los prejuicios y que debilitan los fanatismos.
Historia, por lo tanto, tremendamente interesante y necesaria que plantea cuestiones fundamentales de manera clara y sencilla.
Donde la película cojea es en la forma (pobre, simple, anquilosada, artrítica) y en la rigidez del guion; es demasiado esquemático y formulario. En este sentido considero innecesario la insistencia en el amor de la pareja protagonista y en el arrobamiento de los alumnos hacia Hannah; es como si la directora temiese que el espectador pudiese tener reticencias hacia Arendt y quisiera dejarle claro que era muy cálida; querible y admirable.
Por último, aparecen Mary McCarthy (escritora famosa de aquella época) como amiga y Heidegger (filósofo clave del siglo veinte) como amor del pasado. El pensador alemán, además de por su contribución a la historia de la filosofía, es también recordado por su apoyo al nazismo. Con ello, quizás se pretende decir que hasta los cerebros más privilegiados son capaces de unirse a las cusas más atroces si renuncian a su capacidad de pensar.
Ferdydurke
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