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Manchester frente al mar

Drama Lee Chandler (Casey Affleck) es un solitario encargado de mantenimiento de edificios de Boston que se ve obligado a regresar a su pequeño pueblo natal tras enterarse de que su hermano Joe ha fallecido. Allí se encuentra con su sobrino de 16 años, del que tendrá que hacerse cargo. De pronto, Lee se verá obligado a enfrentarse a un pasado trágico que le llevó a separarse de su esposa Randi (Michelle Williams) y de la comunidad en la que nació y creció. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 257
Críticas ordenadas por utilidad
3 de febrero de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena que el ritmo lento, tan sumamente lento de ‘Manchester frente al mar’, le termine pasando tanta factura a un film cargado de emociones y que deja aflorar muchos sentimientos.

La historia dirigida y escrita por Kenneth Lonergan nos presenta a Lee (un soberbio Casey Affleck), un tipo melancólico, parco en palabras, que huye de las relaciones humanas. En sus primeros minutos quedamos extrañados ante el comportamiento del protagonista que, pudiendo ligar con una chica en un bar, prefiere quedarse solo e, incluso, terminar peleándose con otras personas del lugar. Como más tarde sabremos, Lee tiene un fuerte trauma tras de si, una herida que siempre quedará abierta y jamás cicatrizará. En frente, una Michelle Williams que, si bien aparece poco, cada momento que aparece en pantalla es oro puro.

Así, Lonergan mantiene el ritmo pausado haciendo que la película se vuelva un poco pesada según qué momentos. No ayuda tampoco el hecho de que se trate de un film con una tónica tan triste (sólo aligerada con algún golpe ligero de humor acertado). Si el espectador quiere un drama, pues toma dos buenas tazas porque aquí lo tiene. Y Lonergan es fiel a su historia, entremezclada a base de flashbacks, y a lo que está contando hasta en los momentos finales.

Así, ‘Manchester frente al mar’ hará las delicias de los aficionados al drama puro y duro y a llorar en una sala de cine. A mí se me hizo bastante larga, pero tiene una gran historia detrás y dos buenos intérpretes delante.

Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/
Hickeystyle
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3 de febrero de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lee Chandler (Casey Affleck, o Sadfleck, como quieran llamarlo) es un fontanero a lo Mario Bros que se ve obligado a regresar a su pequeño pueblo natal tras enterarse de que su hermano ha fallecido. Allí se encuentra con su sobrino de 16 años, del que tendrá que hacerse cargo.

De pronto, Lee se verá obligado a enfrentarse a un pasado trágico, muy trágico, zarpadamente trágico, que le llevó a separarse de su esposa Randi (Michelle Williams) y de la comunidad en la que nació y creció.

El film es dramático, tan pero tan dramático que inevitablemente en momentos te cagás de risa, de hecho es una de las pocas películas de drama en las que juega con el sarcasmo y la ironía, estos dos elementos están ahí y son sutilmente tangibles, es genial.

Affleck lo hace espectacular, en un papel escrito a su medida, que es ejecutado a la perfección, dotando de la máxima convicción esos dolorosos silencios y las miradas perdidas, en un esfuerzo verdaderamente digno de todo reconocimiento. Lástima que tiene a unos colosos como competencia a la nominación del Oscar, pero la verdad es que el loco estuvo muy bien.

Michelle Williams aparece poco en pantalla, pero en esos minutos totales, es espectacular, es oro puro, putamente genial. Otra que tiene competencia fuerte, sigo insistiendo que ese Oscar tiene que ser para Isabelle Huppert.

Eso sí, no todo es muy lindo en la peli, su director, Kenneth Lonergan mantiene el ritmo pausado haciendo que la película se vuelva un poco pesada según qué momentos. No ayuda tampoco el hecho de que el humor esté ahí en un film con una tónica tan triste. Si el espectador quiere un drama puro y duro, esto no lo es.

Bien puesta como una de las películas del año, y para mí pisa fuerte, se completa la trinidad de películas que van a romper culos en los Oscar, competencia directa para la repartija con Moonlight, pero un escalón más abajo de La La Land.
D Van Costis
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13 de febrero de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
26/03(03/02/17) Notable drama de carácter intimista realizado y guionizado Kenneth Lonergan, un descenso al infierno interior del sufrimiento, al dolor intrínseco, ese que es incurable, el que hay que sobrellevar como una pesada losa que nos hace apenas emerger a la superficie para poder continuar no como acto de anhelo sino como pura inercia existencial, una incisiva profundización en un mundo asfixiante de angustia que el realizador sabe dotar de una intensidad penetrante. Ello sin caer en la sensiblería simplista, aderezándolo de un increscendo hábil de dramatismo, dosificando la información de forma inteligente para que cuando lleguen las respuestas a las incógnitas hacernos estremecer, pues entonces las piezas de las heridas mostradas cobran todo el sentido, haciéndonos empatizar con la historia, en una progresión orgánica fascinante, con diálogos sólidos, con situaciones que emociona, y sabiendo gotear un delicioso humor desengrasante que hace más digerible el agrio relato, a la vez que humaniza a los personajes de modo cercano. El título original es Manchester-by-the-sea, lugar real del centro del drama, una pequeña localidad costera en el estado de Massachusetts, lugar que Lonnergan ha sabido mimetizar con la historia, una población relativamente pequeña de unos 5.000 vecinos, microcosmos cerrado que se agudiza por acontecer todo en el frío invierno creando un halo de gelidez que afecta a los personajes y por ende a la trama. Todo lo dicho sublimado por el extraordinario protagonismo de un Casey Affleck formidable emitiendo desolación y vaciado insondable del alma.

Lee Chandler (Casey Affleck) es un asocial tipo atormentado por un trágico pasado. Reside de hombre de mantenimiento de una comunidad en Boston (Massachusetts), un día recibe la noticia de que su hermano Joe (Kyle Chandler), que reside en Manchester-by-the-Sea (Massachusetts) ha tenido un ataque al corazón, al llegar al hospital ya ha fallecido, ha dejado un hijo adolescente, Patrick (Lucas Hedger), y en el testamento deja de tutor a Lee, este es reacio, pero mientras se realiza el funeral (tienen que esperar a la primavera para poder cavar en el cementerio) se traslada a la casa de Joe para cuidar del sobrino. En el relato tendrá importancia Randi (Michelle Williams), ex esposa de Lee, y Elise (Gretchen Moll), ex esposa de Joe, y George (CJ Wilson), amigo de Joe.

En su paulatino devenir la dura y áspera narración se va convierte gradualmente en un desgarrador relato donde se dan cita temas como las complicadas relaciones familiares, las tóxicas adicciones, el rastro de la muerte, el peso de la culpa, la redención imposible, y sobre todo como nos afectan los errores del pasado, el lastre imposible de soportar los remordimientos de lo hecho e imposible de cambiar, fresco afilado una tragedia insoportable, del trauma indeleble que deja, una odisea envuelta en la melancolía, una reflexión humanista y conmovedora de la derrota. Adentrándose la cinta en un retrato del protagonista, de este modo arranca con una presentación de un tipo agrio, asocial, apático, de reacciones viscerales autodestructibles, un misántropo que deja traslucir que algo lleva por dentro que no le deja vivir tranquilo, hombre solitario y lacónico, se alimenta de comida recalentada al microondas y pasa su tiempo libre frente al televisor o bebiendo en bares, un cuasi muerto en vida, torturado en las entrañas, preso perpetuo de la culpa de una tragedia, condenado a un vía crucis lacerante, donde el calvario es respirar, y esto Lonergan lo muestra con delicadeza, con cariño, sin juzgar, sin caer en maniqueísmos fáciles, con contención actoral, con sobriedad atmosférica deconstruye el alma carcomida sin perdón posible. Todo fluyendo con naturalidad, sin giros forzados, ni chirriantes, sin lugar para recursos acomodaticios, introduciendo elementos de humor que dan dimensión a los personajes, esto sabiamente evitando efectismos artificiosos, no recreándose en la desdicha, para provocar lo lacrimógeno. Y todo coronado en un final valiente, que da sentido y realismo puro al drama, sin caer en los lugares comunes complacientes, coherente con la personalidad de los protagonistas, dotando de trascendencia mordiente de la que recordaras.

El realizador lanza dardos envenenados contra la institución familiar, la refleja disfuncional, entre peleas, drogas, alcohol, fundamentalismo religioso, mostrando con crudeza el choque generacional, el diferente modo que hay de afrontar los padecimientos, no cayendo en pueriles sentimentalismos, donde el dolor y los remordimientos son reprimidos y están latentes y a punto de estallar por cualquier motivo.

Lee está corroído por los fantasmas de un pasado que se nos presenta con cuentagotas en unos sustanciosos y nada subrayados flash-backs, que sirven para auscultar paulatinamente en el drama personal, entrecruzando presente y pasado, alternándose los recuerdos de modo lineal del protagonista, evocando su tránsito de la felicidad a la catarsis letal del momento crucial en que todo se derrumbó, en que la pesadumbre se apoderó del corazón de Lee, ello en un trémulo clímax acompañado por la arrolladora (emocionalmente) música del Adagio de Albinoni.

Taras: En algunos momentos se le va la mano intentando emitir intensidad forzada (escasos momentos) que desentona bastante con el resto del metraje, me refiero sobre todo a la misa por la muerte de Joe, a cámara lenta con una música clásica que es estridente con las imágenes, totalmente desencajadas, descoloca y debía la atención; Me resulta un poco cargante el modo en que Patrick afronta la muerte de su padre, no parece sufrir lo más mínimo, es un adolescente, por tanto se le supone una personalidad casi formada, y más bien parece un chico “salido” que solo piensa en fornicar una y otra vez, como si su padre no le importara en absoluto, demasiada frialdad, con lo que me resulta complicado conectar con el personaje y su arco de evolución.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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23 de octubre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un doloroso pasado, estar en el ángulo muerto, incomunicarse, dejar escapar la rabia de vez en cuando... así vive Lee Chandler (Cassie Affleck), sufriendo su tragedia personal en silencio, encerrado en sí mismo, hasta que la muerte de su hermano lo obliga a salir de su cascarón, volver a su pequeño pueblo y hacerse cargo de su sobrino, un chico de 16 años que se queda solo.

Machester frente al mar es una película triste, que habla sobre las huellas que deja el pasado, un pasado que convierte a Lee en una persona que existe pero no vive. En contraposición a Lee y al resto de personajes adultos tenemos al sobrino, Lucas Hedge, que sigue con su vida de adolescente a pesar de las pérdidas, aferrado a su vida.

Me ha gustado esta película. Está bien contada, con realismo y con toquecillos de humor, bien actuada, y bien acabada. Una película muy recomendable..
jomolo4
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5 de enero de 2024
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuenta la leyenda que la idea de la historia la tuvo John Kosinski, que nunca me deslumbró como sojas guaperas en “The Office”, ni como florero secundario en bobadas romanticonas, ni cuando se reconvirtió en duro de postureo, pero que, recientemente, ha venido captando mi atención como director intelectualoide. Al parecer le comentó el argumento a su pareja Emily Blunt (a la que siempre he tenido en mucha consideración) que se la contó a Matt Damon, su pareja cinematográfica con la que estaba rodando “Destino Oculto”. Desconozco el motivo, pero siempre se ha tendido a ridiculizar las capacidades de un Damon (en la vitriólica “Thunderbirds” lo ponen solamente un poco por encima del retraso mental) que no puede ser fruto de la casualidad que, al margen de una exitosa carrera como actor, siempre ande metido como productor o guionista en películas de reconocida calidad, algunas respaldadas por oscars (cuando el oscar significaba algo, antes de volverse un meme). El caso es que dicen que Damon vio algo en la película y puso todo de su parte para ponerla en marcha y protagonizarla, cosa que le terminó resultando imposible por problemas de agenda. El resto es historia, el proyecto vio la luz con guion de Kenneth Lonergan (que también firma la ejecución) y la interpretación de Casey Affleck, logrando dos merecidos Oscars (cuando el oscar significaba algo, antes de volverse un meme). Así que, por lo que pueda servir, enhorabuena a los ganadores y a los que ayudaron a levantarla, sobre todo en el caso de un Kosinski (suponiendo que la leyenda sea cierta) al que a lo mejor he infravalorado a lo largo de su carrera.

Y es que hasta yo, que suelo huir de los dramas como de Hacienda, reconozco que es un peliculón, una cinta con la que no me siento cómodo, pero que me conmueve y no puedo dejar de ver hasta el final. Donde otros aclamados dramas y melodramas recientes se pasean extraen su esencia del lado más sórdido de la sociedad (enfermedades, pobreza, adicciones o similares) o buscan saturar la conciencia de la crítica y del público acumulando conflictos, sentimientos y tragedias, “Manchester frente al mar” sólo gira en torno a una emoción, la culpa, encarnada en un tipo normal y corriente que podríamos ser cualquiera de nosotros, obligado por unas circunstancias perfectamente normales y corrientes a afrontarla, revivirla y tratar de superarla.

Lo grande de las interpretaciones de todo el reparto (puede que mereciese más de un Oscar) es, eso, que no destacan. Todos podríamos ser cualquiera de los personajes, si es que no lo hemos sido ya, en situaciones idénticas o parecidas y, ante la naturalidad y sentido común con la que discurren los acontecimientos, nos reconocemos y sentimos parte de una historia a la que la factura de Lonergal pone siempre en el centro. Sin postureos, sin alardes de cámara, simplemente enmarcando las tramas en el hermoso costumbrismo de una localidad costera de Massachusetts que se nos hace tan cercana como cualquier pueblo (pesquero o no) de la España no capitalina.

Película con mayúsculas, con muchos detalles y muchas lecturas que impactará a cada uno de una forma distinta, pero siempre tocando alguna fibra interna (a cada uno la que le corresponda). Un cine que no abunda hoy en día. Manchester frente al mar” me ha devuelto la fe en el drama moderno.
OsitoF
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