La cena de los idiotas

Para empezar, decir que me encanta el título, eso de entrada. Es un título llamativo, expresivo y descriptivo. Será por esa tendencia mía a los adjetivos calificativos contundentes. Según la RAE, la definición de idiota es: 1. adj. Que padece de idiocia. (Y el significado de idiocia: Trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en las primeras edades de la vida.) 2. adj. Engreído sin fundamento para ello.3. adj. coloq. Tonto, corto de entendimiento. 4. adj. desus. Que carece de toda instrucción. Esto es sólo a modo informativo, ya que cuando me dirijo a alguien en estos términos o alguien se dirige a mí, me gusta saber exactamente a que se refiere la palabreja.
Cuando vi esta genial comedia por primera vez me sentí muy identificada, tanto con el supuesto idiota como con el supuesto no-idiota. El argumento de la película es el siguiente:
Un franchute de bien, Perre Brochant, y sus amigos tienen un extraño ritual: un día a la semana se reunen para cenar acompañados cada uno de ellos por un idiota; aquel que lleve al mayor idiota de todos gana.
Si alguien me hubiese llevado a mí a una cena de estas probablemete habría ganado de calle, pero al mismo tiempo si yo hubiese llevado a más de uno también habría obtenido una victoria más que contundente. Conclusión: la idiotez es relativa. Somos más o menos idiotas dependiendo de la persona o personas que nos acompañen, luego, todos somos idiotas. Lo que pasa es que cada uno es idiota de lo suyo, y ahí es donde entramos todos, ya que socialmente hay ciertos tipos de idiotez que están aceptados y muuuuy extendidos (véase la 2ª acepción, en general muy vinculada a la 4ª), mientras que otros son mal vistos y rechazados (véase la 3ª acepción, por ejemplo). Lo bueno de todo esto es que los diferentes tipos de idiotas tendemos a complementarnos entre sí, formando grupos donde coexistimos idiotas de diferentes tipos, cada uno con su tara, por eso siempre parece que alguno no lo es. Craso error. Y es aquí donde aparece el factor tiempo. Algunos muestran abiertamente su idiotez de buenas a primeras sin complejos ni miramientos, mientras que otros tardan un poco más en darla a conocer (normalmente incluso mucho más pronunciada que la de los primeros).

Esta película, además de buena, muy buena, nos hace reflexionar sobre el trato que damos a los demás y que alguna vez nos han dado, y que a veces existe una delgada línea (no sé si roja) entre la más brillante lucidez y la más esperpéntica idiotez.

Tenía muchas ganas de verla, y mucho más de escuchar una entrevista a Josema Yuste (Martes y 13) que había comprado los derechos para hacerla en teatro.

Y bueno, la primera parte flojea, pero luego mejora bastante, hasta que coges el gustillo que tienen los franceses por el humor. Tiene un par de puntos para partirse, el resto no está mal.

Algunas escenas se han visto muy forzadas, que se nota que pasa lo que pasa porque tiene que llegar a un fin, eso le quita bastante pero bueno, para pasar un buen rato no está mal.

PD: me alegro muchísimo que el remake que hicieron los americanos en 2010 en España se editase directamente en DVD, muchísimo me alegro.

Comedia de enredos con una excelente actuación de Jacques Villeret, que cumpliendo con su papel logra irritar al espectador. Thierry Lhermitte lo secunda muy bien y le prepara perfectamente cada entrada.

Buena idea y buen guión. Esta película se la recomendaría únicamente a aquellas personas que estén interesadas en conocer a un perfecto idiota y lejos de exasperarse con sus tonterías, logren disfrutarlas.

En lo personal me ha hecho recordar a idiotas conocidos, de esos que te hacen pensar: "No tiene límites, por Dios que pare...", al igual que comenta Lhermitte en la película. Y es que si hay algo que diferencia a los idiotas es esa capacidad de alejarse de toda lógica.

Hablamos aquí de un idiota humilde, pero hubiese sido muy interesante ver qué ocurriría con la representación de un idiota creído, de alguien que además de serlo crea que es superior a los demás.

Sí, a lo largo de nuestra vida, en todos y cada uno de los pasos que damos, nos encontramos con un idiota que se cruza en nuestro camino. Pueden ser unos vecinos ruidosos que hacen que retumben las paredes de tu casa, o ese compañero de labores que va por ahí chismorreando, o aquel profesor / profesora con aires de grandeza, cerebro de mosquito y maneras de portero de discoteca... O puede ser, sencillamente, un usuario que entra en tus críticas y te pone siete negativos a las primeras siete críticas que se encuentra y luego los elimina o aquel otro que últimamente y en proceso metódico cada vez que ve una crítica con dos positivos o más, añade un voto negativo para malmeter (puede que sean el mismo o que no haya ningún idiota, aunque tanta casualidad me escama).

En suma, la vida está llena de idiotas. Imbéciles, mejor dicho. Los que he nombrado antes son el prototipo de idiota a mala fe, pero también los hay de buena fe. En cualquier caso, no hace falta ir a buscarlos porque vienen solos, pero el protagonista de esta buena y bien interpretada cinta francesa busca a uno para reírse de él (lo que no dice mucho en su favor y justifica el plural en el título) y puede decirse que dejó entrar a un entrañable aunque imparable tornado que pone su vida patas arriba en busca de una solución a sus problemas. Un tornado con el que no te puedes enfadar ni criticar porque, en el fondo, él no tiene mala fe.

Película francesa con un buen director y magnífico actores de comedia. Jacques Villeret, es el idiota que casi acaba con Thierry Lhermitte, pero quien invita a un idiota solo puede esperar, pues eso, a un idiota y Thierry Lhermitte invito al más idiota de los idiotas. Esta comedia es realmente divertida, no solo para sonreír si no para reír con ganas. Hay escenas realmente brillantes como la de productor Belga con acento, pero no sabría decir con cual me reí más. También está muy bien Daniel Prévost, el inspector de hacienda, personaje dedicado a la caza del fraude y con un gran olfato, olfato que no le sirve para darse cuenta que su mujer se la pega con otro. La película se desarrolla casi toda en el apartamento de Thierry Lhermitte, se nota que esta basada en la obra de teatro del mismo nombre. Al final hay una pequeña moraleja que para mi gusto sobra, no obstante esta se diluye en la última secuencia en la que el idiota se reivindica como el campeón de los idiotas. ¡¡¡ ala Olímpic !!!