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La juventud

Drama Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de ... [+]
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Críticas 138
Críticas ordenadas por utilidad
17 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El italiano Paolo Sorrentino vuelve a tocar el tema de la vejez y los recuerdos, tal como lo hiciese con la ganadora del Oscar ‘La Grande Bellezza’ (2013). Ahora dirige ‘Youth’, un drama intimista sobre Fred Ballinger (Michael Caine), un ex director de orquesta que pasa sus días en un hotel de lujo junto a su hija (Rachel Weisz) y acompañado de Mick (Harvey Keitel), un director de cine en busca de inspiración para la última película de su carrera. Ballinger carga con el peso de una vida exitosa en lo profesional, pero completamente inestable en lo familiar.

En torno a él se desarrolla su historia y un sin número de pequeñas tramas personales sobre el resto de personas que conviven a diario en el hotel: su hija fue abandonada por su pareja; Mick está obsesionado con alcanzar el cielo con su última película a modo de testamento fílmico; Jimmy Tree (Paul Dano) es un actor narcisista y de un relativo fracaso; un famoso y talentoso ex jugador de fútbol lleva sus días de retiro con sobrepeso; y una joven masajista sueña con ser bailarina. Una torre de babel en donde converge un estado depresivo con un factor en común entre todos estos personajes: el paso de los años, los recuerdos y las decisiones que han llevado a cada uno de los personajes a tener la vida que tienen.

Ballinger le pregunta a diario a su amigo Mick si orinó o no durante el día. Saben que ahora eso es importante. Confiesa no recordar el rostro ni las voces de sus padres ni de su familia, pero recuerda la mujer que perseguía de adolescente. La rutina durante sus días en el hotel no lo ayudan, sino todo lo contrario, acrecientan su soledad, a pesar de la compañía de su hija, su mejor amigo y el resto de los acomodados huéspedes. Sólo observa al resto, ve el reloj pasar y empieza a reconocer el vacío, ese dolor contenido y arraigado en eso que llamamos vejez.

Un film minimalista en su estética y absolutamente reflexivo es lo que propone el director italiano, con una banda llena de sonidos y armonías clásicas, composiciones compañeras de vida de Ballinger, quien descubre que quizás nunca vivió realmente mientras se dedicaba de forma obstinada a la música y el paso del tiempo se lo hace ver. No apto para cualquier paladar por su aletargado –aunque entretenido- ritmo narrativo, ‘Youth’ es capaz de maravillar también gracias a su reparto. A Michael Caine, como pocas veces, lo vemos en un protagónico y se devora la pantalla. Acompañado por Harvey Keitel, Paul Dano y Rachel Weisz, componen un elenco coral envidiable, los que combinan con maestría las dosis de humor, dolor y contención en su justa medida. Hasta la breve participación de Jane Fonda suma en positivo para darle forma a esta especie de oda a la frivolidad y al individualismo, que estalla al interior de este hotel repleto de servicios, pero enterrado en el silencio.

Como un álbum de fotos, ‘Youth’ es un film de una belleza particular y soberbiamente ejecutada, que va página a página repasando historias pasadas, culpas, arrepentimientos y el dolor de un amor que se apagó y por el que siempre se pudo haber hecho algo más. Poco importa si la misma Reina de Inglaterra quiere que actúe para ella o si la Miss Universo se desnuda frente a sus ojos: el viejo Fred siente que se apaga y, con él, su música que tanto ama y que, de paso, le robó el tiempo con su mujer y la relación con su hija. Porque tal como dice Mick, “las emociones no están sobreestimadas, son lo único que tenemos”.


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Wladimyr Valdivia
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15 de julio de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubiera sido todo una sorpresa, por mucho que lo desearamos, que después de una película esplendorosa e irrepetible como "La gran belleza" (2013) el siguiente trabajo de Sorrentino estuviese a su altura.
Los ecos o rescoldos de la misma sin embargo si que revolotean por esta reflexión sobre la fugacidad de la vida y lo efímero de nuestros actos por mucho que pensemos que de alguna forma hemos dejado nuestra huella personal o profesional en ella. Huella que tarde o temprano desaparecerá o quedará archivada en un olvido, sustituida por la nuevas y jóvenes huellas condenadas al mismo destino.
La belleza formal que Sorrentino busca en cada plano acaba por hipnotizarnos al igual que Caine y Keitel dos mitos de la interpretación que aún son capaces de acaparar la pantalla solo con su presencia al igual que Jane Fonda que en apenas unos minutos crea un personaje merecedor de toda una película.
En una residencia de lujo en los Alpes un grupo de famosos consagrados, en diferentes momentos de su vida, muestran su auténtico rostro plagados de miserias e incertidumbres.
A veces errática, contemplativa, fluye siempre entre recovecos que no dejan indiferente, para bien o para mal.
ELZIETE
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23 de julio de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorrentino cree que tiene que hacer películas donde de lecciones de cine y eso le lleva a hacer la misma película que en La Gran Belleza Dando la sensación de que los descartes de esta, le han servido para su nueva obra. Es como un museo, muy bonito todo pero no te quedarías a vivir.

Lo mejor Madalina Ghenea y la canción de Florence and the machine al comienzo
Shevchenko
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26 de julio de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los problemas que aquejan a los cinéfilos (cuando hable de 45 años comentaré otro) es esperar siempre más de los cineastas que aman. Por eso a Woody Allen lo ponemos más a parir cuando no le sale bien la jugada: él no debería infligirnos esos males. De Paolo Sorrentino yo espero cada vez más, no en vano es el autor de una de las películas más bellas de todos los tiempos, Las consecuencias del amor, que nos reveló a un actor sin límites, el gran Toni Servillo. Il divo es uno de los retratos más acerados y logrados de un gran sinvergüenza Giulio Andreotti), pasaremos piadosamente por alto Un lugar donde quedarse, y llegaremos a La grande belleza, una película irregular con momentos sublimes (Toni Servillo de nuevo), y ahora la esperada con impaciencia La juventud. De nuevo irregular, sostenida por dos monstruos de la interpretación en un cara a cara espectacular, Caine y Keitel, Keitel y Caine, dos amigos de toda la vida que pasan unos días en un spa que podría ser el de La montaña mágica. Son viejos y están cansados, han de aguantar los problemas de sus hijos, uno ha dado por clausurada su carrera (Caine era director de orquesta y compositor), y el otro aún sueña con la gran película que será su canto de cisne (Keitel es director de cine), hablan en voz alta, reflexionan sobre el (sin)sentido de la vida, nos acercan a la comedia geriátrica, género muy en boga ahora. Pero algo chirría, algo no acaba de cuajar. La fotografía es bellísima, ellos están que se salen, aparece el fantasma de Jane Fonda en el tramo final, Paul Dano es todo un descubrimiento, Rachel está tan guapa y acertada como siempre... Pero algo se le escapa a Sorrentino, no acaba de empaquetar el gran film que todos esperábamos. Tal vez demasiado pedante, demasiado pagado de sí mismo, el-gran-autor-de-moda... Por supuesto, contiene grandes momentos: la última conversación entre Caine y Keitel, de abrupto desenlace; la confesión de Weisz a su padre, que desnuda la relación entre padre e hija; el momento en que vemos por primera vez a la esposa de Caine... Pero esperábamos más de Sorrentino y de toda la publicidad desplegada alrededor de esta película. Para mis queridos obsesos, consignar la espectacular aparición de Madalina Diana Ghenea, capaz de perturbar y conturbar al santo Job. Tenéis la escena completa en YouTube, por si no os apetece ver la película entera...
Eduardo
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7 de septiembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas más extrañas que he visto. me lo imaginaba después de ver las críticas tan dispares que tiene de los "expertos", y una nota inusualmente alta de los compañeros foreros.

Juntas en un balneario precioso situado en unas bonitas montañas a un montón de personajes raros, entre ellos un ex compositor (Caine) junto con su hija (Rachel Weisz) a la que ha dejado su marido, un director de cine (Keitel) con su equipo de gente rara, y que habla con el ex compositor acerca de las meadas que echan o dejan de echar, un híbrido entre Maradona y Gadafi de unos 150 kilos y que resulta ser el primero, un niño que toca fatal el violín, una pareja de unos 70 años que se dedican a cenar sin hablarse todos los días hasta que la señora le mete un guantazo y echan un polvo en el bosque gritando como locos, un monje budista, un actor joven con un bigote ridículo y melena que más tarde aparecerá caracterizado como Hitler, un profesor de escalada, un montón de gente con albornoces blancos y alguna masajista, e incluso Madalina Ghenea en pelotas (increíble).

Las escenas se van sucediendo sin mucho orden tratando la interacción entre varios de estos personajes.

Me ha faltado un hilo conductor que te meta más en la película, que no he notado hasta muy pasados los 80 minutos. Me ha gustado mucho la música y la fotografía correcta.

La película no.
PartyBoy
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