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La heredera

Drama. Romance Año 1849, en Nueva York. Catherine Sloper, una rica heredera, tímida, inocente, poco agraciada y no muy joven, es pretendida por un apuesto joven. Ella se enamora de él apasionadamente, pero su cruel y despótico padre se opone a la boda y amenaza con desheredarla. Adaptación de la novela de Henry James "Washington Square". (FILMAFFINITY)
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Críticas 74
Críticas ordenadas por utilidad
13 de abril de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En La heredera Montgomery Clift es un atractivo buscón que pretende ligarse a la apocada hija de un médico por su fortuna. Enseguida la conquista pero el padre de ella sospecha del muchacho al comprobar que no tiene trabajo y lo único que ha hecho en su vida ha sido derrochar una herencia en Europa. A pesar de los esfuerzos del progenitor por convencer a su hija del engaño ella sigue interesada en su amado de modo que la deshereda.

La película destaca por su trío protagonista con un estupendo Ralph Richardson en el papel de doctor y desconfiado padre. Una maravillosa Olivia de Havilland que se llevó el oscar por este trabajo encarnando a una rica y timorata heredera afeada para la ocasión. Y un memorable Montgomery Clift en uno de sus primeros papeles cuyo trabajo fue injustamente ninguneado por la Academia. Se trata de un drama teatral con un guión muy bien escrito y de afilados diálogos en el que resalta el cambio en la personalidad de la protagonista que acaba convertida en una mujer vengativa y recelosa. La banda sonora es otro de los platos fuertes del film con ese popular tema versionado hasta la saciedad por artistas diversos como UB40 o el mismísimo Elvis Presley.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Harold Angel
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1 de junio de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La heredera” es uno de los grandes melodramas de William Wyler, lo filmó en 1949 a partir de una excelente adaptación de la novela de Henry James “Washington Square”, y es la historia de una pasión insatisfecha destruida por las convenciones sociales, los equívocos y la imposible reconciliación entre mundos e intereses distintos. Olivia de Havilland obtuvo el Oscar por su interpretación de Catherine Sloper, una chica sobre la que pesa la sombra de una idealizada madre muerta, imposible modelo a la que es confrontada una y otra vez por el Doctor Sloper, un personaje encarnado de manera absolutamente magistral por Ralph Richardson. Monti Clift da vida al arribista ambicioso que intenta llevarse al huerto a la señorita Sloper y Miriam Hopkins a la tía Lavinia, una figura simpática que tiene como misión permitir que los otros puedan expresar en alta voz sus sentimientos.

La película ha sido acusada de academicista, como toda la obra de Wyler, ese alsaciano que aportó elegancia y sobriedad a Hollywood, es un reproche injusto pero comprensible hoy. Wyler cree en sus personajes, en los conflictos que muestran, en el drama psicológico, en el dolor de los amores expresados de manera inconveniente, no es un director que quiera presumir de ser el más astuto, que sus criaturas no necesitan guiñarle el ojo al espectador, decirnos que él está de vuelta de todas esas tonterías, se toma en serio lo que hace, cree que el espacio en el que está organizada la casa de los Sloper tiene una dimensión simbólica, que la escalera juega un papel, que la secuencia del baile sirve para exponer el movimiento de los sentimientos, que el movimiento de la cámara que acompaña a una de las irrupciones de Clift en la mansión de los Sloper expresa mejor que cualquier palabra la idea de toma de posesión. En Wyler todo significa, nada es arbitrario, todo es inteligente y nada está contado en segundo e en tercer grado, aunque todo pueda tener varias lecturas, no es un cineasta postmoderno, si no simplemente un gran cineasta.
Juan Marey
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8 de octubre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La heredera de William Wyler es un drama romántico basado en una herencia familiar en el siglo XIX. Dirigida con un ritmo sosegado y con un estilo personal y clásico, es una de las mejores cintas del director por llevar a cabo un melodrama de gran calibre y enormes interpretaciones que cautivarán a todos los cinéfilos clásicos por su gran belleza y mensaje que no pasa desapercibido. Realizada de forma excepcional tiene un resultado extraordinario que cala irremediablemente en los amantes del género.
La fotografía en blanco y negro es alusiva al momento y lugar en cuestión gracias a unas hermosas imágenes repleta de detalles inspiradores que dan esplendor a un film maravilloso. La música es bella y melódica al tener unos sonidos confortantes que dan encanto a la película y también emotividad según el momento de la acción, en un soberbio acompañamiento musical. Los planos y movimientos de cámara completan un trabajo elegante a través del uso del reconocimiento, seguimiento, avanti, retroceso y generales que muestran lo mejor de la trama con mucha sobriedad y acierto.
Las actuaciones son deslumbrantes y admirables. Como protagonistas Olivia de Havilland trabaja con sensibilidad e inocencia al principio y con más indolencia después, Montgomery Clift está reluciente en un papel con oscuridad psicológica y Ralph Richardson remarcable en su labor de padre, siendo señaladas las interpretaciones de Miriam Hopkins y Vanessa Brown entre otros. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones sugestivos y distinguidos de la época al igual que los lujosos decorados, que marcan la alta clase social a la que pertenecen los protagonistas y te transporta con ello in situ.
El guion, escrito por Ruth y August Goetz, está basado en la novela de Henry James y es apasionante por mostrar una supuesta historia de amor en la que la herencia de ella juega un papel determinante en el desenlace, cumpliendo con un argumento incitador y lleno de insidias en un tortuoso desarrollo que la vuelven una cinta irresistible y bien trabajada. Esto se lleva a cabo con una narrativa intachable repleta de un lenguaje respetuoso pero que en ocasiones tiene interés oculto, dando mayor interés a un film de los que no se olvidan.
Concluyendo, la considero una obra inmortal e insustituible no solo en la filmografía del director, sino del cine en general. Con 4 oscars que avalan su éxito al ser un clásico con una trama provocadora en su interior que juega con la ambición por el dinero y exhibe lo que se es capaz de hacer por tal de conseguirlo. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, vestuarios, caracterizaciones, decorados y narrativa que hacen de La heredera, un film que encantará a los cinéfilos clásicos amantes de los melodramas insanos que no se olvidan.
Elcinederamon
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15 de diciembre de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A partir de mediados de los años 30 (las anteriores no las he visto) no recuerdo una mala película de William Wyler, ni siquiera mediocre; 22 films de todo tipo de géneros. De muy pocos directores se puede decir lo mismo. A aquellos respetables críticos franceses que le tacharon de no tener estilo quizás habría que decirles que su estilo sería no hacer malas películas.
Buen ejemplo de ello es este monumento impagable. Uno de los últimos vestigios, antes de la caída de los estudios por la emergente televisión, del poder de dichos estudios preñados a estas alturas de grandes profesionales en cada uno de los campos artísticos que en manos y al servicio de un director que sepa coordinarlos no puede dar sino obras maestras.
Sobre un relato de Henry James de mediados del XIX basado en una historia real, los hermanos Goetz consiguieron con habilidad adaptarla al teatro con notable éxito. La Havilland que ya había conseguido su libertad artística supo ver sus posibilidades y que el papel principal era para ella y que Willer que ya había demostrado con "La loba" (1941) que dominaba el género era el ideal para dirigirla. Así se lo pidió y además tuvieron la suerte de que los derechos de la pieza no estaban adquiridos.
A partir de ahí la leyenda. Willer se trajo a Sir Ralph Richardson de Inglaterra para inmortalizar al padre y como no pudo conseguir a Errol Flynn (este con buen criterio no se veía en el personaje) le dio la oportunidad a un emergente Montgomery Clift que a pesar de no encajar con el equipo ni el método de trabajo, no desaprovechó la oportunidad y bordó su personaje. El resto del elenco está igualmente impecable. La puesta en escena, el ritmo narrativo, la luz, el vestuario, la música...., todo encaja como esos guantes de cabritilla que Clift se deja olvidados y en los que Olivia proyecta sus sueños y esperanzas de forma magistral.
La película es dura, cruel, sus personajes lo son con un final aún más duro que en la novela. Ello contribuyó a aminorar su éxito en taquilla en su momento. Havilland que aún vive, consiguió su segundo Oscar. La película tres más de ocho nominaciones.
ELZIETE
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23 de marzo de 2014
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trío interpretativo de lujo para «La heredera», adaptación de Wiliam Wyler de la obra de Henry James. Mientras la veía, pensaba en lo sorprendentemente genial que es Olivia de Havilland. Merecidísimo Oscar a mejor actriz, porque no se puede ser ni más buena ni más mala como su Catherine Sloper, la pobre niña rica que no tiene amor.

Aunque, ¿realmente no lo tiene? Si somos objetivos debemos recocer que no hay datos sobre el pretendiente Morris Townsend para que desconfiemos tan radicalmente de él. Esto es todo un acierto de la trama, que propone al espectador que saque también sus propias conclusiones. Y digo yo: ¿acaso no es posible que de verdad se haya enamorado de Catherine? Sin darnos cuenta, compartimos la crueldad de la historia y del doctor Sloper, que dan por aberrante que un joven apuesto sienta un afecto puro hacia una muchacha poco agraciada y resuelta. Confieso que Morris tiene por mi parte un voto de confianza.

Por lo demás, «La heredera» tiene un formato clásico bien entendido y elegante, con cierto toque teatral que sienta estupendamente. Montgomery Clift perfecto, y Ralph Richardson hace un papelón como padre sobre protector al mismo tiempo que torturador. El desarrollo de los personajes es coherente, aunque el de Catherine puede percibirse algo brusco y, desde luego, injusto, convirtiéndose en la verdadera tragedia del personaje.

La película tiene garbo y mueve a la polémica. Solos o acompañados, mejor sin rencores.
Kaori
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