Nunca es tarde para enamorarse

Esperaba algo más de esta película. Lugares menos típicos. Una historia que intentase huir de los lugares comunes de las comedias románticas. Para ello han elegido a grandes actores y una comedia que no tiene tanto de comedia (lo justo y sin caer en lo fácil) y sí más de pequeños dramas cotidianos. Pero poco más. Si se sostiene es gracias a sus inmensos actores y porque, al fin y al cabo, es una historia muy agradable.

Lo mejor: los actores, contenidos, correctos, creíbles...
Ver de nuevo a Dustin y Emma actuando de verdad
Lo peor: cada escena recuerda a la de alguna otra película.

Se trata de un film, en el que de lo que más se ha hablado es de la edad de sus protagonistas. Tanto Dustin Hoffmann como Emma Thompson han tenido su momento de esplendor, y ahora que ya tienen una edad, y no la pueden disimular, se deben conformar con papeles más “light” y secundarios.

El realizador Joel Hopkins asume el riesgo de contarnos una historia protagonizada por dos maduros personajes, en un momento de su vida complicado, en el que parecen asumir su soledad y la imposibilidad de formar (o mantener) una familia o establecer una relación sentimental. Ambos parecen dejarse llevar ante una realidad nada halagüeña, en la que ni siquiera sus trabajos pueden llenar el vacío que sienten en sus vidas, aunque por motivos diversos.

Harry Shine (Hoffmann) viaja a Londres con motivo de la boda de su hija, donde conoce a Kate (Thompson) casi de forma casual, en un momento en que ambos han tenido sendos reveses. Él constata el abismo que le separa de su hija y su ex mujer, de quienes se alejó voluntariamente y se sumergió en su trabajo de componer jingles, y con la frustración de haber sido un pianista de jazz. Mientras que ella, vive permanentemente atada a su neurótica y controladora madre, asumiendo su soltería como algo inevitable, y refugiándose en la lectura.

El realizador nos va explicando todo esto con un montaje en paralelo en el que vamos viendo las circunstancias respectivas y sus evoluciones hasta que acaban coincidiendo. El realizador juega sus cartas con honestidad, manteniendo un tono dramático en todo momento y evitando que el film se deslice hacia la comedia, lo que acabaría malogrando un buen punto de partida. En todo momento trata de mantener una postura realista, aunque no puede evitar mirar con cariño a sus personajes.

Sin lugar a dudas la fuerza del film reside en sus dos protagonistas principales, quienes pese a la madurez demuestran tablas, muchas más que otros actores jóvenes, y entre los dos consiguen aguantar el film, que de hecho, sólo se centra en ellos, dejando al resto del reparto en un muy segundo plano.

Hopkins realiza un film con personajes “maduros” como protagonistas, y prácticamente destinado a un público esencialmente maduro. De hecho, es el úníco que sabrá valorar esta sencilla propuesta, ya que llega un momento en que al mirar hacia atrás, reconocemos que hay cosas que no deberíamos haberlas hecho, otras, en cambio sí. En el fondo, la vida es un conjunto de oportunidades que vamos aprovechando o desaprovechando en función de diversas circunstancias, y a medida que pasan los años, dichas oportunidades escasean, y entonces es cuando no se pueden desaprovechar. El título del flm ya lo dice.

Lo que me impulsó a ver esta película fue el cartel, he de reconocerlo. La idea de ver trabajar juntos a Dustin Hoffman y Emma Thompson me entusiasmaba. Y eso es lo mejor a destacar de esta película, la interpretación de estos dos actores. A pesar de ser muy distintos en formas de actuación y en presencia física, consiguen mostrarnos una química que se ve en muy pocas ocasiones. El guión es flojo y la originalidad brilla por su ausencia pero es amable y llevadera.

Premisa certera la que da título a esta cinta, y es que el amor está por encima de todo, de dificultades, impedimentos, edad... Y aquí como buena comedia romántica que es, triunfa como no podía ser de otro modo.
La primera parte está repleta de episodios cómicos, dentro de la compasión que produce en nosotros el protagonista, por los males que padece, le ocurren episodios que ciertamente producen una risa incapaz de ser reprimida.
En la segunda parte se nos habla de la dificultad que día a día tienen los protagonistas principales, y los accidentes con la vida y con sus relaciones.
Película simpática, muy bien interpretada, tierna y cómica, para pasar un buen rato. Le doy un 6.2.

Correcta cinta romántica, aunque previsible y muy manida, que nos ofrece un romance otoñal cuyos personajes arrastran un pasado que deberán superar.
Tenemos a dos grandes en los papeles protagonistas que hacen que este film se sostenga, aunque el guión es tan típico, que el espectador tendrá la sensación de haber visto mil y una veces esta película.
El director no se arriesga y el resultado es una comedia dramática amable, tierna y un pelín sosa.
Para echar un sueñecito.