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El tiempo en sus manos

Ciencia ficción. Aventuras Inglaterra, 1899. Un científico construye un vehículo que le permite viajar a través del tiempo. Con él emprende un alucinante viaje a través de los siglos y es testigo, entre otros acontecimientos, de la Segunda Guerra Mundial y de un holocausto atómico en 1966, del que sale ileso. Su último destino es un paradisíaco lugar del futuro, cuyas gentes viven en el año 802.701, donde le tocará vivir una increíble aventura. (FILMAFFINITY)
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
13 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en el relato original de H.G. Wells, "El Tiempo en sus Manos" es una formidable obra de ciencia-ficción. George Pal realiza una fiel adaptación del universo creado en el relato corto de Wells con Rod Taylor como "el viajero del tiempo", (veterano actor que interpretó a Churchil en "Malditos Bastardos" en el 2009) que va contemplando las distintas etapas por las que atraviesa la raza humana: de la increíble evolución tecnológica al holocausto nuclear y de ahí a viajar miles de años en adelante para vislumbrar la "nueva" sociedad evolucionada de los rescoldos nucleares: por un lado, la tribu de los Eloi, son seres humanos normales, viven confinados en el hedonismo y la indiferencia de una aparente vida fácil mientras que la raza de los Morlocks, son monstruos antropomorfos evolucionados de aquellos que se quedaron encerrados en sus búnkeres antinucleares durante miles de años: seres albinos, ciegos y brutales que usarán a los Eloi como manada para alimentarse.

La película contó con sendos, (y desastrosos) remakes que no consiguieron igualar la grandeza de una cinta que cuenta ya con más de sesenta años a sus espaldas pero que gracias a la realización en Technicolor, los efectos especiales artesanales y el tono del filme en clave puramente aventurero, hace de ella un clásico perfectamente disfrutable y a la altura de sus coetáneas, (Mary Poppins, Viaje al Centro de la Tierra, Sinbad, etc)
Buscapé
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30 de agosto de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El relato de H. G. Wells de su máquina del tiempo en esta versión clásica de los 60 ha resultado ser la mejor de entre todas las visiones cinematográficas hechas a este libro.

El científico busca una opción de conocer el futuro, qué hacer en él será otra cosa muy diferente.
Una vez que construye la máquina viajará cada vez más lejos preguntándose el por qué de las guerras mundiales, de las bombas atómicas y de otros sucesos graves y decisivos para la superviviencia de la raza humana.

No carente del todo del lado romántico de "La máquina del tiempo" del 2002, será en el año 802000 cuando el científico conocerá a Weena, la pequeña componente de una raza de humanos que perviven frente a la fuerza de unos monstruos llamados Morloks a los que sirven de alimento. Rod Taylor lo hace bien, aunque quizá pecando un poco de pasmarote, con la misma reacción toda la película.

Al mejor estilo Mature, Taylor verá su sueño de pasar a la historia de la ciencia ficción convertida en realidad en esta historia. El resto del reparto aspiran a lo que tienen, pero sin duda, la pureza del estilo, la novedad y los efectos para la época eran lo mejor que se podía ofrecer. La versión más cerca del relato de Wells.
barbara12
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9 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La idea tomada de Wells de viajar hacia el pasado o hacia el futuro con sólo accionar una palanca resulta brillantemente expresada en las imágenes de Pal. Fascina ver nacer y morir una flor en pocos segundos o que sin moverse del espacio que ocupa una casa de Londres se nos dé la sensación de trasladarnos a escenarios fantásticos que sólo son los cambios que el paso del tiempo produce en un mismo lugar.
Desfilan vertiginosamente el sol y la luna, el verano y el invierno, así como los infinitas variaciones de la moda femenina, encarnados en un maniqui. De tanto en tanto, el viajero (Rod Taylor) detiene la máquina y entra en el escenario de una época futura. Y siempre encuentra una guerra mundial, desde la primera a la tercera.
Hasta aquí el guion y los efectos especiales poseen gran calidad e incluso profundidad filosófica. Pero cuando se alcanza el siglo 80 el excelente film de ciencia ficción se convierte en un tebeo disparatado, pues la civilización es representada por monstruos subterráneos que poseen máquinas y tratan a los humanos como un rebaño con el que alimentarse.
La estética de los morloks, especie de gorilas idiotas de ojos saltones no se compagina con su dominio tecnológico, en tanto la de los humanos, hermosos, pacíficos e indiferentes como vacas y a los que no importa más que vivir parece un dibujo infantil del paraiso. Todo lo que ocurre en esta parte final es inverosímil y se sale de la ciencia ficción para entrar en el terreno del comic supermanesco.
Cierto que la visión de una humanidad futura amorfa y animalizada no es ninguna tontería, pero el modo en que el científico trata de liberarla de esa situación no tiene ni pies ni cabeza. Lástima que no se haya aprovechado hasta el fin la idea original, que trata de advertir a los hombres de que la civilización puede perderse a causa de los irracionales conflictos de los hombres para lograr el poder.
Luis
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26 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, a pesar de lo que pueda parecer por la sinopsis, creo que es más una película de aventuras clásica que una historia de ciencia-ficción pura y dura. Partiendo de la premisa de que un inventor construye un día una máquina que le permite viajar a voluntad por el tiempo, nos presentan un viaje muy satisfactorio, entretenido y, por qué no decirlo, reflexivo.
Considero, eso sí, que en ningún momento pretenden entrar en la ciencia tras el invento que construye nuestro protagonista (y por eso creo que la ciencia ficción solo es el contexto de la peli y no lo que la vértebra), sino que les interesa más mostrarnos las vivencias que van acompañándolo en este viaje temporal por las distintas épocas, aprovechando, eso sí, para hacer que el espectador reflexione, como nuestro protagonista, sobre la humanidad y los comportamientos que esta tiene como especie con ella misma y con el planeta que habitamos todos. Me parece que tiene más que ver con una peli del estilo de "La reina de África que con "2001: Una odisea en el espacio", para que nos entendamos.
Cosas a señalar que considero importantes que tengamos en cuenta en el momento de ver está peli:
Los efectos especiales, que en su momento serían top, han envejecido entre regular y mal. Importante tenerlo en cuenta porque cantan mucho algunos momentos y es algo que debemos pasar por alto para disfrutar la cinta.
La música no siempre está bien elegida, a veces parece como que es demasiado atronadora para las imágenes que estamos viendo en pantalla. Como que está un puntito exagerada. Es algo típico en el cine tan clásico pero viene bien saberlo.
Por lo demás, creo que es un gran divertimento y una notable película. Si sabéis a lo que vais y os gusta este género, la disfrutaréis.
Quique Martín
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26 de noviembre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy la persona más adecuada para valorar esta película porque su género no es asunto de mi predilección.
Aunque la temática, viajes en el tiempo, me fascina, los futuros distópicos no suelen ser de mi agrado por lo pesimistas y desesperanzadores que resultan.
Que el ser humano progresa adecuadamente hacia su propia destrucción es una reflexión sobre la cual no me cabe ninguna duda y tan sólo corroborarlo por medio de historias de este tipo es un ejercicio que mi ánimo no suele querer enfrentar.
Esta cinta, basada en un relato de H.G.Wells, es, probablemente, la primera en inaugurar el subgénero viajes en el tiempo. Y, seguramente, los aficionados la tendrán en muy alta estima porque conserva un encanto muy especial y está realizada con mucho esmero.
El protagonista (Rod Taylor), por medio de una preciosa y surrealista máquina de su invención (aquí le gana al Delorean en mi gusto particular), conseguirá trasladarse desde su tiempo, 1900, a distintas épocas futuras, coincidentes con distintas guerras y hecatombes, 1917, primera guerra mundial, 1940, segunda guerra, 1966, que ahí predice una guerra nuclear y, finalmente, casi un millón de años hacia el futuro donde descubrirá, alarmado, lo que la evolución ha hecho del ser humano, escindiéndola en dos especies diferentes pero, para mí, igualmente terroríficas, aunque aquí se tome partido por una de ellas y no se la juzgue así.
Los Elois, que viven en la superficie de la Tierra. Una especie hedonista, mansa, sumisa, sin criterio, sin curiosidad, sin creatividad y sin solidaridad ni empatía. Viven una vida aparentemente regalada, fácil, pacífica, gregaria pero totalmente alienada.
Y los Morloks, habitantes de las profundidades. Son la especie involucionada pero, curiosamente, dominante. Altamente agresivos, poseedores de la tecnología, dueños de la otra especie a la que alimentan como a ganado y de la cual se alimentan.
Taylor se verá inmerso en una lucha por despertar a los Elois de su letargo para salvarlos de su destino.

La película es disfrutable en numerosos momentos, por ejemplo, el viaje que comienza Taylor impulsando el mando de su aparato suavemente y observando el mundo que gira hacia delante permitiéndole contemplar los cambios que se van produciendo en su entorno. Unas horas, unos días, unos años, el sol y la luna girando consecutivamente, los cambios se hacen notar a su alrededor, los edificios, las vestimentas, los paisajes...Eso resulta muy bonito, un viaje así, sería muy interesante de realizar, ¿no creen?.

Por otra parte, la historia está bien ensamblada y hay tiempo para recrearse tanto en la época victoriana en la que da comienzo, donde Taylor da a conocer su invento a sus escépticos amigos, como en la apocalíptica final que es donde tiene lugar la acción, la lucha y la historia de amor.

Pero ya les digo, yo no soy el más apropiado para valorarla. Jamás viajaría a ningún futuro si estuviera en mis manos hacerlo. No me despierta ninguna curiosidad y, visto lo visto hasta ahora en todo este tipo de relatos, creo que es muy comprensible.
El pasado es lo que yo escogería en mis viajes. Creo que ahí no me dejaría ni un sólo tiempo por conocer. Y Taylor me ha chafado al pasar del tema olímpicamente.
Izeta
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